miércoles, 13 de diciembre de 2023

¡Cómo vencer el miedo a la muerte!

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 13 Diciembre   

¡Cómo vencer el miedo a la muerte!


¡Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra!

Por Riqui Ricón*

Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Más si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros (Fil 1.21-24).

Entre más leas y medites la Biblia, que es la Palabra de Dios, que no miente, te darás cuenta que, efectivamente, el Evangelio son puras buenas noticias. Lo que Jesucristo hizo en la cruz por amor a ti es tan maravilloso que el apóstol Pablo deseaba estar ausente del cuerpo y presente al Señor (2 Co 5.1-10).

Los primeros creyentes descubrieron un secreto maravilloso en el Evangelio de Jesucristo, descubrieron la Verdad acerca del sacrificio de Jesús en relación con sus cuerpos y sus personas: ¡Tú no eres tu cuerpo! ¡Tú eres espíritu!

Dios es Espíritu y tú fuiste creado a la imagen y semejanza de Dios. Así que, ¡Tú no tienes un espíritu sino que eres espíritu, creado, regenerado, para ser conforme a la imagen del Hijo de Dios, Jesucristo!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3.16).

¡Todo aquel que en él cree, tiene Vida Eterna! Y qué es la Vida Eterna sino vivir por siempre. Esto significa que el (la) que cree en Jesús como Señor y Salvador de su vida no morirá sino vivirá por siempre.

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo (Jn 11.25-27).

¡Escrito está! De alguna manera, con Su sacrificio en la cruz y con Su resurrección, Jesús anuló el dominio que la muerte ejercía sobre tu vida.

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.23).

La victoria sobre la muerte es un regalo que Dios te da como parte de la Vida Eterna, la Vida Plena y Abundante, que Jesús pagó para que tú fueses hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre (He 2.14-15).

Con Su muerte en la cruz, Jesús pagó todos tus pecados para que fueras justificado y perdonado; al resucitar entre los muertos, te ofrece una Nueva Naturaleza que no tenías, ni podrías tener: la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.  ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo (1 Co 15.54-57).

Como puedes ver, la victoria sobre la muerte es un hecho real y no una expresión figurativa. Por la Palabra de Honor que Dios tiene, puedes estar completamente seguro(a) que la muerte ya nada tiene en ti.

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Si puedes comprender que tú realmente eres espíritu Nacido de Nuevo, con la naturaleza incorruptible de un(a) Hijo(a) del Rey, la cual sólo te la puede otorgar la Palabra Eterna de Dios, entonces te darás cuenta que no existen dos vidas: una aquí, en la tierra, y otra en el más allá.

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).

Ahora, tu vida es un continuo en la Eternidad con Dios, tu Padre, y con Jesucristo, tu Salvador. Puedes dejar de temer, ¡la muerte ya no se enseñorea más de ti!

Date cuenta que tu cuerpo tan sólo es un estuche, un traje con el cual tú, que eres espíritu, puedes expresarte y comunicarte en este mundo natural. Tu cuerpo es sólo el traje especial que un bombero necesita para moverse dentro de un incendio; es sólo el traje especial que el astronauta necesita para dar una caminata espacial.

Tu cuerpo sólo es una cáscara muy sofisticada a la cual tú, que eres espíritu, le das vida cuando te encuentras dentro de él.

Aquellos que nos han precedido en ir a la Presencia del Señor no están muertos, simple y sencillamente se mudaron, se cambiaron de plano dejando aquí el estuche, pero siguen siendo los mismos: Hijos de Dios Nacidos de Nuevo.

Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte —es decir, al diablo—, y librar a todos los que por temor a la muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida (He 2.14-15 NVI).

Tú ya no eres más un esclavo del temor a la muerte. ¡Cristo Jesús venció a la muerte en tu lugar! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús te ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte!

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).

Conoce la Verdad: ¡Tienes Vida Eterna y nunca morirás! Ahora, sé libre para vivir la Vida Plena y Abundante que Jesucristo compró para ti.

Una vez asegurada tu victoria sobre la muerte puedes dejar de tener miedo y enfocarte en el propósito por el cual aún permaneces en el mundo, pues quedar en la carne es más necesario por causa de los demás.

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1 P 2.9-10).

Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios (2 Co 5.20).

Ahora tú eres linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, eres un(a) embajador(a) en el nombre de Cristo para que anuncies las virtudes de aquel que te llamó de las tinieblas a Su luz admirable. Dios, el Espíritu Santo, está en ti y contigo para que les ruegues a los demás que se reconcilien con Dios por medio de Jesucristo.

Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor (Efe 5.8-10).

El mundo entero se está cayendo a pedazos y la gente vive llena de angustia y temor mientras que tú eres un Hijo(a) de la Luz y has sido ungido(a) por tu Padre celestial para establecer Su reino de Amor en aquellos y aquellas que aún no lo conocen.

Oremos en voz audible:

Amado padre celestial, es asombroso el Amor con que me has amado, que siendo yo como había sido hayas entregado a Tu Hijo Jesús para darme el regalo de la Vida Eterna. haciéndome Tu Hijo(a). Gracias, Señor Jesús, por tanto y tan gran Amor. Soy Tu Hijo(a). Soy Nacido(a) de Nuevo, y no de simiente corruptible sino de incorruptible por Tu Palabra que vive y permanece para siempre. Tengo esta Vida Eterna para amarte a Ti y para amar a mis semejantes como a mí mismo(a). Resisto y echo fuera de mi vida al espíritu de temor, pues no me has dado, oh Dios, espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y, hoy, te digo Abba, Padre. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a), pues voy a vivir por toda la Eternidad en la Plenitud del Amor, y del gozo, y de la paz que ahora tengo! Sin importar cuál es mi situación en este momento, yo, _______ (tu nombre aquí), ¡soy luz en medio de las tinieblas! Y de todo problema, enfermedad o aflicción saldré más que vencedor(a), por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 13                                Fil 1.12-30   /  Ez 19  /  Isa 48


Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 13                                Fil 1.12-30   /  Ez 19  /  Isa 48

 

Filipenses 1.12-30

Para mí el vivir es Cristo

12Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, 13de tal manera que mis prisionesb se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. 14Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.

15Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. 16Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; 17pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. 18¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.

19Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación, 20conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. 21Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 22Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. 23Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; 24pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros. 25Y confiado en esto, sé que quedaré, que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe, 26para que abunde vuestra gloria de mí en Cristo Jesús por mi presencia otra vez entre vosotros.

27Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, 28y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para vosotros de salvación; y esto de Dios. 29Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, 30teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí,c y ahora oís que hay en mí.[1]

 

   

Ezequiel 19

Lamentación sobre los príncipes de Israel

19

1Y tú, levanta endecha sobre los príncipes de Israel. 2Dirás: ¡Cómo se echó entre los leones tu madre la leona! Entre los leoncillos crió sus cachorros, 3e hizo subir uno de sus cachorros; vino a ser leoncillo, y aprendió a arrebatar la presa, y a devorar hombres. 4Y las naciones oyeron de él; fue tomado en la trampa de ellas, y lo llevaron con grillos a la tierra de Egipto. 5Viendo ella que había esperado mucho tiempo, y que se perdía su esperanza, tomó otro de sus cachorros, y lo puso por leoncillo. 6Y él andaba entre los leones; se hizo leoncillo, aprendió a arrebatar la presa, devoró hombres. 7Saqueó fortalezas, y asoló ciudades; y la tierra fue desolada, y cuanto había en ella, al estruendo de sus rugidos. 8Arremetieron contra él las gentes de las provincias de alrededor, y extendieron sobre él su red, y en el foso fue apresado. 9Y lo pusieron en una jaula y lo llevaron con cadenas, y lo llevaron al rey de Babilonia; lo pusieron en las fortalezas, para que su voz no se oyese más sobre los montes de Israel.

10Tu madre fue como una vid en medio de la viña, plantada junto a las aguas, dando fruto y echando vástagos a causa de las muchas aguas. 11Y ella tuvo varas fuertes para cetros de reyes; y se elevó su estatura por encima entre las ramas, y fue vista por causa de su altura y la multitud de sus sarmientos. 12Pero fue arrancada con ira, derribada en tierra, y el viento solano secó su fruto; sus ramas fuertes fueron quebradas y se secaron; las consumió el fuego. 13Y ahora está plantada en el desierto, en tierra de sequedad y de aridez. 14Y ha salido fuego de la vara de sus ramas, que ha consumido su fruto, y no ha quedado en ella vara fuerte para cetro de rey.

Endecha es esta, y de endecha servirá.[2]

 

       

Isaías 48

 

Dios reprende la infidelidad de Israel

48

1Oíd esto, casa de Jacob, que os llamáis del nombre de Israel, los que salieron de las aguas de Judá, los que juran en el nombre de Jehová, y hacen memoria del Dios de Israel, mas no en verdad ni en justicia; 2porque de la santa ciudad se nombran, y en el Dios de Israel confían; su nombre es Jehová de los ejércitos.

3Lo que pasó, ya antes lo dije, y de mi boca salió; lo publiqué, lo hice pronto, y fue realidad. 4Por cuanto conozco que eres duro, y barra de hierro tu cerviz, y tu frente de bronce, 5te lo dije ya hace tiempo; antes que sucediera te lo advertí, para que no dijeras: Mi ídolo lo hizo, mis imágenes de escultura y de fundición mandaron estas cosas.

6Lo oíste, y lo viste todo; ¿y no lo anunciaréis vosotros? Ahora, pues, te he hecho oír cosas nuevas y ocultas que tú no sabías. 7Ahora han sido creadas, no en días pasados, ni antes de este día las habías oído, para que no digas: He aquí que yo lo sabía. 8Sí, nunca lo habías oído, ni nunca lo habías conocido; ciertamente no se abrió antes tu oído; porque sabía que siendo desleal habías de desobedecer, por tanto te llamé rebelde desde el vientre.

9Por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para alabanza mía la reprimiré para no destruirte. 10He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción. 11Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro.

12Oyeme, Jacob, y tú, Israel, a quien llamé: Yo mismo, yo el primero, yo también el postrero.a 13Mi mano fundó también la tierra, y mi mano derecha midió los cielos con el palmo; al llamarlos yo, comparecieron juntamente.

14Juntaos todos vosotros, y oíd. ¿Quién hay entre ellos que anuncie estas cosas? Aquel a quien Jehová amó ejecutará su voluntad en Babilonia, y su brazo estará sobre los caldeos. 15Yo, yo hablé, y le llamé y le traje; por tanto, será prosperado su camino. 16Acercaos a mí, oíd esto: desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se hizo, allí estaba yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu.

17Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir. 18¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar. 19Fuera como la arena tu descendencia, y los renuevos de tus entrañas como los granos de arena; nunca su nombre sería cortado, ni raído de mi presencia. 20Salid de Babilonia,b huid de entre los caldeos; dad nuevas de esto con voz de alegría, publicadlo, llevadlo hasta lo postrero de la tierra; decid: Redimió Jehová a Jacob su siervo. 21No tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos; les hizo brotar agua de la piedra; abrió la peña, y corrieron las aguas. 22No hay paz para los malos, dijo Jehová.c[3]



b 1.13: Hch. 28.30.

c 1.30: Hch. 16.19–40.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Flp 1.11-30

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez 18.32-19.14

a 48.12: Is. 44.6; Ap. 1.17; 22.13.

b 48.20: Ap. 18.4.

c 48.22: Is. 57.21.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is 47.15-48.22

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