miércoles, 14 de marzo de 2012

¡Cómo puedes agradar a Dios, hoy!

 
Miércoles 15 de Febrero de 2012.
¡Tú vives por fe!
Por Riqui Ricón*
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve... Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía... Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.1, 3, 6).
Cuando, al conversar con creyentes, acerca de la fe, les hago notar que TODO aquello que no se hace con fe es pecado, casi siempre muestran gran consternación y sorpresa, rebatiéndome con preguntas y argumentos como: “esto no es posible Riqui Ricón, ya parece que vamos a estar pendientes de nuestra fe cada segundo que vivamos”; “¿cómo piensas que Dios quiera eso de nosotros, creer a cada instante?” “¿No estarás sobre espiritualizando las cosas, mira que en la iglesia está bien, es lo que se supone que debemos hacer, pero, creer a cada momento en nuestra vida diaria?”
¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado (Ro 14.22-23).
Pensar que la fe es una actitud espiritual para ser adoptada dentro de las actividades de la iglesia como cultos, reuniones de oración, pláticas con el pastor y, ocasionalmente, alguna reunión con otros cristianos, sólo te colocará en total desventaja para cumplir el plan y propósito de Dios para tu vida. Y éste es, una vida en Su Plenitud, una vida abundante llena de gozo, paz y victoria: la Vida Eterna de un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Siendo honesta(o) con Dios y contigo misma(o), pregúntate, ¿hace cuánto tiempo que no experimento un gozo verdadero? ¿Hace cuánto que no disfruto de una victoria perdurable? ¿Hace cuánto que no tengo paz en mi corazón? Si el ladrón sólo viene a hurtar y a matar y a destruir y Jesús ha venido a mí para darme una vida abundante, ¿cuál es la razón por la que esa vida abundante se me escapa continuamente? Te puedo asegurar, si este es tu caso, que la respuesta a todas estas preguntas es la misma: no estás viviendo por fe. Y te es necesario vivir por fe, pues, el justo por su fe vivirá (Ha 2.4; Ro 1,17; Ga 3.11; He 10.38).
¿Qué es la fe? Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Pero, ¿cómo puedes estar seguro de algo que no ves? ¿Cómo puedes estar convencido de que recibirás lo que estás esperando? Digo, tienes en tu mano el dictamen médico, o te acaban de entregar la demanda, o se fue tu hija de la casa, o acabas de pelearte con tu esposa, ¿cómo puedes llamar las cosas que no son, si tienes toda la evidencia de lo que sí son? Me gusta esta pregunta porque su respuesta es hermosamente sencilla: a pesar de toda evidencia y su contundencia, puedes estar segura(o) de lo contrario (de aquello que no ves), si Dios lo ha dicho.
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Núm 23.19-20).
Dios es el Todopoderoso y no hay nada imposible para Él, excepto mentir. Toda palabra que sale de la boca de Dios tiene el poder, en sí misma, para hacerse cumplir, pues, es Palabra de Dios.
Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8.5-10).
Así que, efectivamente, tú puedes tener hoy la certeza de lo que estás esperando y la convicción de aquello que aún no ves. Sin importar la gravedad del asunto, enfermedad o problema, basta que tengas una Palabra del Señor y un milagro sucederá.
Recuerda siempre que, por Cristo Jesús, tú eres un(a) Hija(o) de Dios y si tu Padre lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
Fe es creerle a Dios, creerle a Su Palabra, la Biblia. Creerle de tal modo que ahora puedes llamar las cosas que no son como si ya fueran (Ro 4.17). Fe es entender que la Palabra de Dios es completa, eterna e infalible; que JAMAS serás avergonzada(o) por haber confiado en la Biblia (Sal 119.42), pues TODO lo que existe, sea visible o invisible, tiene su origen en la Palabra de Dios, de modo que esa Vida Plena y Abundante que se te ha prometido, vendrá a ser substancia material de aquello que aún no ves.
Cuando entiendes que al Nacer de Nuevo has recibido Vida Eterna y esto significa vivir por siempre o, mejor dicho, NUNCA MORIR, entonces, el cómo y el cuándo del cumplimiento de las promesas pasa a segundo término, pues, sabes que sabes, que el cielo y la tierra pasarán más Sus Palabras no pasarán.
Entonces, si, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, tú eres justa(o), hecha(o) justicia de Dios, claro que puedes vivir por fe cada instante de tu vida, agradando con esto a Dios, tu Padre, esperando paciente, constante y persistentemente, TODO AQUELLO que Él ya te ha prometido en Su Palabra.
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió (He 10.23).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero agradarte con mi fe, pues en verdad creo que eres el creador del universo, de todo lo visible y de lo invisible. Creo que me amas tanto que preferiste entregar a Tu propio Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Creo y recibo este Tu gran Amor con que me amas. Gracias, Señor Jesús; por lo que hiciste al morir en esa cruz y resucitar, yo tengo la Vida Eterna. Me has hecho un(a) Hija(o) de Dios. Sé que, que, aunque yo estaba muerta(o) en mis delitos y pecados, por este Tu Gran Amor con que me has amado, me diste Vida juntamente con Cristo Jesús; por Tu Gracia soy salva(o) por medio de la fe, y aún ésta última no es mía sino que es un regalo Tuyo. ¡Cuán Grande y Hermoso Eres mi Señor! ¡Cuán maravilloso es Tu Amor por mí! En esta hora me pongo de acuerdo con Tu Eterna e Infalible Palabra para creer y declarar que, por el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, creo y recibo mi sanidad. Me declaro libre de toda dolencia y enfermedad. Hablo salud y bienestar a cada célula, tejido, órgano y sistema de mi ser. Rechazo todo miedo, pues yo no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy puedo decir, Abba, Padre. Pongo mis ojos, emociones y sentimientos en Ti, Señor Jesús, quien eres el autor y consumador de mi fe. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichosa(o) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. Gracias porque por Tu Palabra, la Biblia, sin lugar a dudas, soy y recibo todo esto que he declarado delante de Tu Presencia. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 15                             Heb 11.1-22 /  Ex 13-14 /  Pro 5

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