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martes, 6 de diciembre de 2011

¡Aquí el secreto para que no te vuelvan a engañar!

Sábado 3 de Diciembre de 2011.
¡No te pueden engañar!
Por Riqui Ricón*
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Ga 6.7-8).
Hay quienes piensan que la única forma de vencer al pecado es resistiendo las obras de la carne, pues de no hacerlo así significaría perder la salvación y, por consiguiente, perder la nueva naturaleza que Dios nos obsequió con la muerte y resurrección de Su Hijo Jesús.
Piensan que no es suficiente con CREER que el precio que se pagó en esa cruz fue suficiente y completo; que no es suficiente con CREER que la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús YA nos HA HECHO libres de la ley del pecado y de la muerte y que es necesario, a toda costa, resistir al pecado y no darle lugar a la carne.
Aunque esta forma de pensar parece la correcta y hasta teológicamente bien orientada, pensar así es, precisamente lo opuesto; es darle lugar a la carne y darle lugar permanente al pecado en tu vida. El engaño estriba en luchar contra la carne y contra el pecado con tus fuerzas y voluntad y no con tu fe.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá  (Ro 1.16-17).
Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado (Ro 14.23).
Por lo tanto, cualquier cosa que hagas y que no la puedas respaldar con la Palabra de Dios, la Biblia, es pecado, ya que no puedes hacerla por fe.
El pecado y la carne tendrán lugar en tu vida mientras sigas luchando en su contra en lugar de creer la Palabra de Dios. Creerle a Dios que Jesús ya venció al pecado y a la muerte y te hizo libre de ello y, por lo tanto, no forman más parte de tu NUEVA NATURALEZA.
Desde luego afirmo que no se trata, como algunos piensan, de una super gracia o super fe que te permita pecar y salir impune. ¡No! ¡Nada de eso! Se trata de creer quién ahora tú eres en cristo Jesús: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, Nacida(o) del Espíritu y, por lo tanto, ERES ESPÍRITU y no carne.
Por haber creído en Jesús y en la Palabra de Dios, tienes esa semilla espiritual que es tu fe. Como dice la escritura: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;  no por obras, para que nadie se gloríe.  Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Ef 2.8-10).
Así que, no te engañes a ti misma(o), Dios no puede ser burlado, CUALQUIERA que siembre para la carne, de la carne va a cosechar corrupción. Sin embargo, CUALQUIERA que siembra para el Espíritu, en fe, creyéndole a Dios y a Su Palabra, recibirá vida eterna y vida abundante.
Los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, cuando caemos nos levantamos, pues si pecamos, en lugar de alejarnos de Dios, corremos hacia Él; NOS ARREPENTIMOS, confesamos nuestros pecados y fiel y JUSTO es Él para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1.9).
Tú no eres un(a) pecador(a) salva(o) por gracia; o eres salva(o) o eres pecador(a). Los pecadores pecan, eso es lo que saben, y les gusta, hacer. No te dejes engañar, usa tu fe y decídete a vivir creyendo que eres esa/ese Hija(o) de Dios que la Biblia dice que eres y, entonces, seguro que estarás sembrando para el Espíritu.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, muchas gracias porque en Tu Palabra, las Palabras que han salido de Tu boca, me ha declarado Hija(o) Tuya(o) por medio de la fe en Cristo Jesús. Gracias, Señor Jesús, porque Tu sacrificio fue completo y acabado. No quedó nada pendiente. He sido justificada(o) en Tu Sangre y por Tu Vida yo he recibido la Vida Eterna, la Vida plena y abundante que sólo pueden disfrutar los Hijos de Dios. Gracias porque Tu Palabra, la Biblia, me da la facultad para que, en cuanto a la pasada manera de vivir, despojarme del viejo(a) hombre(mujer),  que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovarme en el espíritu de mi mente, y vestirme del nuevo hombre(mujer),  creado según Dios  en la justicia y santidad de la verdad. Así que, hoy vengo a Ti, Abba, Padre; de todos mis pecados me arrepiento y te pido perdón, he fallado y esto es algo que no quiero hacer más. Espíritu Santo, límpiame de toda maldad; ayúdame a creer que soy ese(a) Hija(o) Tuya(o) creado en justicia y santidad de la verdad, pues con mi fe, nada de ese(a) viejo(a) hombre(mujer) se volverá a manifestar en mi vida. La Ley del espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte. Dios, yo soy lo que Tú dices en Tu Palabra que soy: Tu Hija(o) amada(o); más que vencedor(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
                                                                                   
Diciembre 3                                       Gal 6   /  Ez 2-3  /  Sal 149

lunes, 5 de diciembre de 2011

Siendo como soy, ¿cómo puedo dar fruto en mi vida?


Viernes 2 de Diciembre de 2011.

¡Nacida/Nacido del Espíritu!

Por Riqui Ricón*

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley (Ga 5.22-23).

La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, dice que TODO AQUEL que cree que Jesús es el Cristo es NACIDO DE DIOS (1 Jn 5.1). Por lo tanto, si tú crees que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Salvador que murió en la cruz para pagar todos tus pecados, entonces, la Biblia se está refiriendo a ti; tú eres esa(e) Nacida(o) de Dios.

Se habla, aquí, del Nuevo Nacimiento; aquel Jesús le enseñó a Nicodemo cuando le dijo: el que no naciere del Espíritu no podrá entrar al reino de Dios, lo nacido de la carne, carne es y lo nacido del Espíritu, espíritu es (Jn 3.5-6).

Al parecer, de acuerdo a lo que Jesús enseñó, es de suma importancia que entiendas y reflexiones en que, por haber creído en Jesús, tú eres Nacida(o) de Nuevo y que, éste, tu Nuevo Nacimiento, fue espiritual. Así que, ahora tú eres espíritu engendrado de nuevo no de una semilla corruptible sino de una incorruptible que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

¡Has Nacido del Espíritu Santo por la Palabra de Dios!

Aquí es dónde la Biblia tiene que dejar de ser un mero libro de instrucción religiosa para comenzar a ser lo que realmente es, lo que tú dices que es: ¡la Palabra de Dios! ¡La Verdad!

En la Biblia están las Palabras que han salido de la boca de Dios y, por lo tanto, se van a cumplir todas.

Ahora bien, al comprender que ahora eres Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo por el Espíritu Santo, recibe esa identidad que te permite darte cuenta que tú misma(o) eres el fruto del Espíritu. Pon atención, pues no dice los frutos sino el fruto, en singular, y es, precisamente, en tu nueva naturaleza donde está latente ese fruto que sólo tienes que desarrollar por medio de tu fe.

¿Cómo se logra esto? ¡Fácil! Solamente tienes que saber:

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella (Gen 3.1-6).

No necesitas gran revelación para darte cuenta que Adán y Eva cayeron porque, después de haber ESCUCHADO a Satanás, ya no sabían quién decía la Verdad, ¿la serpiente o Dios? No sabían a quién CREER, ¿a la serpiente o a Dios? Y al poner su vista en la realidad de sus circunstancias, pues el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría, tomaron la peor decisión: decidieron NO CREER la Palabra de Dios para creer la mentira.

Si te das cuenta, el pecado original no fue la desobediencia. Lo que le dio origen al miedo, a la muerte y al desastre de vida que antes vivías, fue el no haberle creído a Dios. Esto, la incredulidad, es lo que da a luz la desobediencia y todo lo demás se desarrolla por sí mismo por la ley del pecado y de la muerte.

Entonces, ¿cómo puedes desarrollar una Vida Nueva, plena y abundante? ¡Fácil! Solamente tienes que creerle a Dios y a Su Palabra; creer que en Verdad ERES la persona que Dios dice, en Su Palabra, que ahora tú eres: Su Hija(o); NACIDA(O) DE NUEVO, nacida(o) del Espíritu Santo, quién es Dios, y, por lo tanto, el amor de Él, el gozo de Él, la paz de Él, la paciencia, la bondad, la benignidad, la FE, la mansedumbre y la templanza, todas de Él, ya están dentro de ti.

Deja de escuchar la realidad de tus circunstancias que te quieren convencer a que creas que eres la misma persona fracasada, perdedora, débil, insignificante, mala y pecadora que antes eras. ¡No! ¡Nada de eso! ¡No escuches más esas mentiras!

La circunstancias no pueden cambiar la Verdad, pero la Verdad siempre cambiará tus circunstancias y la Verdad es que tú eres la persona que Dios dice que eres: Su Hija(o) Amada(o), llena(o) del Espíritu Santo.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.7).

Después de todo, Él te creó de nuevo ¿no es así?

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, gracias al Amor con que me has amado hoy puedo declarar con toda certeza que yo, ________________(dí tu nombre aquí), soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. He Nacido de Nuevo no de una simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es Tu Palabra, mi Dios. De ninguna manera soy un(a) fracasada(o), ni perdedora(o), ni débil, ni insignificante, ni mala persona, ni pecadora(o). Todo lo contrario, yo, ________________(dí tu nombre aquí), soy llena(o) de Amor, de gozo, de paz, soy paciente, bondadosa(o), benigna(o), estoy llena(o) de Fe, mansedumbre y templanza. ¡Soy Hija(o) del Dios Vivo y Verdadero! ¡Todo lo puedo en Cristo! ¡Mayor es el Espíritu Santo, que vive en mí, que cualquiera que está en el mundo! ¡Ante toda enfermedad, aflicción o pecado, soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacida(o) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y respiro conforme al espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Estoy decidida(o), con Tu ayuda, Espíritu Santo, estoy firme con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeta(o) al yugo de esclavitud! En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

                                                                                   

Diciembre 2                                       Gal 5.16-26   /  Ez 1  /  Sal 148

viernes, 2 de diciembre de 2011

¿Cómo hacer que Dios se deleite?

Jueves 1 de Diciembre de 2011.
¡Dios se deleita!
Por Riqui Ricón*
Cantad a Jehová con alabanza, Cantad con arpa a nuestro Dios. El es quien cubre de nubes los cielos, El que prepara la lluvia para la tierra, El que hace a los montes producir hierba. El da a la bestia su mantenimiento, Y a los hijos de los cuervos que claman. No se deleita en la fuerza del caballo, Ni se complace en la agilidad del hombre. Se complace Jehová en los que le temen, Y en los que esperan en su misericordia (Sal 147.7-11).
¿Sabías que a Dios se le puede complacer, que se le puede agradar? Antiguamente pensaban que a Dios le complacían la sangre de los sacrificios y las ofrendas quemadas. Hoy en día, aún hay personas que piensan que haciendo algún tipo de sacrificio, en su economía, en sus personas u ofreciendo el sufrimiento que produce alguna tragedia o enfermedad, pueden, de esa forma, agradar a Dios.
¡Nada más lejano a la Verdad que eso! Cuando el rey Saúl pretendió agradar a Dios con sus sacrificios en lugar de obedecer Su Palabra, sólo recibió el rechazo y la destitución de su cargo.
Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey (1 S 15.22-23).
Dios no se deleita en la fuerza del caballo ni se complace en la agilidad del hombre, ni siquiera es la alabanza y la adoración lo que realmente le agrada; como si Él, el todopoderoso, tuviera la necesidad de ser adorado por sus criaturas. Solamente una cosa complace a Dios y ésta se nos muestra en la Escritura:
No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad (3 Jn 4).
Cuando Dios escucha que tú caminas en la Verdad, la cual es Su Palabra, la Biblia, Él se goza, ya que esto, precisamente, es la fe: creerle a Dios, creerle a Su Palabra.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Así es, mi amada(o), tu fe es lo que complace y deleita a tu Padre celestial. Cuando tú decides creer que eres la persona quien Él dice que eres, Su Hija(o) amada(o), entonces comienzas a complacer y deleitar a Dios.
Por más victoriosa(o) que tú puedas salir de las aflicciones, Dios no se deleita al verte sumergida(o) en problemas o enfermedades, esperando a ver si los resuelves. ¿Qué clase de Padre sería Él? ¡No! Dios se deleita al mirarte encarar la vida con amor, gozo y paz. Dios se deleita cuando tú tienes la certeza de ser un(a) Hija(o) amada(o), capaz de salir más que vencedor(a) en todas las cosas. En fin, Dios se deleita al notar que has creído Su Palabra y vives en ella.
No es algo que tú tengas o que puedas hacer lo que agrada a Dios, sino lo que tú ahora eres en Cristo Jesús.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NIV).
Cuando de todo tu corazón salen por tu boca palabras llenas de certeza como: todo lo puedo en Cristo que me fortalece; soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús; mayor es el que está en mí que el que está en el mundo; si Dios es conmigo ¿quién contra mí? Etc. ¡Entonces es que Dios se deleita en ti!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, quiero decirte este día que creo y recibo todo lo que hiciste conmigo por Amor a mí. Quiero que te deleites con mi fe. Yo te creo, creo a Tu Palabra, la Biblia, y he decidido vivir agradándote, mi Dios. Jesús, Tú eres mi Señor, Rey y Salvador. Todo lo que ahora soy, lo soy gracias a Ti. Por Tu Sangre he sido justificada(o); en Tu muerte Dios me ha perdonado y por Tu resurrección me has dado Vida Eterna. ¡Por la Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me has hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre! Así que, con toda autoridad, resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
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Diciembre 1                                       Gal 5.1-15   /  Lam 5  /  Sal 147

¡Aquí está lo que te puede dar la certeza y seguridad de tu victoria!

Miércoles 30 de Noviembre de 2011.
¡Vaya Papá que tienes, chiquita(o)!
Por Riqui Ricón*
Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios, El cual hizo los cielos y la tierra, El mar, y todo lo que en ellos hay; Que guarda verdad para siempre, Que hace justicia a los agraviados, Que da pan a los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos; Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos (Sal 146.5-8).
Ser un(a) Hija(o) de Dios NACIDA(O) DE NUEVO realmente es un privilegio. Significa saber que ahora Dios es tu Padre, tu ayudador y esperanza; quien te da la paz y libertad en las cuales, Él, siempre ha querido que tú vivas.
Dios es el creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y de lo invisible. Él es fiel, justo y verdadero. Él es bueno. Él es amor. Y Él, es tu papá.
Si Dios hace justicia a los agraviados, da pan a los hambrientos, liberta a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y levanta a los caídos, ¿qué no hará el único y verdadero Dios omnipotente por ti, que eres su Hija(o) amada(o)?
De hecho, ya lo ha hizo:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para que pagara todos tus pecados, antes que perderte a ti. Así es, Jesús murió y resucitó para, pagando todos tus pecados, poder justificarte, darte la Vida Eterna y, así, ponerte en condición de ser hecha(o) Hija(o) de Dios.
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,  para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.4-7).
Esta posición, esta identidad como Hijos de Dios, no es algo que tú o yo hayamos comprado, adquirido o pagado de alguna forma. Ninguna de las obras de justicia que hayamos realizado en el pasado o estemos realizando en el presente, nos puede otorgar la identidad de Hijos del Rey.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.8-10).
Todo fue preparado de antemano por el Amor que Dios te tiene para que, mientras camines en esta tierra, vivas una vida plena, libre y abundante.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Así que, sea cual sea la situación, enfermedad, problema o aflicción que estés enfrentando el día de hoy, puedes dejar de preocuparte; no temas, cree solamente; ¡Dios no puede mentir! ¡Jamás serás avergonzada de haber confiado en la Palabra de Dios! Puedes acudir a Él con toda confianza. Ten la certeza que Dios no te ha dejado, ni te dejará. ¡Él es tu propio Padre!
Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho. Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.41-42).
¡Oh, que Padre más hermoso, fiel, amoroso y poderoso tienes tú!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ¡así es, Tú eres el mejor padre del universo! Te amo con todo mi corazón, con todo mi entendimiento y con todas mis fuerzas. Hoy puedo vivir tranquila(o) pues dichosa(o) es la mujer, o el hombre, que en Ti confía. ¡Yo confío en Ti! Abba, Padre, Tú eres mi Papá. Señor Jesús, cómo agradecerte lo que hiciste por mí al morir en esa cruz y resucitar de entre los muertos. Porque Tú vives, yo vivo. Estando yo muerta(o) en delitos y pecados me has dado Vida, la Vida Eterna, una Vida plena y abundante para ahora, por Tu gran Amor con que me has amado, ser como Tú: un(a) Hija(o) de Dios. Gracias, Espíritu Santo por ser el sello de esta maravillosa promesa. Me dispongo, con Tu ayuda, a levantarme, con Tu Poder, de toda enfermedad, pobreza, fracaso, derrota o desánimo que Satanás quiera hacer valer en mi vida. Ya no puede hacerlo más y no se lo permito. ¡Tengo identidad! ¡Por fin sé quién soy! ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡Mayor es el que está en mí, que el que está en el mundo! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús, mi Señor y Salvador! ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010


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Noviembre 30                                    Gal 4.21-31   /  Lam 3-4  /  Sal 146

jueves, 1 de diciembre de 2011

¡No temas, tu Padre responderá!

Martes 29 de Noviembre de 2011.
¡Eres Hija(o) y heredera(o) del Todopoderoso Dios!
Por Riqui Ricón*
Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (Gal 3.29).
Vimos en la meditación del día de ayer que, por el Espíritu Santo prometido a los creyentes, en el Nuevo Pacto gozamos de toda la libertad a la que solamente tienen acceso las Hijas y los Hijos de Dios NACIDOS DE NUEVO.
El problema de la maldición y el pecado ya fue resuelto en esa cruz, para que tú, por medio de la fe en Jesucristo, recibieras la promesa del Espíritu y ahora formes parte de la familia de Dios.
Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.12-17a).
Al instante mismo de creer que Jesús es el Señor y Salvador de tu vida, acorde a la promesa, vino el Espíritu Santo y te dio vida, haciendo que tu espíritu, muerto en pecados, Naciese de Nuevo. Ya no eres más esclavo del temor sino que, al contrario, puedes decirle a Dios con toda confianza y familiaridad, ¡Abba, Padre! ¡Papá! ¡Papito!
Tu realidad y circunstancias han cambiado totalmente, pues ahora eres de Cristo Jesús, pues Él te compró con Su Sangre. Eres linaje de Abraham porque la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, lo dice así. Eres Hija(o) y heredera(o) del único Dios vivo y verdadero.
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.4-7).
Recuerda siempre que no son las obras de la ley las que te dan tan honorable posición, sino el creerle a Dios, creerle a Su Palabra.
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios;  por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.  Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es (1 Jn 3.1-2).
Dios es bueno y como Padre es lo mejor de lo mejor. Él no te ha dejado, ni te dejará. Todo lo que ha prometido acerca de ti lo va a cumplir. ¡Dios te ama!
Ahora, piensa en esto, la Biblia dice que si Dios está contigo ¿quién contra ti? Cuánto más ahora que entiendes que, no sólo está contigo, sino que Él es tu propio Padre. Te aseguro amiga(o), no hay problema, enfermedad, pobreza, necesidad, temor, ansiedad, soledad y, en fin, ninguna adversidad que te puedan derrotar. Pues eres, en Verdad, un(a) Hija(o) y heredera(o) del Dios Vivo y Verdadero.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que maravilloso es saber que no tengo que esperar a ir al cielo para vivir como un(a) Hija(o) del Rey. Gracias. Señor Jesús, por lo que hiciste por mí al morir en la cruz y resucitar, venciendo a la muerte, para darme Vida Nueva; no puedo dejar de recordarlo cada día, pues por tu Gran Amor con que me has amado tengo derecho a la Vida Eterna, Vida Nueva, plena y abundante. Gracias porque, de acuerdo a Tu Palabra, la Biblia, ya la puedo comenzar a experimentar y vivir, hoy, aquí y ahora. Así que, con Tu ayuda, Espíritu Santo, no voy a permitir que pensamientos de fracaso, derrota, desanimo, temor, amargura y ninguna otra mentira me vengan a robar, a despojar de lo que legítimamente es mío: mi herencia y mi identidad de Hija(o) Tuya(o), oh Dios. Tu Palabra es la verdad: ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Señor Jesús! ¡Tú suplirás todo lo que me falta conforme a Tus riquezas en gloria! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
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Noviembre 29                                    Gal 3.19-4.20   /  Lam 1-2  /  Sal 145