lunes, 16 de diciembre de 2024

¡Cómo adquirir el poder de la resurrección!

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 16 Diciembre 
   

¡Cómo adquirir el poder de la resurrección!


¡A fin de conocerle!

Por Riqui Ricón*

Mi anhelo es sentirme unido a El, no ya por ser bueno ni por obedecer las leyes de Dios, sino por confiar en la salvación que El ofrece; únicamente así, por fe [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra], Dios nos acepta. He renunciado a todo lo demás porque estoy convencido de que es la única manera de conocer de veras a Cristo, de sentir el gran poder que lo resucitó y de palpar el significado de sufrir y morir con El. Así, cueste lo que cueste, seré uno de los que alcancen la radiante novedad de vida de la resurrección (Fil 3.9-11 BAD).

La vida de un creyente, la vida de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, sólo se puede concebir de una forma: por Cristo Jesús y en Cristo Jesús (y ser hallado en él).

Es un estilo de vida que no se basa en la justificación de las obras que puedas realizar en la carne (no teniendo mi propia justicia, que es por la ley) sino en el vivir y actuar por fe, creyendo lo que la Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, dice acerca de ti; creyendo quien tú ahora eres en Cristo Jesús (sino la que es por la fe de Cristo).

Tener fe en la Palabra de Dios, esto es, creer que si Dios lo dijo, entonces Él lo va a cumplir, creer que si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar, significa tener fe en Cristo, pues Él mismo, Jesús, es la Palabra, el Verbo de Dios.

En el principio era el Verbo [Jesús, la Palabra], y el Verbo [Jesús, la Palabra] era con Dios, y el Verbo [Jesús, la Palabra] era Dios. Este [Jesús, la Palabra] era en el principio con Dios… Y aquel Verbo [Jesús, la Palabra] fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad  (Jn 1.1, 14).

Amado(a), tú que has recibido a Jesús como Señor y Salvador de tu vida, has sido hecho(a) justicia de Dios por haber creído a la Palabra, al Verbo de Dios (la justicia que es de Dios por la fe). Y es esta fe (fe con propósito), este creerle a Dios, creyendo Su Palabra, es lo único que te permite conocerle (a fin de conocerle).

Así que, por el Amor que Dios siente por ti, Él entregó a Su propio Hijo, Jesucristo, para que pagara todos tus pecados y, de esta forma, estando tú justificado(a), pudieras conocerle;  y no solamente como Rey de reyes y Señor de señores, sino de una manera mucho más íntima: como tu Papá.

Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.6-7).

El olor del conocimiento de Dios está en ti no como una adquisición intelectual sino como resultado de una relación personal entre Padre e Hijo(a). Ahora puedes (y debes) dejar de pensar y de sentir, acerca de ti mismo(a), como un(a) esclavo(a) o criatura, y comenzar a CREER que eres ese(a) Hijo(a) Amado(a) que Dios dice que eres.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados (Ro 8.14-17).

En el momento mismo en que tú entraste en un Nuevo Pacto con Dios por medio de la muerte y la resurrección de Su Hijo Jesucristo, tú Naciste de Nuevo y el espíritu muerto que tú eras por causa del pecado fue regenerado por el Poder de Dios, pero ahora como un espíritu de adopción, como un(a) auténtico(a), legal y legítimo(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores.

Sin lugar a dudas, ¡tú eres un(a) heredero(a) de Dios y coheredero(a) juntamente con Cristo Jesús!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1).

Sin importar la situación en la que te encuentres el día de hoy y precisamente por esos problemas, enfermedades y angustia que estás enfrentando, es tiempo que conozcas más a tu Padre. No mediante obras de justicia, sino mediante la justicia que es por la fe en Cristo Jesús [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra].

Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.42).

Pon tu fe en Jesús. Pon todas tus esperanzas, vida y corazón en la Palabra de Dios, pues no solamente no serás avergonzado(a) jamás de haber creído a Su Palabra, sino que, además habitará Cristo por la fe en tu corazón, a fin de que, arraigado(a) y cimentado(a) en amor, seas plenamente capaz de conocer y comprender cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del Amor que Cristo Jesús siente por ti, el cual excede a todo conocimiento. Sabiendo, creyendo y viviendo en esto: ¡Tú serás lleno(a) de toda la plenitud de Dios (Efe 3.17-19)!

Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia (Jn 1.16)

Ser lleno de toda la plenitud de Dios, significa estar lleno de Su gracia, significa estar lleno de la vida misma de Jesús.

No hay nada más importante que conocerle a Él. No hay nada más importante que relacionarte con Dios como un(a) Hijo(a) con su Padre.

Realizar tu devocional leyendo la Biblia todos los días, meditando y orando en Su Palabra, es la forma correcta para llegar a ser plenamente capaz de conocer y comprender el Amor de Cristo que excede a todo conocimiento.

Recuerda siempre que no se trata de algo que tú tengas que hacer, sino de lo  que Él ya hizo por ti y que, por lo tanto, sólo tienes que creer y recibir.

¡Al que le cree a Dios todo le es posible!

Oremos en voz audible:

Amado Señor Jesús, gracias porque Tú eres el Camino, y la Verdad y la Vida, nadie puede conocer al Padre sino a través de Ti, a través de Tu muerte y de Tu resurrección. Gracias por Tu Sangre, derramada hasta la última gota como el precio con el cual pagaste todos mis pecados, haciéndome justo(a). Gracias por Tu resurrección, con la cual venciste a la muerte para crearme totalmente Nuevo(a), regalándome Tu propia Vida, la Vida Plena y Abundante, ¡la Vida Eterna! Por Ti, por Tu gran Amor con que me has amado, ahora soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Señor Jesús, ahora el Todopoderoso Dios, Tu Padre, también es mi propio Padre. Puedo con toda certeza afirmar que yo, ______________ (tu nombre aquí), soy de Dios y, por eso, ya he vencido a la muerte, al pecado, a la enfermedad, a cualquier tipo de problema, al espíritu de temor e incredulidad, a la pobreza, a la soledad, a la tristeza y depresión, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí y conmigo que el que está en el mundo. ¡Soy un(a) Hijo(a) legítimo(a) del Rey de reyes y Señor de señores! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a), pues TODO lo puedo en Cristo Jesús! ¡Abba, Padre, te amo con todas mis fuerzas, pensamientos y corazón! En Tu nombre, Jesús, creo, declaro y establezco que, ¡soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 16                                Fil 3   /  Ez 23  /  Isa 51



Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 16                                Fil 3   /  Ez 23   Isa 51

 

Filipenses 3

Prosigo al blanco

3

1Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.

2Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. 3Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne. 4Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín,a hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;b 6en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia;c en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. 7Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.

12No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. 15Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. 16Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa.

17Hermanos, sed imitadores de mí,d y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. 18Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; 19el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal. 20Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; 21el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.[1]

 

   

Ezequiel 23

Las dos hermanas

23

1Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 2Hijo de hombre, hubo dos mujeres, hijas de una madre, 3las cuales fornicaron en Egipto; en su juventud fornicaron. Allí fueron apretados sus pechos, allí fueron estrujados sus pechos virginales. 4Y se llamaban, la mayor, Ahola,2 y su hermana, Aholiba;3 las cuales llegaron a ser mías, y dieron a luz hijos e hijas. Y se llamaron: Samaria, Ahola; y Jerusalén, Aholiba.

5Y Ahola cometió fornicación aun estando en mi poder; y se enamoró de sus amantes los asirios, vecinos suyos, 6vestidos de púrpura, gobernadores y capitanes, jóvenes codiciables todos ellos, jinetes que iban a caballo. 7Y se prostituyó con ellos, con todos los más escogidos de los hijos de los asirios, y con todos aquellos de quienes se enamoró; se contaminó con todos los ídolos de ellos. 8Y no dejó sus fornicaciones de Egipto; porque con ella se echaron en su juventud, y ellos comprimieron sus pechos virginales, y derramaron sobre ella su fornicación. 9Por lo cual la entregué en mano de sus amantes, en mano de los hijos de los asirios, de quienes se había enamorado. 10Ellos descubrieron su desnudez, tomaron sus hijos y sus hijas, y a ella mataron a espada; y vino a ser famosa entre las mujeres, pues en ella hicieron escarmiento.

11Y lo vio su hermana Aholiba, y enloqueció de lujuria más que ella; y sus fornicaciones fueron más que las fornicaciones de su hermana. 12Se enamoró de los hijos de los asirios sus vecinos, gobernadores y capitanes, vestidos de ropas y armas excelentes, jinetes que iban a caballo, todos ellos jóvenes codiciables. 13Y vi que se había contaminado; un mismo camino era el de ambas. 14Y aumentó sus fornicaciones; pues cuando vio a hombres pintados en la pared, imágenes de caldeos pintadas de color, 15ceñidos por sus lomos con talabartes, y tiaras de colores en sus cabezas, teniendo todos ellos apariencia de capitanes, a la manera de los hombres de Babilonia, de Caldea, tierra de su nacimiento, 16se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos. 17Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos. 18Así hizo patentes sus fornicaciones y descubrió sus desnudeces, por lo cual mi alma se hastió de ella, como se había ya hastiado mi alma de su hermana. 19Aun multiplicó sus fornicaciones, trayendo en memoria los días de su juventud, en los cuales había fornicado en la tierra de Egipto. 20Y se enamoró de sus rufianes, cuya lujuria es como el ardor carnal de los asnos, y cuyo flujo como flujo de caballos. 21Así trajiste de nuevo a la memoria la lujuria de tu juventud, cuando los egipcios comprimieron tus pechos, los pechos de tu juventud.

22Por tanto, Aholiba, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que yo suscitaré contra ti a tus amantes, de los cuales se hastió tu alma, y les haré venir contra ti en derredor; 23los de Babilonia, y todos los caldeos, los de Pecod, Soa y Coa, y todos los de Asiria con ellos; jóvenes codiciables, gobernadores y capitanes, nobles y varones de renombre, que montan a caballo todos ellos. 24Y vendrán contra ti carros, carretas y ruedas, y multitud de pueblos. Escudos, paveses y yelmos pondrán contra ti en derredor; y yo pondré delante de ellos el juicio, y por sus leyes te juzgarán. 25Y pondré mi celo contra ti, y procederán contigo con furor; te quitarán tu nariz y tus orejas, y lo que te quedare caerá a espada. Ellos tomarán a tus hijos y a tus hijas, y tu remanente será consumido por el fuego. 26Y te despojarán de tus vestidos, y te arrebatarán todos los adornos de tu hermosura. 27Y haré cesar de ti tu lujuria, y tu fornicación de la tierra de Egipto; y no levantarás ya más a ellos tus ojos, ni nunca más te acordarás de Egipto. 28Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo te entrego en mano de aquellos que aborreciste, en mano de aquellos de los cuales se hastió tu alma; 29los cuales procederán contigo con odio, y tomarán todo el fruto de tu labor, y te dejarán desnuda y descubierta; y se descubrirá la inmundicia de tus fornicaciones, y tu lujuria y tu prostitución. 30Estas cosas se harán contigo porque fornicaste en pos de las naciones, con las cuales te contaminaste en sus ídolos. 31En el camino de tu hermana anduviste; yo, pues, pondré su cáliz en tu mano.

32Así ha dicho Jehová el Señor: Beberás el hondo y ancho cáliz de tu hermana, que es de gran capacidad; de ti se mofarán las naciones, y te escarnecerán. 33Serás llena de embriaguez y de dolor por el cáliz de soledad y de desolación, por el cáliz de tu hermana Samaria. 34Lo beberás, pues, y lo agotarás, y quebrarás sus tiestos; y rasgarás tus pechos, porque yo he hablado, dice Jehová el Señor. 35Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto te has olvidado de mí, y me has echado tras tus espaldas, por eso, lleva tú también tu lujuria y tus fornicaciones.

36Y me dijo Jehová: Hijo de hombre, ¿no juzgarás tú a Ahola y a Aholiba, y les denunciarás sus abominaciones? 37Porque han adulterado, y hay sangre en sus manos, y han fornicado con sus ídolos; y aun a sus hijos que habían dado a luz para mí, hicieron pasar por el fuego, quemándolos. 38Aun esto más me hicieron: contaminaron mi santuario en aquel día, y profanaron mis días de reposo.* 39Pues habiendo sacrificado sus hijos a sus ídolos, entraban en mi santuario el mismo día para contaminarlo; y he aquí, así hicieron en medio de mi casa. 40Además, enviaron por hombres que viniesen de lejos, a los cuales había sido enviado mensajero, y he aquí vinieron; y por amor de ellos te lavaste, y pintaste tus ojos, y te ataviaste con adornos; 41y te sentaste sobre suntuoso estrado, y fue preparada mesa delante de él, y sobre ella pusiste mi incienso y mi aceite. 42Y se oyó en ella voz de compañía que se solazaba con ella; y con los varones de la gente común fueron traídos los sabeos del desierto, y pusieron pulseras en sus manos, y bellas coronas sobre sus cabezas.

43Y dije respecto de la envejecida en adulterios: ¿Todavía cometerán fornicaciones con ella, y ella con ellos? 44Porque han venido a ella como quien viene a mujer ramera; así vinieron a Ahola y a Aholiba, mujeres depravadas. 45Por tanto, hombres justos las juzgarán por la ley de las adúlteras, y por la ley de las que derraman sangre; porque son adúlteras, y sangre hay en sus manos.

46Por lo que así ha dicho Jehová el Señor: Yo haré subir contra ellas tropas, las entregaré a turbación y a rapiña, 47y las turbas las apedrearán, y las atravesarán con sus espadas; matarán a sus hijos y a sus hijas, y sus casas consumirán con fuego. 48Y haré cesar la lujuria de la tierra, y escarmentarán todas las mujeres, y no harán según vuestras perversidades. 49Y sobre vosotras pondrán vuestras perversidades, y pagaréis los pecados de vuestra idolatría; y sabréis que yo soy Jehová el Señor.[2]

 

       

Isaías 51

 

Palabras de consuelo para Sion

51

1Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados. 2Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué. 3Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto.

4Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá la ley, y mi justicia para luz de los pueblos. 5Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; a mí me esperan los de la costa, y en mi brazo ponen su esperanza. 6Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá.

7Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes. 8Porque como a vestidura los comerá polilla, como a lana los comerá gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos.

9Despiértate, despiértate, vístete de poder, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ¿No eres tú el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón? 10¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos? 11Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán.

12Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? 13Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del que aflige? 14El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazmorra, ni le faltará su pan. 15Porque yo Jehová, que agito el mar y hago rugir sus ondas, soy tu Dios, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos. 16Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos de la tierra, y diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú.

17Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén, que bebiste de la mano de Jehová el cáliz de su ira;a porque el cáliz de aturdimiento bebiste hasta los sedimentos. 18De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la guíe; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos que crió. 19Estas dos cosas te han acontecido: asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada. ¿Quién se dolerá de ti? ¿Quién te consolará? 20Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como antílope en la red, llenos de la indignación de Jehová, de la ira del Dios tuyo. 21Oye, pues, ahora esto, afligida, ebria, y no de vino: 22Así dijo Jehová tu Señor, y tu Dios, el cual aboga por su pueblo: He aquí he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento, los sedimentos del cáliz de mi ira; nunca más lo beberás. 23Y lo pondré en mano de tus angustiadores, que dijeron a tu alma: Inclínate, y pasaremos por encima de ti. Y tú pusiste tu cuerpo como tierra, y como camino, para que pasaran.[3]

 



a 3.5: Ro. 11.1.

b 3.5: Hch. 23.6; 26.5.

c 3.6: Hch. 8.3; 22.4; 26.9–11.

d 3.17: 1 Co. 4.16; 11.1.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Flp 2.30-3.21

Esto es, Tabernáculo de ella.

Esto es, Mi tabernáculo en ella.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez 22.31-23.49

a 51.17: Ap. 14.10; 16.19.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is 50.11-51.23


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