jueves, 16 de julio de 2020

¿Qué poder tienes tú para hacer frente a tus circunstancias?









16 de Julio



¿Qué poder tienes tú para hacer frente a tus circunstancias?


¡Ser Hijo(a) del Reino de Dios!
Por Riqui Ricón*
Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder (1 Co 4.19-20).
En una ocasión, los fariseos le preguntaron a Jesús, cuándo había de venir el reino de Dios, y Él, claramente les enseñó: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros (Luc 17.20-21).
Así que, este reino de Dios que no consiste en palabras sino en poder ya está entre nosotros. Este reino no es un lugar físico sino un orden de gobierno divino al cual sólo se puede acceder con la Vida Nueva que Jesús compró para ti por medio de Su muerte y de Su  resurrección.
El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo (Mat 13.38).
En todas las épocas en la historia de la Iglesia ha habido creyentes que, ignorando las Escrituras y el poder de Dios, se confunden en sus propias mentes, se extravían del propósito de su redención olvidando quiénes son en Cristo Jesús y comienzan argumentar la Palabra de Dios para establecer posturas y cuerpos doctrinales. De éstos, Pablo se refirió como a los que examinaría para ver si son Hijos del Reino y tienen poder o sólo tienen puras palabras.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Jn3.3-6).
La única forma de participar en el Reino de Dios es a través del Nuevo Nacimiento. La buena noticia es que tú ya eres un(a) Hijo(a) del Reino. Por la muerte y resurrección de Jesucristo has sido justificado(a) y santificado(a) para, por obra del Espíritu Santo, Nacer de Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios.
Lo nacido de la carne, carne es, mas ahora tú has Nacido del Espíritu de Dios y no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Cuando recibiste a Jesús como tu Señor y Salvador naciste de Nuevo. Ahora eres nueva creatura y TODAS las cosas viejas pasaron. ¡Tienes por delante una Vida TOTALMENTE Nueva!
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
La vida en el Reino es esa rica y poderosa vida espiritual que goza todo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Es la Vida Eterna!
¡Es la Vida plena y abundante que Jesús compró para ti!
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Es con la conciencia de esta identidad (sabiendo quién tú eres ahora en Cristo Jesús), que puedes alcanzar la libertad y la victoria que te da el Poder del Espíritu de Dios. Esto es así, pues el Nuevo Nacimiento incluye la promesa del Padre, el Espíritu Santo, la cual, dijo Jesús, oíste de mí.
Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre,  la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días… pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hch 1.4-5, 8).
Lamentablemente algunos creyentes piensan de este Poder como algo externo a ellos mismos, como un poder que se puede usar para hacer algún tipo de milagros, como las sanidades y la liberación de demonios.
»Vienen días en que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. —Palabra del Señor (Jer 31.31 RVC).
Lo asombroso en todo esto, en este Nuevo Nacimiento, es que este Poder no es algo sino alguien: es el Espíritu Santo de Dios viviendo en ti y contigo, para así dar cumplimiento a la promesa que el Padre hizo del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.
porque esto es mi sangre que establece el nuevo pacto entre Dios y su pueblo. Es derramada para perdonar los pecados de mucha gente (Mat 26.28 PDT).
Estar lleno del Espíritu Santo es tener la Unción del Santo quién, sin importar que las circunstancias de tu vida sean totalmente adversas, te habilita para vivir una Vida Plena, una Vida llena de Poder, Libertad y Victoria.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).
Es, precisamente, el Espíritu Santo quien te da la certeza de que ahora eres Hijo(a) amado(a) de Dios y nada ni nadie te podrán separar de Su Amor.
Ahora, sabes que sabes, que Él no te ha dejado ni te dejarás; que mayor es Él, que está contigo, que el que está en el mundo.
Ahora, eres Hijo(a) del Reino y el Poder del Espíritu Santo te respalda, sabiendo que todo lo puedes con la Unción de Cristo Jesús y que en todas las cosas, sí, en TODAS LAS COSAS, siempre saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te Ama, Cristo Jesús.
¡Esta es la Palabra de Dios dada por el Espíritu de Dios! ¡Este es el Poder del Reino!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en esta hora quiero agradecer Tu Gran Amor para conmigo, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo. Señor Jesús, gracias por la Vida Nueva que compraste para mí. Gracias porque no es una vida común y corriente. Por ti, Señor Jesús, ahora puedo gozar la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Tengo Vida de Reino! ¡Tengo Vida de Poder! Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Leer de esto en Tu Palabra, la Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace libre. ¡Tengo entendimiento y resplandezco como el resplandor del firmamento! Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Por lo tanto, amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están en Tu Palabra son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona que Tú dices que soy. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Julio          16                        1 Co 4  /  1 R 17  /  Am 1












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