24 de Noviembre
¡Se trata del Amor de Dios!
Por Riqui Ricón*
Yo
sé que Jehová tomará a su cargo la causa del afligido, Y el derecho de los
necesitados. Ciertamente los justos alabarán tu nombre; Los rectos morarán en
tu presencia (Sal 140.12-13).
Aquí, la expresión yo sé, del hebreo yadá, significa tener un
conocimiento íntimo y seguro por medio del cual se puede descansar, se puede confiar,
se puede tener paz.
Así que, si Dios en Su
Palabra, la Biblia, enfáticamente se compromete hacerse cargo de la causa
del(a) afligido(a), entonces, sin importar las circunstancias que estés
enfrentando el día de hoy, puedes tener la certeza, la plena confianza, que Él
dará cumplimiento a todas y cada una de las Palabras que han salido de Su boca.
Entonces él tomó su parábola,
y dijo: Balac, levántate y oye; Escucha mis palabras, hijo de Zipor: Dios no
es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo,
¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir;
El dio bendición, y no podré revocarla (Num 23.18-20).
¡Buenas Noticias! Este día, puedes estar
tranquilo(a) pues Dios mismo, tu Padre, tomará a Su cargo tu causa y tu
derecho. ¡No estás solo(a)! ¡Él no te ha dejado, ni te dejará! Te lo ha dicho
en Su Palabra y ten por seguro que lo va a cumplir. ¡Dios no miente!
Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo (Jn 16.33).
Es un hecho establecido
por Dios que las enfermedades, problemas y aflicciones no podrán derrotarte, a
menos que tú les des credibilidad. A menos que tú te pongas de acuerdo con tus
problemas y aflicciones, en lugar de ponerte de acuerdo con la Palabra de Dios,
de todas ellas saldrás más que vencedor(a). ¿Cómo lo sé? ¿Cómo pudo estar tan
seguro? Porque Dios te ha dado Su Palabra y Su Palabra es Palabra de Honor.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él
(Jn 3.16-17).
Sea cual sea el
problema, enfermedad, aflicción o reto que estés enfrentando el día de hoy, ten
paz; puedes confiar que saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te
ama tanto que prefirió ir a la cruz para pagar todos tus pecados, antes que
perderte a ti. Y no sólo murió sino que también resucito por ti, venciendo a la
muerte para darte la Vida Eterna; la vida plena y abundante que sólo pueden
gozar los Hijos de Dios, aquellos que, en medio de cualquier dificultad, saben
que saben que Dios está con ellos.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).
Me dirás, eso está muy bien para ustedes los
pastores, ministros y predicadores, pero yo no tengo ese nivel de unción, ni de
fe, ni de santidad, etc. ¡Nada más alejado de la Verdad! Esto no se trata de lo
que tú o yo podamos lograr o alcanzar, ni de lo que hayamos hecho de nuestras
vidas.
Pero, cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo,
nacido de una mujer y sujeto a la ley. Dios lo envió para que comprara la
libertad de los que éramos esclavos de la ley, a fin de [Su propósito y no el tuyo] poder adoptarnos como sus propios hijos. Y, debido a que somos* sus
hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa
a exclamar «Abba, Padre». Ahora ya no eres un esclavo sino un hijo de Dios. Y,
como eres su hijo, Dios te ha hecho
[Él lo hizo y no tú] su heredero (Ga 4.4-7 NTV).
No se trata de lo que tu hayas hecho con tu
vida, ni de lo que estés haciendo o
puedas hacer en el futuro. ¡No! ¡Nada de eso! Se trata de lo que Él hizo al
morir en esa cruz. Se trata del gran Amor con que Dios te ama. Se trata de que
Cristo Jesús ya pagó y tú no tienes que pagar más. Se trata de quién eres tú
ahora, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible
sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece
para siempre. Se trata de esa Vida Nueva que Él adquirió para ti y se trata de
que decidas que es tuya, que la mereces por el hecho de que se compró para ti y
decidas vivirla plena y abundantemente, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra.
¡Se trata de que no deseches la Gracia!
Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros
muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois
salvos) (Efe 2.4-5).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Amado, yo deseo que tú seas
prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3
Jn 2).
¡Asombroso! ¿Verdad?
La Biblia es la Palabra de Dios y es
perfectamente clara en cuanto a Su voluntad para contigo, la cual es buena,
agradable y perfecta. Si haces de la Biblia la norma máxima de tu existencia, leyendo
y meditándola de día y de noche para ponerla en tu mente, boca y corazón,
entonces, SABRÁS (yadá) que, ciertamente, Dios tomará a Su cargo tu
causa y tu derecho, pues eres, sin lugar a dudas, Su Hijo(a) amado(a).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial,
yo decido creer lo que dices de mí en Tu Palabra, la Biblia. Creo que me amas
tanto que diste a Tu Hijo, Jesús, para que yo crea en Él y no me pierda sino
que tenga Vida Eterna. Creo que en la muerte de Jesús he sido justificado(a) y
perdonado(a). Creo que con Su resurrección venció a la muerte y yo recibí la
Vida Nueva, la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios, el (la) cual ahora soy yo.
Creo que el miedo, la muerte, el pecado, la enfermedad, la pobreza, la
tristeza, la depresión, etc., están todos vencidos y yo estoy por encima de
ellos. Señor Jesús, Tú te has hecho cargo de mi causa y de mi derecho, ¡no voy
a temer! ¡Todo lo puedo en Ti, mi Señor! ¡Yo soy Tuyo(a) y ya los he vencido,
porque mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí y conmigo, que el que
está en el mundo! ¡Resisto al espíritu de temor y duda! ¡Resisto a la
enfermedad y la pobreza! Soy un(a) Hijo(a) del Rey y voy a vivir por siempre,
en plenitud y abundancia. Voy hacer de éste, y de cada día, el mejor día de mi
vida. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 29 Mar
10.1-31 / 2 S 23 / Ose 3
Marcos
10.1-31
Jesús enseña sobre el divorcio
(Mt. 19.1–12; Lc. 16.18)
10
1Levantándose de
allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y volvió el pueblo a
juntarse a él, y de nuevo les enseñaba como solía.
2Y se acercaron
los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar
a su mujer. 3El, respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
4Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla. 5Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os
escribió este mandamiento; 6pero al principio de la creación,
varón y hembra los hizo Dios. 7Por esto dejará
el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, 8y los
dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. 9Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
10En casa
volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo, 11y les dijo:
Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra
ella; 12y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro,
comete adulterio.
Jesús bendice a los niños
(Mt. 19.13–15; Lc. 18.15–17)
13Y le
presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que
los presentaban. 14Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a
los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de
Dios. 15De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios
como un niño, no entrará en él. 16Y tomándolos
en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
El joven rico
(Mt. 19.16–30; Lc. 18.18–30)
17Al salir él
para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él,
le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 18Jesús
le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.
19Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates.
No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. 20El
entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi
juventud. 21Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa
te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro
en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. 22Pero él, afligido
por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
23Entonces Jesús,
mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el
reino de Dios los que tienen riquezas! 24Los discípulos se
asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos,
¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las
riquezas! 25Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja,
que entrar un rico en el reino de Dios. 26Ellos se asombraban aun
más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 27Entonces
Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no;
porque todas las cosas son posibles para Dios. 28Entonces Pedro
comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.
29Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya
dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o
tierras, por causa de mí y del evangelio, 30que no reciba cien
veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y
tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. 31Pero
muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.
2
Samuel 23
Ultimas palabras de David
23
1 Estas son las palabras postreras de David.
Dijo David
hijo de Isaí,
Dijo aquel
varón que fue levantado en alto,
El ungido
del Dios de Jacob,
El dulce
cantor de Israel:
2 El Espíritu de Jehová ha hablado por mí,
Y su palabra
ha estado en mi lengua.
3 El Dios de Israel ha dicho,
Me habló la
Roca de Israel:
Habrá un
justo que gobierne entre los hombres,
Que gobierne
en el temor de Dios.
4 Será como la luz de la mañana,
Como el
resplandor del sol en una mañana sin nubes,
Como la
lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.
5 No es así mi casa para con Dios;
Sin embargo,
él ha hecho conmigo pacto perpetuo,
Ordenado en
todas las cosas, y será guardado,
Aunque todavía
no haga él florecer
Toda mi
salvación y mi deseo.
6 Mas los impíos serán todos ellos como espinos arrancados,
Los cuales
nadie toma con la mano;
7 Sino que el que quiere tocarlos
Se arma de
hierro y de asta de lanza,
Y son del
todo quemados en su lugar.
Los valientes de David
(1 Cr. 11.10–47)
8Estos son los
nombres de los valientes que tuvo David: Joseb-basebet el tacmonita, principal
de los capitanes; éste era Adino el eznita, que mató a ochocientos hombres en
una ocasión.
9Después de éste,
Eleazar hijo de Dodo, ahohíta, uno de los tres valientes que estaban con David
cuando desafiaron a los filisteos que se habían reunido allí para la batalla, y
se habían alejado los hombres de Israel. 10Este se levantó e hirió
a los filisteos hasta que su mano se cansó, y quedó pegada su mano a la espada.
Aquel día Jehová dio una gran victoria, y se volvió el pueblo en pos de él tan
sólo para recoger el botín.
11Después de éste
fue Sama hijo de Age, ararita. Los filisteos se habían reunido en Lehi, donde
había un pequeño terreno lleno de lentejas, y el pueblo había huido delante de
los filisteos. 12El entonces se paró en medio de aquel terreno y
lo defendió, y mató a los filisteos; y Jehová dio una gran victoria. 13Y
tres de los treinta jefes descendieron y vinieron en tiempo de la siega a David
en la cueva de Adulam; y el campamento de los filisteos estaba en el valle de
Refaim. 14David entonces estaba en el lugar fuerte, y había en
Belén una guarnición de los filisteos. 15Y David dijo con
vehemencia: ¡Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén que está junto a
la puerta! 16Entonces los tres valientes irrumpieron por el
campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén que estaba junto
a la puerta; y tomaron, y la trajeron a David; mas él no la quiso beber, sino
que la derramó para Jehová, diciendo: 17Lejos sea de mí, oh
Jehová, que yo haga esto. ¿He de beber yo la sangre de los varones que fueron
con peligro de su vida? Y no quiso beberla. Los tres valientes hicieron esto.
18Y Abisai
hermano de Joab, hijo de Sarvia, fue el principal de los treinta. Este alzó su
lanza contra trescientos, a quienes mató, y ganó renombre con los tres.
19El era el más renombrado de los treinta, y llegó a ser su jefe; mas no
igualó a los tres primeros.
20Después, Benaía
hijo de Joiada, hijo de un varón esforzado, grande en proezas, de Cabseel. Este
mató a dos leones de Moab; y él mismo descendió y mató a un león en medio de un
foso cuando estaba nevando. 21También mató él a un egipcio, hombre
de gran estatura; y tenía el egipcio una lanza en su mano, pero descendió
contra él con un palo, y arrebató al egipcio la lanza de la mano, y lo mató con
su propia lanza. 22Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y ganó
renombre con los tres valientes. 23Fue renombrado entre los
treinta, pero no igualó a los tres primeros. Y lo puso David como jefe de su
guardia personal.
24Asael hermano
de Joab fue de los treinta; Elhanán hijo de Dodo de Belén, 25Sama
harodita, Elica harodita, 26Heles paltita, Ira hijo de Iques,
tecoíta, 27Abiezer anatotita, Mebunai husatita, 28Salmón
ahohíta, Maharai netofatita, 29Heleb hijo de Baana, netofatita,
Itai hijo de Ribai, de Gabaa de los hijos de Benjamín, 30Benaía
piratonita, Hidai del arroyo de Gaas, 31Abi-albón arbatita,
Azmavet barhumita, 32Eliaba saalbonita, Jonatán de los hijos de
Jasén, 33Sama ararita, Ahíam hijo de Sarar, ararita, 34Elifelet
hijo de Ahasbai, hijo de Maaca, Eliam hijo de Ahitofel, gilonita, 35Hezrai
carmelita, Paarai arbita, 36Igal hijo de Natán, de Soba, Bani
gadita, 37Selec amonita, Naharai beerotita, escudero de Joab hijo
de Sarvia, 38Ira itrita, Gareb itrita, 39Urías heteo;
treinta y siete por todos.
Oseas 3
Oseas y la adúltera
3
1Me dijo otra vez
Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el
amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos,
y aman tortas de pasas. 2La compré entonces para mí por quince
siclos de plata y un homer y medio de cebada. 3Y le dije: Tú serás
mía durante muchos días; no fornicarás, ni tomarás otro varón; lo mismo haré yo
contigo. 4Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey,
sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin terafines. 5Después
volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y
temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días.
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