martes, 27 de septiembre de 2016

¡Cómo puedes ver la Gloria de Dios!

 

6 de Septiembre

¡Sin fe es imposible!

Por Riqui Ricón*

Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (Jn 11.40).

Esta es la respuesta que Jesús le dio a Marta cuando ésta le reprochó: ¡Pero Señor, ya hiede! ¡Hace cuatro días que murió!

Marta se espantó ante la orden de Jesús de remover la piedra del sepulcro donde se encontraba el cadáver de su hermano Lázaro, pues, después de todo, hacía ya cuatro días que éste había muerto y, cómo ella misma había dicho, si Jesús hubiera estado ahí a tiempo, Lázaro no habría muerto, y ahora Jesús se traía algo entre manos. ¿Ahora? ¿Después de cuatro días en el sepulcro?

¡Cuán cotidianamente los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo se encuentran en la misma posición de Marta! Ante la contundente evidencia que les muestra la realidad, de plano olvidan las palabras de Jesús, ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

¿Por qué sucede esto? Porque el ser humano está absolutamente embebido del sistema que rige a este mundo y porque a pesar de que las pautas y valores de este mundo son totalmente ilusorios, el ser humano NO se puede abstraer de dicho sistema. Para explicar esto satisfactoriamente es necesario analizar el origen del problema.

o   La forma en que el común de los mortales encara la realidad está basada, primeramente, en las mentiras de Satanás:

Pero la serpiente le dijo a la mujer: ¡No es cierto,  no van a morir! Dios sabe muy bien que,  cuando coman de ese árbol,  se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios,  conocedores del bien y del mal (Gen 3.4-5 NVI).

o   Se fundamenta también en los impresionables sentidos del ser humano,

La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer,  y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría,  así que tomó de su fruto y comió.  Luego le dio a su esposo,  y también él comió (Gen 3.6 NVI).

o   Y, por último, se enraíza en el miedo que la duda produce,

Cuando el día comenzó a refrescar,  oyeron el hombre y la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín;  entonces corrieron a esconderse entre los árboles,  para que Dios no los viera. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo:   ¿Dónde estás? El hombre contestó:   Escuché que andabas por el jardín,  y tuve miedo porque estoy desnudo.  Por eso me escondí (Gen 3.8-10 NVI).

La buena noticia respecto a todo esto es que, gracias al sacrificio de Jesús, y por haberlo tú aceptado como Señor y Salvador de tu vida, ahora eres Nueva criatura. Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y YA NO ESTÁS sujeto(a) al sistema de este mundo.

Yo les he entregado tu palabra,  y el mundo los ha odiado porque no son del mundo,  como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los quites del mundo,  sino que los protejas del maligno. Ellos no son del mundo,  como tampoco lo soy yo (Jn 17.14-16).

De hecho, en Cristo Jesús, tú has vencido al mundo,

Hijitos, ustedes son de Dios y han vencido a esos mentirosos, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo (1 Jn 4.4 DHH).

¡La mejor noticia es que el sacrificio de Jesús fue completo, perfecto y acabado!

Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu (Jn 19.30).

Sin importar lo que tus sentidos o tus emociones te quieran decir, tu Nueva Naturaleza, tu Nuevo Nacimiento, es un hecho consumado, perfecto y acabado. Fue establecido por la Palabra de Dios y realizado por el mismísimo unigénito Hijo de Dios, Cristo Jesús.

Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;  porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (He 10.11-14).

¡Ya no hay que añadirle nada! ¡No hay nada más que puedas o debas hacer! Ahora tan sólo te toca creer, creerle a Dios, creerle a Su Palabra, y recibir con gratitud y gozo lo que compró con Su Sangre al morir en esa cruz y resucitar venciendo a la muerte por ti.

Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios  (1 P 1.23 NTV).

Hoy sabes, por el gran Amor que Dios siente por ti, que has Nacido de Nuevo no de una simiente corruptibles, sino de la semilla incorruptible que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

Todo el que cree que Jesús es el Cristo,  ha nacido de Dios (1 Jn 1.5a).

¿Crees tú que Jesús es el mesías Salvador de la humanidad? Si es así, entonces, ¡Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe (1 Jn 5.4).

Como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo tienes la fe de Jesucristo. Es esta fe (que no es otra cosa que creerle a Dios creyendo Su Palabra), lo que te permite vencer sobre la contundente evidencia que te presenta la realidad de tus problemas, aflicciones o enfermedades. Éstas no son definitivas. Lo único definitivo es la Verdad y la Verdad es la Palabra de Dios.

Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad (Mar 9.21-24).

¡Al que cree todo le es posible! No importa que tu situación sea tan difícil que parezca que ya no hay nada que hacer: ¡Pero Señor, ya hiede! ¡Hace cuatro días que murió!

¡Al que cree todo le es posible! Y, cuando tu realidad parezca tan abrumadora que te cueste trabajo creer, aun así, tú puedes acudir a Él para que te ayude a creer. ¡Qué Amor más asombroso!

Jesús le preguntó al padre: -¿Cuánto tiempo ha estado así? El hombre le respondió. -Ha estado así desde que era niño. Varias veces lo ha tirado al fuego o al agua para matarlo. Por favor, si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos. Jesús le dijo: -No digas: 'Si puedes hacer algo', todo es posible para el que cree. Entonces, el padre del muchacho gritó muy fuerte: -¡Creo, ayúdame a creer aún más! (Mar 9.21-24 PDT).

Así que, puedes confiar en Dios, tu Padre. En medio de cualquier problema, angustia o enfermedad, puedes recibir la dicha de confiar en Él, pues sabes que sabes, que si Dios te da en Su Palabra alguna promesa tocante a tu necesidad, entonces Él lo va a cumplir; si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar.

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Esta dicha y paz que sobrepasa todo entendimiento sólo te la proporciona el saber y creer que Dios tiene Palabra de Honor y que, por lo tanto, primero el cielo y la tierra dejan de existir antes que Él deje de cumplir lo que ha dicho.

Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (Jn 11.40).

Esta es la única forma de vivir mirando la gloria de Dios.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, gracias por tanto y tan grande Amor con que me has amado que siendo yo un(a) pecador(a) entregaste a Tu Hijo, Jesucristo, para pagar todas mis deudas y así hacerme a mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) igual a Jesús. Oh Dios, es algo tan asombroso saberme amado(a) de tal manera. Jesús, por Tu sacrificio en la cruz, por Tu Sangre preciosa, Tu muerte y resurrección, he sido justificado(a), perdonado(a), santificado(a) y ¡glorificado(a)! ¡Sí! ¡Glorificado(a)! Porque a los que antes conociste, también los predestinaste para que fuesen hechos conformes a la imagen de Tu Hijo, para que así, Jesús sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinaste, a éstos también llamaste; y a los que llamaste, a éstos también justificaste; y a los que justificaste, a éstos también glorificaste. Gracias por haber procurado para mí un camino de salvación, un camino vivo y perfecto mediante la muerte y resurrección de Tu Hijo, Jesús. Jesucristo, Tú eres mi Rey, Señor y Salvador. Tú me has trasladado de las tinieblas a Tu luz admirable otorgándome Tu propia Vida. Gracias Señor Jesús, por Ti soy Eterno(a). Juntamente contigo, ¡viviré para siempre! ¡Nunca moriré! Padre celestial, yo creo y recibo esta identidad Eterna de Hijo(a) Tuyo(a). ¡Acepto el precio que se pagó por ella! Así que, Si Tú estás por mí, ¿quién contra mí? Si no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo no me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará si soy escogido(a) de Dios? Dios, Tú mismo eres el que me justifica. ¿Quién es el que me condenará? Cristo Jesús, Tú moriste por mí; más aún, Tú, Señor, eres el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercedes por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? A todos esos males se refieren las Escrituras diciendo: "Por ser fieles a tu causa nos persiguen a muerte sin descanso; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero".Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Antes, en todas estas cosas yo, ___________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor mío. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 6                   Jn 11.28-57  /  2 Cr 12-13  /  Sal 76

 


 

 

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