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sábado, 3 de octubre de 2020

¿Qué hacer cuando todo parece perdido?

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03 de Octubre


¿Qué hacer cuando todo parece perdido?

 

¡Sostente con la Palabra de Honor!


Por Riqui Ricón *

Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos. Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas? Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribara (Neh 4. 1-3).

En este día, sin importar lo que digan tus enemigos, ¡No temas, CREE solamente! Esta fue la respuesta que Jesús le dio a Jairo cuando le dieron la noticia que su hija había muerto para que ya no molestara más al maestro.

Recuerda que Jairo tenía fe, creía que Jesús salvaría a su hija moribunda por eso fue y le pidió ese favor a Jesús. Jesús le dijo que sí iría con él para sanar a su hija y se encaminaron hacia su casa. En ese momento, Jairo no sólo tenía una esperanza sino que además TENÍA la Palabra de Jesús. Pero, a la mitad del camino, como suele suceder con frecuencia, llegaron con  la mala noticia de la muerte de su hija; se hablaron palabras de muerte, destrucción y desesperanza.

Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar. Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban... Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente. Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente. Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer (Mar 5. 21-24, 35-43).

 

Ahora bien, en la escritura que encabeza esta reflexión, encontramos que Nehemías es un prototipo de Jesucristo y, por lo tanto, un prototipo tuyo. Él tenía un sueño o visión, reconstruir las murallas de Jerusalén; tenía fe, pues sabía que Dios estaba con él; tenía propósito, pues había sido autorizado por el rey. Pero, de pronto, sus enemigos, que al parecer eran más fuertes que él, se levantan para hacer declaraciones de fracaso, temor, debilidad, impotencia, duda, etc., sobre de él y sobre su propósito. ¿No te parece familiar esta oposición?

¿Qué hacer cuando has tenido fe para pedir y creer que Dios te va a ayudar en esa difícil situación y de repente parece que nada va a suceder o que, al contrario de lo que has pedido, todo se va a poner peor? Pues, actúa como Nehemías, ¡sigue creyendo! Fortalécete en el Señor y en el poder de su fuerza. Porque Él nunca ha abandonado a nadie y tú jamás serás avergonzado(a) de haber confiado en Su Palabra.

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 6.10).

¿Cuál es el poder de la fuerza de Dios? No son los ángeles, ni su fuerte brazo, ni los relámpagos y truenos. ¿Cómo creó Dios todo el Universo, lo visible y lo invisible? ¡Con Su Palabra! ¡El Poder de la fuerza de Dios ES Su Palabra!

Así que, fortalécete con la Palabra de Dios y ésta te dará la fe que necesitas para salir más que vencedor(a) de cualquier situación que estés enfrentando el día de hoy.

Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje,  y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo (Rom 10.17 NVI).

Jesús le dijo a Jairo: ¡No temas, CREE solamente! ¿Qué fue lo que fortaleció a Jairo para seguir creyendo a pesar de la noticia de la muerte de su hija? ¡La Palabra de Jesús! ¡Dios es digno de confianza! ¡Dios tiene Palabra de Honor!

Dios no es como los mortales: no miente ni cambia de opinión. Cuando él dice una cosa, la realiza. Cuando hace una promesa, la cumple. Yo tengo órdenes de bendecir; si Dios bendice,  yo no puedo contradecirlo (Num 23.19-20 DHH).

¡Todo lo que Dios ha dicho en Su Palabra, la Biblia, acerca de ti, Él lo va hacer; todo lo que Dios ha hablado a tu favor, Él lo va ejecutar!

Por lo tanto, resiste ese espíritu de temor y duda que las circunstancias o las palabras de otros quieren implantar en tu espíritu para que dejes de creer y caigas en desánimo y desesperación. ¡Sé como Nehemías! Echa mano de la oración, toma la Palabra de Dios como una espada, tu fe como un escudo y pelea la buena batalla pues estamos en guerra.

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión (confesión) delante de muchos testigos (1 Ti 6.12).

¡Echa mano de la Vida Eterna! Echa mano de tu Verdadera Identidad, pues ahora, por Cristo Jesús, tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y eres amado(a) por Dios.

El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida (Jn 6.63).

Sólo la Palabra de Dios puede producir Vida en ti, a pesar de cualquier circunstancia por difícil que parezca.

¡Nunca te rindas! Jamás le des lugar en tu vida a la actitud diabólica de la resignación. Recuerda siempre que, ¡Dios, el Todopoderoso, es tu Padre que te ama! La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, lo dice claramente: 

Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).

Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).

Así que, recuerda: pase lo que pase, suceda lo que suceda, ten por cierto que tú ya has vencido. Dilo en voz alta: ¡Yo le creo a Dios!

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono (Apo 3.21).

Sin importar cómo te sientas el día de hoy, ¡Tú ya has vencido! La Biblia lo dice así. Si puedes creer, al que cree todo le es posible.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en este día vengo a Ti con la total certeza y la plena confianza a Tu Palabra. Estoy profundamente agradecido(a) por Tu Gran Amor. Hoy sé que me amas tanto que preferiste entregar a Tu propio Hijo antes que perderme a mí, y que, aunque yo estaba muerto(a) en mis delitos y pecados, por este Tu Gran Amor con que me has amado, me diste Vida juntamente con Cristo Jesús; por Tu Gracia soy salvo(a) por medio de la fe, y aún ésta última no es mía sino que es un regalo Tuyo. ¡Cuán Grande y Hermoso Eres mi Señor! ¡Cuán maravilloso es Tu Amor por mí! En esta hora me pongo de acuerdo con Tu Eterna e Infalible Palabra para creer y declarar que, por el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, creo y recibo mi sanidad. Me declaro libre de toda dolencia y enfermedad. Hablo salud y bienestar a cada célula, tejido, órgano y sistema de mi ser. Rechazo todo miedo, pues yo no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy puedo decir, Abba, Padre. Pongo mis ojos, emociones y sentimientos en Ti, Señor Jesús, quien eres el autor y consumador de mi fe. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. Gracias porque por Tu Palabra, la Biblia, sin lugar a dudas, soy y recibo todo esto que he declarado delante de Tu Presencia. ¡Yo soy tuyo(a) y ya he vencido! En el nombre de Jesús. Amén

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 3                    Apo 3 /  Neh 4 / Sal 98

viernes, 2 de octubre de 2020

¡Cómo no ser derrotado(a) en el Apocalipsis!

    <ENGLISH>







02 de Octubre


¡Cómo no ser derrotado(a) en el Apocalipsis!

 


¡Eres más que vencedor(a)!

Por Riqui Ricón *

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida,  el cual está en medio del paraíso de Dios… El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte… Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe… Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias (Apo 2.7,11,17,26-29).

El día de hoy, la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te pide que pongas mucha atención a lo que el Espíritu Santo está diciendo a la Iglesia. Y ¿qué es lo que Él está diciendo? ¡Nosotros ganamos!

No importa el problema, enfermedad o circunstancia adversa que hoy estés enfrentando, la buena noticia es que en Cristo Jesús, tú ya ganaste.

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,  ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8.37-39).

Tú has sido predestinado y capacitado por la Palabra Dios para vencer, pues porque Cristo Jesús venció a la muerte en tu lugar, entonces tú venciste a la muerte con Él. Y no solamente a la muerte, sino también a la tristeza, enfermedad, amargura, odio, resentimiento, pobreza y cualquier necesidad que pretenda robarte el gozo y la paz de saber y creer que ahora eres un(a) auténtico(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Co 5.14-15).

Sólo presta mucha atención pues no es con tu fuerza ni con tus habilidades que has vencido y vencerás, ¡es con tu FE! ¡Es creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra!

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).

Sólo cuando tengas la absoluta certeza de que Dios NO miente y que por lo tanto, tú ERES exactamente la persona que Dios dice en Su Palabra, la Biblia, que eres, entonces habrás vencido y podrás vivir, caminar y respirar como un(a) Vencedor(a).

A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles. De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe.» (Ro 1.16-17 NVI).

Es creerle a Dios, creyendo Su Palabra, lo que te da acceso al Poder de Dios, pues sea cual sea el problema, enfermedad o aflicción que estés enfrentando en este día, las Buenas Noticias del Evangelio se te revelan hoy, al darte cuenta de cómo Dios te hace justos ante sus ojos, lo cual se logra del principio al fin por medio de tu fe (por creerle a Dios, creyendo Su Palabra). Como dicen las Escrituras: «Es por medio de la fe que el justo tiene vida».

Por lo tanto, todos nosotros, que miramos a cara descubierta la gloria del Señor, la reflejamos como claros espejos, y conforme a su propia imagen somos transformados y crecemos más y más en gloria por la acción del Espíritu del Señor (2 Co 3.18 CST).

-Al que venciere yo le daré… y Yo haré de él (ella)… -dice el Señor en Apocalipsis-. Pero, a menos que te mires a ti mismo(a) a través de la Biblia y utilices la Palabra de Dios como el espejo donde adquieres tu Verdadera Identidad, no podrás vencer para recibir lo que Cristo Jesús adquirió para ti.

Es la Biblia la que establece que, a pesar de tus circunstancias, tú has de vencer en este mundo.

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él… Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5. 1, 4-5).

1.    ¿Crees que Jesús es el Cristo? Yo sé que sí. Entonces tú eres Nacido(a) de Dios. ¡Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

2.    Todo(a) Hijo(a) de Dios VENCE al mundo. No los más santos, ni los ungidos, ni los que oran o ayunan; la escritura dice TODO Hijo(a) de Dios. Así que, efectivamente, tú y yo vencemos al mundo. ¿Cómo?

3.    Con nuestra FE pues esta es la victoria que vence al mundo, nuestra FE. Es cuando le CREES a Dios, creyendo Su Palabra que tú realmente comienzas a vencer.

4.    Así que:  ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Esto dice la Biblia, que es la Palabra de Honor de Dios, quien no miente, por lo tanto, tú eres más que vencedor por medio de Aquel que te ha amado, Cristo Jesús.

¡No hay forma que puedas perder!

Ahora puedes comprender que cuando la Escritura dice “Al que venciere” se está refiriendo a ti. No dice que vencerás si le echas ganas o si pagas el precio o si te sientes digna o digno. ¡No! ¡Nada de eso! ¿A quién se refiere? Al que venciere. Y ¿quién es el que vence? El (la) que CREE que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Porque al que CREE TODO le es posible.

—¿Hace cuánto tiempo que le pasa esto? —preguntó Jesús al padre del muchacho. —Desde que era muy pequeño —contestó él —. A menudo el espíritu lo arroja al fuego o al agua para matarlo. Ten misericordia de nosotros y ayúdanos si puedes. —¿Cómo que “si puedo”? —preguntó Jesús —. Todo es posible si uno cree. Al instante el padre clamó: —¡Sí, creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad! (Mar 9.21-24 NTV).

Haz esta declaración audiblemente: Yo <nombre> creo que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, por lo tanto, de acuerdo a la Biblia que es la Palabra de Dios quien no miente, soy una/un hija/hijo de Dios NACIDO DE NUEVO y venzo al mundo. ¡Soy más que vencedor por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, muchas gracias porque en Tu Palabra, las Palabras que han salido de Tu boca, me has declarado Hijo(a) Tuyo(a) por medio de la fe en Cristo Jesús. Yo, ________ (tu nombre aquí), creo que Jesús es el Señor, el Cristo, mi Salvador. Por eso, te estoy eternamente agradecido, Señor Jesús; porque Tu sacrificio fue completo, perfecto y acabado. No quedó nada pendiente. He sido justificado(a) en Tu Sangre y por Tu Vida yo he recibido la Vida Eterna, la Vida plena y abundante que sólo pueden disfrutar los Hijos de Dios. Gracias porque Tu Palabra, la Biblia, me da la facultad para que, en cuanto a la pasada manera de vivir, despojarme del viejo(a) hombre(mujer),  que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovarme en el espíritu de mi mente, y vestirme del nuevo hombre(mujer),  creado según Dios  en la justicia y santidad de la verdad. Yo soy ese(a) que ya ha vencido, pues yo soy lo que Tú, Dios, dices en Tu Palabra que soy: Tu Hijo(a) amado(a). Por lo tanto, sé que sé, y así lo declaro, que en todo problema, enfermedad o aflicción, he de salir más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir firme con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeto(a) al yugo de esclavitud! Así que, con esta autoridad que Tú me has dado, Padre,  resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Y ya he vencido. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 2                             Apo 2 /  Neh 3 / Sal 97

jueves, 1 de octubre de 2020

¡Cómo reinar ante tus dificultades!

   <ENGLISH>






01 de Octubre


¡Cómo reinar ante tus dificultades!

.

¡Eres Bienaventurado para reinar!

Por Riqui Ricón *

Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca (Apo 1.3 NVI).

La mayoría de los creyentes reconocen que la Biblia es la Palabra de Dios, pero pocos son los que se detienen a reflexionar lo que esto significa.

¿Qué es la Palabra de Dios?

Decir que la biblia es la palabra de Dios significa que TODO lo que está escrito en ella son las Palabras que han salido de la boca de Dios y por consiguiente, se van a cumplir en su totalidad, pues como Jesús lo estableció, “el cielo y la tierra pasarán pero mis Palabras NO pasarán”.

A su vez, afirmar que la Biblia es la Palabra de Dios significa que la Biblia NUNCA dejará de ser y por lo tanto, ES LA VERDAD.

Es por esta razón que hoy puedes reflexionar que de acuerdo a la Biblia, tú eres dichoso(a), pues te has propuesto leer y CREER la Palabra de Dios.

Es precisamente Su Palabra la que afirma que Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3.16).

Jesús te ama tanto que lavó, limpió, TODOS tus pecados con Su sangre. Al morir por ti pagó TODO lo que debías, pero al resucitar venciendo a la muerte te otorgo el derecho a la Vida Eterna.

y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén (Apo 1.5-6).

¿Para qué hizo esto? Para hacer de ti un(a) genuino(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y constituirte, en esta vida, como un rey (reina) y sacerdote (sacerdotisa) para tu Padre celestial.

Su sacrificio de AMOR en esa cruz no solamente te da derecho a un lugar junto a Él, en Su Presencia, allá en el cielo, sino que establece también un destino y propósito eterno para tu vida aquí en la tierra: ¡Reinar!

Pues si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo (Ro 5.17 NVI).

Porque Jesús te ama y ha lavado tus pecados con Su Sangre, ahora tú puedes reinar en esta vida, pues aunque el pecado de un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre todos los seres humanos, aún más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su justicia, porque todos los que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y sobre la muerte por medio de un solo hombre, Jesucristo.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?  Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;  Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.  Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,  ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8.35-39).

Ahora tú eres un(a) Hijo(a) de Dios y puedes reinar sobre los problemas, las enfermedades, la pobreza y toda circunstancia adversa en tu vida.

Cuando Cristo Jesús murió en esa cruz sus últimas palabras fueron, consumado es. Lo cual significa que Él ya hizo su parte y ahora te toca a ti hacer la tuya; esto es, dejar de temer, dejar de afligirte y comenzar a CREER. Creerle a Él, creyendo Su Palabra.

Sin embargo, cuando Sanbalat, Tobías y Gesem el árabe se enteraron de nuestro plan, se burlaron con desprecio. —¿Qué están haciendo? —preguntaron—. ¿Se rebelan contra el rey? (Neh 2.19 NTV).

Quizá tu situación parezca en este día tan difícil, que quiere gritarte y hacer burla de tu FE en la Palabra de Dios, para atemorizarte y hacerte dudar que tu Padre cumplirá Su Palabra.

Yo contesté: —El Dios del cielo nos ayudará a tener éxito. Nosotros, sus siervos, comenzaremos a reconstruir esta muralla; pero ustedes no tienen ninguna parte ni derecho legal o reclamo histórico en Jerusalén (Neh 2.20 NTV).

Lo importante aquí, es que tú no eres como Nehemías, un representante del rey que tenía poderes y autoridad para reconstruir la ciudad de Jerusalén, ¡tú eres un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores!

Así que, sea cual sea el problema, enfermedad o aflicción que estés enfrentando el día de hoy, levántate y comienza a ejercer la autoridad y dominio que te han sido dados como Rey y Sacerdote para Dios, tu Padre.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, muchas gracias porque en Tu Palabra, las Palabras que han salido de Tu boca, me has declarado Hijo(a) Tuyo(a) por medio de la fe en Cristo Jesús. Gracias, Señor Jesús, porque Tu sacrificio fue completo, perfecto y acabado. No quedó nada pendiente. He sido justificado(a) en Tu Sangre y por Tu Vida yo he recibido la Vida Eterna, la Vida plena y abundante que sólo pueden disfrutar los Hijos de Dios. Gracias porque Tu Palabra, la Biblia, me da la facultad para que, en cuanto a la pasada manera de vivir, despojarme del viejo(a) hombre(mujer),  que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovarme en el espíritu de mi mente, y vestirme del nuevo hombre(mujer),  creado según Dios  en la justicia y santidad de la verdad. Así que, hoy vengo a Ti, Abba, Padre; de todos mis pecados me arrepiento y te pido perdón, he fallado y esto es algo que no quiero hacer más. Espíritu Santo, límpiame de toda maldad; ayúdame a creer que soy ese(a) Hijo(a) Tuyo(a) creado en justicia y santidad de la verdad, pues con mi fe, nada de ese(a) viejo(a) hombre(mujer) se volverá a manifestar en mi vida. La Ley del espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte. Dios, yo soy lo que Tú dices en Tu Palabra que soy: Tu Hijo(o) amado(a). Por lo tanto, sé que sé, y así lo declaro, en todo problema, enfermedad o aflicción, soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir firme con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeto(a) al yugo de esclavitud! Así que, con esta autoridad que Tú me has dado, Padre,  resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

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Octubre 1                    Apo 1 /  Neh 1, 2 / Sal 96