martes, 2 de julio de 2019

¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí?




18 de Julio
¡Soy Hijo(a) del Rey!
Por Riqui Ricón*

Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres (1 R 19.4).
No obstante las grandes victorias que hemos experimentado en nuestra vida gracias al Señor Jesús, es realmente curioso como muchas veces, al igual que Elías, nos dejamos atrapar por el desánimo y la depresión. ¿A qué se debe esto?
Primero, no debes olvidar que la Biblia, la Palabra de Dios, te enseña claramente que tú te encuentras en plena guerra.
Sed sobrios y velad para que no os sorprendan los ataques de ese gran enemigo vuestro que es el diablo, el cual, como un león rugiente, anda dando vueltas en busca de alguien a quien devorar (1 P 5.8 CST).
Satanás NO es un león rugiente sino un imitador que con engaños y mentiras está continuamente atacando tu identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo para que dejes de CREER lo que Dios dice acerca de ti en Su Palabra, la Biblia.
Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: !!Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: !!Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: !!Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !!Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mat 14.25-31).
Si al poner tu atención en lo difícil tus circunstancias y problemas Satanás logra que tú apartes tus ojos del Verbo, de la Palabra de Dios, del autor y consumador de tu fe, y te llenas de temor y ansiedad, entonces habrá conseguido el principio de tu derrota.
Pelea la buena batalla de la fe;  haz tuya la vida eterna,  a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos (1 Ti 6.12 NVI).
La buena batalla de la fe sólo la puedes pelear cuando te encuentras perfectamente establecido(a), sin ceder un ápice, en tu Identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Sólo así puedes echar mano de la Vida Eterna que es el derecho genuino y legítimo de todo(a) Hijo(a) de Dios.
"Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente (Jn 10.10 BLS).
Satanás siempre utilizará las circunstancias de tu vida para robar, matar y destruir tu Identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Pues logrando eso él podrá infundirte temor y ansiedad para terminar robando, matando y destruyendo tu gozo, tu paz y la Plenitud de tu Salvación.
Las 24 horas del día, los sesenta minutos de cada hora y los 60 segundos de cada minuto, tu adversario, el diablo, está buscando la forma de anularte y destruirte.
Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo (Jn 17.14-16).
Ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Es necesario que te quede muy claro que tú no eres de este mundo y, aunque a ti no te guste, hay toda una guerra dispuesta contra ti.
El SEÑOR es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El SEÑOR es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de temblar? Cuando los malvados vengan a devorarme, cuando mis enemigos y adversarios me ataquen, tropezarán y caerán. Aunque un ejército poderoso me rodee, mi corazón no temerá. Aunque me ataquen, permaneceré confiado (Sal 27.1-3 NTV).
La Buena Noticia es que no tienes nada que temer; Dios es contigo, y si Dios es contigo, ¿quién contra ti?
Segundo, el verdadero problema se presenta  cuando vienen nuevos o mayores problemas y tú te has  olvidado de mantener tu mirada, y tu fe, constante y consistentemente en Jesús y en Su Palabra. Esto te debilita en la fe, ya que fe es estar constantemente creyendo a Dios, creyendo Su Palabra. 
Ahora pues, la fe viene por escuchar, por escuchar atentamente la palabra de Dios (Ro 10.17 SyE)
Dado que la Biblia establece que la fe viene por oír atentamente la Palabra de Dios, entonces, si descuidas la lectura y meditación de la Biblia le das oportunidad a tu adversario, el diablo, para amedrentarte con las apariencias de las dificultades que estés enfrentando el día de hoy.
Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, mándame que vaya hacia ti caminando sobre el agua. —Sí, ven —dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús. Pero, cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. «¡Sálvame, Señor!» —gritó. De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. «Tienes tan poca fe —le dijo Jesús —. ¿Por qué dudaste de mí?». Cuando subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo. Entonces los discípulos lo adoraron. «¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron (Mat 14.28-33 NTV).
Nota que Pedro ya caminaba sobre las aguas para ir a Jesús. Él había confiado, creído, en la Palabra de Jesús cuando éste le dijo “ven” y por eso comenzó a experimentar la misma Verdad que su Señor y Maestro. PERO, cuando puso su atención en las circunstancias, entonces permitió que el espíritu de temor le robara la fe que manifestó al decir: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Jesús sólo dijo, ven y Pedro creyó. Sin embargo, al parecer, su declaración no fue suficiente, pues al quitar sus ojos de Jesús y considerar lo que veía con sus ojos y escuchaba con sus oídos, tuvo miedo y comenzó a hundirse.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Al igual que antaño, hoy en día muchos creyentes están demasiado acostumbrados a conducir sus vidas por medio de lo que ven o sienten en lugar de hacerlo por medio de la fe, esto es, por creerle a Dios, creyendo Su Palabra. De este modo, cuando se presentan los problemas y vicisitudes de la vida se ven abrumados por la preocupación y el temor a tal grado que, efectivamente, pueden darle lugar al desánimo y a la depresión.
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables (2 Co 5.6-9).
Me llama la atención que en ese episodio de la vida de Elías, Dios no lo consintió, ni lo apapachó por sentirse como se sentía, sino que lo fortaleció en su espíritu (fue un ángel quien le tocó y le alimentó), y le dijo: anda, levántate y vuélvete por tu camino para hacer esto, esto y esto otro.
Satanás siempre tratará, por todos los medios que tenga a su alcance, de anular tu fe (que no le creas a Dios, creyendo Su Palabra). Se valdrá de tus sentidos y emociones para inspirarte temor por medio de las circunstancias que te rodeen y luego utilizará la condenación por causa de tus faltas y pecados con el propósito exclusivo de que caigas en el error de olvidarte quien ahora tú eres en Cristo Jesús: ¡Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Co 6.9-11).
Si te das cuenta, tu confianza, tu certeza y tu fe debes ponerlas exclusivamente en lo que Dios ha dicho en Su Palabra acerca de ti y no en la forma cómo te ves a ti mismo(a), ni en la forma cómo te sientes contigo mismo(a).
porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra de Dios (1 P 1.23 CST).
Entonces, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, tú eres ya un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no de una simiente corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Esto no quiere decir que, como Hijo(a) de Dios, puedes pecar y olvidarte de la santidad (sin la cual NADIE vera a Dios). ¡No! ¡Nada de eso! Es todo lo contrario.
Ahora sabes perfectamente quién eres tú y lo que Dios dice acerca de ti. ¡Tienes identidad! Ahora crees, hablas y actúas para manifestar esa justicia, santidad y perfección que Él ya puso en ti al decretarlo con Su Palabra.
¡Sólo tienes que creerlo!
Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado (He 10.11-18).
Por esto, como Hijo(a) del Rey, ya no tratas de alcanzar la santidad como algo de lo que careces o que no tienes (eso es lo que el diablo pretende que creas), sino que ahora crees que eres y que tienes todo lo que Dios dice en Su Palabra que eres y tienes: justo(a), santo(a) y perfecto(a). Pues, además, si Dios lo dice, entonces, es la verdad y por lo tanto puedes vivir como justo(a), santo(a) y perfecto(a).
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
Así que, echa fuera de tu vida todo desánimo o depresión. ¡Ahora estás en Cristo! Dios es contigo, y si Dios es contigo, ¿Quién contra ti?
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en Tu Palabra puedo notar el gran Amor con que me has amado, pues aún estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste vida juntamente con Cristo. Gracias Señor por esta Vida Nueva que me has dado. Me creaste de Nuevo en justicia y santidad de la verdad. Creo y recibo este gran Amor. Creo y recibo a Jesús como mi Señor y Salvador. En Ti, Jesús, tengo vida eterna, vida abundante. Me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejar que las aflicciones del mundo me infundan temor pues yo no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor sino que he recibido el espíritu de adopción y te puedo decir a Ti, Dios, Abba, Padre. ¡Soy Hijo(a) del Rey! Nada ni nadie me pueden derrotar pues en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. Padre, cómo no agradecerte Tu Amor tan grande y sublime, pues me has escogido, redimido y renovado como Hijo(a) Tuyo(a). Tengo Tu Palabra de Honor y sé que he llegado a mi destino. Ahora estoy más que dispuesto(a) a utilizar la fe perfecta que ya tengo por Tu Palabra, para cumplir mi propósito en esta tierra: ser luz en medio de las tinieblas como embajador de Jesucristo dondequiera que esté y como quiera que esté, pues no tengo la más mínima duda que, ante todo problema, enfermedad o adversidad, yo, ______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. No recibo el espíritu de temor, ni la duda que genera, sino que recibo el espíritu de adopción por el cual te puedo decir Abba, Padre, Papá, Papito. Por Tu Palabra, la Biblia, estoy seguro(a) de quién ahora yo soy gracias a Jesús: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Y soy Nacido(a) de Nuevo, no de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Recibo Tu paz que sobrepasa todo entendimiento y me lleno con Tu Amor para vivir esta vida llena de gozo, que Tú has destinado para mí. Por lo tanto, voy a manifestar, con mi vida, la libertad gloriosa que sólo YO Tu Hijo(a) puedo tener. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Junio   30                 Mar 10.32-52  /  2 S 24  /  Ose 4:1-10


Marcos 10:32-52
Nuevamente Jesús anuncia su muerte
(Mt. 20.17-19; Lc. 18.31-34)

32 Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer: 33 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; 34 y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.

Petición de Santiago y de Juan
(Mt. 20.20-28)

35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. 36 El les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 37 Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. 38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? 39 Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; 40 pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado. 41 Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan. 42 Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. 43 Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 44 y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. 45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

El ciego Bartimeo recibe la vista
(Mt. 20.29-34; Lc. 18.35-43)

46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. 47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí! 49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50 El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. 52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.

2 Samuel 24
David censa al pueblo
(1 Cr. 21.1-27)

24  
Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel y de Judá. 2 Y dijo el rey a Joab, general del ejército que estaba con él: Recorre ahora todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beerseba, y haz un censo del pueblo, para que yo sepa el número de la gente. 3 Joab respondió al rey: Añada Jehová tu Dios al pueblo cien veces tanto como son, y que lo vea mi señor el rey; mas ¿por qué se complace en esto mi señor el rey? 4 Pero la palabra del rey prevaleció sobre Joab y sobre los capitanes del ejército. Salió, pues, Joab, con los capitanes del ejército, de delante del rey, para hacer el censo del pueblo de Israel. 5 Y pasando el Jordán acamparon en Aroer, al sur de la ciudad que está en medio del valle de Gad y junto a Jazer. 6 Después fueron a Galaad y a la tierra baja de Hodsi; y de allí a Danjaán y a los alrededores de Sidón. 7 Fueron luego a la fortaleza de Tiro, y a todas las ciudades de los heveos y de los cananeos, y salieron al Neguev de Judá en Beerseba. 8 Después que hubieron recorrido toda la tierra, volvieron a Jerusalén al cabo de nueve meses y veinte días. 9 Y Joab dio el censo del pueblo al rey; y fueron los de Israel ochocientos mil hombres fuertes que sacaban espada, y los de Judá quinientos mil hombres. 10 Después que David hubo censado al pueblo, le pesó en su corazón; y dijo David a Jehová: Yo he pecado gravemente por haber hecho esto; mas ahora, oh Jehová, te ruego que quites el pecado de tu siervo, porque yo he hecho muy neciamente.
11 Y por la mañana, cuando David se hubo levantado, vino palabra de Jehová al profeta Gad, vidente de David, diciendo: 12 Ve y di a David: Así ha dicho Jehová: Tres cosas te ofrezco; tú escogerás una de ellas, para que yo la haga. 13 Vino, pues, Gad a David, y se lo hizo saber, y le dijo: ¿Quieres que te vengan siete años de hambre en tu tierra? ¿o que huyas tres meses delante de tus enemigos y que ellos te persigan? ¿o que tres días haya peste en tu tierra? Piensa ahora, y mira qué responderé al que me ha enviado. 14 Entonces David dijo a Gad: En grande angustia estoy; caigamos ahora en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas, mas no caiga yo en manos de hombres. 15 Y Jehová envió la peste sobre Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado; y murieron del pueblo, desde Dan hasta Beerseba, setenta mil hombres. 16 Y cuando el ángel extendió su mano sobre Jerusalén para destruirla, Jehová se arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel que destruía al pueblo: Basta ahora; detén tu mano. Y el ángel de Jehová estaba junto a la era de Arauna jebuseo. 17 Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que destruía al pueblo: Yo pequé, yo hice la maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí, y contra la casa de mi padre. 18 Y Gad vino a David aquel día, y le dijo: Sube, y levanta un altar a Jehová en la era de Arauna jebuseo. 19 Subió David, conforme al dicho de Gad, según había mandado Jehová; 20 y Arauna miró, y vio al rey y a sus siervos que venían hacia él. Saliendo entonces Arauna, se inclinó delante del rey, rostro a tierra. 21 Y Arauna dijo: ¿Por qué viene mi señor el rey a su siervo? Y David respondió: Para comprar de ti la era, a fin de edificar un altar a Jehová, para que cese la mortandad del pueblo. 22 Y Arauna dijo a David: Tome y ofrezca mi señor el rey lo que bien le pareciere; he aquí bueyes para el holocausto, y los trillos y los yugos de los bueyes para leña. 23 Todo esto, oh rey, Arauna lo da al rey. Luego dijo Arauna al rey: Jehová tu Dios te sea propicio. 24 Y el rey dijo a Arauna: No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata. 25 Y edificó allí David un altar a Jehová, y sacrificó holocaustos y ofrendas de paz; y Jehová oyó las súplicas de la tierra, y cesó la plaga en Israel.

Oseas 4:1-10
Controversia de Jehová con Israel

4  
Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. 2 Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden. 3 Por lo cual se enlutará la tierra, y se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán. 4 Ciertamente hombre no contienda ni reprenda a hombre, porque tu pueblo es como los que resisten al sacerdote. 5 Caerás por tanto en el día, y caerá también contigo el profeta de noche; y a tu madre destruiré. 6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. 7 Conforme a su grandeza, así pecaron contra mí; también yo cambiaré su honra en afrenta. 8 Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma. 9 Y será el pueblo como el sacerdote; le castigaré por su conducta, y le pagaré conforme a sus obras. 10 Comerán, pero no se saciarán; fornicarán, mas no se multiplicarán, porque dejaron de servir a Jehová.

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