martes, 17 de julio de 2012

¡Cómo entrar al Reino de Dios!


Lunes 16 de Julio de 2012.
¡Palabra de Dios!
Por Riqui Ricón*
Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder (1 Co 4.19-20).
En una ocasión, los fariseos le preguntaron a Jesús, cuándo había de venir el reino de Dios, y Él, claramente les enseñó: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros (Luc 17.20-21).
Así que, este reino de Dios que no consiste en palabras sino en poder ya está entre nosotros. Este reino no es un lugar físico sino un orden de gobierno divino al cual sólo se puede acceder con la Vida Nueva que Jesús compró para ti con su muerte y resurrección.
En todas las épocas ha habido creyentes que, ignorando las Escrituras y el poder de Dios, se confunden en sus propias mentes, se extravían del propósito de su redención olvidando quiénes son en Cristo Jesús y comienzan argumentar la Palabra de Dios para establecer posturas y cuerpos doctrinales. De éstos, Pablo se refirió como a los que examinaría para ver si son Hijos del Reino y tienen poder o sólo tienen puras palabras.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Jn3.3-6).
La única forma de participar en el Reino de Dios es a través del Nuevo Nacimiento. La buena noticia es que tú eres un(a) Hijo(a) del Reino. Por la muerte y resurrección de Jesucristo has sido justificado(a) y santificado(a) para, por obra del Espíritu Santo, Nacer de Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios. Lo nacido de la carne, carne es, mas ahora tú has Nacido del Espíritu de Dios, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
La vida en el Reino es la vida espiritual que goza toda(o) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. Es la Vida Eterna, la Vida plena y abundante que Jesús compró para ti.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Es con la conciencia de esta identidad (sabiendo quién tú eres ahora en Cristo Jesús), que puedes alcanzar la libertad y la victoria que te da el Poder del Espíritu de Dios. Esto es así, pues el Nuevo Nacimiento incluye la promesa del Padre, el Espíritu Santo, la cual, dijo Jesús, oíste de mí.
Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre,  la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días… pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hch 1.4-5, 8).
Lamentablemente algunos creyentes piensan de este Poder como algo externo a ellos mismos, que se puede usar para hacer algún tipo de milagros, como las sanidades y la liberación de demonios. Este Poder no es algo sino alguien: es el Espíritu Santo viviendo en ti y contigo para, así, dar cumplimiento a la promesa que el Padre hizo del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.
Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas (1 Jn 2.20).
Estar lleno del Espíritu Santo es tener la Unción del Santo quién, sin importar que las circunstancias de tu vida sean totalmente adversas, te habilita para vivir una vida plena, una vida llena de Poder, libertad y victoria.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).
Es, precisamente, el Espíritu Santo quien te da la certeza de que ahora eres Hijo(a) amado(a) de Dios y nada ni nadie te podrán separar de Su Amor. Ahora sabes que sabes que Él no te ha dejado ni te dejarás; que mayor es Él, que está contigo, que el que está en el mundo. Ahora, eres Hijo(a) del Reino y el Poder del Espíritu Santo te respalda, sabiendo que todo lo puedes con la Unción de Cristo Jesús y que en todas las cosas, sí, en TODAS LAS COSAS, siempre saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.
¡Esta es la Palabra de Dios dada por el Espíritu de Dios! ¡Este es el Poder del Reino!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en esta hora quiero agradecer Tu Gran Amor para conmigo, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo. Señor Jesús, gracias por la Vida Nueva que compraste para mí. Gracias porque no es una vida común y corriente. Por ti, Señor Jesús, ahora puedo gozar la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Tengo Vida de Reino! ¡Tengo Vida de Poder! Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Leer de esto en Tu Palabra, la Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace libre. ¡Tengo entendimiento y resplandezco como el resplandor del firmamento! Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Por lo tanto, amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están en Tu Palabra son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sana(o) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona que Tú dices que soy. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio           16                        1 Co 4  /  1 R 17  /  Am 1



1 comentario:

  1. yo pienso al respecto que nuestro padre celestial es un dios amoroso,que si dijo una promesa,el lo va a cumplir amen.

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