En estos tiempos que se están viviendo, ¿se puede confiar
en alguien?
¡Cómo no
confiar en Dios!
Por Riqui Ricón*
Júzgame,
oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; He confiado asimismo en Jehová
sin titubear (Sal 26.1).
Confiar en el Señor sin titubear
significa creerle a Él, creyendo Su Palabra; significa creer la Biblia, sin
dudar.
Júzgame, Señor, y ve que seguí la senda de los perfectos. En el Señor me apoyaba y por eso no me
desviaba (Sal 26.1
BLA).
Confiar en el Señor sin titubear
significa apoyarse en Él, apoyarse en Su Palabra sin desviarse.
Pero sabed también esto: los cielos y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán, sino que permanecerán para siempre (Luc 21.33 CST).
Tú puedes depositar toda tu
confianza en la Biblia porque es precisamente por Su Palabra que Dios se da a
conocer; Él no ha faltado a Su Palabra y jamás lo hará. ¡Dios no puede mentir!
Dios no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo
tanto no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez
prometió sin cumplir? (Num 23.19 NTV).
Pon atención a cómo Su Amor por
ti es expresado en las Escrituras claramente, pues Él prefirió entregar a su
propio Hijo, como sustituto para pagar el precio de TODOS tus pecados, antes
que perderte a ti por toda la eternidad.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Es por ese Amor que ahora Dios mismo te llama Su
Hijo(a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1).
¡Y lo más
asombroso es que para Dios, en Verdad tú eres Su Hijo(a) Amado(a)!
Te aseguro que puedes confiar sin titubear en la
Palabra de Dios, al fin y al cabo Él es el mejor Padre que puedas haber tenido.
¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues
si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.9-11).
Dado que no puedes confiar en
alguien a quien realmente no conoces, la base de la confianza es el
conocimiento mutuo. En este día, gracias a Jesucristo, tienes un Dios y Padre a
quien puedes conocer cada día más y mejor. Al tener comunión con Dios, por
medio de la lectura y meditación de Su Palabra y de la oración, adquirirás un
mayor conocimiento de Tu Padre celestial y de quién ahora tú eres delante de
Él.
Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:
¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,
de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).
Si lo notas, puedes darte cuenta
que tu confianza y certeza no radican solamente en el conocimiento de Dios,
sino en tu propia identidad como Su Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo, porque ahora,
en Cristo Jesús, hemos conocido y creído el amor que Dios
tiene para con nosotros.
Fue con Su muerte en esa cruz que
Él pagó todos tus pecados y es por Su resurrección que el venció a la muerte
para hacerte partícipe del tipo de Vida que sólo los Hijos de Dios pueden
poseer: la Vida Eterna.
siendo renacidos [nacidos de
nuevo], no
de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive
y permanece para siempre (1 Ped 1.21).
Puedes confiar en Dios porque Su
Plan es perfecto para ti. Al darte el Nuevo Nacimiento mediante el Nuevo Pacto
en la Sangre de Jesús te hizo una persona totalmente nueva. Gracias a la Sangre
de Jesús, ¡eres una nueva especie de ser que no existía antes! ¡Eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Ya no eres más esa vieja persona pobre,
triste, enferma y pecadora. ¡Ahora, has Nacido de Nuevo y eres un(a) Hijo(a)
del Rey!
De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas (2 Cor 5.17).
Cada vez que enfrentes un nuevo
reto o desafío, cada vez que encares un problema o necesidad, recuerda siempre que
Dios es tu Papá y que Él no miente, ni se arrepiente, que todo lo que dice en
Su Palabra acerca de ti es la Verdad, pues Él es Dios y si Dios lo dijo,
entonces, Él lo va a cumplir; si Él lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Así que, ¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31)
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este
día quiero decirte cuánto te amo y cuán agradecido(a) estoy contigo pues Tú, que eres
rico en misericordia, por Tu gran amor con que me has amado, aun estando yo
muerto(a) en pecados, me diste vida juntamente con Cristo (por gracia soy salvo(a)),
y juntamente con Él me resucitaste, y asimismo me hiciste sentar en los
lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos
venideros las abundantes riquezas de Tu gracia en Tu bondad para conmigo en
Cristo Jesús. Porque por Tu gracia soy salvo(a) por medio de la fe;
y esto no viene de mí, pues es un don, un regalo Tuyo; no por
obras, para que de nada me gloríe. Porque yo soy hechura Tuya,
creado(a) en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Tú, oh Dios, preparaste
de antemano para que anduviese en ellas. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor
Jesús! Mi Rey, Señor y Salvador eres Tú. Tu Amor por mí es más dulce que la
miel, pues Tú, siendo en
forma de Dios, no estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte,
sino que Te despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, Te
humillaste a Ti mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
¡Todo por Amor a mí! ¡Cómo no voy a confiar en Ti! En Ti estoy totalmente seguro(a) y puedo confiar en
la certeza, la roca, la fortaleza de Tu Amor hacia mí. ¡Soy un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo! ¡Nada ni nadie me puede separar del Amor de Dios! ¡En
todas las cosas soy más que vencedor(a) pues TODO lo puedo en Cristo que me
fortalece! Aunque ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno
porque Tú estás conmigo. Creo y declaro que de todo problema, angustia y
enfermedad saldré más que vencedor por medio de Tu Amor. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
26 Luc 19.28-48
/
Gen 34 / Sal 26
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?