miércoles, 17 de noviembre de 2021

¿Qué tienes tú realmente en Cristo Jesús?

                                                                                                                                                                                                                                                                                                              <ENGLISH>





 17 Noviembre    

¿Qué tienes tú realmente en Cristo Jesús?


¡Algo mucho mejor: un Plan de Vida!

Por Riqui Ricón*

… yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.  Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré;  y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón (Jer 29.10-12).

La Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, es buena y fue hablada por Dios para tu beneficio. Todo lo que Dios dice en ella fue establecido para tu propio bien. Él no miente ni se arrepiente y ha definido perfectamente, en Su Palabra, que Él tiene un Plan para tu vida, que es una Vida Eterna, plena y abundante.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo para pagar el precio de todos tus pecados antes que perderte a ti. Él lo sabe muy bien y está muy consciente que Su voluntad y pensamientos para contigo son de bien, buenos, agradables y perfectos.

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Rom 12.2).

Es por esto que Dios te anima hacer de Su Palabra, la Biblia, la prioridad máxima de tu vida, pues en Ella, está contenido el Plan de Amor, paz, éxito y victoria que siempre ha deseado para ti.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.8-9).

En las lecturas del día de hoy podrás encontrar y meditar cómo este plan de amor es tan perfecto e infalible que, al contemplar un cambio total y radical en tu propia naturaleza a través del NUEVO NACIMIENTO, ahora como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, tienes garantizado el éxito mediante la Palabra de Dios. No por nada, Dios llamó a este Plan, El Nuevo Pacto.

»Se acerca el día —dice el SEÑOR—, en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y de Judá. Este pacto no será como el que hice con sus antepasados cuando los tomé de la mano y los saqué de la tierra de Egipto. Ellos rompieron ese pacto, a pesar de que los amé como un hombre ama a su esposa», dice el SEÑOR. «Pero este es el nuevo pacto que haré con el pueblo de Israel en ese día —dice el SEÑOR—. Pondré mis instrucciones en lo más profundo de ellos y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no habrá necesidad de enseñar a sus vecinos ni habrá necesidad de enseñar a sus parientes diciendo: “Deberías conocer al SEÑOR”. Pues todos ya me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande —dice el SEÑOR—. Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados» (Jer 31.31-34 NTV).

En esta nueva relación con Dios, tanto el Nuevo Pacto como el Nuevo Nacimiento son tan categóricamente definitivos que está determinado que orarás a Él y Él te escuchará, le buscarás y le hallarás porque le buscarás de todo tu corazón.

Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho (1 Jn 5.14-15).

A diferencia de lo que aún muchos piensan, Dios no te pide esfuerzo, ni sacrificio de tu parte para orar o buscar Su Presencia. Él sólo quiere que CREAS que por medio de Su Hijo Jesucristo tienes el camino despejado y YA PUEDES orar y buscarle con toda confianza y seguridad pues ahora Él te escucha y está contigo.

En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.  Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido (Mat 16.23-24).

Recuerda siempre que esto te pertenece, no por algo que tú hayas hecho o puedas hacer, sino por lo que Jesús hizo al morir en esa cruz y porque Él te ama tanto que, de acuerdo a Su Palabra,  se te ofrecerte un Nuevo Pacto, establecido sobre mejores promesas, donde Jesucristo, en persona, es el mediador de tan hermoso Pacto.

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por (Jn 14-6).

Con Jesús hay algo mejor que el simplemente tener un lugar en el cielo, con Él tienes pleno acceso a los pensamientos que Dios, tu Padre, tiene acerca de ti; pensamientos de paz y de bien para hacer de ti el (la) Hijo(a) que Él siempre soñó: tú.

¡Con Cristo Jesús SIEMPRE tendrás algo mucho mejor!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, te doy gracias por amarme tanto. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hija(o) amada(o) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús mi Rey, Señor y Salvador. Señor Jesús, creo y recibo el gozo y la paz que brindan el ser la persona que Tú dices que soy. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Y estoy determinado a vivir la vida plena y abundante que Tú, Jesucristo, compraste para mí al precio de Tu propia Sangre. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012         

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020


 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 17                               Sgo 5   /  Jer 29-30  /  Sal 133


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 17                               Sgo 5   /  Jer 29-30  /  Sal 133

 

Santiago 5

Contra los ricos opresores

5

1¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. 2Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. 3Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros.a 4He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.b 5Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. 6Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.

Sed pacientes y orad

7Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. 8Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. 9Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta. 10Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. 11He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job,c y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.d

12Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento; sino que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no caigáis en condenación.e

13¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. 14¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceitef en el nombre del Señor. 15Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. 16Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. 17Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.g 18Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.h

19Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, 20sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.i[1]

 

   

Jeremías 29-30

Carta de Jeremías a los cautivos

29

1Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió de Jerusalén a los ancianos que habían quedado de los que fueron transportados, y a los sacerdotes y profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalén a Babilonia 2(después que salió el rey Jeconías, la reina, los del palacio, los príncipes de Judá y de Jerusalén, los artífices y los ingenieros de Jerusalén),a 3por mano de Elasa hijo de Safán y de Gemarías hijo de Hilcías, a quienes envió Sedequías rey de Judá a Babilonia, a Nabucodonosor rey de Babilonia. Decía: 4Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia: 5Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. 6Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. 7Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz. 8Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni atendáis a los sueños que soñáis. 9Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre; no los envié, ha dicho Jehová. 10Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años,b yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. 11Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. 12Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; 13y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.c 14Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar. 15Mas habéis dicho: Jehová nos ha levantado profetas en Babilonia. 16Pero así ha dicho Jehová acerca del rey que está sentado sobre el trono de David, y de todo el pueblo que mora en esta ciudad, de vuestros hermanos que no salieron con vosotros en cautiverio; 17así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí envío yo contra ellos espada, hambre y pestilencia, y los pondré como los higos malos, que de tan malos no se pueden comer. 18Los perseguiré con espada, con hambre y con pestilencia, y los daré por escarnio a todos los reinos de la tierra, por maldición y por espanto, y por burla y por afrenta para todas las naciones entre las cuales los he arrojado; 19por cuanto no oyeron mis palabras, dice Jehová, que les envié por mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar; y no habéis escuchado, dice Jehová. 20Oíd, pues, palabra de Jehová, vosotros todos los transportados que envié de Jerusalén a Babilonia. 21Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, acerca de Acab hijo de Colaías, y acerca de Sedequías hijo de Maasías, que os profetizan falsamente en mi nombre: He aquí los entrego yo en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y él los matará delante de vuestros ojos. 22Y todos los transportados de Judá que están en Babilonia harán de ellos una maldición, diciendo: Póngate Jehová como a Sedequías y como a Acab, a quienes asó al fuego el rey de Babilonia. 23Porque hicieron maldad en Israel, y cometieron adulterio con las mujeres de sus prójimos, y falsamente hablaron en mi nombre palabra que no les mandé; lo cual yo sé y testifico, dice Jehová. 24Y a Semaías de Nehelam hablarás, diciendo: 25Así habló Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Tú enviaste cartas en tu nombre a todo el pueblo que está en Jerusalén, y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, y a todos los sacerdotes, diciendo: 26Jehová te ha puesto por sacerdote en lugar del sacerdote Joiada, para que te encargues en la casa de Jehová de todo hombre loco que profetice, poniéndolo en el calabozo y en el cepo. 27¿Por qué, pues, no has reprendido ahora a Jeremías de Anatot, que os profetiza? 28Porque él nos envió a decir en Babilonia: Largo será el cautiverio; edificad casas, y habitadlas; plantad huertos, y comed el fruto de ellos. 29Y el sacerdote Sofonías había leído esta carta a oídos del profeta Jeremías. 30Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 31Envía a decir a todos los cautivos: Así ha dicho Jehová de Semaías de Nehelam: Porque os profetizó Semaías, y yo no lo envié, y os hizo confiar en mentira; 32por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo castigaré a Semaías de Nehelam y a su descendencia; no tendrá varón que more entre este pueblo, ni verá el bien que haré yo a mi pueblo, dice Jehová; porque contra Jehová ha hablado rebelión.

Dios promete que los cautivos volverán

30

1Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado. 3Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán.

4Estas, pues, son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá. 5Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz. 6Inquirid ahora, y mirad si el varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros. 7¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.

8En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, 9sino que servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré.

10Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante. 11Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.a

12Porque así ha dicho Jehová: Incurable es tu quebrantamiento, y dolorosa tu llaga. 13No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces. 14Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque como hiere un enemigo te herí, con azote de adversario cruel, a causa de la magnitud de tu maldad y de la multitud de tus pecados. 15¿Por qué gritas a causa de tu quebrantamiento? Incurable es tu dolor, porque por la grandeza de tu iniquidad y por tus muchos pecados te he hecho esto. 16Pero serán consumidos todos los que te consumen; y todos tus adversarios, todos irán en cautiverio; hollados serán los que te hollaron, y a todos los que hicieron presa de ti daré en presa. 17Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda.

18Así ha dicho Jehová: He aquí yo hago volver los cautivos de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendré misericordia, y la ciudad será edificada sobre su colina, y el templo será asentado según su forma. 19Y saldrá de ellos acción de gracias, y voz de nación que está en regocijo, y los multiplicaré, y no serán disminuidos; los multiplicaré, y no serán menoscabados. 20Y serán sus hijos como antes, y su congregación delante de mí será confirmada; y castigaré a todos sus opresores. 21De ella saldrá su príncipe, y de en medio de ella saldrá su señoreador; y le haré llegar cerca, y él se acercará a mí; porque ¿quién es aquel que se atreve a acercarse a mí? dice Jehová. 22Y me seréis por pueblo, y yo seré vuestro Dios.

23He aquí, la tempestad de Jehová sale con furor; la tempestad que se prepara, sobre la cabeza de los impíos reposará. 24No se calmará el ardor de la ira de Jehová, hasta que haya hecho y cumplido los pensamientos de su corazón; en el fin de los días entenderéis esto.[2]

 

 

 

       

SALMO 133

 

La bienaventuranza del amor fraternal

Cántico gradual; de David.

     1     ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es

Habitar los hermanos juntos en armonía!

     2     Es como el buen óleo sobre la cabeza,

El cual desciende sobre la barba,

La barba de Aarón,

Y baja hasta el borde de sus vestiduras;

     3     Como el rocío de Hermón,

Que desciende sobre los montes de Sion;

Porque allí envía Jehová bendición,

Y vida eterna.[3]

 



a a 5.2–3: Mt. 6.19.

b b 5.4: Dt. 24.14–15.

c c 5.11: Job 1.21–22; 2.10.

d d 5.11: Sal. 103.8.

e e 5.12: Mt. 5.34–37.

f f 5.14: Mr. 6.13.

g g 5.17: 1 R. 17.1; 18.1.

h h 5.18: 1 R. 18.42–45.

i i 5.20: Pr. 10.12.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Stg 4.17-5.20

a a 29.1–2: 2 R. 24.12–16; 2 Cr. 36.10.

b b 29.10: 2 Cr. 36.21; Jer. 25.11; Dn. 9.2.

c c 29.13: Dt. 4.29.

a a 30.10–11: Jer. 46.27–28.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jr 28.17-30.24

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 132.18-133.3


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