lunes, 29 de mayo de 2023

¡Fortalecida(o) en la fe!

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 29 Mayo    

¡Fortalecida(o) en la fe!

Por Riqui Ricón*

Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto (1 S 13.8-12).

Vemos aquí a Saúl, un hombre llamado y ungido por Dios para ser rey de Israel, quién, ante una circunstancia al parecer muy difícil y peligrosa, desconfiando de la Palabra de Dios, dio lugar al temor haciendo lo que él no debía hacer: ofrecer el holocausto. Por causa de lo difícil de su situación tuvo miedo y se olvidó de Dios para actuar, según él, sabiamente.

¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él (Pro 26.12).

Es importante que notes que fue Saúl quien tocó la trompeta y convocó al pueblo a la batalla parado firmemente en una posición de confianza y victoria en la Palabra de Dios, Quien declaró el miedo lo que desplazó a de

Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó (1 S 13.13-14).

Un hombre (mujer) conforme al corazón de Dios es aquel (aquella) que, sin dudar de la Palabra de Dios, confía plenamente en Él. Aprende la lección de Saúl y no pongas tus ojos y atención a lo difícil o peligroso de tus circunstancias, pues eso te producirá temor y duda. Pon tu mente, alma y corazón en la Palabra de Dios y esto te dará fe para alcanzar la victoria sobre cualquier problema, angustia o enfermedad.

Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe (Ro 4.13).

Fe es creerle a Dios, es creerle a Su Palabra. Es, además, la única forma de alcanzar la victoria delante de Él pues sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).

Así se cumplió la Escritura que dice:  "Creyó Abraham a Dios,  y ello se le tomó en cuenta como justicia",* y fue llamado amigo de Dios (Sgo 2.23 NVI).

Abraham creyó lo que Dios le había dicho. Abraham creyó la Palabra de Dios. Sólo esto fue necesario para que fuera considerado justo por parte de Dios y, ¡ser llamado Su amigo!

Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (Ro 4.16).

La fe activa la gracia y desata las promesas, pues si es un don (regalo) de la gracia, necesariamente lo recibes por fe. Esto quiere decir, que todas las promesas que Dios te ha hecho en la Biblia se reciben manteniéndote firme, sin fluctuar, la profesión (declaración) de tu esperanza, porque fiel es el que prometió (He 10.23).

El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia (Ro 4.18-22).

Puedo imaginar a Abraham fortaleciéndose en la fe, fortaleciéndose en lo que ya había creído. Cada vez que una duda lo asaltaba al mirar su cuerpo o el de su esposa o alguna otra circunstancia, él clamaba en voz alta: ¡Soy padre de multitudes! ¡Tengo un hijo de Sara mi mujer! ¡Dios lo dijo y Él lo va hacer! ¡Dios lo habló y Él lo va a ejecutar! ¡Dios no miente!

De la misma forma, cualquiera que sea tu situación el día de hoy, puedes saber y creer que, ¡Tú eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! ¡El glorioso y poderoso Espíritu de Dios vive en ti y contigo! ¡No te debilites en la fe al considerar tus circunstancias! ¡No dudes, por incredulidad, de las promesas de Dios! ¡Fortalécete en la fe dando gloria a Dios! ¡Llama las cosas que aún no son, como si ya fueran! ¡Convéncete que Dios es poderoso y fiel para hacer todo lo que te ha prometido!

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).

Y esa(e), mi amada(o), no es otra persona si no tú.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, este día quiero agradecerte el haberme amado tanto que hayas entregado a tu propio Hijo para no perderme a mí. ¡Gracias, Señor Jesús! ¡Muchas gracias! Hoy recibo por la fe que es en Ti todo lo que adquiriste para mí al morir en esa cruz y vencer a la muerte al resucitar por mí. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! ¡Soy feliz! ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, mi Señor Jesús! Cualquiera que sea mi situación el día de hoy, sé y creo que, ¡Yo soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! ¡El glorioso y poderoso Espíritu de Dios vive en mí y conmigo! ¡No me debilites en la fe al considerar mis circunstancias! ¡No dudo, por incredulidad, de las promesas de Dios! ¡Me fortalezco en la fe dando gloria a Dios! ¡Llamo las cosas que aún no son, como si ya fueran! ¡Estoy convencida(o) que Tú, oh Dios, eres poderoso y fiel para hacer todo lo que me has prometido! ¡Lo recibo! En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo          29                          Ro 4  /  1 Sam 13  /  Sal 58

  

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo          29                          Ro 4  /  1 Sam 13   Sal 58

 

Romanos 4

El ejemplo de Abraham

4

1¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? 2Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. 3Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.a 4Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; 5mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. 6Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, 7diciendo:

Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,

Y cuyos pecados son cubiertos.

     8     Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.b

9¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia. 10¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. 11Y recibió la circuncisiónc como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia; 12y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.

La promesa realizada mediante la fe

13Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo,d sino por la justicia de la fe. 14Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa.e 15Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.

16Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotrosf 17(como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentesg) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. 18El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.h 19Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien añosi), o la esterilidad de la matriz de Sara. 20Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, 21plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; 22por lo cual también su fe le fue contada por justicia. 23Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, 24sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, 25el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. [1]

 

1 Samuel 13

Guerra contra los filisteos

13

1Había ya reinado Saúl un año; y cuando hubo reinado dos años sobre Israel, 2escogió luego a tres mil hombres de Israel, de los cuales estaban con Saúl dos mil en Micmas y en el monte de Bet-el, y mil estaban con Jonatán en Gabaa de Benjamín; y envió al resto del pueblo cada uno a sus tiendas. 3Y Jonatán atacó a la guarnición de los filisteos que había en el collado, y lo oyeron los filisteos. E hizo Saúl tocar trompeta por todo el país, diciendo: Oigan los hebreos. 4Y todo Israel oyó que se decía: Saúl ha atacado a la guarnición de los filisteos; y también que Israel se había hecho abominable a los filisteos. Y se juntó el pueblo en pos de Saúl en Gilgal.

5Entonces los filisteos se juntaron para pelear contra Israel, treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del mar; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. 6Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en estrecho(porque el pueblo estaba en aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas. 7Y algunos de los hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando.

8Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho;a pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. 9Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. 10Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. 11Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, 12me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. 13Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. 14Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón,b al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó. 15Y levantándose Samuel, subió de Gilgal a Gabaa de Benjamín.

Y Saúl contó la gente que se hallaba con él, como seiscientos hombres. 16Saúl, pues, y Jonatán su hijo, y el pueblo que con ellos se hallaba, se quedaron en Gabaa de Benjamín; pero los filisteos habían acampado en Micmas. 17Y salieron merodeadores del campamento de los filisteos en tres escuadrones; un escuadrón marchaba por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual, 18otro escuadrón marchaba hacia Bet-horón, y el tercer escuadrón marchaba hacia la región que mira al valle de Zeboim, hacia el desierto.

19Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan espada o lanza. 20Por lo cual todos los de Israel tenían que descender a los filisteos para afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz. 21Y el precio era un pim por las rejas de arado y por los azadones, y la tercera parte de un siclo por afilar las hachas y por componer las aguijadas. 22Así aconteció que en el día de la batalla no se halló espada ni lanza en mano de ninguno del pueblo que estaba con Saúl y con Jonatán, excepto Saúl y Jonatán su hijo, que las tenían. 23Y la guarnición de los filisteos avanzó hasta el paso de Micmas. [2]

 

Salmos 58

 

Plegaria pidiendo el castigo de los malos

Al músico principal; sobre No destruyas. Mictam de David.

     1     Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia?

¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres?

     2     Antes en el corazón maquináis iniquidades;

Hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la tierra.

     3     Se apartaron los impíos desde la matriz;

Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron.

     4     Veneno tienen como veneno de serpiente;

Son como el áspid sordo que cierra su oído,

     5     Que no oye la voz de los que encantan,

Por más hábil que el encantador sea.

     6     Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas;

Quiebra, oh Jehová, las muelas de los leoncillos.

     7     Sean disipados como aguas que corren;

Cuando disparen sus saetas, sean hechas pedazos.

     8     Pasen ellos como el caracol que se deslíe;

Como el que nace muerto, no vean el sol.

     9     Antes que vuestras ollas sientan la llama de los espinos,

Así vivos, así airados, los arrebatará él con tempestad.

     10     Se alegrará el justo cuando viere la venganza;

Sus pies lavará en la sangre del impío.

     11     Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay galardón para el justo;

Ciertamente hay Dios que juzga en la tierra. [3]

 



a 4.3: Gn. 15.6; Gá. 3.6.

b 4.7–8: Sal. 32.1–2.

c 4.11: Gn. 17.10.

d 4.13: Gá. 3.29.

e 4.14: Gá. 3.18.

f 4.16: Gá. 3.7.

g 4.17: Gn 17.5.

h 4.18: Gn. 15.5.

i 4.19: Gn. 17.17.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 3.31-4.25). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 13.8: 1 S. 10.8.

b 13.14: Hch. 13.22.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 12.25-13.23). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 57.11-58.11). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.


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