25 de Agosto
¡Cómo puedes adquirir la Vida Eterna!
¡Sólo creyéndole a Dios, tu Padre!
Por Riqui Ricón*
Jesús les dijo: Yo soy
el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no
tendrá sed jamás… Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene,
no le echo fuera… De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida
eterna (Jn 6.35, 37, 47).
La
palabra Evangelio significa buenas noticias y eso es lo que leerás el día de
hoy, en tu Programa de Lectura La Biblia
en un Año: ¡Buenas Noticias! ¡Tú has venido a Jesús y Él jamás te echará
fuera! ¡Tú eres Eterno(a)! ¡Dios lo ha prometido!
Pon
atención, pues la Escritura no dice si te portas bien o si haces obras de
justicia. Sólo se te pide una cosa, venir a Jesús creyendo en Él, o mejor dicho
creyéndole a Él, creyendo Su Palabra.
Que conste que venir a Jesús creyendo no significa
que puedes portarte mal o hacer obras de injusticia sino todo lo contrario
pues, De cierto, de cierto os digo: El
que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará,
porque yo voy al Padre (Jn 14.12).
Ésta es una
declaración contundente de Jesús sobre tu vida pues no da opción a preguntarte
si quieres, sino que afirma enfáticamente, el (la) que en mí cree hará lo que yo hago y aún más.
Así que, la
vida en el Reino de Dios se trata primero de creer para luego actuar. Primero necesitas
SER lo que Dios dice que eres para luego hacer lo que Dios dice que hagas.
Porque como el cuerpo sin
espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta (Sgo 2.26).
Así es, tú fe tiene que producir obras de justicia, sin embargo, primero
tiene que ser la fe. Primero recibes la certeza, la plena convicción, de que
Dios es Honorable y no puede mentir, por lo tanto Su Palabra es Verdad. Quizá
para ti esto suene muy lógico y totalmente correcto, pero ¿estás realmente
consciente de lo que significa? Significa tener la certeza, la plena convicción
de que tú ERES, exactamente, la persona que Dios dice en Su Palabra que ahora
tú ERES, ni más ni menos.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve (He 11.1).
Esto es
la fe: ¡Creerle a Dios creyendo Su Palabra!
Entonces, venir a Jesús creyendo Su Palabra produce
forzosamente un cambio en tu vida, produce fruto, ya que, escrito está, Todo aquel que cree que
Jesús es el Cristo, es nacido de Dios… Porque todo lo que es nacido de Dios
vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de
Dios? (1 Jn 5.1, 4-5).
Esta es la
Palabra de Dios. Esto dice la Biblia. No importa si el día de hoy no te sientes
ni te percibes a ti mismo(a) como un(a) vencedor, pues esto no depende de tus
emociones ni de tu apreciación. Depende sólo y exclusivamente de la Palabra de Dios.
Dios no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo
tanto no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez
prometió sin cumplir? Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha
bendecido, y yo no puedo revertirlo!
(Num
23.19-20 NTV).
Así es, si Dios lo ha dicho en Su Palabra, entonces
Él lo va a cumplir; si Dios lo ha hablado en la Biblia, entonces Él lo va a
ejecutar.
Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Ahora bien, existen dos frutos fundamentales que
debes establecer con tu FE y jamás olvidar, lo primero es que Dios te ama tanto
que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y
eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de
Dios, porque no lo conocen a él (1 Jn 3.1
NTV).
Y segundo, por medio del sacrificio de Jesús todos
tus pecados fueron pagados, fuiste perdonado(a) por Dios y ahora Él te llama Su
propio(a) Hijo(a) y eso es lo que tú ahora eres, un(a) auténtico(a) y legítimo(a)
Hijo de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Hijitos, vosotros sois de
Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo (1 Jn
4.4).
¡Buenas Noticias! Ahora, en Cristo Jesús, tú eres ya
un(a) Hija de Dios Nacida(o) de Nuevo y, por esto, has vencido al mundo. En
Cristo Jesús tienes la Victoria sobre cualquier aflicción, problema o
enfermedad.
Mas vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que
ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado
misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1 P 2.9-10).
Por el gran Amor con que el Padre te ha amado y por
haberle creído a Su Palabra, ahora eres linaje escogido por Dios y has sido
trasladado(a) de una vida en tinieblas a Su luz admirable, has sido
trasladado(a) de muerte a vida, y no cualquier clase de vida sino la vida plena
y abundante de un(a) Hijo(a) del Rey.
El ladrón no viene sino
para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia (Jn 10.10).
La Vida a la
que ahora tienes derecho como un(a) heredero(a) de Dios es, nada más y nada
menos que la Vida Eterna.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
Todo esto NO
significa que no tendrás problemas. En este mundo vas a tener aflicciones pero,
en Cristo Jesús, vas a salir más que vencedor(a) de todas ellas y las
enfrentarás con plena Paz, pues tienes la certeza, la plena convicción, que
Dios tu Padre está contigo para cumplir Su Palabra de Honor.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? (Ro 8.31).
Todas estas
Buenas Noticias, este Evangelio, Dios lo ha establecido eternamente para ti
bajo un Pacto totalmente Nuevo.
El
que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el
día postrero (Jn 6.54).
Comer el
pan y beber de la copa que Jesús con Su cuerpo y con Su Sangre te ha ofrecido,
significa entrar a la dimensión del Nuevo Pacto que es un mejor Pacto,
establecido sobre mejores promesas.
He aquí que vienen días, dice
Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de
Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su
mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto,
aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el
pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová:
Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por
Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su
prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová;
porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer
31.31-34).
Para poder entrar a la verdadera dimensión de lo que la Vida Eterna
significa necesitas comprender que, de acuerdo a la Palabra de Dios, el antiguo
Pacto fue invalidado al mostrar su ineficacia para salvar a los hombres pues los
designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley
de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden
agradar a Dios (Ro 8.7-8).
Como el
antiguo Pacto se basaba en hacer obras de justicia Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe
así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas (Ro 10.5), ahora Dios establece
un Nuevo Pacto en la Sangre de Su Hijo Jesús. Un Pacto de Gracia donde ahora es
Él, y no tú, quien hará las obras de justicia: Fue Dios quien dio Su Ley en tu
mente y Él la escribió en tu corazón; fue Dios quien se constituyó como tu
Padre y ahora tú eres Su Hijo(a); Él perdonó tu maldad y no se acuerda más de
tus pecados.
¡Todo lo
hizo Él! ¡Sólo por Amor a ti!
Esparciré sobre vosotros agua
limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros
ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo
dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré
un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y
haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por
obra (Ez 36.25-27).
La muerte y resurrección de Jesucristo fue un acto soberano del Amor y
la Gracia de Dios mediante el cual, con Su Poder y de forma sobrenatural, Él te
lavó con Su Palabra; Él te dio un corazón totalmente nuevo; Él te hizo nacer de
Nuevo haciendo de ti un espíritu totalmente nuevo (sí, así es, a imagen y
semejanza de tu Padre celestial, tú también eres espíritu); y como garantía de este
Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, Dios puso dentro de ti al mismísimo Espíritu
Santo.
Esto es
lo que significa ser justificado(a), perdonado(a), santificado(a) y
perfeccionado(a) mediante el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Significa que ahora
tú eres Nacido(a) de Nuevo como un(a) legítimo(a) Hijo(a) de Dios.
siendo renacidos (Nacidos
de Nuevo), no de simiente corruptible,
sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Esto es
lo que significa ser heredero(a) de la Vida Eterna.
En otro tiempo nosotros también éramos necios
y desobedientes. Fuimos engañados y nos convertimos en esclavos de toda clase
de pasiones y placeres. Nuestra vida estaba llena de maldad y envidia, y nos
odiábamos unos a otros. Pero: «Cuando Dios nuestro Salvador dio a conocer su
bondad y amor, él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos
hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio
un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo. Él derramó su
Espíritu sobre nosotros en abundancia por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
Por su gracia él nos declaró justos y nos dio la seguridad de que vamos a
heredar la vida eterna» (Ti 3-3-7
NTV).
Es
precisamente por el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, que ahora tú jamás serás
rechazado(a) por Dios sino que has sido hecho(a) aceptable. Tan aceptable que
ahora eres Su propio(a) Hijo(a).
Oremos en
voz audible:
Amado Padre celestial, qué puedo decir a todo esto:
si Tú estás conmigo ¿quién contra mí? No escatimaste ni a Tu propio Hijo sino
que lo entregaste por Amor a mí. ¿Cómo no me darás juntamente con Él todas las
cosas? ¿Quién me acusará si yo fui escogida(o) por Ti? Dios, Tú eres el que me
justificas. ¿Quién me condenará? Cristo es el que murió por mí; más aún, es
Jesús el que resucitó y está sentado a Tu diestra, Padre, intercediendo por mí.
¿Quién me separará del amor de Cristo Jesús? ¿Tribulación, o angustia,
o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está
escrito: Por causa de ti soy muerto todo el tiempo; Soy contado como oveja de
matadero. Antes, en todas estas cosas yo, ________ (tu nombre aquí), soy más
que vencedor(a) por medio de aquel que me amó. Por lo cual, oh
Dios, estoy seguro de que ni la muerte,
ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo
por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá
separar de Tu Amor, que es en Cristo Jesús mi Señor. ¡Gracias Padre! ¡Lo creo y
lo confieso! Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús,
declaró que soy sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la
voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a)
en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda
resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice
que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo
puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las
cosas, soy más que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey,
Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el
ser la persona que Tú dices que soy. Gracias por este Nuevo Pacto en Tu Sangre.
Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto
25 Jn
6.22-59 / 1 Cr 24 / Zac
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