lunes, 22 de noviembre de 2021

¡Cómo puedes estar seguro(a) que saldrás adelante!

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   <ENGLISH>




 22 Noviembre   
 

¡Cómo puedes estar seguro(a) que saldrás adelante!


¡Sin duda Dios te responderá!

Por Riqui Ricón*

El día que clamé, me respondiste; Me fortaleciste con vigor en mi alma. Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra. Jehová cumplirá su propósito en mí (Sal 138.3, 7-8a).

Tener una relación con el único Dios vivo y verdadero por medio de Su Hijo Jesucristo y Su Palabra, te da paz y seguridad en la vida, pues sabes que Él no miente, ni se arrepiente y que si clamas a Él, Él te responde y esto te fortalece y trae vigor a tu alma, es decir a tus emociones, pensamientos y sentimientos.

Amado(a), ¡Estas son buenas noticias! Esto es el evangelio de Jesucristo, tener la certeza que, en medio de cualquier angustia que estés enfrentando, Él te vivificará. El evangelio de Jesucristo es tener la certeza que Dios mismo extenderá Su mano en contra de aquello que te agobia, sea enfermedad, pobreza, temor, angustia o soledad. ¡Te salvará Su diestra! Pues está garantizado con Su Palabra de Honor que Dios cumplirá Su propósito en ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

No estás solo(a), Él no te ha dejado ni te dejará. ¡Piénsalo! Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti, ¿cómo podrías pensar siquiera que Él no te escucha o que no te responderá?

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.32).

Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta; Él lo dijo y lo va a hacer, Él lo habló y lo va a ejecutar, y lo va hacer contigo, en tu propia vida.

Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra (1 Cr 28.20).

Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y ahora vives al abrigo del Altísimo y moras bajo la sombra del Todopoderoso, quien es, nada menos y nada más, que tu propio Padre.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ro 8.15).

En todas, absolutamente en todas, las áreas de tu vida eres más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ha amado, Cristo Jesús. Pues aunque anteriormente hayas hecho de tu vida tal desastre que tu padre y tu madre te hayan dejado, con todo, dice el Señor, Él te tomará para sí.

Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá (Sal 127. 10).

Nunca ha sido la voluntad de Dios el condenarte sino el salvarte para hacerte heredero de Su bendición.

Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente (Mar 5.35-36).

Para que ya no molestara más al Maestro, a Jairo le informaron que su hija había muerto y, seguramente, en ese momento estuvo a punto de perder toda esperanza, sin embargo, Jairo creyó a la Palabra de Jesús, quien le dijo, no temas, cree solamente.

Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8.5-10).

En toda la Biblia no hay nada igual o que se asemeje a lo ocurrido en este episodio de la vida de Jesús. Aquí tenemos a un centurión romano que consiguió algo inaudito: ¡Él hizo que Jesucristo, el Hijo de Dios (Dios hecho carne), se maravillara! Este hombre sabía algo que a ti te conviene saber y creer, que Dios no puede mentir, que puedes confiar plena y absolutamente en Su Palabra, que es precisamente la Palabra de Dios lo que lo define como Dios pues en ella, en Su Palabra, está contenido todo Su poder y autoridad y que, por lo tanto, la Palabra de Dios tiene todo el poder y la autoridad divina para hacerse cumplir a sí misma.

Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados (2 Cro 20.20).

Por muy determinante o aplastante que sea hoy tu realidad, te informo que, ésta, se encuentra sujeta a la Palabra de Dios: ¡No temas! ¡Cree solamente!

Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho (1 Jn 5.14-15).

Así que si Dios dice en Su Palabra que Él te ama, entonces, puedes estar seguro(a) del Amor de Dios. Si Él dice que escucha tus oraciones para atenderlas, entonces, puedes confiar que así será. Si Dios dice en la Biblia que tú todo lo puedes y que eres más que vencedor(a) en todas las cosas, entonces, esa es la Verdad y puedes creer, creerle a Él, que tú eres, ni más ni menos, la persona que Dios dice, en Su Palabra, la Biblia, que tú ahora eres.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, creo y recibo Tu gran Amor. Te doy gracias por lo que has hecho por mí y te doy mi corazón. Señor Jesús, muchas gracias. Por Ti, y sólo por Ti, ahora soy un(a) Hijo(a) del Rey y estoy destinado a vencer en todo y a realizar una vida plena y abundante. Por lo tanto, ¡Me resisto a temer! ¡Mayor eres Tú, que está conmigo, que el que está en el mundo! ¡Si Tú, Dios, estás conmigo, ¿quién contra mí?! ¡Tú eres mi Padre, Tú me escuchas y me respondes! ¡Soy un(a) Hija(o) del Dios Vivo y Verdadero! ¡Mi vida tiene propósito y Tú, Dios mismo, lo vas a cumplir en mí! ¡He Nacido de Nuevo a un estilo de Vida que nada ni nadie me pueden quitar! ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! ¡Soy dichosa(o), mil veces feliz, pues he puesto toda mi confianza en Ti, Señor Jesús! ¡Soy un(a) Hija(o) amada(o) del Rey de reyes y Señor de Señores! ¡Nada, ni nadie en este mundo me puede derrotar! ¡Soy un creyente! ¡Yo te creo a Ti, mi Dios y Padre! ¡Creo a Tu Palabra, la Biblia! Y al que cree, ¡todo le es posible! ¡En el nombre de Jesús! ¡Amén!

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 22                               1 P 5   /  Jer 39-40  /  Sal 138

 

Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 22                               1 P 5   /  Jer 39-40  /  Sal 138

 

1 Pedro 5

Apacentad la grey de Dios

5

1Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: 2Apacentad la grey de Diosa que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. 4Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. 5Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque:

Dios resiste a los soberbios,

Y da gracia a los humildes.b

6Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;c 7echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 8Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 9al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 10Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 11A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Salutaciones finales

12Por conducto de Silvano,d a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, amonestándoos, y testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis. 13La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcose mi hijo, os saludan. 14Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén. [1]

 

   

Jeremías 39-40

Caída de Jerusalén

(2 R. 24.20—25.21; 2 Cr. 36.17–21; Jer. 52.3–30)

39

1En el noveno año de Sedequías rey de Judá, en el mes décimo, vino Nabucodonosor rey de Babilonia con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitiaron. 2Y en el undécimo año de Sedequías, en el mes cuarto, a los nueve días del mes se abrió brecha en el muro de la ciudad. 3Y entraron todos los príncipes del rey de Babilonia, y acamparon a la puerta de en medio: Nergal-sarezer, Samgar-nebo, Sarsequim el Rabsaris, Nergal-sarezer el Rabmag y todos los demás príncipes del rey de Babilonia. 4Y viéndolos Sedequías rey de Judá y todos los hombres de guerra, huyeron y salieron de noche de la ciudad por el camino del huerto del rey, por la puerta entre los dos muros; y salió el rey por el camino del Arabá. 5Pero el ejército de los caldeos los siguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y le tomaron, y le hicieron subir a Ribla en tierra de Hamat, donde estaba Nabucodonosor rey de Babilonia, y le sentenció. 6Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías en presencia de éste en Ribla, haciendo asimismo degollar el rey de Babilonia a todos los nobles de Judá. 7Y sacó los ojos del rey Sedequías, y le aprisionó con grillos para llevarle a Babilonia. 8Y los caldeos pusieron a fuego la casa del rey y las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén. 9Y al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, y a los que se habían adherido a él, con todo el resto del pueblo que había quedado, Nabuzaradán capitán de la guardia los transportó a Babilonia. 10Pero Nabuzaradán capitán de la guardia hizo quedar en tierra de Judá a los pobres del pueblo que no tenían nada, y les dio viñas y heredades.

Nabucodonosor cuida de Jeremías

11Y Nabucodonosor había ordenado a Nabuzaradán capitán de la guardia acerca de Jeremías, diciendo: 12Tómale y vela por él, y no le hagas mal alguno, sino que harás con él como él te dijere. 13Envió, por tanto, Nabuzaradán capitán de la guardia, y Nabusazbán el Rabsaris, Nergal-sarezer el Rabmag y todos los príncipes del rey de Babilonia; 14enviaron entonces y tomaron a Jeremías del patio de la cárcel, y lo entregaron a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, para que lo sacase a casa; y vivió entre el pueblo.

Dios promete librar a Ebed-melec

15Y había venido palabra de Jehová a Jeremías, estando preso en el patio de la cárcel, diciendo; 16Ve y habla a Ebed-melec etíope, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí yo traigo mis palabras sobre esta ciudad para mal, y no para bien; y sucederá esto en aquel día en presencia tuya. 17Pero en aquel día yo te libraré, dice Jehová, y no serás entregado en manos de aquellos a quienes tú temes. 18Porque ciertamente te libraré, y no caerás a espada, sino que tu vida te será por botín, porque tuviste confianza en mí, dice Jehová.

 

 

Jeremías y el remanente con Gedalías

40

1Palabra de Jehová que vino a Jeremías, después que Nabuzaradán capitán de la guardia le envió desde Ramá, cuando le tomó estando atado con cadenas entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que iban deportados a Babilonia. 2Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías y le dijo: Jehová tu Dios habló este mal contra este lugar; 3y lo ha traído y hecho Jehová según lo había dicho; porque pecasteis contra Jehová, y no oísteis su voz, por eso os ha venido esto. 4Y ahora yo te he soltado hoy de las cadenas que tenías en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo velaré por ti; pero si no te parece bien venir conmigo a Babilonia, déjalo. Mira, toda la tierra está delante de ti; ve a donde mejor y más cómodo te parezca ir. 5Si prefieres quedarte, vuélvete a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, al cual el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Judá, y vive con él en medio del pueblo; o ve a donde te parezca más cómodo ir. Y le dio el capitán de la guardia provisiones y un presente, y le despidió. 6Se fue entonces Jeremías a Gedalías hijo de Ahicam, a Mizpa, y habitó con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra.

7Cuando todos los jefes del ejército que estaban por el campo, ellos y sus hombres, oyeron que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías hijo de Ahicam para gobernar la tierra, y que le había encomendado los hombres y las mujeres y los niños, y los pobres de la tierra que no fueron transportados a Babilonia, 8vinieron luego a Gedalías en Mizpa; esto es, Ismael hijo de Netanías, Johanán y Jonatán hijos de Carea, Seraías hijo de Tanhumet, los hijos de Efai netofatita, y Jezanías hijo de un maacateo, ellos y sus hombres. 9Y les juró Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, a ellos y a sus hombres, diciendo: No tengáis temor de servir a los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.a 10Y he aquí que yo habito en Mizpa, para estar delante de los caldeos que vendrán a nosotros; mas vosotros tomad el vino, los frutos del verano y el aceite, y ponedlos en vuestros almacenes, y quedaos en vuestras ciudades que habéis tomado. 11Asimismo todos los judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Amón, y en Edom, y los que estaban en todas las tierras, cuando oyeron decir que el rey de Babilonia había dejado a algunos en Judá, y que había puesto sobre ellos a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, 12todos estos judíos regresaron entonces de todos los lugares adonde habían sido echados, y vinieron a tierra de Judá, a Gedalías en Mizpa; y recogieron vino y abundantes frutos.

Conspiración de Ismael contra Gedalías

13Y Johanán hijo de Carea y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban en el campo, vinieron a Gedalías en Mizpa, 14Y le dijeron: ¿No sabes que Baalis rey de los hijos de Amón ha enviado a Ismael hijo de Netanías para matarte? Mas Gedalías hijo de Ahicam no les creyó. 15Entonces Johanán hijo de Carea habló a Gedalías en secreto en Mizpa, diciendo: Yo iré ahora y mataré a Ismael hijo de Netanías, y ningún hombre lo sabrá. ¿Por qué te ha de matar, y todos los judíos que se han reunido a ti se dispersarán, y perecerá el resto de Judá? 16Pero Gedalías hijo de Ahicam dijo a Johanán hijo de Carea: No hagas esto, porque es falso lo que tú dices de Ismael.[2]

 

       

 

 

SALMO 138

 

Acción de gracias por el favor de Jehová

Salmo de David.

     1     Te alabaré con todo mi corazón;

Delante de los dioses te cantaré salmos.

     2     Me postraré hacia tu santo templo,

Y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad;

Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas.

     3     El día que clamé, me respondiste;

Me fortaleciste con vigor en mi alma.

     4     Te alabarán, oh Jehová, todos los reyes de la tierra,

Porque han oído los dichos de tu boca.

     5     Y cantarán de los caminos de Jehová,

Porque la gloria de Jehová es grande.

 

 

 

    6     Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde,

Mas al altivo mira de lejos.

     7     Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás;

Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano,

Y me salvará tu diestra.

     8     Jehová cumplirá su propósito en mí;

Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre;

No desampares la obra de tus manos.[3]

 



a a 5.2: Jn. 21.15–17.

b b 5.5: Pr. 3.34.

c c 5.6: Mt. 23.12; Lc. 14.11; 18.14.

d d 5.12: Hch. 15.22, 40.

e e 5.13: Hch. 12.12, 25; 13.13; 15.37–39; Col. 4.10; Flm. 24.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. 1 P 4.19-5.14

a a 40.7–9: 2 R. 25.22–24.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jr 38.28-40.16

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 137.9-138.8

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