domingo, 10 de marzo de 2024

¡La mejor tierra!

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 10 Marzo  

¡La mejor tierra!

Por Riqui Ricón*

Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno (Mat 13.18-23).

Jesucristo dijo que aquel que entiende la parábola del sembrador puede entender las demás parábolas (Mar 4.13). Es de vital importancia en nuestras vidas comprender esta parábola pues es la base y fundamento de la vida en el reino de Dios.

¡La semilla es la Palabra de Dios! Uno de los obstáculos que nos impiden vivir vidas victoriosas como Hijas/Hijos de Dios Nacidas/Nacidos de Nuevo es que continuamente estamos esforzándonos por dar fruto olvidando que nosotros no somos la semilla y, por lo tanto, no podemos dar fruto. ¡La semilla es la Palabra de Dios! Así que, no es nuestro fruto sino el de la Palabra, la Biblia.

La semilla sólo necesita buena tierra y las condiciones adecuadas de temperatura y humedad para germinar y comenzar a dar fruto. Tú y yo, somos esa buena tierra, de hecho, es en nuestra mente y corazón donde se siembra la Palabra de Dios.

Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón… Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno (Mat 13. 19, 23).

¡Evangelio! ¡Buenas Noticias! No importa la situación que estés viviendo hoy, ni cómo te veas a ti misma/mismo o cómo te sientas en este momento, la Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, establece claramente que tú, sí, tú eres esa buena tierra donde ya ha sido sembrada la semilla y está comenzando la cosecha del ciento por uno. Dios te hizo así. Él lo prometió y lo estableció en el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.

Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón;  y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo (Jer 31.33).

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Ez 36.26-27).

Piénsalo muy bien, tú eres esa/ese Hija/Hijo de Dios Nacida/Nacido de Nuevo creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24), con un corazón nuevo donde Dios ya ha escrito Su ley para ser establecidos en esta tierra llevando fruto al ciento por uno. Si puedes creer, al que cree todo le es posible.

Así que, hoy es un buen día para someterte a Dios y resistir al diablo para que este huya de ti. Deja de recibir esos pensamientos de fracaso, condenación y rechazo, y comienza a declarar lo que Dios dice acerca de ti:

¡Soy buena tierra, establecida/establecido en Cristo Jesús para dar mucho fruto! ¡Soy más que vencedora/vencedor por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Soy amada/amado de Dios y llamada/llamado Su Hija/Hijo! ¡Soy una/un Hija/Hijo de Dios Nacida/Nacido de Nuevo no de una semilla corruptible, sino de una incorruptible por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre! ¡Por Cristo Jesús soy espíritu nuevo creado por Dios en la justicia y santidad de la verdad! ¡Mayor es Él, que está en mí y conmigo, que el que está en el mundo!

¿Qué pues diré a todo esto? Si Dios es conmigo ¿quién contra mí?

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

                                                                                               

Marzo 10                                                  Mat 13.1-23 /  Lev 17-18 /  Pro 28

 

  

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 


NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

                                                                                               

Marzo 10                                                  Mat 13.1-23 /  Lev 17-18  Pro 28

San Mateo 13.1-23

Parábola del sembrador

(Mr. 4.1–9; Lc. 8.4–8)

13

1Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. 2Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó,a y toda la gente estaba en la playa. 3Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 5Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; 6pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. 8Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. 9El que tiene oídos para oír, oiga.

Propósito de las parábolas

(Mr. 4.10–12; Lc. 8.9–10)

10Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 11El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. 12Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.b 13Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. 14De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:

De oído oiréis, y no entenderéis;

Y viendo veréis, y no percibiréis.

     15     Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,

Y con los oídos oyen pesadamente,

Y han cerrado sus ojos;

Para que no vean con los ojos,

Y oigan con los oídos,

Y con el corazón entiendan,

Y se conviertan,

Y yo los sane.c

 16Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. 17Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.d

Jesús explica la parábola del sembrador

(Mr. 4.13–20; Lc. 8.11–15)

18Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: 19Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. 20Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. 22El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. 23Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.[1]

 

 

Levítico 17-18

El santuario único

17

1Habló Jehová a Moisés, diciendo: 2Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel, y diles: Esto es lo que ha mandado Jehová: 3Cualquier varón de la casa de Israel que degollare buey o cordero o cabra, en el campamento o fuera de él, 4y no lo trajere a la puerta del tabernáculo de reunión para ofrecer ofrenda a Jehová delante del tabernáculo de Jehová, será culpado de sangre el tal varón; sangre derramó; será cortado el tal varón de entre su pueblo, 5a fin de que traigan los hijos de Israel sus sacrificios, los que sacrifican en medio del campo, para que los traigan a Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión al sacerdote, y sacrifiquen ellos sacrificios de paz a Jehová. 6Y el sacerdote esparcirá la sangre sobre el altar de Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión, y quemará la grosura en olor grato a Jehová. 7Y nunca más sacrificarán sus sacrificios a los demonios, tras de los cuales han fornicado; tendrán esto por estatuto perpetuo por sus edades.

8Les dirás también: Cualquier varón de la casa de Israel, o de los extranjeros que moran entre vosotros, que ofreciere holocausto o sacrificio, 9y no lo trajere a la puerta del tabernáculo de reunión para hacerlo a Jehová, el tal varón será igualmente cortado de su pueblo.

Prohibición de comer la sangre

10Si cualquier varón de la casa de Israel, o de los extranjeros que moran entre ellos, comiere alguna sangre, yo pondré mi rostro contra la persona que comiere sangre, y la cortaré de entre su pueblo.a 11Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiaciónb de la persona. 12Por tanto, he dicho a los hijos de Israel: Ninguna persona de vosotros comerá sangre, ni el extranjero que mora entre vosotros comerá sangre. 13Y cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran entre ellos, que cazare animal o ave que sea de comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra.

14Porque la vida de toda carne es su sangre; por tanto, he dicho a los hijos de Israel: No comeréis la sangre de ninguna carne, porque la vida de toda carne es su sangre; cualquiera que la comiere será cortado. 15Y cualquier persona, así de los naturales como de los extranjeros, que comiere animal mortecino o despedazado por fiera, lavará sus vestidos y a sí misma se lavará con agua, y será inmunda hasta la noche; entonces será limpia. 16Y si no los lavare, ni lavare su cuerpo, llevará su iniquidad.

Actos de inmoralidad prohibidos

18

1Habló Jehová a Moisés, diciendo: 2Habla a los hijos de Israel, y diles: Yo soy Jehová vuestro Dios. 3No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos. 4Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo Jehová vuestro Dios. 5Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, viviráa en ellos. Yo Jehová.

6Ningún varón se llegue a parienta próxima alguna, para descubrir su desnudez. Yo Jehová. 7La desnudez de tu padre, o la desnudez de tu madre, no descubrirás; tu madre es, no descubrirás su desnudez. 8La desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre.b 9La desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu madre, nacida en casa o nacida fuera, su desnudez no descubrirás.c 10La desnudez de la hija de tu hijo, o de la hija de tu hija, su desnudez no descubrirás, porque es la desnudez tuya. 11La desnudez de la hija de la mujer de tu padre, engendrada de tu padre, tu hermana es; su desnudez no descubrirás. 12La desnudez de la hermana de tu padre no descubrirás; es parienta de tu padre. 13La desnudez de la hermana de tu madre no descubrirás, porque parienta de tu madre es. 14La desnudez del hermano de tu padre no descubrirás; no llegarás a su mujer; es mujer del hermano de tu padre.d 15La desnudez de tu nuera no descubrirás; mujer es de tu hijo, no descubrirás su desnudez.e 16La desnudez de la mujer de tu hermano no descubrirás; es la desnudez de tu hermano.f 17La desnudez de la mujer y de su hija no descubrirás; no tomarás la hija de su hijo, ni la hija de su hija, para descubrir su desnudez; son parientas, es maldad.g 18No tomarás mujer juntamente con su hermana, para hacerla su rival, descubriendo su desnudez delante de ella en su vida.

19Y no llegarás a la mujer para descubrir su desnudez mientras esté en su impureza menstrual.h 20Además, no tendrás acto carnal con la mujer de tu prójimo, contaminándote con ella.i 21Y no des hijo tuyo para ofrecerlo por fuego a Moloc; no contamines así el nombre de tu Dios.j Yo Jehová. 22No te echarás con varón como con mujer; es abominación.k 23Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es perversión.l

24En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros, 25y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores. 26Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis ordenanzas, y no hagáis ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros 27(porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra que fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada); 28no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que la habitó antes de vosotros. 29Porque cualquiera que hiciere alguna de todas estas abominaciones, las personas que las hicieren serán cortadas de entre su pueblo. 30Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis en ellas. Yo Jehová vuestro Dios.[2]

       

Proverbios 28

 

Proverbios antitéticos

28

     1     Huye el impío sin que nadie lo persiga;

Mas el justo está confiado como un león.

     2     Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos;

Mas por el hombre entendido y sabio permanece estable.

     3     El hombre pobre y robador de los pobres

Es como lluvia torrencial que deja sin pan.

     4     Los que dejan la ley alaban a los impíos;

Mas los que la guardan contenderán con ellos.

     5     Los hombres malos no entienden el juicio;

Mas los que buscan a Jehová entienden todas las cosas.

     6     Mejor es el pobre que camina en su integridad,

Que el de perversos caminos y rico.

     7     El que guarda la ley es hijo prudente;

Mas el que es compañero de glotones avergüenza a su padre.

     8     El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés,

Para aquel que se compadece de los pobres las aumenta.

     9     El que aparta su oído para no oír la ley,

Su oración también es abominable.

     10     El que hace errar a los rectos por el mal camino,

El caerá en su misma fosa;

Mas los perfectos heredarán el bien.

     11     El hombre rico es sabio en su propia opinión;

Mas el pobre entendido lo escudriña.

     12     Cuando los justos se alegran, grande es la gloria;

Mas cuando se levantan los impíos, tienen que esconderse los hombres.

     13     El que encubre sus pecados no prosperará;

Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

     14     Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios;

Mas el que endurece su corazón caerá en el mal.

     15     León rugiente y oso hambriento

Es el príncipe impío sobre el pueblo pobre.

     16     El príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión;

Mas el que aborrece la avaricia prolongará sus días.

     17     El hombre cargado de la sangre de alguno

Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá.

     18     El que en integridad camina será salvo;

Mas el de perversos caminos caerá en alguno.

     19     El que labra su tierra se saciará de pan;

Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza.

     20     El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones;

Mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa.

     21     Hacer acepción de personas no es bueno;

Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre.

     22     Se apresura a ser rico el avaro,

Y no sabe que le ha de venir pobreza.

     23     El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia

Que el que lisonjea con la lengua.

     24     El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad,

Compañero es del hombre destruidor.

     25     El altivo de ánimo suscita contiendas;

Mas el que confía en Jehová prosperará.

     26     El que confía en su propio corazón es necio;

Mas el que camina en sabiduría será librado.

     27     El que da al pobre no tendrá pobreza;

Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.

     28     Cuando los impíos son levantados se esconde el hombre;

Mas cuando perecen, los justos se multiplican.[3]

 



a 13.2: Lc. 5.1–3.

b 13.12: Mt. 25.29; Mr. 4.25; Lc. 8.18; 19.26.

c 13.14–15: Is. 6.9–10.

d 13.16–17: Lc. 10.23–24.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 12.50-13.23). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 17.10: Gn. 9.4; Lv. 7.26–27; 19.26; Dt. 12.16, 23; 15.23.

b 17.11: He. 9.22.

a 18.5: Neh. 9.29; Ez. 18.9; 20.11–13; Lc. 10.28; Ro. 10.5; Gá. 3.12.

b 18.8: Lv. 20.11; Dt. 22.30; 27.20.

c 18.9: Lv. 20.17; Dt. 27.22.

d 18.12–14: Lv. 20.19–20.

e 18.15: Lv. 20.12.

f 18.16: Lv. 20.21.

g 18.17: Lv. 20.14; Dt. 27.23.

h 18.19: Lv. 20.18.

i 18.20: Lv. 20.10.

j 18.21: Lv. 20.1–5.

k 18.22: Lv. 20.13.

l 18.23: Ex. 22.19; Lv. 20.15–16; Dt. 27.21.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Lv 16.34-18.30). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Pr 27.27-28.28). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.


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