10
de Diciembre
¡Un Nuevo
Pacto! ¡Un Pacto Eterno!
Por
Riqui Ricón*
Pero más ha dicho Jehová el
Señor: ¿Haré yo contigo como tú hiciste, que menospreciaste el juramento para
invalidar el pacto? Antes yo tendré memoria de mi pacto que
concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto
sempiterno (Ez 16.59-60).
Lo más maravilloso de esta vida es saber que Dios es bueno y que te ama
tanto que, a pesar de todos tus pecados, Él ha decidido establecer un Nuevo
Pacto contigo; un pacto eterno que nadie pueda invalidar: un pacto de Amor.
¡Sólo por ti!
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Es hermoso
saber que Jesús no viene a tu vida a condenarte, ni a reclamarte, ni a echarte
en cara todo lo malo que has hecho, sino a ofrecerte una Vida totalmente Nueva
a través del Nuevo Pacto en Su Sangre.
Él pagó,
con Su propia Vida, el justo precio de todas tus transgresiones, pasadas,
presentes y futuras. A través de Jesús, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra,
puedes recibir el principal beneficio de este pacto sempiterno, que es ser
ahora un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Israel será salvo en Jehová con salvación
eterna; no os avergonzaréis ni os afrentaréis, por todos los siglos… Mirad
a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no
hay más... En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de
Israel (Isa 45.17, 22, 25).
Lo
realmente asombroso de este Nuevo Pacto es que ya no depende de ti, ni de lo
que tú puedas hacer o dejar de hacer; ahora depende íntegramente de Dios: Él lo
prometió, Él lo hablo y Él lo cumplió. ¿Te das cuenta? ¡No depende de lo que
hayas hecho, sino de lo que Jesús hizo al morir por ti en esa cruz!
En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Jn 4.10).
Pero
Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por
gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo
nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe
(Efe 2.4-9).
Amado(a),
no te permitas albergar duda alguna acerca del Amor de Dios hacia ti. Recuerda
que el ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; y Jesucristo ha venido a tu vida para que tengas vida, y para que la
tengas en abundancia (Jn 10.10).
Maridos, amad a vuestras mujeres,
así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha (Efe
5.25-27).
Te puedes dar cuenta, claramente, del Amor de Dios al distinguir el
alcance de este Nuevo Pacto: ser Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo significa
que Jesucristo se entregó a sí mismo por ti, para santificarte, habiéndote
purificado en el lavamiento del agua por la Palabra de Dios, con el propósito
de presentarte, delante del Padre, glorificado(a), sin mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino hecho(a) ya, santo(a) y sin mancha: ¡Una Nueva Creación!
Gracias a tu Nueva Identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo,
ahora puedes amar a tu esposa de la misma forma en que Cristo Jesús amó a la
Iglesia; y puedes sujetarte y respetar a tu esposo como al Señor.
Y esta esperanza no nos defrauda,
porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que
nos ha dado (Ro 5.5 NVI).
Así que, no es que lo tengas que hacer como algo de lo que careces, sino
que lo puedes y lo tienes que hacer porque ya está dentro de ti por medio del
Amor de Dios que el Espíritu Santo ya puso dentro de ti junto con tu Nueva
Identidad.
De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas
(2 Co 5.17).
Es por todo
esto que puedes estar seguro(a) que Dios no te ha dejado ni te dejará. Sea cual
sea la situación en la que hoy te encuentras puedes confiar y depender
plenamente en Su Amor por ti. No hay problema, enfermedad o tribulación de la
cual Él no te pueda librar, pero, sobre todo, y acorde con Su Palabra, no
existe problema, enfermedad o tribulación de la cual Dios, tu Padre, no te
quiera librar.
Hijitos,
vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros,
que el que está en el mundo
(1 Jn 4.4).
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, en verdad que es maravilloso creer y recibir éste, Tu Gran Amor por
mí. Tú has decretado en Tu Palabra, la Biblia, que no me dejarás y que estarás
conmigo hasta el fin de los tiempos; así que hoy puedo declarar con toda
certeza, que Tú me librarás del lazo del
cazador, de la peste destructora. Con Tus plumas me cubrirás, y debajo de Tus
alas estaré seguro(a); escudo y adarga es Tu verdad, escudo y adarga es Tu Palabra.
No temeré el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que
ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a mi
lado mil, y diez mil a mi diestra; mas a mí no llegará, pues aunque ande en
valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú, Señor Jesús,
estás conmigo. Porque
te he puesto a Ti, que eres mi esperanza, al Altísimo por mi habitación, no me
sobrevendrá mal, ni plaga tocará mi morada. Pues a Tus ángeles mandarás acerca
de mí, que me guarden en todos mis caminos. En las manos me llevarán, para que
mi pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisaré; hollaré al
cachorro del león y al dragón. Por cuanto en Ti yo he puesto mi amor, Tú
también me librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre. Te
invocaré, y Tú me responderás; Conmigo estarás Tú en la angustia; me librarás y
me glorificarás. Me saciarás de larga vida, Y me mostrarás Tu salvación. Porque
esta es la herencia de Tus Hijos y mi salvación de Ti, Señor Jesús, vendrá. Por
el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre 10 Efesios 5.21-33 / Ez 16 / Isa
45
Efesios
5.21-33
Someteos los unos a los otros
21Someteos unos a
otros en el temor de Dios. 22Las casadas estén sujetas a sus
propios maridos, como al Señor; 23porque el
marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual
es su cuerpo, y él es su Salvador. 24Así que, como la iglesia está
sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo
amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no
tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
28Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos
cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29Porque nadie
aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como
también Cristo a la iglesia, 30porque somos miembros de su cuerpo,
de su carne y de sus huesos. 31Por esto dejará el hombre a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 32Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la
iglesia. 33Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su
mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.
Ezequiel
16
Infidelidad de Jerusalén
16
1Vino a mí
palabra de Jehová, diciendo: 2Hijo de hombre, notifica a Jerusalén
sus abominaciones, 3y di: Así ha dicho Jehová el Señor sobre
Jerusalén: Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo,
y tu madre hetea. 4Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste
no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada
con sal, ni fuiste envuelta con fajas. 5No hubo ojo que se
compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino
que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el
día que naciste.
6Y yo pasé junto
a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije:
¡Vive! Sí, te dije, cuando estabas en tus sangres: ¡Vive! 7Te hice
multiplicar como la hierba del campo; y creciste y te hiciste grande, y
llegaste a ser muy hermosa; tus pechos se habían formado, y tu pelo había
crecido; pero estabas desnuda y descubierta.
8Y pasé yo otra vez
junto a ti, y te miré, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores; y extendí
mi manto sobre ti, y cubrí tu desnudez; y te di juramento y entré en pacto
contigo, dice Jehová el Señor, y fuiste mía. 9Te lavé con agua, y
lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite; 10y te
vestí de bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de seda.
11Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu
cuello. 12Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una
hermosa diadema en tu cabeza. 13Así fuiste adornada de oro y de
plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado; comiste flor de harina de
trigo, miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar
a reinar. 14Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu
hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti,
dice Jehová el Señor.
15Pero confiaste
en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre, y derramaste tus
fornicaciones a cuantos pasaron; suya eras. 16Y tomaste de tus
vestidos, y te hiciste diversos lugares altos, y fornicaste sobre ellos; cosa
semejante nunca había sucedido, ni sucederá más. 17Tomaste
asimismo tus hermosas alhajas de oro y de plata que yo te había dado, y te
hiciste imágenes de hombre y fornicaste con ellas; 18y tomaste tus
vestidos de diversos colores y las cubriste; y mi aceite y mi incienso pusiste
delante de ellas. 19Mi pan también, que yo te había dado, la flor
de la harina, el aceite y la miel, con que yo te mantuve, pusiste delante de
ellas para olor agradable; y fue así, dice Jehová el Señor. 20Además
de esto, tomaste tus hijos y tus hijas que habías dado a luz para mí, y los
sacrificaste a ellas para que fuesen consumidos. ¿Eran poca cosa tus
fornicaciones, 21para que degollases también a mis hijos y los
ofrecieras a aquellas imágenes como ofrenda que el fuego consumía? 22Y
con todas tus abominaciones y tus fornicaciones no te has acordado de los días
de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta, cuando estabas envuelta
en tu sangre.
23Y sucedió que
después de toda tu maldad (¡ay, ay de ti! dice Jehová el Señor), 24te
edificaste lugares altos, y te hiciste altar en todas las plazas. 25En
toda cabeza de camino edificaste lugar alto, e hiciste abominable tu hermosura,
y te ofreciste a cuantos pasaban, y multiplicaste tus fornicaciones. 26Y
fornicaste con los hijos de Egipto, tus vecinos, gruesos de carnes; y
aumentaste tus fornicaciones para enojarme. 27Por tanto, he aquí
que yo extendí contra ti mi mano, y disminuí tu provisión ordinaria, y te
entregué a la voluntad de las hijas de los filisteos, que te aborrecen, las
cuales se avergüenzan de tu camino deshonesto. 28Fornicaste
también con los asirios, por no haberte saciado; y fornicaste con ellos y
tampoco te saciaste. 29Multiplicaste asimismo tu fornicación en la
tierra de Canaán y de los caldeos, y tampoco con esto te saciaste.
30¡Cuán
inconstante es tu corazón, dice Jehová el Señor, habiendo hecho todas estas
cosas, obras de una ramera desvergonzada, 31edificando tus lugares
altos en toda cabeza de camino, y haciendo tus altares en todas las plazas! Y
no fuiste semejante a ramera, en que menospreciaste la paga, 32sino
como mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a ajenos. 33A
todas las rameras les dan dones; mas tú diste tus dones a todos tus enamorados;
y les diste presentes, para que de todas partes se llegasen a ti en tus
fornicaciones. 34Y ha sucedido contigo, en tus fornicaciones, lo
contrario de las demás mujeres: porque ninguno te ha solicitado para fornicar,
y tú das la paga, en lugar de recibirla; por esto has sido diferente.
35Por tanto,
ramera, oye palabra de Jehová. 36Así ha dicho Jehová el Señor: Por
cuanto han sido descubiertas tus desnudeces en tus fornicaciones, y tu
confusión ha sido manifestada a tus enamorados, y a los ídolos de tus
abominaciones, y en la sangre de tus hijos, los cuales les diste; 37por
tanto, he aquí que yo reuniré a todos tus enamorados con los cuales tomaste
placer, y a todos los que amaste, con todos los que aborreciste; y los reuniré
alrededor de ti y les descubriré tu desnudez, y ellos verán toda tu desnudez.
38Y yo te juzgaré por las leyes de las adúlteras, y de las que derraman
sangre; y traeré sobre ti sangre de ira y de celos. 39Y te
entregaré en manos de ellos; y destruirán tus lugares altos, y derribarán tus
altares, y te despojarán de tus ropas, se llevarán tus hermosas alhajas, y te
dejarán desnuda y descubierta. 40Y harán subir contra ti muchedumbre
de gente, y te apedrearán, y te atravesarán con sus espadas. 41Quemarán
tus casas a fuego, y harán en ti juicios en presencia de muchas mujeres; y así
haré que dejes de ser ramera, y que ceses de prodigar tus dones. 42Y
saciaré mi ira sobre ti, y se apartará de ti mi celo, y descansaré y no me
enojaré más. 43Por cuanto no te acordaste de los días de tu
juventud, y me provocaste a ira en todo esto, por eso, he aquí yo también
traeré tu camino sobre tu cabeza, dice Jehová el Señor; pues ni aun has pensado
sobre toda tu lujuria.
44He aquí, todo
el que usa de refranes te aplicará a ti el refrán que dice: Cual la madre, tal
la hija. 45Hija eres tú de tu madre, que desechó a su marido y a
sus hijos; y hermana eres tú de tus hermanas, que desecharon a sus maridos y a
sus hijos; vuestra madre fue hetea, y vuestro padre amorreo. 46Y
tu hermana mayor es Samaria, ella y sus hijas, que habitan al norte de ti; y tu
hermana menor es Sodoma con sus hijas, la cual habita al sur de ti. 47Ni
aun anduviste en sus caminos, ni hiciste según sus abominaciones; antes, como
si esto fuera poco y muy poco, te corrompiste más que ellas en todos tus
caminos. 48Vivo yo, dice Jehová el Señor, que Sodoma tu hermana y
sus hijas no han hecho como hiciste tú y tus hijas. 49He aquí que
esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y
abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del
afligido y del menesteroso. 50Y se llenaron de soberbia, e
hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité. 51Y
Samaria no cometió ni la mitad de tus pecados; porque tú multiplicaste tus
abominaciones más que ellas, y has justificado a tus hermanas con todas las
abominaciones que tú hiciste. 52Tú también, que juzgaste a tus
hermanas, lleva tu vergüenza en los pecados que tú hiciste, más abominables que
los de ellas; más justas son que tú; avergüénzate, pues, tú también, y lleva tu
confusión, por cuanto has justificado a tus hermanas.
53Yo, pues, haré
volver a sus cautivos, los cautivos de Sodoma y de sus hijas, y los cautivos de
Samaria y de sus hijas, y haré volver los cautivos de tus cautiverios entre
ellas, 54para que lleves tu confusión, y te avergüences de todo lo
que has hecho, siendo tú motivo de consuelo para ellas. 55Y tus
hermanas, Sodoma con sus hijas y Samaria con sus hijas, volverán a su primer
estado; tú también y tus hijas volveréis a vuestro primer estado. 56No
era tu hermana Sodoma digna de mención en tu boca en el tiempo de tus
soberbias, 57antes que tu maldad fuese descubierta. Así también
ahora llevas tú la afrenta de las hijas de Siria y de todas las hijas de los
filisteos, las cuales por todos lados te desprecian. 58Sufre tú el
castigo de tu lujuria y de tus abominaciones, dice Jehová.
59Pero más ha
dicho Jehová el Señor: ¿Haré yo contigo como tú hiciste, que menospreciaste el
juramento para invalidar el pacto? 60Antes yo tendré memoria de mi
pacto que concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un
pacto sempiterno. 61Y te acordarás de tus caminos y te
avergonzarás, cuando recibas a tus hermanas, las mayores que tú y las menores
que tú, las cuales yo te daré por hijas, mas no por tu pacto, 62sino
por mi pacto que yo confirmaré contigo; y sabrás que yo soy Jehová; 63para
que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca, a causa de tu
vergüenza, cuando yo perdone todo lo que hiciste, dice Jehová el Señor.
Isaías 45
Encargo de Dios para Ciro
45
1Así dice Jehová
a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones
delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las
puertas no se cerrarán: 2Yo iré delante de ti, y enderezaré los
lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré
pedazos; 3y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy
guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo
nombre. 4Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te
llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste. 5Yo
soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú
no me conociste, 6para que se sepa desde el nacimiento del sol, y
hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo,
7que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la
adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.
Jehová el Creador
8Rociad, cielos,
de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcanse la
salvación y la justicia; háganse brotar juntamente. Yo Jehová lo he creado.
9¡Ay del que
pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro
al que lo labra: ¿Qué haces?; o tu obra: ¿No tiene manos?
10¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por
qué diste a luz?! 11Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su
Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y
acerca de la obra de mis manos. 12Yo hice la tierra, y creé sobre
ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército
mandé. 13Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus
caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por
dones, dice Jehová de los ejércitos.
14Así dice
Jehová: El trabajo de Egipto, las mercaderías de Etiopía, y los sabeos, hombres
de elevada estatura, se pasarán a ti y serán tuyos; irán en pos de ti, pasarán
con grillos; te harán reverencia y te suplicarán diciendo: Ciertamente en ti
está Dios, y no hay otro fuera de Dios. 15Verdaderamente tú eres
Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas. 16Confusos y
avergonzados serán todos ellos; irán con afrenta todos los fabricadores de
imágenes. 17Israel será salvo en Jehová con salvación eterna; no
os avergonzaréis ni os afrentaréis, por todos los siglos.
18Porque así dijo
Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo
y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy
Jehová, y no hay otro. 19No hablé en secreto, en un lugar oscuro
de la tierra; no dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy
Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud.
Jehová y los ídolos de Babilonia
20Reuníos, y
venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las naciones. No tienen
conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un
dios que no salva. 21Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren
todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho
desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y
Salvador; ningún otro fuera de mí. 22Mirad a mí, y sed salvos,
todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. 23Por
mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será
revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua.
24Y se dirá de
mí: Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos
los que contra él se enardecen serán avergonzados. 25En Jehová
será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.
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