jueves, 7 de marzo de 2024

¡Ya puedes dejar de temer!

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 07 Marzo  

¡Ya puedes dejar de temer!


Por Riqui Ricón*

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.  Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mat 11.28-30).

El verdadero descanso, el que Jesús te ofrece, no es algo que puedas tener o poseer en sí, pues no es un momento en el tiempo, ni un alto en el camino para reponer las fuerzas y el ánimo perdidos. Más que del tener, es una manifestación del SER. Se refiere a quien tú ahora eres en Cristo Jesús por medio de HABER NACIDO DE NUEVO.

Es el SER más que el tener lo que te dan el descanso, la paz verdadera, la plenitud. Así, al venir a Cristo, podemos entrar al reposo de Dios pues, por medio de Él, tú realmente has adquirido una nueva naturaleza. ¡Tu Nuevo Nacimiento es real y verdadero!

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co 5.17).

Tu Nuevo Nacimiento es más real y verdadero que cualquier circunstancia, problema o aflicción que el día de hoy estés enfrentando. Es esta certeza la que te ayudará a vencer cualquier miedo o ansiedad (preocupación), pues no es lo mismo enfrentarse a las vicisitudes de la vida como un ser humano, imperfecto y mortal, al encararlas como un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, eterno(a) y amado(a) por Dios, tu Padre.

Porque de tal manera amó Dios al mundo,  que ha dado a su Hijo unigénito,  para que todo aquel que en él cree,  no se pierda,  mas tenga vida eterna” (Jua 3:16 RV60).

Así que, no solamente Dios te ha compartido Su propia Naturaleza al darte la Vida Eterna,  sino que, además, y por eso mismo, te ha declarado Su propio(a) Hijo(a).

Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él” (1Jn 3:1 NTV).

 Esta Verdad debe ser más que suficiente para encarar con ánimo victorioso cualquier problema, angustia o enfermedad. De aquí lo trascendental de saberse, y sobre todo creerse con certeza, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Siendo renacidos [nacidos de nuevo], no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P 1.23).

Es importante reconocer aquí que, no es conociendo o sabiendo que la Palabra de Dios dice que Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo que recibo la Plenitud y la Paz, sino  creyéndolo en Verdad. Creyendo que la Biblia son las Palabras que salieron de la boca de Dios y por lo tanto es la Verdad pues, “El cielo y la tierra pasarán, pero Sus palabras no pasarán” (Mar 13.31).

En el capítulo 4 de la carta a los Hebreos, la Biblia nos enseña que el pueblo de Israel no pudo entrar al reposo de Dios pues “no les aprovechó el oír la Palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron” (Heb 4.2).

En el capítulo 8 de la carta a los romanos, después de enseñarnos a no vivir en condenación “porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús nos ha hecho libres de la ley del pecado y de la muerte”; después de declararnos hijos de Dios “pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otras vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”; después de establecernos con propósito en esta tierra “porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”; después de posicionarnos en una victoria permanente ya que “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”; después de todo esto, nos pregunta con la más elemental y contundente lógica: ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).

Aprendamos de Jesús, pues, tanto la humildad y mansedumbre de corazón como el yugo fácil y la carga ligera, provienen de quién es Él, un Hijo de Dios Nacido de Nuevo, el primogénito entre muchos hermanos.

Identifícate a ti mismo con la Palabra de Dios y encontrarás el verdadero descanso, el reposo de Dios, no solo por unos breves momentos sino permanentemente en Su presencia pues tú eres y siempre serás un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) del Rey.

Así que, ¡Ya puedes dejar de temer! Dios no te ha dejado ni te dejará. Y por la Palabra de Dios, por Su Palabra de Honor, puedes estar seguro(a) que de todo problema, aflicción o enfermedad, tú saldrás más que vencedor(a) por medio de Su Amor.

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom 8:37-39 RV60).

Así es, la certeza de Su Amor por ti es la que te libra de todo temor.

En el amor no hay temor,  sino que el perfecto amor echa fuera el temor;  porque el temor lleva en sí castigo.  De donde el que teme,  no ha sido perfeccionado en el amor” (1Jn 4:18 RV60).

Gracias sean dadas a Dios nuestro Padre y a Jesucristo nuestro Salvador de que tú y yo ya hemos sido perfeccionados en Su Amor.

Así que, ¡no temas, cree solamente!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, quiero agradecerte por tanto y tan grande Amor, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados Tú me diste Vida juntamente con Cristo. Señor Jesús, gracias por Tu Palabra, La Biblia, pues ahora yo sé muy bien que ahora soy Tu Hijo(a) amado(a). Esto es más que suficiente para mí. Hoy me someto a Tu Palabra, resisto al diablo y sus miedos y temores, y éstos se van fuera de mi vida. Voy a vivir mi vida sin miedo y con la Plenitud y la Paz que Tu Amor y Tu Palabra me dan, pues hoy estoy plenamente convencido que Tú, mi Dios y Padre, puedes y quieres sanarme; sé muy bien que puedes y quieres prosperarme; sé muy bien que puedes y quieres restaurarme; sé muy bien que nunca me has dejado y nunca me dejarás. Y aunque Satanás, el adversario, sólo viene a hurtar, matar y destruir, Tú has venido a mí para darme Vida, y Vida Abundante. Estoy convencido(a) de que por lo que hiciste por mí al morir en esa cruz y resucitar venciendo a la muerte, ahora yo tengo Vida Eterna. ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Por lo tanto, puedo estar seguro(a) de que me escuchas y atiendes mis oraciones; yo también voy a atender a Tu Palabra y hacer de La Biblia la norma máxima de mi existencia; yo sí creo a Tu indicación y la voy a leer y meditar de día y de noche para guardarla en mi corazón y poner en práctica todo lo que en ella está escrito. Voy a buscar y establecer primeramente Tu reino, Señor, y sé que todas mis necesidades serán suplidas, pues de acuerdo a Tu Palabra, yo, _________ (tu nombre aquí), haré prosperar mi camino y todo me saldrá bien. Por lo tanto, creo y declaro que de todo problema, angustia o enfermedad voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! Y, por la Palabra de Dios, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

                                                                                               

Marzo 7                                                     Mat 11.20-30 /  Lev 13 /  Pro 25

 

 

  

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 


NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

                                                                                               

Marzo 7                                                     Mat 11.20-30 /  Lev 13 /  Pro 25

San Mateo 11.20-30

Ayes sobre las ciudades impenitentes

(Lc. 10.13–16)

20Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: 21¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidónf se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. 22Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. 23Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades4 serás abatida;g porque si en Sodomah se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. 24Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma,i que para ti.

Venid a mí y descansad

(Lc. 10.21–22)

25En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26Sí, Padre, porque así te agradó. 27Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre;j y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo,k y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 28Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;l 30porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.[1]

 

 

Levítico 13

Leyes acerca de la lepra

13

1Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: 2Cuando el hombre tuviere en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su cuerpo como llaga de lepra, será traído a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos los sacerdotes. 3Y el sacerdote mirará la llaga en la piel del cuerpo; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y pareciere la llaga más profunda que la piel de la carne, llaga de lepra es; y el sacerdote le reconocerá, y le declarará inmundo. 4Y si en la piel de su cuerpo hubiere mancha blanca, pero que no pareciere más profunda que la piel, ni el pelo se hubiere vuelto blanco, entonces el sacerdote encerrará al llagado por siete días. 5Y al séptimo día el sacerdote lo mirará; y si la llaga conserva el mismo aspecto, no habiéndose extendido en la piel, entonces el sacerdote le volverá a encerrar por otros siete días. 6Y al séptimo día el sacerdote le reconocerá de nuevo; y si parece haberse oscurecido la llaga, y que no ha cundido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio: era erupción; y lavará sus vestidos, y será limpio. 7Pero si se extendiere la erupción en la piel después que él se mostró al sacerdote para ser limpio, deberá mostrarse otra vez al sacerdote. 8Y si reconociéndolo el sacerdote ve que la erupción se ha extendido en la piel, lo declarará inmundo: es lepra.

9Cuando hubiere llaga de lepra en el hombre, será traído al sacerdote. 10Y éste lo mirará, y si apareciere tumor blanco en la piel, el cual haya mudado el color del pelo, y se descubre asimismo la carne viva, 11es lepra crónica en la piel de su cuerpo; y le declarará inmundo el sacerdote, y no le encerrará, porque es inmundo. 12Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, de modo que cubriere toda la piel del llagado desde la cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote, 13entonces éste le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda ella se ha vuelto blanca, y él es limpio. 14Mas el día que apareciere en él la carne viva, será inmundo. 15Y el sacerdote mirará la carne viva, y lo declarará inmundo. Es inmunda la carne viva; es lepra. 16Mas cuando la carne viva cambiare y se volviere blanca, entonces vendrá al sacerdote, 17y el sacerdote mirará; y si la llaga se hubiere vuelto blanca, el sacerdote declarará limpio al que tenía la llaga, y será limpio.

18Y cuando en la piel de la carne hubiere divieso, y se sanare, 19y en el lugar del divieso hubiere una hinchazón, o una mancha blanca rojiza, será mostrado al sacerdote. 20Y el sacerdote mirará; y si pareciere estar más profunda que la piel, y su pelo se hubiere vuelto blanco, el sacerdote lo declarará inmundo; es llaga de lepra que se originó en el divieso. 21Y si el sacerdote la considerare, y no apareciere en ella pelo blanco, ni fuere más profunda que la piel, sino oscura, entonces el sacerdote le encerrará por siete días; 22y si se fuere extendiendo por la piel, entonces el sacerdote lo declarará inmundo; es llaga. 23Pero si la mancha blanca se estuviere en su lugar, y no se hubiere extendido, es la cicatriz del divieso, y el sacerdote lo declarará limpio.

24Asimismo cuando hubiere en la piel del cuerpo quemadura de fuego, y hubiere en lo sanado del fuego mancha blanquecina, rojiza o blanca, 25el sacerdote la mirará; y si el pelo se hubiere vuelto blanco en la mancha, y ésta pareciere ser más profunda que la piel, es lepra que salió en la quemadura; y el sacerdote lo declarará inmundo, por ser llaga de lepra. 26Mas si el sacerdote la mirare, y no apareciere en la mancha pelo blanco, ni fuere más profunda que la piel, sino que estuviere oscura, le encerrará el sacerdote por siete días. 27Y al séptimo día el sacerdote la reconocerá; y si se hubiere ido extendiendo por la piel, el sacerdote lo declarará inmundo; es llaga de lepra. 28Pero si la mancha se estuviere en su lugar, y no se hubiere extendido en la piel, sino que estuviere oscura, es la cicatriz de la quemadura; el sacerdote lo declarará limpio, porque señal de la quemadura es.

29Y al hombre o mujer que le saliere llaga en la cabeza, o en la barba, 30el sacerdote mirará la llaga; y si pareciere ser más profunda que la piel, y el pelo de ella fuere amarillento y delgado, entonces el sacerdote le declarará inmundo; es tiña, es lepra de la cabeza o de la barba. 31Mas cuando el sacerdote hubiere mirado la llaga de la tiña, y no pareciere ser más profunda que la piel, ni hubiere en ella pelo negro, el sacerdote encerrará por siete días al llagado de la tiña; 32y al séptimo día el sacerdote mirará la llaga; y si la tiña no pareciere haberse extendido, ni hubiere en ella pelo amarillento, ni pareciere la tiña más profunda que la piel, 33entonces le hará que se rasure, pero no rasurará el lugar afectado; y el sacerdote encerrará por otros siete días al que tiene la tiña. 34Y al séptimo día mirará el sacerdote la tiña; y si la tiña no hubiere cundido en la piel, ni pareciere ser más profunda que la piel, el sacerdote lo declarará limpio; y lavará sus vestidos y será limpio. 35Pero si la tiña se hubiere ido extendiendo en la piel después de su purificación, 36entonces el sacerdote la mirará; y si la tiña hubiere cundido en la piel, no busque el sacerdote el pelo amarillento; es inmundo. 37Mas si le pareciere que la tiña está detenida, y que ha salido en ella el pelo negro, la tiña está sanada; él está limpio, y limpio lo declarará el sacerdote.

38Asimismo cuando el hombre o la mujer tuviere en la piel de su cuerpo manchas, manchas blancas, 39el sacerdote mirará, y si en la piel de su cuerpo aparecieren manchas blancas algo oscurecidas, es empeine que brotó en la piel; está limpia la persona.

40Y el hombre, cuando se le cayere el cabello, es calvo, pero limpio. 41Y si hacia su frente se le cayere el cabello, es calvo por delante, pero limpio. 42Mas cuando en la calva o en la antecalva hubiere llaga blanca rojiza, lepra es que brota en su calva o en su antecalva. 43Entonces el sacerdote lo mirará, y si pareciere la hinchazón de la llaga blanca rojiza en su calva o en su antecalva, como el parecer de la lepra de la piel del cuerpo, 44leproso es, es inmundo, y el sacerdote lo declarará luego inmundo; en su cabeza tiene la llaga.

45Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo! 46Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada.

47Cuando en un vestido hubiere plaga de lepra, ya sea vestido de lana, o de lino, 48o en urdimbre o en trama de lino o de lana, o en cuero, o en cualquiera obra de cuero; 49y la plaga fuere verdosa, o rojiza, en vestido o en cuero, en urdimbre o en trama, o en cualquiera obra de cuero; plaga es de lepra, y se ha de mostrar al sacerdote. 50Y el sacerdote mirará la plaga, y encerrará la cosa plagada por siete días. 51Y al séptimo día mirará la plaga; y si se hubiere extendido la plaga en el vestido, en la urdimbre o en la trama, en el cuero, o en cualquiera obra que se hace de cuero, lepra maligna es la plaga; inmunda será. 52Será quemado el vestido, la urdimbre o trama de lana o de lino, o cualquiera obra de cuero en que hubiere tal plaga, porque lepra maligna es; al fuego será quemada.

53Y si el sacerdote mirare, y no pareciere que la plaga se haya extendido en el vestido, en la urdimbre o en la trama, o en cualquiera obra de cuero, 54entonces el sacerdote mandará que laven donde está la plaga, y lo encerrará otra vez por siete días. 55Y el sacerdote mirará después que la plaga fuere lavada; y si pareciere que la plaga no ha cambiado de aspecto, aunque no se haya extendido la plaga, inmunda es; la quemarás al fuego; es corrosión penetrante, esté lo raído en el derecho o en el revés de aquella cosa.

56Mas si el sacerdote la viere, y pareciere que la plaga se ha oscurecido después que fue lavada, la cortará del vestido, del cuero, de la urdimbre o de la trama. 57Y si apareciere de nuevo en el vestido, la urdimbre o trama, o en cualquiera cosa de cuero, extendiéndose en ellos, quemarás al fuego aquello en que estuviere la plaga. 58Pero el vestido, la urdimbre o la trama, o cualquiera cosa de cuero que lavares, y que se le quitare la plaga, se lavará segunda vez, y entonces será limpia.

59Esta es la ley para la plaga de la lepra del vestido de lana o de lino, o de urdimbre o de trama, o de cualquiera cosa de cuero, para que sea declarada limpia o inmunda.[2]

       

Proverbios 25

 

Comparaciones y lecciones morales

25

1También estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá:

     2     Gloria de Dios es encubrir un asunto;

Pero honra del rey es escudriñarlo.

     3     Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra,

Y para el corazón de los reyes, no hay investigación.

     4     Quita las escorias de la plata,

Y saldrá alhaja al fundidor.

     5     Aparta al impío de la presencia del rey,

Y su trono se afirmará en justicia.

     6     No te alabes delante del rey,

Ni estés en el lugar de los grandes;

     7     Porque mejor es que se te diga: Sube acá,

Y no que seas humillado delante del príncipe

A quien han mirado tus ojos.a

     8     No entres apresuradamente en pleito,

No sea que no sepas qué hacer al fin,

Después que tu prójimo te haya avergonzado.

     9     Trata tu causa con tu compañero,

Y no descubras el secreto a otro,

     10     No sea que te deshonre el que lo oyere,

Y tu infamia no pueda repararse.

     11     Manzana de oro con figuras de plata

Es la palabra dicha como conviene.

     12     Como zarcillo de oro y joyel de oro fino

Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.

     13     Como frío de nieve en tiempo de la siega,

Así es el mensajero fiel a los que lo envían,

Pues al alma de su señor da refrigerio.

     14     Como nubes y vientos sin lluvia,

Así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad.

     15     Con larga paciencia se aplaca el príncipe,

Y la lengua blanda quebranta los huesos.

     16     ¿Hallaste miel? Come lo que te basta,

No sea que hastiado de ella la vomites.

     17     Detén tu pie de la casa de tu vecino,

No sea que hastiado de ti te aborrezca.

     18     Martillo y cuchillo y saeta aguda

Es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.

     19     Como diente roto y pie descoyuntado

Es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia.

     20     El que canta canciones al corazón afligido

Es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.

     21     Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan,

Y si tuviere sed, dale de beber agua;

     22     Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza,b

Y Jehová te lo pagará.

     23     El viento del norte ahuyenta la lluvia,

Y el rostro airado la lengua detractora.

     24     Mejor es estar en un rincón del terrado,

Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.

     25     Como el agua fría al alma sedienta,

Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.

     26     Como fuente turbia y manantial corrompido,

Es el justo que cae delante del impío.

     27     Comer mucha miel no es bueno,

Ni el buscar la propia gloria es gloria.

     28     Como ciudad derribada y sin muro

Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.[3]

 



f 11.21: Is. 23.1–18; Ez. 26.1—28.26; Jl. 3.4–8; Am. 1.9–10; Zac. 9.2–4.

Nombre griego del lugar de los muertos.

g 11.23: Is. 14.13–15.

h 11.23: Gn. 19.24–28.

i 11.24: Mt. 10.15; Lc. 10.12.

j 11.27: Jn. 3.35.

k 11.27: Jn. 10.15.

l 11.29: Jer. 6.16.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 11.19-30). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Lv 12.8-13.59). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 25.6–7: Lc. 14.8–10.

b 25.21–22: Ro. 12.20.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Pr 24.34-25.28). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

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