domingo, 3 de diciembre de 2023

¡Cómo pelear la Buena Batalla!

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 03 Diciembre  

¡Cómo pelear la Buena Batalla!


¡No te dejes engañar!

Por Riqui Ricón*

No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Ga 6.7-8).

Antes de comenzar esta reflexión, y para que no haya malos entendidos, es necesario aclarar que, de acuerdo a las Escrituras, tú como creyente, como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, estás facultado por Dios, tu Padre, para resistir SIEMPRE las obras de la carne y desde luego, tienes el poder y la autoridad para no darle lugar al pecado en tu vida. Veamos aquí cómo es esto.

Hay quienes piensan que la única forma de vencer al pecado es resistiendo, con sus fuerzas, las obras de la carne, pues de no hacerlo así significaría perder la salvación y, por consiguiente, perder la nueva naturaleza que Dios nos obsequió con la muerte y resurrección de Su Hijo Jesús.

Piensan que no es suficiente con CREER que el precio que se pagó en esa cruz fue suficiente y completo; que no es suficiente con CREER que la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús YA nos HA HECHO libres de la ley del pecado y de la muerte y que es necesario, a toda costa, resistir con todas sus fuerzas al pecado y no darle lugar a la carne.

Aunque esta forma de pensar parece la correcta y hasta teológicamente bien orientada, pensar así es, precisamente lo opuesto a lo que se desea; pensar así es la forma más fácil para darle lugar a la carne y darle un lugar permanente al pecado en tu vida.

El engaño estriba en luchar contra la carne y contra el pecado con tus fuerzas y con tu voluntad y no con tu fe [creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra]. ¡Desde luego que hay que pelear! Pero no con tus fuerzas, ni con tus recursos.

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos (1 Ti 6.12).

Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y de acuerdo a las Palabras de Jesucristo, tú no eres de este mundo (Jn 17.14). Por lo tanto, existe una guerra continua y permanente de parte del sistema de este mundo en contra tuya y la instrucción de Dios, tu Padre, es que pelees con tu fe, esto es, creyéndole a Él, creyendo Su Palabra.

porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Co 10.4-5).

Así que, no luches con tus fuerzas, sino con tu fe. Permite que la lectura y meditación de la Biblia y la oración fortalezcan tu fe y tu voluntad para así actuar y manifestar las obras de justicia que Dios preparó de ante mano para que anduvieras en ellas (Efe 2.10).

Pero sin fe [sin creerle a Dios, creyendo Su Palabra] es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).

Sólo mediante la fe, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra, podrás vencer y manifestarte como un(a) Hijo(a) del Rey para agradar a tu Padre celestial.

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá  (Ro 1.16-17).

Esta es la clave para la buena batalla de la fe: En el Evangelio, en las Buenas Nuevas de Jesucristo, la justicia de Dios se revela por creerle a Dios, creyendo Su Palabra, y para creerle a Dios, creyendo Su Palabra, como está escrito: Más el justo por creerle a Dios, creyendo Su Palabra, vivirá.

Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado (Ro 14.23).

La Escritura es determinante en esto: Los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo sólo pueden vivir por fe.

Por lo tanto, de acuerdo a la Biblia, cualquier cosa que hagas y que no la puedas respaldar con la Palabra de Dios, es pecado ya que no puedes hacerla por fe.

El pecado y la carne tendrán lugar en tu vida mientras sigas luchando en su contra en lugar de creer y aceptar lo que la Palabra de Dios dice al respecto. Creerle a Dios significa creer y aceptar que Jesús ya venció al pecado y a la muerte y te hizo libre de ello y por lo tanto, ni el pecado ni la muerte forman parte de tu NUEVA NATURALEZA.

Desde luego afirmo que esto no se trata, como algunos piensan, de una mal entendida supergracia o superfe que te permita pecar y salir impune. ¡No! ¡Nada de eso!

¡Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará!

Se trata más bien de creer quién ahora tú eres en cristo Jesús: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, Nacido(a) del Espíritu y por lo tanto, se trata de creer que ahora ERES ESPÍRITU y no carne.

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua [de la Palabra de Dios] y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Jn 3.5-6).

Ahora estás en Cristo y eres nueva creatura. Tu Nueva Naturaleza es totalmente diferente a la que tenías antes de aceptar a Jesucristo como tu Señor y Salvador. Satanás tratará siempre de convencerte con sus mentiras para que creas que sigues siendo el (la) mismo(a) pecador que antes eras. Pero eso sería contrario a lo que la Biblia enseña.

Los que se dejan dominar por su naturaleza pecaminosa, solo piensan en cómo complacer a su propia naturaleza; pero los que viven conforme al Espíritu Santo, piensan en las cosas propias del Espíritu. Porque la intención del Espíritu es vida y paz; en cambio, la intención de la naturaleza pecaminosa es muerte, porque la intención de la naturaleza pecaminosa es rebeldía contra Dios: nunca ha obedecido a la ley de Dios ni nunca podrá obedecerla. Por eso, los que viven sometidos al dominio de su propia naturaleza pecaminosa jamás podrán agradar a Dios. Pero vosotros no vivís conforme a esa naturaleza, sino que estáis bajo el dominio del Espíritu, si es que verdaderamente el Espíritu de Dios habita en vosotros (digo esto para recordaros que quien en su interior no tenga el Espíritu de Cristo, no es de Cristo) (Ro 8.5-9 CST).

El hecho de que estés leyendo este devocional es prueba más que suficiente que tú no eres carnal, sino espiritual. La Verdad es que tú no estás conforme con los apetitos de la carne sino que buscas y anhelas las manifestaciones del Espíritu cada día de tu vida.

Los pecadores pecan, eso es lo que saben hacer y les gusta hacer. Pero tú, por haber creído en Jesús, has Nacido de Nuevo y no de una semilla corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre.

Es la mismísima Palabra de Dios la que te ha habilitado con la fe necesaria para resistir las obras de la carne y establecer tu victoria sobre el pecado (la victoria que Cristo Jesús ganó para ti). Como dice la escritura:

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;  no por obras, para que nadie se gloríe.  Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Ef 2.8-10).

Así que, no te engañes a ti mismo(a), Dios no puede ser burlado, CUALQUIERA que siembre para la carne, de la carne va a cosechar corrupción. Sin embargo, CUALQUIERA que siembra para el Espíritu, en fe, creyéndole a Dios y a Su Palabra, recibirá Vida Eterna y Vida abundante.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, cuando caemos nos levantamos, pues si pecamos, en lugar de alejarnos de Dios, corremos hacia Él; NOS ARREPENTIMOS, confesamos nuestros pecados y fiel y JUSTO es Él para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1.9).

Tú no eres un(a) pecador(a) salvo(a) por gracia, eso sería un disparate; o eres salvo(a) o eres pecador(a). Como ya dijimos, los pecadores pecan, eso es lo que saben y les gusta hacer.

No te dejes engañar, usa tu fe y decídete a vivir creyendo que eres ese(a) Hijo(a) de Dios que la Biblia dice que eres y, entonces es seguro que estarás sembrando para el Espíritu.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, muchas gracias porque en Tu Palabra, las Palabras que han salido de Tu boca, me has declarado Hijo(a) Tuyo(a) por medio de la fe en Cristo Jesús. Gracias, Señor Jesús, porque Tu sacrificio fue completo, perfecto y acabado. No quedó nada pendiente. He sido justificado(a) en Tu Sangre y por Tu Vida yo he recibido la Vida Eterna, la Vida plena y abundante que sólo pueden disfrutar los Hijos de Dios. Gracias porque Tu Palabra, la Biblia, me da la facultad para que, en cuanto a la pasada manera de vivir, yo me despoje del viejo(a) hombre(mujer),  que está viciado conforme a los deseos engañosos, y me renueve en el espíritu de mi mente, y vestirme del nuevo hombre(mujer),  creado según Dios  en la justicia y santidad de la Verdad. Así que, hoy vengo a Ti, Abba, Padre; de todos mis pecados me arrepiento y te pido perdón, he fallado y esto es algo que no quiero hacer más. Espíritu Santo, límpiame de toda maldad; ayúdame a creer que soy ese(a) Hijo(a) Tuyo(a) creado en justicia y santidad de la verdad, pues con mi fe, nada de ese(a) viejo(a) hombre(mujer) se volverá a manifestar en mi vida. La Ley del espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte. Dios, yo soy lo que Tú dices en Tu Palabra que soy: Tu Hijo(o) amado(a). Por lo tanto, sé que sé, y así lo declaro, en todo problema, enfermedad o aflicción, soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir firme con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeto(a) al yugo de esclavitud! Así que, con esta autoridad que Tú me has dado, Padre,  resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 3                                  Gal 6   /  Ez 2-3  /  Sal 149


Cápsula del día.






Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 3                                  Gal 6   /  Ez 2-3  /  Sal 149

 

Gálatas 6

6

1Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. 3Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. 4Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; 5porque cada uno llevará su propia carga.

6El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye.

7No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. 10Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

Pablo se gloría en la cruz de Cristo

11Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano. 12Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo. 13Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne. 14Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. 15Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. 16Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.

17De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.

Bendición final

18Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén. [1]

 

   

Ezequiel 2-3

Llamamiento de Ezequiel

2

1Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo. 2Y luego que me habló, entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba. 3Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. 4Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor. 5Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos. 6Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde. 7Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes. 8Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.

9Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro. 10Y lo extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás;a y había escritas en él endechas y lamentaciones y ayes.

3

1Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. 2Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. 3Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.a

4Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras. 5Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel. 6No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran. 7Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón. 8He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes. 9Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde. 10Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos. 11Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar.

12Y me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar. 13Oí también el sonido de las alas de los seres vivientes que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido de gran estruendo. 14Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí. 15Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos.

El atalaya de Israel

(Ez. 33.1–9)

16Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 17Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. 18Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. 19Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. 20Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano. 21Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma.

El profeta mudo

22Vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo. 23Y me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro. 24Entonces entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y me habló, y me dijo: Entra, y enciérrate dentro de tu casa. 25Y tú, oh hijo de hombre, he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te ligarán, y no saldrás entre ellos. 26Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende; porque son casa rebelde. 27Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera oír, no oiga; porque casa rebelde son.[2]

 

       

SALMO 149

 

Exhortación a Israel, para que alabe a Jehová

Aleluya.

     1     Cantad a Jehová cántico nuevo;

Su alabanza sea en la congregación de los santos.

     2     Alégrese Israel en su Hacedor;

Los hijos de Sion se gocen en su Rey.

     3     Alaben su nombre con danza;

Con pandero y arpa a él canten.

     4     Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo;

Hermoseará a los humildes con la salvación.

     5     Regocíjense los santos por su gloria,

Y canten aun sobre sus camas.

     6     Exalten a Dios con sus gargantas,

Y espadas de dos filos en sus manos,

     7     Para ejecutar venganza entre las naciones,

Y castigo entre los pueblos;

     8     Para aprisionar a sus reyes con grillos,

Y a sus nobles con cadenas de hierro;

     9     Para ejecutar en ellos el juicio decretado;

Gloria será esto para todos sus santos.



[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gl 5.26-6.18

a 2.9–10: Ap. 5.1.

a 3.1–3: Ap. 10.9–10.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez 1.28-3.27

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