viernes, 19 de mayo de 2017

¡Cómo vivir en el Reino de Dios!

 
18  de Marzo

¡Eres un(a) Hijo(a) del Reino!

Por Riqui Ricón*

En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos (Mat 18.1-4).

De a cuerdo a la Palabra de Jesús, si quieres entrar al reino de los cielos tienes que hacerte como niño(a)…

Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,  espíritu es (Jn 3.1-6).

Pareciera que las dos condiciones que Jesús estableció para entrar al reino de Dios son distintas: nacer de nuevo y ser como niños. En realidad, ambas son la misma condición, la cual fue adquirida o cumplida a través del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.

Mat 26:26-28 RV60  Y mientras comían,  tomó Jesús el pan,  y bendijo,  y lo partió,  y dio a sus discípulos,  y dijo:  Tomad,  comed;  esto es mi cuerpo.  (27)  Y tomando la copa,  y habiendo dado gracias,  les dio,  diciendo:  Bebed de ella todos;  (28)  porque esto es mi sangre del nuevo pacto,  que por muchos es derramada para remisión de los pecados.

Permíteme explicarme: con Su Sangre, derramada hasta la última gota en esa cruz, Jesucristo pagó el precio de TODOS tus pecados, cumpliéndose así la Justicia de Dios al recibir Él, el castigo de tus pecados para que ahora tú puedas, con toda confianza y seguridad, presentarte como justo delante del Juez de toda la tierra.

con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados (Col 1.12-14).

Después, Dios perdonó TODAS tus faltas y transgresiones al decidir olvidarlas y no acordarse nunca más de ellas.

Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.34).

Por último, te dio un corazón nuevo, te hizo espíritu nuevo y te dio al Espíritu Santo para, así, con todo esto, hacer de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.26-27).

Has Nacido de Nuevo por medio de la FE, pues aunque todavía no lo sabías, cuando aceptaste a Jesucristo como tu Señor y Salvador, estabas creyendo todo esto, estabas creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra.

siendo renacidos [Nacidos de Nuevo], no de simiente corruptible sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

¡Todo por amor a ti!

¿Te das cuenta? Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Por ese Amor con que Dios te ama, Él te ha hecho Su propio(a) Hijo(a), con Su Palabra.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1 BAD).

Todo esto se hizo una realidad para ti cuando aceptaste a Jesús como Señor y Salvador de tu vida diciéndole: ¡Si Señor Jesús, CREO en ti, acepto tu sacrificio en la cruz que me justifica, perdona y borra todos mis pecados; ven a mi vida, te abro mi corazón! Amén.

Rom 10:8-11 RV60  Mas  ¿qué dice?  Cerca de ti está la palabra,  en tu boca y en tu corazón.  Esta es la palabra de fe que predicamos:  (9)  que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,  y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,  serás salvo.  (10)  Porque con el corazón se cree para justicia,  pero con la boca se confiesa para salvación.  (11)  Pues la Escritura dice:  Todo aquel que en él creyere,  no será avergonzado.

Ahora eres, legal y legítimamente, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y puedes confiar total y plenamente en tu Padre celestial. Puedes estar plenamente seguro(a) que la Biblia es la Palabra de Honor de Dios y por lo tanto la va a cumplir toda. Primero el cielo y la tierra dejan de existir ante que tu Padre deje de cumplirte Su Palabra.

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).

Así que, exactamente igual a un(a) niño(a), con la misma actitud y confianza en tu corazón, puedes dejarle a Dios TODOS tus problemas. Puedes dejarle TODAS tus necesidades. No te preocupes más, no te angusties, ahora Él es tu Padre y es responsable de ti y por ti.

¡Tú eres Su Hijo(a) amado(a)!

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga (Mat 11.28-30).

Sin importar que problemas, enfermedades o aflicciones estés enfrentando, ahora puedes, como un niño, poner toda tu confianza en la Palabra de Dios y venir a Jesucristo para hallar descanso y consuelo para tu alma.

¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.9-11).

Dios es un Padre bueno que está dispuesto a darte todas las cosas que le pidas con FE, que le pidas creyendo Su Palabra.

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mat 6.25-33).

La justicia del reino de Dios es aquella que se cumplió en la cruz del Calvario. ¡Búscala! ¡Acéptala! ¡Recíbela! Lo único que tienes que hacer es creer la Palabra de Dios, que no miente (no puede mentir, nunca lo ha hecho y nunca lo hará).

Sin importar que tan difíciles sean tus circunstancias el día de hoy, créele a Dios y comienza a vivir como un(a) Hijo(a) del Reino, te aseguro que saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amo, Cristo Jesús.

Así que, bienvenido(a) al Reino de tu Padre. Ahora, con toda certeza, puedes declararlo en voz alta: ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! ¡Soy como un(a) niño(a) y mi Padre es Dios! ¡Aleluya! ¡Ya estoy viviendo dentro del reino de Dios! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Reino!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, no encuentro mejor forma de agradecer lo que has hecho por mí que aceptándolo. No encuentro mejor forma de honrar el sacrificio de Tu Hijo Jesús que recibiendo la posición e Identidad que Él adquirió para mí al morir en esa cruz. ¡Gracias Jesús! ¡Muchas gracias Señor! Creo y recibo tu grande y eterno Amor por mí. Creo y recibo mi identidad de Hijo(a) Tuyo(a). Por lo tanto, creo y recibo también todas y cada una de tus promesas. Gracias Señor, porque no hay forma en que yo vaya a perder en esta vida. Gracias Padre porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado con tan grande amor y me has hecho tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la cruz, Señor Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo como Hijo(a) de Dios. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Marzo 18                        Mat 18.1-21 /  Núm 5-6 /  Ecl 5

 

 

 

 


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