5
de Agosto
¡Olvidando lo que quedó
atrás!
Por Riqui Ricón*
De modo que si alguno está
en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas (2 Co 5.17).
Esta es una Escritura hermosa y poderosa. Hermosa porque
expresa todo el Amor que Dios siente por ti al haber desarrollado Su Plan de
Salvación para tu vida, y poderosa porque contiene el resultado asombroso de
dicho Plan: hacer de ti una persona Nueva, totalmente diferente a la que antes
eras.
Es una Escritura cargada de Amor puesto que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo
al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados (2 Co 5.19a). Y
esto es así porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3.16).
Jamás debes olvidar que Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Miren con cuánto amor nos
ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la
gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a
él (1 Jn
3.1 NTV).
Es tanto el Amor que Dios siente por ti que, una vez que tú
fuiste justificado(a) con la muerte y resurrección de Jesucristo, Él te ha
llamado Su propio(a) Hijo(a).
Al que no conoció pecado,
por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios
en él (2
Co 5.21).
Quizá te estés preguntando, -¿Cómo una persona como yo, como
yo viví mi vida, puede formar parte de la familia de Dios? ¿Será posible que en
Verdad yo pueda ser un(a) hermano(a) de Jesucristo? Las respuestas a estas y
otras preguntas parecidas, las encontrarás en la Biblia que es la infalible
Palabra de Dios.
Todo aquel que cree que Jesús
es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
Esto significa que, si tú has creído y reconocido a Jesús
como tu Señor y Salvador ahora eres, literalmente, un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo.
Y, ¿cómo le puede suceder esto a una persona como tú?
siendo renacidos [Nacidos
de Nuevo], no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Es el Amor y la Gracia de Dios sobre tu persona lo que hizo
posible que mediante tu Fe en la Palabra de Dios recibieses la adopción
legítima de un(a) Hijo(a) y heredero(a) de Dios.
Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en
pecados, nos dio vida juntamente con Cristo(A) (por gracia sois salvos), y
juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las
abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efe 2.4-9).
Así que, definitivamente tú ya no eres un(a) miserable
pecador(a) destinado al infierno por lo que resta de la eternidad; sino que ahora
eres ese(a) heredero(a) de la Vida Eterna que Dios siempre ha amado.
Porque todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios, éstos
son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar
otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a
nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.14-17a).
Ahora, en Cristo Jesús, el Todopoderoso Dios es tu verdadero
Padre y Jesucristo ha dejado de ser el único Hijo de Dios para ser el primero
entre muchos hermanos.
Porque a los que antes
conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de
su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).
Si lo notas, tú has sido predestinado(a) por Dios para ser
hecho(a) conforme a la imagen de Su Hijo Jesús. Esto es, para que tú seas exactamente
igual a Jesucristo.
De esta manera se hace
realidad el amor en nosotros, para que en el día del juicio tengamos confianza;
porque nosotros somos en este mundo tal como es Jesucristo (1 Jn 4.17 DHH).
Dado que Jesús era el Único Hijo de Dios (Eterno, engendrado
por Dios pero no creado y de la misma naturaleza que el Padre), y ahora todos
Sus Hijos somos exactamente iguales a Él, entonces te darás cuenta que Dios no
puede tener Hijos pecadores, mediocre o fracasados. Todos somos justos, santos
y perfectos por medio de Cristo Jesús.
Y en virtud de esa
voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo,
ofrecido una vez y para siempre. Todo sacerdote celebra el culto día tras día
ofreciendo repetidas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los
pecados. Pero este sacerdote, después de ofrecer por los pecados un solo
sacrificio para siempre, se sentó a la derecha de Dios, en espera de que sus
enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Porque con un solo sacrificio ha
hecho perfectos para siempre a los que está santificando (He 10.10-14 NVI).
Y este es el milagro más hermoso y poderoso del Plan de Dios
para tu vida, que todo aquel que está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Por lo tanto, en Cristo Jesús, tú ya no eres más un
extraño(a) ni extranjero(a) para Dios, sino que ahora eres miembro de Su
Familia; eres un(a) ciudadano(a) del Reino de Dios y conciudadano(a) de los
cristianos de todo el mundo (Efe 2.19).
¡Esta es Palabra de Dios! ¡Esta es Palabra de Honor!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, te amo con todo mi corazón y en este
día quiero agradecerte una vez más tu Gran Amor por mí. Pues Tú eres rico en
misericordia y por Tu gran amor con que me has amado, aun estando yo muerto(a)
en pecados, me diste vida juntamente con Cristo, por gracia soy salvo(a), y
juntamente con Él me resucitaste, y asimismo me hiciste sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en estos días las abundantes
riquezas de Tu gracia en Tu bondad para conmigo en Cristo Jesús, al darme esta
Nueva Vida como un(a) legítimo(a) Hijo(a) Tuyo(a). Gracias porque, a pesar de
lo que ahora digan y griten las circunstancias de mi vida, la Verdad es que yo
soy la persona que Tú, Padre, dices en Tu Palabra que soy: ¡Tu Hijo(a)
Amado(a)! Señor Jesús, gracias porque con Tu muerte y resurrección me
justificaste, me hiciste Nueva criatura y me diste esta Vida totalmente Nueva. Gracias
porque no es una Vida común y corriente. Por ti, Señor Jesús, ahora puedo gozar
la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Tengo Vida de
Reino! ¡Tengo Vida de Poder! Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora
Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. En cuanto a mis circunstancias,
yo busco tu ayuda SEÑOR. Espero confiadamente que Tú me salves, y con toda
certeza sé que Tú, mi Dios, me oyes. Por lo tanto, ¡Enemigos míos (enfermedad,
pobreza, tristeza o temor), no se regodeen de mí! Pues aunque caiga, me
levantaré otra vez. Aunque esté en oscuridad, el SEÑOR será mi luz. Seré
paciente cuando el SEÑOR me castigue, porque he pecado contra él. Pero después,
él tomará mi caso y me hará justicia por todo lo que he sufrido a manos de mis
enemigos. El SEÑOR me llevará a la luz y veré su justicia. Entonces mis
enemigos verán que el SEÑOR está de mi lado. Serán avergonzados los que se
mofaban de mí diciendo: «Entonces, ¿dónde está el SEÑOR, ese Dios tuyo?». Con
mis propios ojos veré su ruina; como lodo en las calles serán pisoteados (Miq
7.7-10). Amado Padre celestial, ¿Dónde hay otro Dios como tú, que perdona mi
culpa y pasas por alto los pecados de Tu preciado Hijo(a)? No seguirás enojado
conmigo para siempre, porque tú te deleitas en mostrar tu amor inagotable.
Volverás a tener compasión de mí. ¡Aplastarás mis pecados bajo tus pies y los
arrojarás a las profundidades del océano! Me mostrarás Tu fidelidad y Tu amor
inagotable, como lo prometiste hace mucho tiempo en Tu Palabra, la Biblia (Miq
7.18-20). Así que, Gracias por ser la Luz que ilumina mi Vida. Gracias por todas y cada una de Tus Promesas
que me has hecho. Leer de ellas en Tu Palabra, la Biblia, me hace conocer la
Verdad y la Verdad me hace libre. Lámpara es a mis pies Tu Palabra y Luz en mi
Camino. ¡Tengo entendimiento y resplandezco como el resplandor del firmamento!
Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida.
Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece
para siempre. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, el
cumplimiento en mi Vida de todas y cada una de Tus Promesas. Por lo tanto,
amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están en Tu Palabra
son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me
respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo
tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y libre
de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre,
Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo
fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y
mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a)
amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me
fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más que
vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor
Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona que Tú
dices que soy. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con
el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a
este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a)
pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu
sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última
gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero,
Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto 5 2
Co 5.11-6.13 / 2 Re 18
/ Miq 7
2 Corintios 5.11-6.13
El ministerio de la reconciliación
11Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a
Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras
conciencias. 12No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino
os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder
a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. 13Porque
si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. 14Porque
el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos,
luego todos murieron; 15y por todos murió, para que los que viven,
ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
16De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la
carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas. 18Y todo esto proviene de Dios,
quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación; 19que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al
mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a
nosotros la palabra de la reconciliación. 20Así que, somos
embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os
rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 21Al que no
conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él.
6
1Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que
no recibáis en vano la gracia de Dios. 2Porque dice:
En tiempo aceptable te he oído,
Y en día de salvación te he socorrido.
He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el
día de salvación. 3No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo,
para que nuestro ministerio no sea vituperado; 4antes bien, nos
recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en
tribulaciones, en necesidades, en angustias; 5en azotes, en
cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; 6en
pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor
sincero, 7en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de
justicia a diestra y a siniestra; 8por honra y por deshonra, por
mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces; 9como
desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como
castigados, mas no muertos; 10como entristecidos, mas siempre
gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas
poseyéndolo todo.
11Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha
ensanchado. 12No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois
estrechos en vuestro propio corazón. 13Pues, para corresponder del
mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros.
2 Reyes 18
Reinado de Ezequías
(2 Cr. 29.1–2)
18
1En el tercer año de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar
Ezequías hijo de Acaz rey de Judá. 2Cuando comenzó a reinar era de
veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. El nombre de su madre
fue Abi hija de Zacarías. 3Hizo lo recto ante los ojos de Jehová,
conforme a todas las cosas que había hecho David su padre. 4El quitó
los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo
pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le
quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán. 5En
Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro
como él entre todos los reyes de Judá. 6Porque siguió a Jehová, y no
se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a
Moisés. 7Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía,
prosperaba. El se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió. 8Hirió
también a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las torres de las
atalayas hasta la ciudad fortificada.
Caída de Samaria
9En el cuarto año del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas hijo de
Ela, rey de Israel, subió Salmanasar rey de los asirios contra Samaria, y la
sitió, 10y la tomaron al cabo de tres años. En el año sexto de
Ezequías, el cual era el año noveno de Oseas rey de Israel, fue tomada Samaria.
11Y el rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria, y los puso en
Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos; 12por
cuanto no habían atendido a la voz de Jehová su Dios, sino que habían
quebrantado su pacto; y todas las cosas que Moisés siervo de Jehová había
mandado, no las habían escuchado, ni puesto por obra.
Senaquerib invade a Judá
(2 Cr. 32.1–19; Is. 36.1–22)
13A los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra
todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó. 14Entonces
Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis: Yo he
pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria
impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos
de oro. 15Dio, por tanto, Ezequías toda la plata que fue hallada en
la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real. 16Entonces
Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los quiciales
que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria. 17Después
el rey de Asiria envió contra el rey Ezequías al Tartán, al Rabsaris y al
Rabsaces, con un gran ejército, desde Laquis contra Jerusalén, y subieron y
vinieron a Jerusalén. Y habiendo subido, vinieron y acamparon junto al
acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador. 18Llamaron
luego al rey, y salió a ellos Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna
escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller.
19Y les dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de
Asiria: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas? 20Dices (pero son
palabras vacías): Consejo tengo y fuerzas para la guerra. Mas ¿en qué confías,
que te has rebelado contra mí? 21He aquí que confías en este báculo
de caña cascada, en Egipto, en el cual si alguno se apoyare, se le entrará por
la mano y la traspasará. Tal es Faraón rey de Egipto para todos los que en él
confían. 22Y si me decís: Nosotros confiamos en Jehová nuestro Dios,
¿no es éste aquel cuyos lugares altos y altares ha quitado Ezequías, y ha dicho
a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis en Jerusalén? 23Ahora,
pues, yo te ruego que des rehenes a mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré
dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes para ellos. 24¿Cómo,
pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor, aunque
estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo? 25¿Acaso
he venido yo ahora sin Jehová a este lugar, para destruirlo? Jehová me ha
dicho: Sube a esta tierra, y destrúyela.
26Entonces dijo Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa, al Rabsaces: Te
rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no
hables con nosotros en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre el
muro. 27Y el Rabsaces les dijo: ¿Me ha enviado mi señor para decir
estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro,
expuestos a comer su propio estiércol y beber su propia orina con vosotros?
28Entonces el Rabsaces se puso en pie y clamó a gran voz en lengua de Judá, y
habló diciendo: Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria. 29Así
ha dicho el rey: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar de mi mano. 30Y
no os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente nos librará
Jehová, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria. 31No
escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y
salid a mí, y coma cada uno de su vid y de su higuera, y beba cada uno las
aguas de su pozo, 32hasta que yo venga y os lleve a una tierra como
la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de
olivas, de aceite, y de miel; y viviréis, y no moriréis. No oigáis a Ezequías,
porque os engaña cuando dice: Jehová nos librará. 33¿Acaso alguno de
los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria? 34¿Dónde
está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvaim, de Hena, y
de Iva? ¿Pudieron éstos librar a Samaria de mi mano? 35¿Qué dios de
todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que
Jehová libre de mi mano a Jerusalén?
36Pero el pueblo calló, y no le respondió palabra; porque había mandamiento
del rey, el cual había dicho: No le respondáis. 37Entonces Eliaquim
hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller,
vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del
Rabsaces.
Miqueas 7
Corrupción moral de Israel
7
1¡Ay de mí! porque estoy como cuando han recogido los frutos del verano,
como cuando han rebuscado después de la vendimia, y no queda racimo para comer;
mi alma deseó los primeros frutos. 2Faltó el misericordioso de la
tierra, y ninguno hay recto entre los hombres; todos acechan por sangre; cada
cual arma red a su hermano. 3Para completar la maldad con sus manos,
el príncipe demanda, y el juez juzga por recompensa; y el grande habla el
antojo de su alma, y lo confirman. 4El mejor de ellos es como el
espino; el más recto, como zarzal; el día de tu castigo viene, el que
anunciaron tus atalayas; ahora será su confusión. 5No creáis en
amigo, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado cuídate, no abras tu
boca. 6Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra
la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su
casa. 7Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el
Dios mío me oirá.
Jehová trae luz y libertad
8Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré;
aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz. 9La ira de Jehová
soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi
justicia; él me sacará a luz; veré su justicia. 10Y mi enemiga lo
verá, y la cubrirá vergüenza; la que me decía: ¿Dónde está Jehová tu Dios? Mis
ojos la verán; ahora será hollada como lodo de las calles.
11Viene el día en que se edificarán tus muros; aquel día se extenderán los
límites. 12En ese día vendrán hasta ti desde Asiria y las ciudades
fortificadas, y desde las ciudades fortificadas hasta el Río, y de mar a mar, y
de monte a monte. 13Y será asolada la tierra a causa de sus
moradores, por el fruto de sus obras.
Compasión de Jehová por Israel
14Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo
en la montaña, en campo fértil; busque pasto en Basán y Galaad, como en el
tiempo pasado. 15Yo les mostraré maravillas como el día que saliste
de Egipto.
16Las naciones verán, y se avergonzarán de todo su poderío; pondrán la mano
sobre su boca, ensordecerán sus oídos. 17Lamerán el polvo como la
culebra; como las serpientes de la tierra, temblarán en sus encierros; se
volverán amedrentados ante Jehová nuestro Dios, y temerán a causa de ti.
18¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente
de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en
misericordia. 19El volverá a tener misericordia de nosotros;
sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros
pecados. 20Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia,
que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos.
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