miércoles, 23 de abril de 2014

¿Cuál es el problema de Dios?

 
22 de Abril

¡Dios no tiene ningún problema! ¡Y tú tampoco!

Por Riqui Ricón*

Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer (Hch 9. 3-6).

En verdad que no entiendo a las personas que consideran a Dios como alguien tan amargado y enojón que si sus criaturas no le obedecen o le rinden la apropiada adoración, entonces, monta en cólera de tanta frustración. Como si algo, por culpa de alguien, no le salió bien a Aquel que es Perfecto en todo.

Ese no es el Dios y Padre que te revela la Biblia. Más bien, Él es un Dios Soberano y Todopoderoso que tiene control y dominio sobre todo, tan lleno de Amor y misericordia por los seres humanos que diseñó un plan infalible para su redención.

Por ejemplo, pon atención a la oración de arrepentimiento y salvación más simple y genuina que hay en la Biblia que es la que Pablo hace camino a Damasco, ¿Quién eres, Señor? Y lo más asombroso es la respuesta de Jesús, Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

¡Ningún reproche! ¡Sin enojo ni recriminación alguna! Ningún “qué te crees miserable e indigno asesino de mis Hijos”, ningún “fájate bien los pantalones y veremos de que estás hecho pues ahora Yo voy a tratar contigo”. ¡No! ¡Nada por el estilo!

¡Solo Amor! El llano, simple y puro Amor de Dios para con este asesino y perseguidor de la Iglesia. ¡Asombroso, realmente asombroso!

Lo cierto es que así es Dios. Él no tiene ningún complejo, ni enojo, ni necesidad de condenar a nadie. Él no tiene el más mínimo temor, ni la más mínima duda, de que su Palabra y Autoridad vayan a ser burlados o menoscabados por nadie.

¡Él es Dios!

Por todo esto, es sumamente revelador y alentador lo que Dios dice acerca de ti es Su Palabra, la Biblia,

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3. 16-17).

¡Dios te Ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1 BAD).

¡Tú eres un(a) amado(a) Hijo(a) de Dios!

Estas dos porciones de la Escritura, inmersas totalmente en el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, son tremendas declaraciones no sólo del Amor que Dios siente por ti, sino también, de la absoluta certeza de quién es Él y de lo que es capaz de hacer por ti.

Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse…  Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado (Luc 15.17-24, 28-32).

A como muchos entienden la educación y la relación con los hijos, el muchacho de esta historia es un candidato perfecto a la reprimenda del padre y es digno de recibir una buena lección por su necio comportamiento.

Sin embargo, pon atención en la actitud que tiene el padre hacia el hijo pródigo y hacia su hermano mayor. Él no tiene necesidad, ni deseo, de pelear o discutir con ninguno de los dos. Él simplemente los ama. ¡Son sus hijos! No desea nada más que tenerlos a su lado.

El hijo menor, arrepentido, iba resuelto a decirle, hazme como a uno de tus siervos, y el hermano mayor le recriminó, tantos años te he servido. ¡Ninguno de los dos se sentía un hijo legítimo! ¡Ninguno de los dos creía ser un hijo de su Padre!

Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos (He 2. 10).

El propósito de la muerte y resurrección de Jesucristo fue hacer de ti un(a) Hijo(a) legítimo del Dios Altísimo.

Como puedes ver en la Escritura, Dios, tu Padre, sólo quiere Hijos. ¡Siervos tiene millones de millones!

No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Gal 6.7-8).

Dios está en control de todo el día de hoy, de la misma forma que lo estuvo cuando Pablo fue confrontado por Jesús a las puertas de Damasco. A Él no se le escapa nada. Cuando tú confiesas tus pecados, no es nada nuevo para Él, ¡ya lo sabía! Más bien eres tú quien se está librando del pecado y sus consecuencias, como la enfermedad, muerte y condenación.

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1. 9).

Recuerda siempre que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti, para que en Cristo Jesús se cumpliera la justicia sobre todos tus pecados. Así que, Dios te ha perdonado, olvidando tus acciones y te ha hecho Nueva creatura.

De modo que si alguno está en Cristo,  nueva criatura es;  las cosas viejas pasaron;  he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).

El Amor de Dios para contigo se ha expresado en la persona de Su Hijo Jesucristo y ahora, sólo por ese Amor, tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y no de una simiente que se pueda corromper sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

¡Dios no tiene ningún problema! ¡Y tú tampoco!

¡Gloria a Dios!

Oremos con voz audible:

¡Gracias precioso Jesús! Ahora sé que he vuelto en amistad Contigo, oh Dios, y tengo paz; y por ello me vendrá bien. Padre, tomo Tu Palabra en mi boca y pongo la Biblia en mi corazón. Por Tu Hijo Jesús, me vuelvo hacia Ti, Omnipotente Dios, y soy edificado(a). Alejo de mi vida la aflicción. Nada me falta ni me faltará, pues Tú suples todas mis necesidades conforme a Tus riquezas en gloria. Ante cualquier problema o dificultad Tú eres mi defensa. Me deleito en Ti, Señor, y alzo a Ti mi rostro. Oro a Ti y Tú me oyes y respondes. Por lo tanto, determinaré asimismo una cosa, y ésta me será firme. Sobre todos mis caminos resplandecerá Tu luz, pues ahora sé quién yo soy: Tu Hijo(a) Amado(a). ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Abril 22                                            Hch 9. 1-25 /  Jos 3-4 /  Job 22

 


 
 

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