lunes, 25 de febrero de 2013

Ante cualquier dilema, ¿a quién le vas a creer?

 
Domingo 17 de Febrero de 2013.
¡Yo le creo a Dios!
Por Riqui Ricón*
Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes? (Ex 16.28).
Que hermoso es leer en la Biblia del Amor de Dios, quien, como a un(a) Hijo(a), te pide que prestes atención a Su Palabra, pues, al fin y al cabo, fue declarada por Él para tu conveniencia; para tu guía y dirección. La Biblia es la Palabra de Dios que fue declarada por el Todopoderoso como tu Bendición.
Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad (He 12.9-10).
La obediencia a Dios NO es cuestión de disciplina, ni de carácter, sino que es un RESULTADO de la fe y del Amor.
Permíteme mostrártelo:
Analicemos el origen de la desobediencia. Jesús nos enseñó que Satanás habla mentiras porque él es mentiroso y padre de mentira (Jn 8.44).
Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal (Gen 3.1-5).
Aquí tenemos al diablo mintiendo y engañando, sin embargo, nota que la clave del pasaje está en que Dios dijo una cosa y el diablo otra. Dios HABLA Su Palabra y el enemigo lo niega. Lo importante a notar no es la desobediencia sino la causa de ésta.
¿Qué fue lo que causó que Adán y Eva desobedecieran la Palabra de Dios? ¿El engaño del diablo?
Desde ese día hasta hoy, el dilema del ser humano (y el tuyo), es el mismo: Dios dice una cosa en Su Palabra y Satanás dice otra ya sea en tu mente o utilizando personas, conocimiento o circunstancias.
¿Quién de los dos dirá la Verdad? ¿A cuál de los dos le vas a creer?
El pecado original, el que dio origen a todos nuestros problemas, no fue la desobediencia sino la incredulidad a lo que Dios dijo, o sea, incredulidad a la Palabra de Dios.
Así, la incredulidad engendró la desobediencia.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
La fe, que es creerle a Dios, creer a Su Palabra, genera, por sí misma, la obediencia, ya que estás seguro(a), plenamente convencido(a), que Dios te ama, que ahora Él es tu Padre y todo lo que te diga, en Su Palabra, es para tu bien y beneficio. ¿Cómo no obedecer si, gracias al sacrificio de Jesús, ahora sabes quién es Él y quién eres tú?
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
No obedeces porque tienes que hacerlo, en el sentido de obligación, sino que, ahora obedeces porque no tienes otra opción, pues forma parte de tu Nueva naturaleza como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo o mejor dicho, no te cuesta abdolutamente ningún trabajo obedecer la Voz de tu Padre celestial.
Ahora bien, esto sólo lo consigues CREYENDO que eres la persona que Dios DICE en Su Palabra que tú eres.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Sólo por Amor a ti y por medio de Su Hijo Jesús, Dios te ha hecho un(a) Hijo(a) Suyo(a), Nacido(a) de Nuevo no de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es Su Eterna, Perfecta e Infalible Palabra.
El mundo y sus circunstancias, sus problemas y enfermedades, siempre te dirán que esto no es verdad; que no eres digno(a); que eres poca cosa; que eres un(a) hipócrita y mentiroso(a) pecador(a); que no sanarás; que mereces todo tu sufrimiento y que nunca saldrás de la pobreza y la miseria. ¿Recuerdas el dilema? ¿Quién de los dos dirá la Verdad? ¿A cuál de los dos le vas a creer?
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (He 12.1-2a).
Obedecer a Dios es creerle a Él, creer a Su Palabra. Así que, despójate de todo peso y de la incredulidad que te asedia, y corre con paciencia, con constancia y persistencia, la carrera que tienes por delante, puestos tus ojos en Jesús, el autor y consumador de tu fe.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, este día, en total obediencia a Tu Palabra, y por lo que Tú Jesucristo hiciste por Amor a mí, pagando mis pecados y dándome la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios, yo, ____________ (tu nombre aquí), vengo a declarar mi victoria sobre todo problema y circunstancia. Tú has establecido, en Tu Palabra, que a los que te amamos TODAS LAS COSAS nos ayudan a bien y yo lo creo. Por eso, declaro que estos problemas, enfermedades o circunstancias que hoy estoy viviendo, tarde que temprano, se volverán en un bien para mi vida. Gracias Señor, porque no hay forma en que yo vaya a perder, pues esta es la victoria que ha vencido al mundo, mi fe. Mi fe en Ti, Padre Eterno. Mi fe en Tu Palabra. Mi fe en Tu Amor. Gracias Padre porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado con tan grande amor y me has hecho tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la cruz, Señor Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora son mi derecho. Lo recibo para disfrutarlo. En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 17                                        Heb 12 /  Ex 16-17 /  Pro 7.6-27
 


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