martes, 3 de septiembre de 2024

¿Cuándo te abandonará Dios?

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 03 Septiembre


¿Cuándo te abandonará Dios?

 

¡Nunca!

Por Riqui Ricón*

Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre (Sal 73.23-26).

La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, es muy insistente acerca que Dios siempre ha estado contigo. Él nunca te ha dejado y nunca te dejará. Pues, aunque tu padre y tu madre  te abandonen, Él, el Señor, se harás cargo de ti (Sal 27.10), y aunque andes en valle de sombra y de muerte, no temerás mal alguno, pues Dios está contigo (Sal 23.4). Es Él quien te toma de la mano derecha para guardarte y sostenerte.

Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre (Sal 121.5-8).

Es por este conocimiento y certeza en tu corazón, que tú puedes afirmar como el rey David lo hacía: ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.

Dado que tú en verdad crees que la Biblia es la Palabra de Dios, entonces ten por seguro que tú puedes tener ese mismo conocimiento y esa misma certeza: ¡Dios es la roca de tu corazón y tu porción para siempre!

Jesucristo, el único Hijo de Dios, sabiendo que por amor a ti daría Su Vida para pagar todos tus pecados afirmó:

Yo soy la puerta;  el que entre por esta puerta,  que soy yo,  será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos (Jn 10.9 NVI).

La salvación, que no es otra cosa que la Vida Eterna, esa Vida plena y abundante que sólo pueden gozar los Hijos de Dios, está disponible para ti a través de la Sangre, muerte y resurrección de Jesús. ¡Él es la puerta de tu salvación!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn3.16-17).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

--Yo soy el camino,  la verdad y la vida --le contestó Jesús--.  Nadie llega al Padre sino por mí (Jn 14.6 NVI).

Ahora, el camino al Padre (no a un Dios celoso y vengador, sino al Padre), ha sido abierto para que tú puedas gozar de la Vida Eterna, que es la misma Vida que tiene Jesús.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).

Por la Sangre de Jesús, derramada hasta la última gota en la cruz del calvario, por Amor a ti; por Su muerte y Su resurrección; ahora tú eres, como dice la Escritura, un(a) auténtico(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Ante cualquier problema, angustia o enfermedad, puedes estar seguro(a) de que Dios mismo es el que te sostiene de la mano derecha, el que te guarda y te guía. Él no se desentiende de ti pues la relación que ahora los une es la que hay entre un Padre y un(a) Hijo(a).

Porque Dios los conoció desde el principio, y de antemano los destinó a ser semejantes a su Hijo Jesucristo, a fin de que él sea el mayor entre todos los hermanos (Ro 8.29 CST).

De acuerdo a la Palabra de Dios, por el Amor que siente por ti, Jesús, voluntariamente dejó de ser el unigénito Hijo de Dios (el único), y murió para ser el primogénito, el primero, entre muchos hermanos, de los cuales tú eres un(a) de ellos.

Sin importar cómo te sientas o cómo te veas a ti mismo(a) el día de hoy, esto es lo que dice la Palabra de Dios y es la Verdad.

El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir; pero yo he venido para darles vida, una vida rica y permanente (Jn 10.10 CST).

Satanás es ese ladrón que sólo quiere robarte, matarte y destruirte. La única arma que él tiene para conseguir su propósito es la mentira y esta sólo puede funcionar si tú la crees.

Así es, cuando comienzas a atender las palabras y pensamientos de mentira, la duda nace y la incredulidad comienza, y esto es todo lo que el diablo necesita para sembrar desánimo en tu corazón e incitarte a la desobediencia de la Palabra de Dios.

Lo asombroso del Amor de Dios en todo esto es que Satanás ya está vencido, ¡Cristo Jesús lo venció y lo ha puesto debajo de tus pies! Cuando Naciste de Nuevo, naciste como un(a) Hijo(a) de Dios y no como eras antes, sujeto(a) a las acechanzas del diablo y esclavo(a) del pecado. ¡No!

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).

Ahora, por la Sangre de Jesús, por Su muerte y Su resurrección, has nacido a la semejanza del Hijo de Dios pues, Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).

Es precisamente tu Identidad como Hijo(a) del Rey la que te da la Victoria sobre cualquier acechanza del diablo.

Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).

Lo único que puede hacer el diablo es tratar de convencerte que nada de esto es verdad, que Dios miente y que, por lo tanto, tu realidad, tus problemas, enfermedades y pecados, van a prevalecer por más que intentes confiar en Dios.

PERO, Satanás pretende olvidar que tú ahora eres de Dios y, por eso, ya le has vencido, porque ¡mayor es el que está en ti, que el que está en el mundo!

Así que, no prestes atención al mundo y sus problemas; no permitas que tus circunstancias, aflicciones o enfermedades te digan en que creer y en que no. ¡Pelea la buena batalla de la fe! ¡Echa mano de la Vida Eterna! ¡Sométete a la Palabra de Dios! ¡Resiste al diablo! Éste tendrá que forzosamente huir de ti.

Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes (Sgo 4.7 NVI).

Por lo tanto, repítele en su mismísima cara: -Satanás, yo sé bien que tú has venido a hurtar, matar y destruir, PERO yo soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y YA TENGO  la Vida Eterna, la Vida Plena y Abundante que mi Señor Jesucristo compró para mí con Su propia Sangre. ¡Tú nada tienes en mí! ¡Estás vencido y debajo de mis pies! ¡Dios es mi Padre y yo soy Su Hijo(a)! Yo soy la persona que Dios dice en Su Palabra que soy y no la que tú pretendes que crea. Yo le creo a Dios y no a tus mentiras. Así que te tú no me tocas, te resisto y te ordeno: ¡sal fuera de mi vida en el nombre de Jesús!

Una vez puesto de acuerdo con tu enemigo, vayamos confiadamente al trono de la gracia para hallar gracia y misericordia para el oportuno socorro.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en esta hora quiero agradecerte por tanto y tan gran Amor que tienes para conmigo, pues estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste una Vida totalmente Nueva juntamente con Cristo. Gracias porque hoy puedo encarar un propósito y destino nuevo sabiendo que las cosas viejas ya pasaron y que Tú, mi Dios, has hecho Nuevas todas las cosas. Señor Jesús, gracias por lo que has hecho por mí. Por Tu muerte y por Tu resurrección ahora soy un(a) Hijo(a) de Dios al igual que Tú, mi Rey. Te amo con todo mi corazón. Por lo que dices en Tu Palabra, sé perfectamente que de todo problema, angustia o enfermedad saldré más que vencedor(a), pues todo lo puedo en Ti, en Tu unción y en Tu Palabra. Así que, no voy a prestar atención a las palabras de mentira, de fracaso y de derrota que me quieran amedrentar, ya que no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que yo, ______________ (tu nombre aquí), he recibido el Espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), Dios, y he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Señor, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 3                         Jn 10.1-21  /  2 Cr 8  /  Sal 73

 



Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 3                         Jn 10.1-21  /  2 Cr 8  /  Sal 73

 

San Juan 10.1-21

Parábola del redil

10

1De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. 2Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. 3A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. 4Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. 5Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. 6Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.

Jesús, el buen pastor

7Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. 8Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. 9Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. 10El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 11Yo soy el buen pastor;a el buen pastor su vida da por las ovejas. 12Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. 13Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. 14Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre;b y pongo mi vida por las ovejas. 16También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. 17Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

19Volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras. 20Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís? 21Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos? [1]

 

2 Cro 8

Otras actividades de Salomón

(1 R. 9.10–28)

8

1Después de veinte años, durante los cuales Salomón había edificado la casa de Jehová y su propia casa, 2reedificó Salomón las ciudades que Hiram le había dado, y estableció en ellas a los hijos de Israel.

3Después vino Salomón a Hamat de Soba, y la tomó. 4Y edificó a Tadmor en el desierto, y todas las ciudades de aprovisionamiento que edificó en Hamat. 5Asimismo reedificó a Bet-horón la de arriba y a Bet-horón la de abajo, ciudades fortificadas, con muros, puertas y barras; 6y a Baalat, y a todas las ciudades de provisiones que Salomón tenía; también todas las ciudades de los carros y las de la gente de a caballo, y todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano, y en toda la tierra de su dominio. 7Y a todo el pueblo que había quedado de los heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos, que no eran de Israel, 8los hijos de los que habían quedado en la tierra después de ellos, a los cuales los hijos de Israel no destruyeron del todo, hizo Salomón tributarios hasta hoy. 9Pero de los hijos de Israel no puso Salomón siervos en su obra; porque eran hombres de guerra, y sus oficiales y sus capitanes, y comandantes de sus carros, y su gente de a caballo. 10Y tenía Salomón doscientos cincuenta gobernadores principales, los cuales mandaban sobre aquella gente.

11Y pasó Salomón a la hija de Faraón, de la ciudad de David a la casa que él había edificado para ella; porque dijo: Mi mujer no morará en la casa de David rey de Israel, porque aquellas habitaciones donde ha entrado el arca de Jehová, son sagradas.

12Entonces ofreció Salomón holocaustos a Jehová sobre el altar de Jehová que él había edificado delante del pórtico, 13para que ofreciesen cada cosa en su día, conforme al mandamiento de Moisés, en los días de reposo,a* en las nuevas lunas,b y en las fiestas solemnes tres veces en el año,c esto es, en la fiesta de los panes sin levadura, en la fiesta de las semanas y en la fiesta de los tabernáculos. 14Y constituyó los turnos de los sacerdotes en sus oficios, conforme a lo ordenado por David su padre, y los levitas en sus cargos, para que alabasen y ministrasen delante de los sacerdotes, cada cosa en su día; asimismo los porteros por su orden a cada puerta; porque así lo había mandado David, varón de Dios. 15Y no se apartaron del mandamiento del rey, en cuanto a los sacerdotes y los levitas, y los tesoros, y todo negocio; 16porque toda la obra de Salomón estaba preparada desde el día en que se pusieron los cimientos de la casa de Jehová hasta que fue terminada, hasta que la casa de Jehová fue acabada totalmente.

17Entonces Salomón fue a Ezión-geber y a Elot, a la costa del mar en la tierra de Edom. 18Porque Hiram le había enviado naves por mano de sus siervos, y marineros diestros en el mar, los cuales fueron con los siervos de Salomón a Ofir, y tomaron de allá cuatrocientos cincuenta talentos de oro, y los trajeron al rey Salomón. [2]

 

Salmo 73

 

El destino de los malos

Salmo de Asaf.

     1     Ciertamente es bueno Dios para con Israel,

Para con los limpios de corazón.

     2     En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;

Por poco resbalaron mis pasos.

     3     Porque tuve envidia de los arrogantes,

Viendo la prosperidad de los impíos.

     4     Porque no tienen congojas por su muerte,

Pues su vigor está entero.

     5     No pasan trabajos como los otros mortales,

Ni son azotados como los demás hombres.

     6     Por tanto, la soberbia los corona;

Se cubren de vestido de violencia.

     7     Los ojos se les saltan de gordura;

Logran con creces los antojos del corazón.

     8     Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;

Hablan con altanería.

     9     Ponen su boca contra el cielo,

Y su lengua pasea la tierra.

     10     Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí,

Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos.

     11     Y dicen: ¿Cómo sabe Dios?

¿Y hay conocimiento en el Altísimo?

     12     He aquí estos impíos,

Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.

     13     Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón,

Y lavado mis manos en inocencia;

     14     Pues he sido azotado todo el día,

Y castigado todas las mañanas.

     15     Si dijera yo: Hablaré como ellos,

He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.

     16     Cuando pensé para saber esto,

Fue duro trabajo para mí,

     17     Hasta que entrando en el santuario de Dios,

Comprendí el fin de ellos.

     18     Ciertamente los has puesto en deslizaderos;

En asolamientos los harás caer.

     19     ¡Cómo han sido asolados de repente!

Perecieron, se consumieron de terrores.

     20     Como sueño del que despierta,

Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.

     21     Se llenó de amargura mi alma,

Y en mi corazón sentía punzadas.

     22     Tan torpe era yo, que no entendía;

Era como una bestia delante de ti.

     23     Con todo, yo siempre estuve contigo;

Me tomaste de la mano derecha.

     24     Me has guiado según tu consejo,

Y después me recibirás en gloria.

     25     ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?

Y fuera de ti nada deseo en la tierra.

     26     Mi carne y mi corazón desfallecen;

Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.

     27     Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán;

Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.

     28     Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;

He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,

Para contar todas tus obras. [3]

 



a 10.11–13: Ez. 34.11–12.

b 10.15: Mt. 11.27; Lc. 10.22.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Jn 9.41-10.21). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 8.13: Nm. 28.9–10.

b 8.13: Nm. 28.11–15.

c 8.13: Ex. 23.14–17; 34.22–23; Nm. 28.16—29.39; Dt. 16.16.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (2 Cr 7.22-8.18). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 72.20-73.28). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

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