domingo, 22 de agosto de 2021

¡Cómo saber si eres un(a) Hijo(a) de Dios!

                                                                                                                                                                                                                                               <ENGLISH>





 22 Agosto


¡Cómo saber si eres un(a) Hijo(a) de Dios!

 


¡Igual al Padre!

Por Riqui Ricón*

Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios (Jn 5.16-18).

Es muy interesante notar aquí, como la Escritura te enseña cuáles fueron las dos razones por las cuales los judíos mataron a Jesús: uno, por hacer milagros en el día de reposo y dos, por decir que Dios era Su propio Padre.

Esto último, fue demasiado para las mentes supersticiosas de ese tiempo y no lo pudieron soportar, pues, en el correcto sentido de las palabras (lo mismo ayer que hoy), decir que uno es Hijo de Dios significa necesariamente tener la misma naturaleza que tu Padre, Dios (y esto es ser igual a Dios).

Para aquellos judíos de la época de Jesús, esta mera idea era impensable. Pero, ¿Qué hay de ti después de la muerte y resurrección de Cristo Jesús?

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).

La única forma para comprender y asimilar esto es cuando conoces y crees el Amor de Dios.

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.16-17).

Es por el Amor que Él siente por ti, que tú has sido llamado(a) y constituido(a) por el mismísimo Dios, como un(a) Hijo(a) Suyo(a). ¡Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo para pagar TODOS tus pecados antes que perderte a ti. Jesús no vino a condenarte sino a que, por medio de Su Sangre, muerte y resurrección, tú recibas la Vida Eterna que solamente de un(a) Hijo(a) del Rey puede tener.

Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra (Sal 2.7-8).

De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, tú eres legal y literalmente un(a) Hijo(a) de Dios. Esta es tu verdadera identidad y esta es la razón por la que Jesús dio su vida en esa cruz, por amor a ti.

Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos (He 2.10).

Por esto, Jesús ya NO ES más el único Hijo de Dios sino que ahora es el primero entre muchos hermanos, de los cuales tú eres uno(a) de ellos.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).

La actitud de los judíos de antaño hacia las enseñanzas y la persona de Jesús es un mero reflejo del pánico que Satanás tiene de que en Verdad tú comiences a creer que eres la persona que Dios dice en Su Palabra que eres: ¡Un(a) legítimo(a) y genuino(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

Es por esta Verdad que, sin importar la situación en que te encuentres el día de hoy, si tú has hecho a Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida, ten la certeza, la plena seguridad y confianza de que puedes orar a tu Padre y pedirle que te ayude, teniendo la total certeza que Él no faltará a Su Palabra y contestará favorablemente todas tus oraciones.

Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (He 4.14-16).

Tu enemigo, el diablo, tratará por todos los medios de apartarte de esta Verdad: que tú eres un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios y que Él no dejará de cumplirte Su Palabra. Satanás tratará de producir duda e incredulidad en tu mente y corazón hacia la Palabra de Dios para que, olvidando quien tú ya eres, seas desanimado(a) y tentado(a) a desobedecer.

Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos (Zac 7.11-12).

La buena noticia es que lo anterior NO ES tu caso, pues Jesús ha vencido al mundo por ti  y te ha traspasado Su Victoria.

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33)

Recuerda siempre que la victoria que vence al mundo es tu fe. Esto es, creyéndole a Dios creyendo Su Palabra.

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).

Y la fe viene por el oír la Palabra de Dios. Esto es, la fe viene por creerle a Dios, creyendo a Su Palabra, sabiendo que tú eres el (la) amado(a) y especial tesoro de tu Padre celestial.

Así que, no permitas que ningún problema o circunstancia adversa te haga dudar del Amor de tu Padre. No permitas que la duda, y el temor que ésta produce, te roben tu identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,  sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar:  "¡Abba!  ¡Padre!" (Ro 8.15 NVI).

No lo dudes más, de acuerdo a las enseñanzas de Jesucristo; de acuerdo al Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús y a todo el mensaje contenido en la Palabra de Dios, la Biblia (y por más que chillen los demonios, blasfemia, blasfemia), tú eres legítimamente un(a) Hijo(a) del Dios Todopoderoso.

Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.42).

¡Jamás serás avergonzado(a) de haber confiado y creído la Palabra de Dios!

Oremos:

Amado Padre celestial, en este momento quiero decirte cuanto te amo y cuan agradecido estoy por Tu Amor. Gracias Jesús por Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota en esa cruz por Amor a mí. Sé que he sido justificado(a) y perdonado(a) en Tu Sangre. Ahora soy legítimamente un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y este acto soberano de Tu Amor y Gracia sobre mí, me coloca a la estatura del Varón perfecto, Cristo Jesús. Ante cualquier reto que esté enfrentando el día de hoy, sé también que jamás me dejarás, pues Tú, Jesucristo, eres mi guardador y el maligno no me toca. Tú has dicho en Tu Palabra que a los que te amamos TODAS las cosas nos ayudarán a bien, así que, este día, yo, ________________ (tu nombre aquí), creo y declaro que soy sano(a),  soy libre, soy próspero(a) y soy feliz. De todo problema,  circunstancia o enfermedad estoy cien por ciento seguro(a) que salgo más que vencedor(a) pues todo lo puedo en Cristo Jesús, mi Señor y Salvador. Lo creo y lo confieso en Tu nombre Señor Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Agosto 22                     Jn 5.1-18  /  1 Cr 18-19  /  Zac 7



Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Agosto 22                     Jn 5.1-18  /  1 Cr 18-19  /  Zac 7

 

San Juan 5.1-18

El paralítico de Betesda

5

1Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.

2Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 4Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 8Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo* aquel día.

10Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo;* no te es lícito llevar tu lecho.a 11El les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. 12Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? 13Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. 14Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. 15El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. 16Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo.* 17Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. 18Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo,* sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.[1]

 

1 Cro 18-19

 David extiende sus dominios

(2 S. 8.1–14)

18

1Después de estas cosas aconteció que David derrotó a los filisteos, y los humilló, y tomó a Gat y sus villas de mano de los filisteos.

2También derrotó a Moab, y los moabitas fueron siervos de David, trayéndole presentes.

3Asimismo derrotó David a Hadad-ezer rey de Soba, en Hamat, yendo éste a asegurar su dominio junto al río Eufrates. 4Y le tomó David mil carros, siete mil de a caballo, y veinte mil hombres de a pie; y desjarretó David los caballos de todos los carros, excepto los de cien carros que dejó. 5Y viniendo los sirios de Damasco en ayuda de Hadad-ezer rey de Soba, David hirió de ellos veintidós mil hombres. 6Y puso David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos de David, trayéndole presentes; porque Jehová daba la victoria a David dondequiera que iba. 7Tomó también David los escudos de oro que llevaban los siervos de Hadad-ezer, y los trajo a Jerusalén. 8Asimismo de Tibhat y de Cun, ciudades de Hadad-ezer, tomó David muchísimo bronce, con el que Salomón hizo el mar de bronce, las columnas, y utensilios de bronce.a

9Y oyendo Toi rey de Hamat que David había deshecho todo el ejército de Hadad-ezer rey de Soba, 10envió a Adoram su hijo al rey David, para saludarle y bendecirle por haber peleado con Hadad-ezer y haberle vencido; porque Toi tenía guerra contra Hadad-ezer. Le envió también toda clase de utensilios de oro, de plata y de bronce; 11los cuales el rey David dedicó a Jehová, con la plata y el oro que había tomado de todas las naciones de Edom, de Moab, de los hijos de Amón, de los filisteos y de Amalec.

12Además de esto, Abisai hijo de Sarvia destrozó en el valle de la Sal a dieciocho mil edomitas.b 13Y puso guarnición en Edom, y todos los edomitas fueron siervos de David; porque Jehová daba el triunfo a David dondequiera que iba.

Oficiales de David

(2 S. 8.15–18; 20.23–26)

14Reinó David sobre todo Israel, y juzgaba con justicia a todo su pueblo. 15Y Joab hijo de Sarvia era general del ejército, y Josafat hijo de Ahilud, canciller. 16Sadoc hijo de Ahitob y Abimelec hijo de Abiatar eran sacerdotes, y Savsa, secretario. 17Y Benaía hijo de Joiada estaba sobre los cereteos y peleteos; y los hijos de David eran los príncipes cerca del rey.

Derrotas de amonitas y sirios

(2 S. 10.1–19)

19

1Después de estas cosas aconteció que murió Nahas rey de los hijos de Amón, y reinó en su lugar su hijo. 2Y dijo David: Manifestaré misericordia con Hanún hijo de Nahas, porque también su padre me mostró misericordia. Así David envió embajadores que lo consolasen de la muerte de su padre. Pero cuando llegaron los siervos de David a la tierra de los hijos de Amón a Hanún, para consolarle, 3los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanún: ¿A tu parecer honra David a tu padre, que te ha enviado consoladores? ¿No vienen más bien sus siervos a ti para espiar, e inquirir, y reconocer la tierra? 4Entonces Hanún tomó los siervos de David y los rapó, y les cortó los vestidos por la mitad, hasta las nalgas, y los despachó. 5Se fueron luego, y cuando llegó a David la noticia sobre aquellos varones, él envió a recibirlos, porque estaban muy afrentados. El rey mandó que les dijeran: Estaos en Jericó hasta que os crezca la barba, y entonces volveréis.

6Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de Amón enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros y gente de a caballo de Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba. 7Y tomaron a sueldo treinta y dos mil carros, y al rey de Maaca y a su ejército, los cuales vinieron y acamparon delante de Medeba. Y se juntaron también los hijos de Amón de sus ciudades, y vinieron a la guerra. 8Oyéndolo David, envió a Joab con todo el ejército de los hombres valientes. 9Y los hijos de Amón salieron, y ordenaron la batalla a la entrada de la ciudad; y los reyes que habían venido estaban aparte en el campo.

10Y viendo Joab que el ataque contra él había sido dispuesto por el frente y por la retaguardia, escogió de los más aventajados que había en Israel, y con ellos ordenó su ejército contra los sirios. 11Puso luego el resto de la gente en mano de Abisai su hermano, y los ordenó en batalla contra los amonitas. 12Y dijo: Si los sirios fueren más fuertes que yo, tú me ayudarás; y si los amonitas fueren más fuertes que tú, yo te ayudaré. 13Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y haga Jehová lo que bien le parezca. 14Entonces se acercó Joab y el pueblo que tenía consigo, para pelear contra los sirios; mas ellos huyeron delante de él. 15Y los hijos de Amón, viendo que los sirios habían huido, huyeron también ellos delante de Abisai su hermano, y entraron en la ciudad. Entonces Joab volvió a Jerusalén.

16Viendo los sirios que habían caído delante de Israel, enviaron embajadores, y trajeron a los sirios que estaban al otro lado del Eufrates, cuyo capitán era Sofac, general del ejército de Hadad-ezer. 17Luego que fue dado aviso a David, reunió a todo Israel, y cruzando el Jordán vino a ellos, y ordenó batalla contra ellos. Y cuando David hubo ordenado su tropa contra ellos, pelearon contra él los sirios. 18Mas el pueblo sirio huyó delante de Israel; y mató David de los sirios a siete mil hombres de los carros, y cuarenta mil hombres de a pie; asimismo mató a Sofac general del ejército. 19Y viendo los siervos de Hadad-ezer que habían caído delante de Israel, concertaron paz con David, y fueron sus siervos; y el pueblo sirio nunca más quiso ayudar a los hijos de Amón.[2]

 

Zacarías 7

 

El ayuno que Dios reprueba

7

1Aconteció que en el año cuarto del rey Darío vino palabra de Jehová a Zacarías, a los cuatro días del mes noveno, que es Quisleu, 2cuando el pueblo de Bet-el había enviado a Sarezer, con Regem-melec y sus hombres, a implorar el favor de Jehová, 3y a hablar a los sacerdotes que estaban en la casa de Jehová de los ejércitos, y a los profetas, diciendo: ¿Lloraremos en el mes quinto? ¿Haremos abstinencia como hemos hecho ya algunos años? 4Vino, pues, a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo: 5Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí? 6Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos? 7¿No son estas las palabras que proclamó Jehová por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y sus ciudades en sus alrededores y el Neguev y la Sefela estaban también habitados?

La desobediencia, causa del cautiverio

8Y vino palabra de Jehová a Zacarías, diciendo: 9Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; 10no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano. 11Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; 12y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. 13Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos; 14sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desierto la tierra deseable.[3]

 



a a 5.10: Neh. 13.19; Jer. 17.21.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Jn 4.54-5.18). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a a 18.8: 1 R. 7.40–47; 2 Cr. 4.11–18.

b b 18.12: Sal. 60 tít.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Cr 17.27-19.19). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Zac 6.15-7.14). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.  

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