11
de Diciembre
¡Tú tienes a
tu alcance el poder y la fuerza de Dios!
Por
Riqui Ricón*
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de
su fuerza (Efe 6.10).
Siempre que leía este pasaje de la Biblia me sonaba bonito y muy
esperanzador, pero nunca me había detenido a pensar cómo me podía fortalecer en
el Señor y en el poder de Su fuerza.
¿Será que el poder de la fuerza del Dios Todopoderoso está a tu alcance?
Primero habrá que responder, ¿cuál es el poder de la fuerza de Dios? ¿Sus
músculos? ¿Sus ángeles? ¿Sus truenos y relámpagos? No se necesita mucha
sabiduría para darse cuenta que el poder de la fuerza de Dios radica en Su
Palabra, puesto que Él es Dios, sólo necesita decir la Palabra y ésta se cumple
inmediatamente.
Por la fe hemos podido entender que el
universo entero surgió por la palabra de Dios, quien de lo que no se veía hizo
todo lo que ahora vemos (He
11.3 CST).
¡El Poder de Dios radica en la Palabra de Dios! Esto es algo que sabía
muy bien aquel centurión que fue al encuentro de Jesús,
Entrando
Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo:
Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.
Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión
y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la
palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo
autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al
otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo
Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun
en Israel he hallado tanta fe
(Mat 8.5-10).
Así que, para que tú puedas resistir en el día malo y estar firme
habiéndolo acabado todo necesitas hacerte fuerte en la Palabra de Dios.
Pero
sin fe [sin creerle a Dios, creyendo
Su Palabra] es imposible agradar a Dios;
porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es
galardonador de los que le buscan
(He 11.6).
Así que la fe
[creerle a Dios, creyendo Su Palabra]
viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra
de Cristo (Ro 10.17 BAD).
La Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, es la Verdad; es la
fortaleza de los siglos en la cual tú puedes confiar perpetuamente. Sea cual
sea tu situación o condición actual, ésta es temporal y circunstancial; aunque
a ti te parezca determinante o definitiva, no lo es. Lo único determinante y
definitivo es la Verdad, y la Verdad es lo que Dios ha hablado acerca de ti:
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3.16).
La Verdad es que ¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio
Hijo, Jesús, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti!
Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.17).
¡Jesús no
vino a condenarte sino a darte, a otorgarte, la Vida Eterna que solamente un(a)
Hijo(a) de Dios puede tener!
El
ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
¡La Vida
que Jesús YA te ha dado es una Vida Plena y Abundante! Es el ladrón, Satanás,
el que te quiere hurtar, matar y destruir con sus engaños y mentiras; metiendo
miedo en tu corazón para que así pongas tus ojos en las circunstancias y dejes
de ver a Jesús y dejes de atender a Sus Palabras.
quien
llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que
nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya
herida fuisteis sanados
(1 P 2.24).
La Verdad
es que por lo que Él hizo en la cruz, ¡tú has sido declarado(a) justo(a) y, por
lo tanto, tienes derecho a ser sano(a) de toda enfermedad!
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4.13).
¡Tú puedes
hacerle frente a cualquier problema, reto o aflicción, con la certeza que
saldrás más que vencedor(a)!
Mi
Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús (Fil 4.19).
¡Puedes
estar cien por ciento seguro(a) que ante cualquier necesidad tu Padre suplirá
TODO lo que te falte!
Jehová
de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Fortalecerte
en el Señor y en el Poder de Su fuerza significa que, en Verdad puedes dejar de
preocuparte y angustiarte por tratar de ser feliz y vivir una Vida Plena y Abundante:
déjalo todo en manos de Dios, ¡Dios es digno de confianza!
Así que, ¡Fortalécete
en el Señor y en el Poder de Su Fuerza! Haz de la Biblia, la Palabra de Dios,
la norma y pauta de tu vida, ponla en tu mente, boca y corazón.
Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Recuerda que la palabra entonces significa, ni antes, ni después, ni de ninguna
otra forma.
¡Dios mismo
te indica el secreto para que hagas prosperar tu camino y que todo te salga
bien! ¡Lee la Biblia! ¡Medita en ella de día y de noche! ¡Dios no puede mentir!
¡Jamás serás avergonzado(a) de haber creído la Palabra de Dios!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, hoy puedo con toda certeza declarar que, a pesar de mis
circunstancias, soy un(a) hombre (mujer) feliz porque confío en Ti. Sé que Tu
Palabra, la Biblia, es la Verdad y que
el conocimiento de la Verdad me hace libre. ¡Soy libre! Soy libre de todo temor
y ansiedad; el mismísimo Señor Jesús, que fue engendrado por Dios, me guarda y
el maligno no me toca. Tú, oh Dios, estás conmigo y si Dios es conmigo, ¿quién
contra mí? Tú todo lo puedes. No hay problema, angustia o enfermedad que pueda
hacer valer ningún derecho sobre mi vida, que es la Vida Eterna que Tú,
Jesucristo, compraste para mí al pagar todos mis pecados en la cruz. En Tu
muerte yo morí y esa vieja naturaleza quedó ahí, en la cruz. Con tu
resurrección tengo Vida Eterna, la vida plena y abundante que sólo puede tener
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Muchas gracias, Señor Jesús! Por lo
tanto, me fortalezco en el poder de Tu fuerza, que es Tu Palabra, y resisto a
la enfermedad, pobreza, tristeza, angustia y depresión. Yo soy lo que está
escrito en Tu Palabra que soy. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! Por tanto, con toda autoridad y plena
certeza, yo le llamo al Amor, al gozo y a la paz, que son mi derecho, para
vivir mi Vida en Plenitud y Abundancia. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre 11 Efe 6 / Ez 17
/ Isa 46
Efesios
6
6
1Hijos, obedeced
en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. 2Honra
a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; 3para
que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. 4Y
vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino
criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
5Siervos, obedeced
a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro
corazón, como a Cristo; 6no sirviendo al ojo, como los que quieren
agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la
voluntad de Dios; 7sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no
a los hombres, 8sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése
recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. 9Y
vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el
Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él
no hay acepción de personas.
La armadura de Dios
10Por lo demás,
hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11Vestíos
de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas
del diablo. 12Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas
de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en
el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14Estad, pues,
firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con
la coraza de justicia, 15y calzados los
pies con el apresto del evangelio de la paz. 16Sobre
todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego
del maligno. 17Y tomad el yelmo de la salvación,
y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18orando en
todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con
toda perseverancia y súplica por todos los santos; 19y por mí, a
fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo
el misterio del evangelio, 20por el cual soy embajador en cadenas;
que con denuedo hable de él, como debo hablar.
Salutaciones finales
21Para que
también vosotros sepáis mis asuntos, y lo que hago, todo os lo hará saber
Tíquico, hermano amado y fiel ministro en el Señor,
22el cual envié a vosotros para esto mismo, para que sepáis lo tocante a
nosotros, y que consuele vuestros corazones.
23Paz sea a los
hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo. 24La
gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable.
Amén.
Ezequiel
17
Parábola de las águilas y la vid
17
1Vino a mí
palabra de Jehová, diciendo: 2Hijo de hombre, propón una figura, y
compón una parábola a la casa de Israel. 3Y dirás: Así ha dicho
Jehová el Señor: Una gran águila, de grandes alas y de largos miembros, llena
de plumas de diversos colores, vino al Líbano, y tomó el cogollo del cedro.
4Arrancó el principal de sus renuevos y lo llevó a tierra de mercaderes,
y lo puso en una ciudad de comerciantes. 5Tomó también de la
simiente de la tierra, y la puso en un campo bueno para sembrar, la plantó
junto a aguas abundantes, la puso como un sauce. 6Y brotó, y se
hizo una vid de mucho ramaje, de poca altura, y sus ramas miraban al águila, y
sus raíces estaban debajo de ella; así que se hizo una vid, y arrojó sarmientos
y echó mugrones.
7Había también
otra gran águila, de grandes alas y de muchas plumas; y he aquí que esta vid
juntó cerca de ella sus raíces, y extendió hacia ella sus ramas, para ser
regada por ella por los surcos de su plantío. 8En un buen campo,
junto a muchas aguas, fue plantada, para que hiciese ramas y diese fruto, y
para que fuese vid robusta. 9Diles: Así ha dicho Jehová el Señor:
¿Será prosperada? ¿No arrancará sus raíces, y destruirá su fruto, y se secará?
Todas sus hojas lozanas se secarán; y eso sin gran poder ni mucha gente para
arrancarla de sus raíces. 10Y he aquí está plantada; ¿será
prosperada? ¿No se secará del todo cuando el viento solano la toque? En los
surcos de su verdor se secará.
11Y vino a mí
palabra de Jehová, diciendo: 12Di ahora a la casa rebelde: ¿No
habéis entendido qué significan estas cosas? Diles: He aquí que el rey de
Babilonia vino a Jerusalén, y tomó a tu rey y a sus príncipes, y los llevó
consigo a Babilonia. 13Tomó también a uno de la descendencia real
e hizo pacto con él, y le hizo prestar juramento; y se llevó consigo a los
poderosos de la tierra, 14para que el reino fuese abatido y no se
levantase, a fin de que guardando el pacto, permaneciese en pie. 15Pero
se rebeló contra él, enviando embajadores a
Egipto para que le diese caballos y mucha gente. ¿Será prosperado, escapará el
que estas cosas hizo? El que rompió el pacto, ¿podrá escapar? 16Vivo
yo, dice Jehová el Señor, que morirá en medio de Babilonia, en el lugar donde
habita el rey que le hizo reinar, cuyo juramento menospreció, y cuyo pacto
hecho con él rompió. 17Y ni con gran ejército ni con mucha
compañía hará Faraón nada por él en la batalla, cuando se levanten vallados y
se edifiquen torres para cortar muchas vidas. 18Por cuanto
menospreció el juramento y quebrantó el pacto, cuando he aquí que había dado su
mano, y ha hecho todas estas cosas, no escapará. 19Por tanto, así
ha dicho Jehová el Señor: Vivo yo, que el juramento mío que menospreció, y mi
pacto que ha quebrantado, lo traeré sobre su misma cabeza. 20Extenderé
sobre él mi red, y será preso en mi lazo, y lo haré venir a Babilonia, y allí
entraré en juicio con él por su prevaricación con que contra mí se ha
rebelado. 21Y todos sus fugitivos, con todas sus tropas, caerán a
espada, y los que queden serán esparcidos a todos los vientos; y sabréis que yo
Jehová he hablado.
22Así ha dicho
Jehová el Señor: Tomaré yo del cogollo de aquel alto cedro, y lo plantaré; del
principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre el monte alto y
sublime. 23En el monte alto de Israel lo plantaré, y alzará ramas,
y dará fruto, y se hará magnífico cedro; y habitarán debajo de él todas las
aves de toda especie; a la sombra de sus ramas habitarán. 24Y
sabrán todos los árboles del campo que yo Jehová abatí el árbol sublime,
levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde, e hice reverdecer el árbol
seco. Yo Jehová lo he dicho, y lo haré.
Isaías 46
46
1Se postró Bel,
se abatió Nebo; sus imágenes fueron puestas sobre bestias, sobre animales de
carga; esas cosas que vosotros solíais llevar son alzadas cual carga, sobre las
bestias cansadas. 2Fueron humillados, fueron abatidos juntamente;
no pudieron escaparse de la carga, sino que tuvieron ellos mismos que ir en
cautiverio.
3Oídme, oh casa
de Jacob, y todo el resto de la casa de Israel, los que sois traídos por mí
desde el vientre, los que sois llevados desde la matriz. 4Y hasta
la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo
soportaré y guardaré.
5¿A quién me
asemejáis, y me igualáis, y me comparáis, para que seamos semejantes? 6Sacan
oro de la bolsa, y pesan plata con balanzas, alquilan un platero para hacer un
dios de ello; se postran y adoran. 7Se lo echan sobre los hombros,
lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio.
Le gritan, y tampoco responde, ni libra de la tribulación.
8Acordaos de
esto, y tened vergüenza; volved en vosotros, prevaricadores. 9Acordaos
de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay
otro Dios, y nada hay semejante a mí, 10que anuncio lo por venir
desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi
consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; 11que llamo desde
el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo
haré venir; lo he pensado, y también lo haré.
12Oídme, duros de
corazón, que estáis lejos de la justicia: 13Haré que se acerque mi
justicia; no se alejará, y mi salvación no se detendrá. Y pondré salvación en
Sion, y mi gloria en Israel.
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