domingo, 18 de julio de 2021

¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí?

                                                                                                                                                                                                                               <ENGLISH>





 18 Julio

¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí?


¡Soy Hijo(a) del Rey!

Por Riqui Ricón*

Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres (1 R 19.4).

No obstante las grandes victorias que hemos experimentado en nuestra vida gracias al Señor Jesús, es realmente curioso como muchas veces, al igual que Elías, nos dejamos atrapar por el desánimo y la depresión. ¿A qué se debe esto?

Primero, no debes olvidar que la Biblia, la Palabra de Dios, te enseña claramente que tú te encuentras en plena guerra.

Sed sobrios y velad para que no os sorprendan los ataques de ese gran enemigo vuestro que es el diablo, el cual, como un león rugiente, anda dando vueltas en busca de alguien a quien devorar (1 P 5.8 CST).

Satanás NO es un león rugiente sino un imitador que con engaños y mentiras está continuamente atacando tu identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo para que dejes de CREER lo que Dios dice acerca de ti en Su Palabra, la Biblia.

Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: !!Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: !!Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: !!Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !!Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mat 14.25-31).

Si al poner tu atención en lo difícil tus circunstancias y problemas Satanás logra que tú apartes tus ojos del Verbo, de la Palabra de Dios, del autor y consumador de tu fe, y te llenas de temor y ansiedad, entonces habrá conseguido el principio de tu derrota.

Pelea la buena batalla de la fe;  haz tuya la vida eterna,  a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos (1 Ti 6.12 NVI).

La buena batalla de la fe sólo la puedes pelear cuando te encuentras perfectamente establecido(a), sin ceder un ápice, en tu Identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Sólo así puedes echar mano de la Vida Eterna que es el derecho genuino y legítimo de todo(a) Hijo(a) de Dios.

"Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente (Jn 10.10 BLS).

Satanás siempre utilizará las circunstancias de tu vida para robar, matar y destruir tu Identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Pues logrando eso él podrá infundirte temor y ansiedad para terminar robando, matando y destruyendo tu gozo, tu paz y la Plenitud de tu Salvación.

Las 24 horas del día, los sesenta minutos de cada hora y los 60 segundos de cada minuto, tu adversario, el diablo, está buscando la forma de anularte y destruirte.

Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo (Jn 17.14-16).

Ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Es necesario que te quede muy claro que tú no eres de este mundo y, aunque a ti no te guste, hay toda una guerra dispuesta contra ti.

El SEÑOR es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El SEÑOR es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de temblar? Cuando los malvados vengan a devorarme, cuando mis enemigos y adversarios me ataquen, tropezarán y caerán. Aunque un ejército poderoso me rodee, mi corazón no temerá. Aunque me ataquen, permaneceré confiado (Sal 27.1-3 NTV).

La Buena Noticia es que no tienes nada que temer; Dios es contigo, y si Dios es contigo, ¿quién contra ti?

Segundo, el verdadero problema se presenta  cuando vienen nuevos o mayores problemas y tú te has  olvidado de mantener tu mirada, y tu fe, constante y consistentemente en Jesús y en Su Palabra. Esto te debilita en la fe, ya que fe es estar constantemente creyendo a Dios, creyendo Su Palabra. 

Ahora pues, la fe viene por escuchar, por escuchar atentamente la palabra de Dios (Ro 10.17 SyE)

Dado que la Biblia establece que la fe viene por oír atentamente la Palabra de Dios, entonces, si descuidas la lectura y meditación de la Biblia le das oportunidad a tu adversario, el diablo, para amedrentarte con las apariencias de las dificultades que estés enfrentando el día de hoy.

Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, mándame que vaya hacia ti caminando sobre el agua. —Sí, ven —dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús. Pero, cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. «¡Sálvame, Señor!» —gritó. De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. «Tienes tan poca fe —le dijo Jesús —. ¿Por qué dudaste de mí?». Cuando subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo. Entonces los discípulos lo adoraron. «¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron (Mat 14.28-33 NTV).

Nota que Pedro ya caminaba sobre las aguas para ir a Jesús. Él había confiado, creído, en la Palabra de Jesús cuando éste le dijo “ven y por eso comenzó a experimentar la misma Verdad que su Señor y Maestro. PERO, cuando puso su atención en las circunstancias, entonces permitió que el espíritu de temor le robara la fe que manifestó al decir: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Jesús sólo dijo, ven y Pedro creyó. Sin embargo, al parecer, su declaración no fue suficiente, pues al quitar sus ojos de Jesús y considerar lo que veía con sus ojos y escuchaba con sus oídos, tuvo miedo y comenzó a hundirse.

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).

Al igual que antaño, hoy en día muchos creyentes están demasiado acostumbrados a conducir sus vidas por medio de lo que ven o sienten en lugar de hacerlo por medio de la fe, esto es, por creerle a Dios, creyendo Su Palabra. De este modo, cuando se presentan los problemas y vicisitudes de la vida se ven abrumados por la preocupación y el temor a tal grado que, efectivamente, pueden darle lugar al desánimo y a la depresión.

Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables (2 Co 5.6-9).

Me llama la atención que en ese episodio de la vida de Elías, Dios no lo consintió, ni lo apapachó por sentirse como se sentía, sino que lo fortaleció en su espíritu (fue un ángel quien le tocó y le alimentó), y le dijo: anda, levántate y vuélvete por tu camino para hacer esto, esto y esto otro.

Satanás siempre tratará, por todos los medios que tenga a su alcance, de anular tu fe (que no le creas a Dios, creyendo Su Palabra). Se valdrá de tus sentidos y emociones para inspirarte temor por medio de las circunstancias que te rodeen y luego utilizará la condenación por causa de tus faltas y pecados con el propósito exclusivo de que caigas en el error de olvidarte quien ahora tú eres en Cristo Jesús: ¡Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Co 6.9-11).

Si te das cuenta, tu confianza, tu certeza y tu fe debes ponerlas exclusivamente en lo que Dios ha dicho en Su Palabra acerca de ti y no en la forma cómo te ves a ti mismo(a), ni en la forma cómo te sientes contigo mismo(a).

porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra de Dios (1 P 1.23 CST).

Entonces, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, tú eres ya un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no de una simiente corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

Esto no quiere decir que, como Hijo(a) de Dios, puedes pecar y olvidarte de la santidad (sin la cual NADIE vera a Dios). ¡No! ¡Nada de eso! Es todo lo contrario.

Ahora sabes perfectamente quién eres tú y lo que Dios dice acerca de ti. ¡Tienes identidad! Ahora crees, hablas y actúas para manifestar esa justicia, santidad y perfección que Él ya puso en ti al decretarlo con Su Palabra.

¡Sólo tienes que creerlo!

Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado (He 10.11-18).

Por esto, como Hijo(a) del Rey, ya no tratas de alcanzar la santidad como algo de lo que careces o que no tienes (eso es lo que el diablo pretende que creas), sino que ahora crees que eres y que tienes todo lo que Dios dice en Su Palabra que eres y tienes: justo(a), santo(a) y perfecto(a). Pues, además, si Dios lo dice, entonces, es la verdad y por lo tanto puedes vivir como justo(a), santo(a) y perfecto(a).

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).

Así que, echa fuera de tu vida todo desánimo o depresión. ¡Ahora estás en Cristo! Dios es contigo, y si Dios es contigo, ¿Quién contra ti?

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en Tu Palabra puedo notar el gran Amor con que me has amado, pues aún estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste vida juntamente con Cristo. Gracias Señor por esta Vida Nueva que me has dado. Me creaste de Nuevo en justicia y santidad de la verdad. Creo y recibo este gran Amor. Creo y recibo a Jesús como mi Señor y Salvador. En Ti, Jesús, tengo vida eterna, vida abundante. Me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejar que las aflicciones del mundo me infundan temor pues yo no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor sino que he recibido el espíritu de adopción y te puedo decir a Ti, Dios, Abba, Padre. ¡Soy Hijo(a) del Rey! Nada ni nadie me pueden derrotar pues en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. Padre, cómo no agradecerte Tu Amor tan grande y sublime, pues me has escogido, redimido y renovado como Hijo(a) Tuyo(a). Tengo Tu Palabra de Honor y sé que he llegado a mi destino. Ahora estoy más que dispuesto(a) a utilizar la fe perfecta que ya tengo por Tu Palabra, para cumplir mi propósito en esta tierra: ser luz en medio de las tinieblas como embajador de Jesucristo dondequiera que esté y como quiera que esté, pues no tengo la más mínima duda que, ante todo problema, enfermedad o adversidad, yo, ______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. No recibo el espíritu de temor, ni la duda que genera, sino que recibo el espíritu de adopción por el cual te puedo decir Abba, Padre, Papá, Papito. Por Tu Palabra, la Biblia, estoy seguro(a) de quién ahora yo soy gracias a Jesús: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Y soy Nacido(a) de Nuevo, no de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Recibo Tu paz que sobrepasa todo entendimiento y me lleno con Tu Amor para vivir esta vida llena de gozo, que Tú has destinado para mí. Por lo tanto, voy a manifestar, con mi vida, la libertad gloriosa que sólo YO Tu Hijo(a) puedo tener. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Julio           18                         1 Co 6  /  1 R 19  /  Am 3.1-4.3


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Julio           18                         1 Co 6  /  1 R 19  /  Am 3.1-4.3

 

1 Corintios 6

Litigios delante de los incrédulos

6

1¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? 2¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? 3¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? 4Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia? 5Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, 6sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos?

7Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados? 8Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos.

9¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Glorificad a Dios en vuestro cuerpo

12Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen;a todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. 13Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. 15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.b 17Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros,c el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.[1]

 

1 Reyes 19

Elías huye a Horeb

19

1Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. 2Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. 3Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.

4Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. 5Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. 6Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. 7Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. 8Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.

9Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? 10El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.a 11El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. 12Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. 13Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías? 14El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.a 15Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.b 16A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel;c y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. 17Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará. 18Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal,d y cuyas bocas no lo besaron.

Llamamiento de Eliseo

19Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. 20Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo? 21Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía.[2]

 

Amos 3.1-4.3

 

El rugido del león

3

1Oíd esta palabra que ha hablado Jehová contra vosotros, hijos de Israel, contra toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto. Dice así: 2A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades.

3¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? 4¿Rugirá el león en la selva sin haber presa? ¿Dará el leoncillo su rugido desde su guarida, si no apresare? 5¿Caerá el ave en lazo sobre la tierra, sin haber cazador? ¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo? 6¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho? 7Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. 8Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?

Destrucción de Samaria

9Proclamad en los palacios de Asdod, y en los palacios de la tierra de Egipto, y decid: Reuníos sobre los montes de Samaria, y ved las muchas opresiones en medio de ella, y las violencias cometidas en su medio. 10No saben hacer lo recto, dice Jehová, atesorando rapiña y despojo en sus palacios. 11Por tanto, Jehová el Señor ha dicho así: Un enemigo vendrá por todos lados de la tierra, y derribará tu fortaleza, y tus palacios serán saqueados.

12Así ha dicho Jehová: De la manera que el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que moran en Samaria en el rincón de una cama, y al lado de un lecho.

13Oíd y testificad contra la casa de Jacob, ha dicho Jehová Dios de los ejércitos: 14Que el día que castigue las rebeliones de Israel, castigaré también los altares de Bet-el;a y serán cortados los cuernos del altar, y caerán a tierra. 15Y heriré la casa de invierno con la casa de verano, y las casas de marfil perecerán; y muchas casas serán arruinadas, dice Jehová.

4

1Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, que oprimís a los pobres y quebrantáis a los menesterosos, que decís a vuestros señores: Traed, y beberemos. 2Jehová el Señor juró por su santidad: He aquí, vienen sobre vosotras días en que os llevarán con ganchos, y a vuestros descendientes con anzuelos de pescador; 3y saldréis por las brechas una tras otra, y seréis echadas del palacio, dice Jehová.[3]

 



a
                    a a 6.12: 1 Co. 10.23.
 

b
                    b b 6.16: Gn. 2.24.
 

c
                    c c 6.19: 1 Co. 3.16; 2 Co. 6.16.
 

[1]
                    [1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Co 5.13-6.20). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
 

a
                    a a 19.10: Ro. 11.3.
 

a
                    a a 19.14: Ro. 11.3.
 

b
                    b b 19.15: 2 R. 8.7–13.
 

c
                    c c 19.16: 2 R. 9.1–6.
 

d
                    d d 19.18: Ro. 11.4.
 

[2]
                    [2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Re 18.46-19.21). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
 

a
                    a a 3.14: 2 R. 23.15.
 

[3]
                    [3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Am 2.16-4.3). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
 


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