lunes, 22 de julio de 2013

¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí?

 
Jueves 18 de Julio de 2013.
¡Soy Hijo(a) del Rey!
Por Riqui Ricón*
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres (1 R 19.4).
No obstante las grandes victorias que hemos experimentado en nuestra vida con el Señor Jesús, es realmente curioso como muchas veces, al igual que Elías, nos dejamos atrapar por el desánimo y la depresión. ¿A qué se debe esto?
Primero, no debes olvidar que la Biblia, la Palabra de Dios, te enseña claramente que tú te encuentras en plena guerra.
Sed sobrios y velad para que no os sorprendan los ataques de ese gran enemigo vuestro que es el diablo, el cual, como un león rugiente, anda dando vueltas en busca de alguien a quien devorar (1 P 5.8 CST).
Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos (1 Ti 6.12 NVI).
"Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente (Jn 10.10 BLS).
Las 24 horas del día, los sesenta minutos de cada hora y los 60 segundos de cada minuto, tu adversario, el diablo, está buscando la forma de anularte y destruirte.
Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo (Jn 17.14-16).
Ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no eres de este mundo y, aunque a ti no te guste, hay toda una guerra dispuesta contra ti.
El SEÑOR es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El SEÑOR es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de temblar? Cuando los malvados vengan a devorarme, cuando mis enemigos y adversarios me ataquen, tropezarán y caerán. Aunque un ejército poderoso me rodee, mi corazón no temerá. Aunque me ataquen, permaneceré confiado (Sal 27.1-3 NTV).
Segundo, el verdadero problema se presenta cuando vienen nuevos o mayores problemas y tú te has olvidado de mantener tu mirada, y tu fe, constante y consistentemente en Jesús y en Su Palabra. Esto te debilita en la fe, ya que fe es estár constantemente creyendo a Dios, creyendo Su Palabra.
Ahora pues, la fe viene por escuchar, por escuchar atentamente la palabra de Dios (Ro 10.17 SyE)
Dado que la Biblia establece que la fe viene por oir atentamente la Palabra de Dios, entonces, si descuidas la lectura y meditación de la Biblia le das oportunidad a tu adversario, el diablo, para amedrentarte con las apariencias de las dificultades que estés enfrentando el día de hoy.
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios (Mat 14.28-33).
Nota que Pedro ya caminaba sobre las aguas para ir a Jesús. Él había confiado, creído, en la Palabra de Jesús cuando éste le dijo “ven” y por eso comenzó a experimentar la misma Verdad que su Señor y Maestro. PERO, cuando puso su atención en las circunstancias, entonces permitió que el espíritu de temor le robara la fe que manifestó al decir: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Jesús sólo dijo, ven y Pedro creyó. Sin embargo, al parecer, su declaración no fue suficiente, pues al quitar sus ojos de Jesús y considerar lo que veía con sus ojos y escuchaba con sus oídos, tuvo miedo y comenzó a hundirse.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Al igual que antaño, hoy en día muchos creyentes están demasiado acostumbrados a conducir sus vidas por medio de lo que ven o sienten en lugar de hacerlo por fe (creerle a Dios, creyendo Su Palabra). De este modo, cuando se presentan los problemas y vicisitudes de la vida se ven abrumados por la preocupación y el temor a tal grado que, efectivamente, pueden darle lugar al desánimo y a la depresión.
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables (2 Co 5.6-9).
Me llama la atención que en ese episodio de la vida de Elías, Dios no lo consintió, ni lo apapachó por sentirse como se sentía, sino que lo fortaleció en su espíritu (fue un ángel quien le tocó y le alimentó), y le dijo: anda, levántate y vuélvete por tu camino para hacer esto, esto y esto otro.
Satanás siempre tratará, por todos los medios que tenga a su alcance, de anular tu fe (que no le creas a Dios, creyendo Su Palabra). Se valdrá de tus sentidos y emociones para inspirarte temor por medio de las circunstancias que te rodeen y luego utilizará la condenación por causa de tus faltas y pecados con el propósito exclusivo de que caigas en el error de olvidarte quien ahora tú eres en Cristo Jesús: ¡Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Co 6.9-11).
Si te das cuenta, tu confianza, tu certeza, tu fe, debes ponerla en lo que Dios ha dicho en Su Palabra acerca de ti y no en la forma cómo te ves a ti mismo(a), ni en la forma cómo te sientes contigo mismo(a).
porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra de Dios (1 P 1.23 CST).
Entonces, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, tú eres ya un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no de una simiente corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Esto no quiere decir que, como Hijo(a) de Dios, puedes pecar y olvidarte de la santidad (sin la cual NADIE vera a Dios). ¡No! ¡Nada de eso! Es todo lo contrario. Ahora sabes perfectamente quién eres tú y lo que Dios dice acerca de ti. ¡Tienes identidad! Ahora crees, hablas y actuas para manifestar esa justicia, santidad y perfección que Él ya puso en ti al decretarlo con Su Palabra. ¡Sólo tienes que creerlo!
Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado (He 10.11-18).
Por esto, como Hijo(a) del Rey, ya no tratas de alcanzar la santidad como algo que no tienes (eso es lo que el diablo pretende que creas), sino que ahora crees que tienes todo lo que Dios dice en Su Palabra que eres: justo(a), santo(a) y perfecto(a). Pues, además, si Dios lo dice, entonces, es la verdad y por lo tanto puedes vivir como justo(a), santo(a) y perfecto(a).
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
Así que, echa fuera de tu vida todo desánimo o depresión. ¡Ahora estás en Cristo! Dios es contigo, y si Dios es contigo, ¿Quién contra ti?
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en Tu Palabra puedo notar el gran Amor con que me has amado, pues aún estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste vida juntamente con Cristo. Gracias Señor por esta Vida Nueva que me has dado. Me creaste de Nuevo en justicia y santidad de la verdad. Creo y recibo este gran Amor. Creo y recibo a Jesús como mi Señor y Salvador. En Ti, Jesús, tengo vida eterna, vida abundante. Me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejar que las aflicciones del mundo me infundan temor pues yo no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor sino que he recibido el espíritu de adopción y te puedo decir a Ti, Dios, Abba, Padre. ¡Soy Hijo(a) del Rey! Nada ni nadie me pueden derrotar pues en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. Padre, cómo no agradecerte Tu Amor tan grande y sublime, pues me has escogido, redimido y renovado como Hijo(a) Tuyo(a). Tengo Tu Palabra de Honor y sé que he llegado a mi destino. Ahora estoy más que dispuesto(a) a utilizar la fe perfecta que ya tengo por Tu Palabra, para cumplir mi propósito en esta tierra: ser luz en medio de las tinieblas como embajador de Jesucristo dondequiera que esté y como quiera que esté, pues no tengo la más mínima duda que, ante todo problema, enfermedad o adversidad, yo, ______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. No recibo el espíritu de temor, ni la duda que genera, sino que recibo el espíritu de adopción por el cual te puedo decir Abba, Padre, Papá, Papito. Por Tu Palabra, la Biblia, estoy seguro(a) de quién ahora yo soy gracias a Jesús: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Y soy Nacido(a) de Nuevo, no de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Recibo Tu paz que sobrepasa todo entendimiento y me lleno con Tu Amor para vivir esta vida llena de gozo, que Tú has destinado para mí. Por lo tanto, voy a manifestar, con mi vida, la libertad gloriosa que sólo YO Tu Hijo(a) puedo tener. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 18 1 Co 6 / 1 R 19 / Am 3.1-4.3



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