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jueves, 21 de febrero de 2013

¡Qué hacer ante los problemas!

 
Lunes 11 de Febrero de 2013.
¡Volviendo siempre a Su Palabra!
Por Riqui Ricón*
Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, Y os haré saber mis palabras (Pro 1.23).
Si tú te vuelves [arrepientes] y pones atención a mis razonamientos [Palabra], yo [la sabiduría] derramaré mi espíritu sobre ti, y te daré a conocer mis palabras (Pro 1.23 BA).
Sabiendo que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti, no es de extrañarse que lo único que te pide es que confíes en Él; que en lugar de huir de Él avergonzado(a) y derrotado(a), corras hacia Él y hacia Su Palabra (Sus razonamientos). ¡Dios te ha prometido hacerte saber Su Palabra y, con ella, Su Sabiduría!
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad (Jer 29. 11-14a).
Dios ha establecido en Su Palabra un Plan bueno, agradable y perfecto para tu vida y, en honor a la Verdad, poco importa lo que tú pienses de ti mismo(a), que si eres poca cosa, un(a) pecador(a), fracasado(a) o derrotado(a), porque ninguna de esas cosas eres tú.
¡Tú no puedes ser una persona diferente a la que Dios dice que tú eres! ¡Sus pensamientos hacia ti son de paz y no de mal! Y lo que Dios dice acerca de ti en Su Palabra, esa es la Verdad y eso es lo que prevalece. ¡Aunque tú no lo creas!
por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz (Col 1.19-20).
Por la Sangre de Jesús, por Su muerte en esa cruz y su resurrección ahora tú tienes acceso a la Presencia de Dios mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús. Y éste, mi estimado(a) amigo(a), es un Pacto de Amor y Paz dirigido totalmente hacia ti.
Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo (Col 1.21-23a).
Si estás prestando atención a la Palabra de Dios, notarás que no depende de ti, ni de nada de lo que hayas hecho, ni de nada que tú puedas hacer. ¡Él lo hizo todo por amor a ti! Lo único que se te pide es creer, creerle a Dios, creyendo Su Palabra.
Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades (He 8.6-12).
Al aceptar a Jesús como tu Señor y Salvador, automáticamente entraste a este Nuevo Pacto, que ha sido establecido sobre mejores promesas, ya que, a diferencia del anterior, no  se te pide que hagas cosa alguna sino sólo creer. Creer que por la muerte de Jesús todos tus pecados fueron pagados; creer que mediante Su Sangre ya has sido purificado(a) para que, a través de Su resurrección, recibas la Vida Nueva de un(a) Hijo(a) de Dios, hecho(a) semejante a Jesús, justo(a), santo(a) y perfecto(a).
Necesito insistir aquí que no se trata de si tú te sientes justo(a), santo(a) o perfecto(a), sino que, mediante el Nuevo Pacto en  Su Sangre, y de acuerdo a la Palabra de Dios, Él, Jesucristo, ya te hizo así. Entre más pronto lo aceptes y lo creas, más pronto comenzarás actuar y a vivir como un(a) Hijo(a) del Rey.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Así que, no te dejes engañar por los problemas, las enfermedades o las dificultades, ni por las voces de fracaso y derrota que continuamente gritan que no sirves, que no vales, que eres un(a) hipócrita, que Jesús, ni Dios pueden amarte siendo como has sido, etc., etc., etc. ¡No! Mi amado(a), vuélvete a su reprensión, vuélvete a Su Palabra y a Sus razonamientos. Porque esta es la verdad: ¡Dios te ama!
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este día yo decido volverme a Tus razonamientos, a Tu Palabra. ¡Tu Palabra es la Verdad! Por lo tanto, deshecho todo pensamiento de fracaso y de derrota; todo rencor; todo complejo de inferioridad; todo orgullo y altivez; todo miedo y temor. Gracias, Señor Jesús, porque por Ti, por Tu muerte en la cruz, por Tu sangre preciosa, por Tu resurrección y por Tu gran Amor por mí, ahora yo tengo vida, una vida plena y abundante: tengo la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Gracias, amado Dios, porque ahora conozco la Verdad y la Verdad me ha hecho libre. Puedo tomar de Tu Plenitud, Jesús (que es toda la Plenitud de la deidad), para hacer de mi vida una vida justa, santa y perfecta, creyendo y RECIBIENDO lo que Tú, Señor, ya hiciste por mí. ¡Gracias por el Nuevo Pacto en el Cuerpo y la Sangre de Jesús! Por todo esto, Tú, mi Dios, y Padre, me has dado toda la autoridad para declarar que cualquier problema, enfermedad o aflicción que ahora esté viviendo, tarde que temprano, se volverá en un bien para mi vida, así lo dice la Biblia. Gracias Señor, porque no hay forma en que yo vaya a perder, pues esta es la victoria que ha vencido al mundo, mi fe. Mi fe en Ti, Padre eterno. Mi fe en Tu Palabra. Gracias Padre porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado con tan grande amor y me has hecho tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la cruz, Señor Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 11                             Heb 8 /  Ex 5.1-6.27 /  Pro 1
 


miércoles, 20 de febrero de 2013

¡Cómo es que siempre vencerás sobre cualquier circunstancia, problema o enfermedad!

 
Domingo 10 de Febrero de 2013.
¡Habilitado por Dios!
Por Riqui Ricón*
Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar (Ex 4.10-12).
Cuando Moisés dudó de sus habilidades para cumplir la misión que Dios le encomendaba, el Señor le ayudó enseñándole dos cosas: primero, que Él es Dios, el Todopoderoso; y segundo, le prometió que estaría con él. Así, por medio de la fe, que es creerle a Dios, creerle a Su Palabra, podemos ver en los primeros cinco libros de la Biblia que Moisés llevó a cabo la tarea encomendada.
Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel... Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.1-2, 7-9).
Ahora, tenemos a Josué con la enorme responsabilidad de introducir al pueblo de Israel a la Tierra Prometida y, de nuevo, Dios lo habilita con Su Palabra para realizar el propósito asignado. Una vez más, podemos leer en el libro de Josué cómo éste le creyó a Dios, haciendo de la Biblia la norma máxima de su vida y, así, hizo prosperar su camino y todo le salió bien. A tal grado Dios honró la fe de Josué que,
Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón;  Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser?  Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel (Jos 10. 12-14).
A Dios no se le escapa nada acerca de ti y Él ha comprometido Su Palabra en que estará contigo en todo momento, ayudándote y habilitándote para todo aquello que el Señor pida de ti.
Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. Y esto no fue hecho sin juramento; porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto (He 7.18-22).
Realmente es asombrosa la forma en que Dios, tu Padre, habilitó a Jesús para que realizara la labor que le había encomendado. Al morir en la cruz, por Amor a ti, y pagar con Su Vida el precio de todos tus pecados, Jesús fue hecho, por Dios, el fiador, la garantía, del Nuevo Pacto; el cual es un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.
por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina (2 P 1.4a).
Estas promesas son las que te habilitan, por medio de la fe, para ser la persona que Dios quiere que seas y para hacer las cosas que Dios quiere que hagas. Por ejemplo:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Jesús no viene a condenarte, sino a que creas en el Amor que Él siente por ti. Jesús vino para que creas que porque Él pagó el justo precio de todos tus pecados, ahora tú ya no tienes que pagar NADA. Jesús vino para que recibas, por medio de la fe en Su Nombre, la Plenitud de Vida que sólo pueden gozar los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, lo cual tú YA ERES, en Cristo Jesús.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
Por creer que Jesús es el Mesías, el Salvador del mundo, ahora tú has nacido de Dios.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (Jn 1.12-13).
Por haber confesado a Jesucristo como tu Señor y Salvador, ya no eres más un(a) Hijo(a) de tus padres naturales, sino que ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Y no Naciste de Nuevo de una semilla corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,  pueblo adquirido por Dios,  para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1 P 2.9-10).
Tu Padre te ha dejado aquí, en el mundo, con el propósito de que anuncies a otros las virtudes de aquel que te llamó de las tinieblas a su luz admirable. Para que compartas las buenas noticias del Amor de Dios a todos los seres humanos y, así, establezcas el Reino de tu Padre en la tierra.
Ser un(a) Hijo(a) del Rey te habilita para hacer esto, pues ahora eres linaje escogido y real sacerdocio.
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes,  y reinaremos sobre la tierra (Apo 5.9-10).
Mediante la Sangre de Jesús, ya has sido hecho(a) rey (reina) y sacerdote (sacerdotisa) para reinar sobre la tierra y es necesario que comprendas que has sido habilitado(a) por Dios, no mediante la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.
Y esto es aún más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible (He 7.15-16).
Así es, amado(a), el sacrificio de Jesús va muchísimo más allá del perdón de tus pecados. Por Amor, Dios te ha llamado Su Hijo(a) y mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, has sido  creado(a) de Nuevo para una Vida Plena y Abundante: ¡la Vida Eterna!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, al estudiar y comprender todo esto me asombro más y más de Tu Grande y Eterno Amor por mí. Señor Jesús, es Tu Vida, Tu Sangre, Tu muerte y resurrección lo que me habilita para la Vida Eterna. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! ¡Cómo no voy amarte! ¡Cómo no he de adorarte! Siendo Tú quién eres, hiciste de mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) Nacido(a) de Nuevo. ¡Lo creo y lo recibo! Por tanto, estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar de Tu amor, mi Dios y Padre, que es en Cristo Jesús mi Señor.  Así que, declaro que estoy habilitado(a) por Dios con la Vida Eterna para reinar sobre la tierra. Voy a establecer Tu Reino poniendo la Palabra de Dios en mi mente, boca y corazón. Yo soy la persona que Dios dice que soy en Su Palabra, la Biblia. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Gracias por mi Victoria sobre la muerte! En el nombre de Jesús. Amén
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 10                             Heb 7 /  Ex 3-4 /  Sal 41
 


martes, 19 de febrero de 2013

¡Cómo enfrentar tus problemas el día de hoy!

 
Sábado 9 de Febrero de 2013.
¡Alegre, constante y persistentemente!
Por Riqui Ricón*
Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová (Sal 40.1-3).
Muchas veces he malinterpretado lo que la Biblia se refiere como paciencia. Pensaba que era soportar con humilde resignación cualquier adversidad hasta que, de pronto, sin saber cuándo ni cómo, por la misericordia de Dios, llegase la liberación esperada.
¡Desde luego que todo es por el amor y la misericordia de Dios! Sin embargo, las palabras paciencia y pacientemente tienen un significado muy diferente en el lenguaje bíblico. Significan resistir alegremente (lleno de esperanza), constancia y persistencia. De esta forma, el primer verso del Salmo 40 dice: Con constancia, alegría y persistencia he esperado al Señor, por lo que Él se inclinó hacia mí y me escuchó.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).
Estas constancia, alegría y persistencia sólo pueden provenir de un lugar: de tener la certeza al estar 100 por ciento convencido, en tu mente y corazón, que Dios, tu Padre, te va a responder; al tener la certeza y estar 100 por ciento convencido que la Biblia es la Palabra de Dios y, por lo tanto, todo lo que está escrito en ella acerca de ti, Él lo va a cumplir.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Teniendo tal certeza y convicción, cómo no esperarías constante, alegre y persistentemente, pues sabes que sabes, que Dios no faltará a Su Palabra.
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Num 23.19)
Así la fe viene por creer la Palabra de Dios.
Por eso, ante la circunstancia más adversa, pareciera que tú sabes algo que los demás no saben, que tienes algo que los demás no tienen, pues tu actitud no es la de una víctima sufriente sino de un(a) constante y persistente vencedor(a).
Tú sabes y tienes algo que los demás no. Tú tienes la Palabra de Honor de Dios que te garantiza que todo va estar bien.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Ro 8.28).
¡Todas las cosas! Especialmente aquellas “malas” cosas. Nota que escribí “malas” entre comillas dado que si Dios hará que en tu Vida TODAS las cosas te ayuden a bien, entonces esas “malas” cosas dejaran de ser malas y te ayudarán a bien.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jua 16.33).
Las aflicciones comienzan cuando el diablo utiliza los problemas y circunstancias adversas para tratar de convencerte que nada va a cambiar y que es más sencillo, y normal, resignarse ante las grandes dificultades. Intentará influenciar tus emociones y sentimientos con sus mentiras para que creas que es mejor aceptar la realidad. Tratará de convencerte que quizá en esta ocasión la voluntad de Dios no sea sanarte, ni liberarte, sino enseñarte algún tipo de lección mediante la prueba de aflicción.
¡Mentiras!
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis (Jer 29.11).
Cuando Satanás logra sembrar la duda y el temor en el corazón de los creyentes, en ocasiones éstos comienzan justificar lo que no entienden, al grado de atribuirle a nuestro buen Padre, acciones malas como castigar o probar a Sus Hijos con enfermedades y tragedias. Piensan, con justa razón, que si Dios no responde a Su Palabra entonces el Evangelio será menospreciado y ellos serán avergonzados.
La buena noticia es que,
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
Ante cualquier duda o temor, recuerda siempre que Dios es bueno y te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que, a pesar de lo que hiciste con tu vida, te ha hecho Su Hijo(a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).
Lo mejor de todo es que todo esto no se trata de tu palabra, sino la de Él. Por lo tanto, no eres tú quien la tienes que cumplir, sino Él, y Él es, Dios, nada más y nada menos, el Todopoderoso.
Vale aquí recordar la respuesta que Jesús dio a los saduceos que no creían en la resurrección de los muertos: erráis, ignorando las Escrituras y el Poder de Dios (Mat 22.29).
Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho. Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.41-42).
La Biblia, la Palabra de Dios, que no puede mentir, se define a sí misma como la perfecta Ley, la Ley de la libertad.
Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia [con constancia, con alegría, con persistencia], alcanzó la promesa (He 6.13-15).
Cuando tú sabes en quién has creído; cuando sabes que Dios no miente y que lo que te ha dicho es la verdad y lo va a cumplir, entonces, puedes afrontar cualquier circunstancia con alegría, siendo constante y persistentemente al esperar en Él, pues estás firmemente sustentado(a) en la infalible e inmutable Palabra de Dios, que es Su Palabra de Honor.
Así que, te conviene buscar todas las promesas que hay en la Biblia tocantes a tu necesidad y comenzar a declararlas como ciertas, pues fueron dichas por Dios para ti.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, por el gran Amor con que me has amado ahora yo soy Tu Hijo(a) y yo en Ti confío. Tú dices en Tu Palabra que dichosos son el hombre y la mujer que en Ti confían. ¡Soy dichoso(a)! Pues sin importar las circunstancias que hoy enfrento, Tú, mi Dios, cumplirás Tu propósito en mí y saldré adelante más que vencedor(a). Pues aunque ande en valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno porque Tú estás conmigo y, ¿qué puedo decir a esto? Si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? Gracias, Señor Jesús, por lo que Tú hiciste por amor a mí al morir en esa cruz, ahora yo tengo la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y en verdad puedo ser constante, alegre y persistente al esperar en Tu Palabra. El cielo y la tierra pasarán, más Tu Palabra no pasará. Así que, está es la confianza que tengo en Ti, que si Te pido alguna cosa conforme a Tu Voluntad, conforme a Tu Palabra, sé que Tú me oyes, y si sé que Tú me oyes, también sé que tengo todo lo que Te he pedido. Por lo tanto, resisto al espíritu de temor, duda, pobreza y enfermedad. Creo y recibo lo que Tú, mi Señor y Salvador, Jesucristo, pagaste para mí. ¡Soy sano(a) y libre de toda enfermedad y dolencia! ¡Soy libre del temor, la ansiedad y la duda! Pues no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba, Padre! Declaro mi libertad y prosperidad financiera. Recibo el Amor, gozo y paz que Tú, Espíritu Santo, has puesto en mí para vivir una vida plena y abundante. Declaro que todo lo que tenga que esperar de Ti, mi Dios y Padre, lo haré pacientemente, con constancia, alegría y persistencia, pues estoy totalmente seguro(a), en Tu Palabra, que lo he de recibir. En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 9                               Heb 6.13-20 /  Ex 1-2 /  Sal 40