martes, 28 de mayo de 2013

¡Cómo aseguras tu existencia!

 

Martes 28 de Mayo de 2013.

¡Todo por Su Palabra!

Por Riqui Ricón*

¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley (Ro 3.27-28).

¿Puedes, entonces, sentirte orgulloso(a) de haber hecho algo para que Dios te acepte, para que Él te salve? ¡Absolutamente de nada! ¿Por qué? Porque el fundamento de tu salvación no está en tus buenas obras, ni en la obediencia a la ley, sino en la obra de Cristo Jesús y en tu fe en Él. Entonces, tu libertad de culpa y cargo se basa en creerle a Dios, creyendo Su Palabra, y no en algo que tú puedas o debas hacer. De tal manera es esto así, que eres declarado(a) justo(a) a los ojos de Dios por medio de la fe y no por obedecer la ley.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efe 2.8-9).

Es claro entonces que eres declarado(a) justo(a) por Dios solamente por haber creído Su Palabra.

Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios (Sgo 2.23).

Ahora bien, la mayoría de los creyentes saben que la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1). Pero, ¿qué significa esto? ¿Cómo puedes estar seguro(a) de cosas que aún no puedes ver? ¿Cómo puedes estar convencido(a) de que vas a recibir lo que estás esperando?

Esta definición de fe no tendría lógica si no fuera porque la única forma de obtener esa certeza y esa convicción es teniendo una promesa de Dios al respecto. Es decir, tú puedes estar totalmente convencido(a) de tu sanidad a pesar del diagnóstico médico; de tu prosperidad a pesar de la situación económica; de la restauración de tu familia a pesar de los conflictos, si tienes la Palabra de Honor de que Dios lo va hacer, pues si Él lo dijo, entonces, seguro que Él lo va a cumplir; si Dios lo habló, entonces, seguro que Él lo va a ejecutar.

¡Fe es creerle a Dios, creyendo Su Palabra!

Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8.5-10).

Este viejo centurión sabía más acerca de la fe que los judíos que acompañaban a Jesús. Así es, en efecto, lo único que tú necesitas el día de hoy para salir adelante es la Palabra de Dios, pues puedes estar seguro(a), totalmente convencido(a), que Él cumplirá Su Palabra y eso que aún no ves, pero que esperas con seguridad, sin duda sucederá.

Entonces, si Dios dice que todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Fil 4.13),  esa es la Verdad, pues es la Palabra de Dios, y es tú decisión si vas a CREERLE a Dios en lugar de a tus circunstancias, cualquiera que estas sean.

Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia (Gen 15.4-6).

La ley de la fe fue establecida con Abraham cuando éste le creyó a Dios, y eso, su fe, creerle a la Palabra que Dios le dio, le fue contado por justicia.

¡Fue justificado sólo por creerle a Dios!

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Ro 1.16-17).

El Evangelio, las Buenas Noticias de lo que Jesús hizo por Amor a ti, es el Poder de Dios para que tú realices una Vida Plena creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe [creerle a Dios, creyendo Su Palabra] y para fe [creerle a Dios, creyendo Su Palabra], como está escrito: Mas el justo por la fe [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra] vivirá.

Ahora, tú has creído el Evangelio, has aceptado a Jesucristo como tu Señor y Salvador y has sido justificado(a) por tu fe, por creer la Palabra de Dios. Por tu fe, por creerle a Dios, creyendo Su Palabra, has sido hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y puedes, y debes, seguir viviendo por esa misma fe, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra.

La base y fundamento de tu fe lo establece la Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, cuando dice:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para que pagara todos tus pecados, antes que perderte a ti. Y el propósito por lo cual hizo esto, es para que creas en Su Amor, que creas en Jesús, que creas en Su Palabra, y así obtengas la VIDA ETERNA que es el tipo de Vida que sólo un(a) Hijo(a) de Dios puede tener.

¡Es Palabra de Dios!

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Jesús no viene a tu vida para condenarte a una vida de fracasos, ni enfermedad, ni pobreza, ni esclavitud, ni ningún tipo de derrota. ¡No mi amado(a)! Él está en tu vida para salvación y esto significa muchísimo más que solamente irse al cielo; significa tener la Palabra de Honor de Dios, tu Padre, para vivir una Vida Plena y Abundante sobre la tierra.

¡Es Palabra de Dios!

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).

Todo esto no significa que no vas a tener problemas como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Los vas a tener y muchos, pero de todos ellos vas a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ama, Cristo Jesús. Vas a comprobar con tu fe, en tu propia vida, la libertad gloriosa de los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo.

¡Es Palabra de Dios!

Por eso es que no hay jactancia en nuestro estilo de vida, pues sabemos y CREEMOS que si eres santo(a) es por Él que eres santo(a); si eres justo(a), es por Él que eres justo(a); si eres poderoso(a), es por Él que eres poderoso(a); si eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, es por Él, por Jesucristo, que lo eres.

¡Es Palabra de Dios!

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios (1 P 1.23 NTV).

¡Todo por Amor a ti! ¡Todo por Su Palabra!

Oremos en voz audible:

Precioso Señor Jesús, gracias porque por Tu Palabra me hiciste Nacer de Nuevo como Hijo(a) de Dios, mi Padre. Me diste Tu fe y puedo creer. Hoy sé que en todas las cosas soy más que vencedor(a). No hay enfermedad, pobreza o circunstancia que me infundan temor para dejar de creer que soy Hijo(a) del Rey. Todo lo puedo en Ti, Jesús, que me fortaleces. Estoy plenamente convencido(a) que, con Tu muerte en la cruz, pagaste todos mis pecados y he sido justificado(a), perdonado(a) y adoptado(a) en Tu familia, Señor. Me propongo hoy, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a recibir y creer Tu Amor, a recibir y creer esta identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y a vivir conforme a Tu Palabra. Por lo tanto, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo         28                        Ro 3.9-31  /  1 Sam 12  /  Sal 57

 



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