lunes, 30 de marzo de 2015

¿Quién te puede desarraigar?

 
14  de Marzo

¡Nunca desarraigado(a)!

Por Riqui Ricón*

Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo (Mat 15.13-14).

Toda planta nace de una semilla y toda planta cultivada que da fruto fue sembrada por alguien. En tu caso, la semilla que fue plantada es la Palabra de Dios y al creer que Jesús es el Cristo, el Mesías Salvador de todos los hombres, esta semilla te dio Vida Eterna haciéndote Nacer de Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios.



porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra de Dios   (1 Ped 1.23 CST).

Así que tú has Nacido de Nuevo por la Palabra de Dios y por lo tanto, ahora Dios es tu Padre.

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5. 1a).

Tu Padre te plantó y no te desarraiga sino que te cultiva y te cuida.

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.10).

La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, establece claramente que ahora tú eres hechura Suya, un(a) Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo; amado(a) del Padre; creado(a) de Nuevo en Cristo Jesús con el propósito de manifestar las buenas obras de Dios.

Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis (Jn 5.19-20).

Al aceptar lo que Jesús hizo al morir y resucitar por Amor a ti, recibiste la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios y la única diferencia que existe entre Jesucristo y tú es que Él es tu hermano mayor.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Rom 8.29).

Sin lugar a dudas que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su único Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

La Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, es muy clara y determinante para enseñarte que Dios Padre y Cristo Jesús hicieron todo esto con el propósito de rescatarte de la muerte eterna a la que te dirigías para hacer de ti un(a) legítimo Hijo(a) de Dios. ¡Exactamente igual a Jesús!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).

Así que, caer en el hoyo no es para nada tu destino. Tu destino es ser arraigado(a) y cimentado(a) en Su amor hasta que seas lleno(a) del propósito y de la plenitud de Dios.

para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (Efe 3.17-19).

Es por la fe [por creerle a Dios creyendo Su Palabra], que Cristo Jesús habita en tu corazón. Es por fe, porque Dios lo dice así en Su Palabra, que ahora, en Cristo, tú has sido arraigado(a) [no desarraigado(a)] y cimentado(a) en amor para que puedas experimentar toda la plenitud de Dios.

Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre;  haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí (1 Cor 11.25).

¿Qué significa realmente todo esto? Significa que creyéndole a Dios, creyendo lo que dice Su Palabra, creyendo a la semilla que te hizo Nacer de Nuevo, has entrado al Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.

Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré (Eze 36.25).

¡Haz sido lavado y limpiado por la Sangre de Jesús y por la Palabra de Dios!

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne (Eze 36.26).

¡Eres espíritu nuevo con un nuevo corazón!

Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.27).

Y, por si fuera poco, ¡tienes al Espíritu Santo, Dios mismo, viviendo y morando en ti y contigo!

Y todo esto por Amor, pues es por amor que Dios prefirió entregar a Su propio Hijo para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Es en Su amor que estás y permaneces arraigado(a) y cimentado(a)  para ser lleno(a) de toda la plenitud de Dios.

¡Nunca desarraigado(a)!

Al fin y al cabo, ahora eres Su Hijo(a) Amado(a).

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en este día, una vez más, quiero agradecerte por todo lo que hiciste por Amor a mí. Gracias por no haber escatimado a Tu propio Hijo Jesús, sino que lo entregaste por Amor a mí. Señor Jesús, muchas gracias porque Tú, siendo en forma de Dios, no estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndote obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Gracias porque con Tu muerte y resurrección, destruiste por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y así, me has hecho totalmente libre, pues yo, por el temor de la muerte estaba durante toda mi vida sujeto(a) a servidumbre. ¡Porque Tú moriste, mi vieja naturaleza, mi viejo(a) yo, murió contigo! ¡Porque Tú vives, yo también vivo! ¡La Vida Eterna que Tú tienes, es la misma que adquiriste para mí! ¡Puedo dejar de temerle a la muerte! ¡La muerte ya no se enseñorea más de mí! ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! Ahora sé que estoy arraigado(a) y cimentado(a) en Tu Amor y puedo, con toda certeza declarar que, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Gracias por mi Victoria sobre la muerte! En el nombre de Jesús. Amén

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Marzo 14                              Mat 15-1-20 /  Lev 24-25 /  Ecl 1.1-11

 


 

 

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