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martes, 27 de noviembre de 2012

¿Qué es la fe con propósito?

 
Viernes 23 de Noviembre de 2012.
¡Tú ya tienes esta clase de fe!
Por Riqui Ricón*
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra (2 P 1.1).
El primer capítulo de la segunda carta del apóstol Pedro es tan maravillosamente rico en la revelación de quién ahora tú eres en Cristo Jesús que necesitas varios días de meditación para poder comprender y recibir la enseñanza que la Palabra de Dios te da el día de hoy.
Por sólo citar algunos de los puntos más relevantes, encontrarás que:
1) En Cristo Jesús, ya tienes fe.
2) Todas las cosas buenas ya te han sido dadas.
3) Dios te ha dado preciosas y grandísimas promesas.
4) Ahora participas de la misma naturaleza divina que tu Padre Celestial.
5) Por todo lo anterior, estás facultado(a) para vencer al pecado y vivir en santidad.
6) No caerás jamás.
7) Tienes amplia y generosa entrada al Reino de Dios.
8) Todo esto está establecido por Dios en la Palabra profética más segura, que es Su propia Palabra, la Biblia.
Ahora bien, en lugar de atemorizarte o sentirte indigno porque Él ha mostrado en tu tiempo  las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús, mejor acepta que este es el mensaje constante y coherente del Evangelio: que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados,… ya que, Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.19, 21).
Tienes que entender, de una vez por todas, que el Plan de Redención de Dios para tu vida, es mucho más rico y maravilloso como para sólo contener el perdón de tus pecados y tu entrada al cielo, lo cual, ya es en sí mismo magnífico.
Limpiar nuestros pecados es apenas el primer requisito para tener derecho a esas preciosas y grandísimas promesas por medio de las cuales puedes llegar a ser participante de la naturaleza divina (2 P 1.4).
Son precisamente estas promesas, puestas por escrito en la Biblia, las que te ubican de lleno dentro del Plan de Redención.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero ),  para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu… Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (Gal 3.13, 14, 29).
Efectivamente, gracias al Amor con que Dios te ha amado a ti y al sacrificio de Jesús,  como HIJO(A) DE DIOS NACIDO(A) DE NUEVO, ya has sido redimido(a) de toda maldición (enfermedad, pobreza, temor, angustia, rencor, resentimiento, soledad, tribulación, depresión, amargura, dolor, etc., etc.) y ahora vives bajo la bendición de Abraham, que es la bendición de Dios, TU PADRE: ser adoptado Hijo(a) Suyo(a) según el puro afecto de Su Voluntad, obteniendo así la vida eterna, la vida abundante de prosperidad, salud, amor, paz, gozo y plenitud que sólo los Hijos de Dios pueden disfrutar.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.15-17a).
En Verdad, sin importar cuales sean tus circunstancias en este momento o como te sientas o mires a ti misma(o) el día de hoy; tú eres Hijo(a) de Dios; heredero(a); heredero(a) de Dios y coheredero(a) con Cristo. ¡Heredero(a) de la Promesa del Espíritu! ¿De cuál Espíritu? Del mismo Espíritu que te permite, por medio de la fe en Cristo Jesús, RECIBIR TODO ESTO: el Espíritu Santo.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).
Es el mismo Espíritu Santo, que resucito a Jesús de entre los muertos, el que a ti te ha regenerado, haciéndote Nacer de Nuevo, conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él, Jesucristo, sea el primogénito entre muchos hermanos.
Ahora bien, para que todo esto se pueda lograr; Él, el Espíritu Santo, te ha provisto de fe. La medida de fe,  que es una fe igualmente preciosa a la del apóstol Pedro; aquel que, con sólo pasar caminando, los enfermos sanaban con su sombra (Hch 5.15).
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo (Gal 2.20-21).
Así que, no deseches la gracia de Dios pensando que esto es demasiado bueno como para CREER que sea verdad. En lugar de eso, utiliza tu fe y comienza a vivir esa Vida Nueva que tu Padre te ha obsequiado: la Vida Eterna, que es la Vida de un(a) Hijo(a) de Dios.
Así es, amado(a), el Plan de Redención de Dios para tu vida es muchísimo más que el mero perdón de tus pecados.
De acuerdo a la biblia, la Palabra de Dios, que no miente, Jesús mismo es el autor y consumador de esa fe que tú ya tienes. Fe para creer quién ahora tú eres. Fe para creer que eres ese(a) Hijo(a) amado(a) que Él dice que eres. Fe para creer que puedes ser y hacer todas las cosas que Él dice que puedes. Tú tienes una ¡Fe con propósito!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, te amo con todo mi corazón. Estoy muy agradecido por tanto y tan grande amor que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo, por Tu Gracia soy salvo. Señor Jesús, Tú eres mi Dios, Rey y Salvador y quiero decirte hoy que yo no desecho Tu Gracia sino que la recibo. Creo y recibo Tu misma fe, Señor Jesús, para hacer las cosas que Tú hiciste y aún mayores. Pongo mi fe en todas y cada una de Tus promesas que me has dado en la Biblia para creer y declarar que Yo, _______________(tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre. He sido escogido(a) por Dios para ser adoptado(a) Hijo(a) Suyo(a) según el puro afecto de Su Voluntad, para participar de la naturaleza divina. Rechazo al espíritu de condenación y fracaso que quiere hacerme creer que sigo siendo el (la) mismo(a) pecador(a) que antes era. ¡Apelo a la Sangre de Cristo como el precio de Amor que se pagó por mi regeneración! Yo soy la persona que Tú, Padre Santo, dices que soy en Tu Palabra, la Biblia. Resisto al espíritu de temor, a la enfermedad, pobreza, rencor, tristeza y cualquier otra emoción o sentimiento que me quiera apartar de la Verdad. ¡Jesús ya pagó por mí! ¡La Sangre fue derramada! ¡Yo no tengo porque pagar!  ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre 23                                 2 P 1   /  Jer 41-42  /  Sal 139
 


lunes, 26 de noviembre de 2012

¡Cómo estar seguro de lo porvenir!

 
Jueves 22 de Noviembre de 2012.
¡Ten por seguro que saldrás adelante!
Por Riqui Ricón*
El día que clamé, me respondiste; Me fortaleciste con vigor en mi alma. Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra. Jehová cumplirá su propósito en mí (Sal 138.3, 7-8a).
Tener una relación con el único Dios vivo y verdadero por medio de Su Hijo Jesucristo y Su Palabra, te da paz y seguridad en la vida, pues sabes que Él no miente, ni se arrepiente y que si clamas a Él, Él te responde y esto te fortalece y trae vigor a tu alma, es decir, a tus emociones, pensamientos y sentimientos.
Amado(a), ¡Estas son buenas noticias! Esto es el evangelio de Jesucristo, tener la certeza que, en medio de cualquier angustia que estés enfrentando, Él te vivificará. El evangelio de Jesucristo es tener la certeza que Dios mismo extenderá Su mano en contra de aquello que te agobia, sea enfermedad, pobreza, temor, angustia o soledad. ¡Te salvará Su diestra! Pues está garantizado con Su Palabra de Honor que Dios cumplirá Su propósito en ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
No estás solo(a), Él no te ha dejado ni te dejará. ¡Piénsalo! Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti, ¿cómo podrías pensar siquiera que no Él no te escucha o que no te responderá?
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.32).
Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta; Él lo dijo y lo va a hacer, Él lo habló y lo va a ejecutar, y lo va hacer contigo, en tu propia vida.
Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra (1 Cr 28.20).
Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y ahora vives al abrigo del Altísimo y moras bajo la sombra del Todopoderoso, quien es, nada menos y nada más, que tu propio Padre.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ro 8.15).
En todas, absolutamente en todas, las áreas de tu vida eres más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ha amado, Cristo Jesús, pues aunque anteriormente hayas hecho de tu vida tal desastre que tu padre y tu madre te hayan dejado, con todo, dice el Señor, Él te tomará para sí.
Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá (Sal 127. 10).
Nunca ha sido la voluntad de Dios el condenarte sino el salvarte para hacerte heredero de Su bendición.
Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente (Mar 5.35-36).
Para que no molestara más al Maestro, a Jairo le informaron que su hija ya había muerto y, seguramente, en ese momento estuvo a punto de perder toda esperanza, sin embargo, Jairo creyó a la Palabra de Jesús, quien le dijo, no temas, cree solamente.
Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8.5-10).
En toda la Biblia no hay nada igual o que se asemeje a lo ocurrido en este episodio de la vida de Jesús. Aquí tenemos a un centurión romano que consiguió algo inaudito: ¡él hizo que Jesucristo, el Hijo de Dios (Dios hecho carne), se maravillara! Este hombre sabía algo que a ti te conviene saber y creer, que Dios no puede mentir, que puedes confiar plena y absolutamente en Su Palabra, que es precisamente la Palabra de Dios lo que lo define como Dios pues en ella, en Su Palabra, está contenido todo Su poder y autoridad y que, por lo tanto, la Palabra de Dios tiene todo el poder y la autoridad divina para hacerse cumplir a sí misma.
Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados (2 Cro 20.20).
Por muy determinante o aplastante que sea hoy tu realidad, te informo que, ésta, se encuentra sujeta a la Palabra de Dios: ¡No temas! ¡Cree solamente!
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho (1 Jn 5.14-15).
Así que si Dios dice en Su Palabra que Él te ama, entonces, puedes estar seguro(a) del Amor de Dios. Si Él dice que escucha tus oraciones para atenderlas, entonces, puedes confiar que así será. Si Dios dice en la Biblia que tú todo lo puedes y que eres más que vencedor(a) en todas las cosas, entonces, esa es la Verdad y puedes creer, creerle a Él, que tú eres, ni más ni menos, la persona que Dios dice, en Su Palabra, la Biblia, que tú ahora eres.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, creo y recibo Tu gran Amor. Te doy gracias por lo que has hecho por mí y te doy mi corazón. Señor Jesús, muchas gracias. Por Ti, y sólo por Ti, ahora soy un(a) Hijo(a) del Rey y estoy destinado a vencer en todo y a realizar una vida plena y abundante. Por lo tanto, ¡Me resisto a temer! ¡Mayor eres Tú, que está conmigo, que el que está en el mundo! ¡Si Tú, Dios, estás conmigo, ¿quién contra mí?! ¡Tú eres mi Padre, Tú me escuchas y me respondes! ¡Soy un(a) Hija(o) del Dios Vivo y Verdadero! ¡Mi vida tiene propósito y Tú, Dios mismo, lo vas a cumplir en mí! ¡He Nacido de Nuevo a un estilo de Vida que nada ni nadie me pueden quitar! ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! ¡Soy dichosa(o), mil veces feliz, pues he puesto toda mi confianza en Ti, Señor Jesús! ¡Soy un(a) Hija(o) amada(o) del Rey de reyes y Señor de Señores! ¡Nada, ni nadie en este mundo me puede derrotar! ¡Soy un creyente! ¡Yo te creo a Ti, mi Dios y Padre! ¡Creo a Tu Palabra, la Biblia! Y al que cree, ¡todo le es posible! ¡En el nombre de Jesús! ¡Amén!
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre 22                                 1 P 5   /  Jer 39-40  /  Sal 138
 


sábado, 24 de noviembre de 2012

¡Cómo obtener la victoria sobre la carne!

 
Miércoles 21 de Noviembre de 2012.
¡Tu carne está vencida! ¡Sí puedes vivir conforme a la voluntad de Dios!
Por Riqui Ricón*
Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios (1 P 4.1-2).
Cada vez que leo en la Escritura acerca de la lucha contra el pecado, la vieja naturaleza y el no vivir conforme a mi carne, le agradezco a Dios, con todo mi corazón, por Su Amor expresado en el sacrificio que Jesús hizo por mí.
Si te preguntas, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Quiero decirte que están íntima y totalmente relacionados, pues es gracias a la muerte y resurrección de Jesucristo que se pagó el precio de TODOS tus pecados: pasados, presentes y futuros; para que así, siendo totalmente libre del pecado, fueses hecho(o) conforme a la imagen de Su Hijo.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).
La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no puede mentir, dice que la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús te ha hecho LIBRE de la ley del pecado y de la muerte. No dice que serás libre a través de tus acciones y esfuerzos para ser santo(a) y agradar a Dios sometiendo tu carne; sino que, claramente dice, ya fuiste, tú, hecho(a) libre por Cristo Jesús, pues, además de haber pagado el precio de tu redención, también padeció por ti en la carne.
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.1-2).
- ¿Cómo se puede hacer esto? Le preguntó Nicodemo a Jesús, y éste le respondió: -si no nacieres de nuevo no podrás ver ni entrar al reino de Dios (Jn 3.1-6). En el momento que tú hiciste a Jesús el Señor de tu vida y lo aceptaste como Salvador, en ese momento, Naciste de Nuevo; la mujer o el hombre que tú eras, muerto(a) en delitos y pecados, dejó de existir en esa cruz y ahora tú eres nueva creación de Dios: un(a) Hijo(a) de Dios NACIDO(A) DE NUEVO.
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.  De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas  (2 Co 5.16-17).
Así que, no se trata de luchar contra la carne y de pagar un precio por tu santidad, sino que, en verdad se trata de creer, aceptar y recibir la santificación mediante la fe. Esto es, no vives en santidad para creer, demostrar o sentirte Hijo(a) de Dios, sino que vives muerto(a) a la carne porque ahora YA ERES VERDADERO(A) HIJO(A) DE DIOS NACIDO(A) DE NUEVO. Esto es lo que dice la Biblia y, ¡es la verdad!
Ahora bien, el saber y creer esto, de ninguna manera es una licencia para pecar o vivir una vida libertina; no, nada de eso. La Biblia lo dice así:
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?  En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?  ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?  Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva (Ro 6.1-4).
Los pecadores, pecan, eso es lo que les gusta y saben hacer. Pero, los(as) Hijos(as) de Dios hemos Nacido de Nuevo y ahora creemos y vivimos de acuerdo a la Palabra de Dios, la Biblia. Ya no andamos más conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Así que, la victoria sobre tu carne no está en hacer algo sino en creer lo que Dios hizo por ti y en lo que dice acerca de quién ahora eres tú, por medio de Jesucristo. No es por lo que hagas o tengas sino por quién eres. Una vez que creas esto, puedes actuar y hacer que tu fe no sea muerta sino plena de obras y frutos de justicia, ya que la Voluntad de Dios es tu santificación (1 Tes 4.3).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1).
Ahora eres un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios y la ley del pecado y de la muerte con su enfermedad, pobreza, tristeza, soledad, depresión, etc., nada, absolutamente nada, tiene en ti. Puedes, con tu fe, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra, echarlos fuera de tu vida. Jesús no sólo pago todos tus pecados al morir en la cruz por Amor a ti, sino que, también compró para ti una Vida Nueva: la Vida Eterna, para que la vivas plena y abundantemente sobre la tierra.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
¡Es verdad! ¡Ahora puedes vivir conforme a la voluntad de Dios!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, una vez más, quiero decirte que te amo, que estoy muy agradecido(a) por tanto y tan grande Amor. De todos mis pecados me arrepiento y, confesándotelos, te pido perdón. Gracias, pues sé que me has perdonado ya que, Si confesamos nuestros pecados, Tu eres fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Señor Jesús, hoy me levanto de toda condenación, fracaso o debilidad para ser ese(a)  Hijo(a) que Tú has puesto en autoridad y dominio. Todo lo puedo en Ti, Señor, y en todas las cosas que estoy viviendo hoy, soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor. Me declaro sano(a), libre, próspero(a) y lleno(a) de Tu Amor, para ser luz en medio de las tinieblas y cumplir mi propósito en la tierra amando a mis semejantes como a mí mismo. Gracias Espíritu Santo, pues estás aquí conmigo y de ninguna forma podemos fallar pues mayor eres Tú, que estás en mí, que el que está en el mundo. ¡Soy Santo(a)! ¡Soy justo(a)! ¡Soy perfecto(a)! Puedo ser feliz. Por la Sangre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre 21                                 1 P 4   /  Jer 37-38  /  Sal 137
 


¡Cómo obtener fe en medio de tus problemas!

 
Martes 20 de Noviembre de 2012.
¡La Biblia es Palabra de Honor!
Por Riqui Ricón*
Toma un rollo de libro, y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta hoy.  Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado (Jer 36.2-3).
Una de las cosas que más me han asombrado en estos días es el descubrir cómo los seres humanos han desarrollado una resistencia natural, una antipatía disimulada, hacia la Palabra de Dios; exactamente igual a como el rey Joacim y sus príncipes lo hicieron en los días del profeta Jeremías.
Me asombra saber que el 100 por ciento de los cristianos confiesan creer que la Biblia es la Palabra de Dios y, sin embargo, muchos viven vidas carentes del poder y de la Presencia de Dios en sus vidas, viven luchando todos los días una batalla, que parecieran ir perdiendo, contra las enfermedades, las carencias económicas, el rencor, el resentimiento, el miedo y el dolor (por no mencionar al pecado).
¿Cómo puedes reconciliar la vida que vives con las Palabras de Jesús cuando dijo:
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
O cuando declaró enfáticamente:
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12)?
Parece contradictorio pero la respuesta es muy sencilla. Simplemente creyéndole a Él, creyendo que, efectivamente, la Biblia es lo que dices que es: la Palabra de Dios, las Palabras que salieron de la boca de Dios, y que te fue dada para tu beneficio.
En el epígrafe de esta reflexión se nota que Dios le dijo a Jeremías, quizá oigan y se arrepientan y yo les perdone. Esto te muestra claramente que el deseo de Dios es ser escuchado. Es más, Dios mismo pregunta por medio del profeta Isaías ¿Quién ha creído a nuestro mensaje?
Quién ha creído a nuestro anuncio?  ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? (Isa 53.1).
Para una correcta relación con Dios y que se te revele Su Poder, es cuestión de una sencilla pero muy trascendente decisión, ¿a quién le vas a creer, a tu forma de ver las cosas, como siempre lo has hecho, o a la Palabra de Honor del Dios Vivo y Verdadero que te ha amado tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti?
La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el SEÑOR había hecho, así que le preguntó a la mujer: —¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín? —Podemos comer del fruto de todos los árboles —respondió la mujer—. Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: “No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán.” Pero la serpiente le dijo a la mujer: —¡No es cierto, no van a morir! (Gen 3.1-4 NVI).
Es curioso que en miles de años la situación sigue siendo, prácticamente, la misma. El mismo dilema que tuvieron que resolver Adán y Eva en el jardín del Edén es el mismo al que tú te enfrentas cada día: Dios dice una cosa y la serpiente dice otra, ¿quién de los dos dirá la verdad, la serpiente o Dios? ¿A quién, de los dos, le vas a creer?
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones (2 P 1.19).
No lo dudes mi amado(a), Dios te ha dado Su Palabra para tu provecho y no para quitarte o restarte algo de tu vida. De hecho, Su propósito es llevarte a un nivel tan extraordinario de vida que, por medio de la fe, realices muy altos y excelentes logros.
¿Y qué es la fe? Tener fe es tener muy en claro y resuelto cada uno de los siguientes tres principios:
1) Si Dios lo dice en Su Palabra, entonces, es la verdad y Él lo va a cumplir.
Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad (Dan 10.21a).
Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo (2 S 7.28).
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad (Jn 17.17).
2) Primero el cielo y la tierra dejan de existir antes que se deje de cumplir una sola de las Palabras que han salido de la Boca de Dios.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
3) Él es Dios y, por lo tanto, no puede mentir ya que cada Palabra que sale de Su Boca tiene todo el Poder de Dios en Si misma para hacerse cumplir.
Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice? Se me ha ordenado bendecir, y si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa (Núm 23.19-20 NVI).
La Biblia define la fe como la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1). Así, Fe es la plena certeza de que lo que esperas ha de llegar. Es el convencimiento absoluto de que has de alcanzar lo que ni siquiera vislumbras (He 11.1 BAD).
Pero, ¿cómo puedes estar seguro de algo que estás esperando cuando tu realidad es muy diferente? ¿Cómo puedes estar seguro(a) de tu sanidad si lo que tienes en la mano son los análisis clínicos y el dictamen negativo del médico? ¿Cómo puedes tener la certeza que tu matrimonio se restaurará o que tu hijo adolescente regresará a casa si lo que tienes enfrente es la demanda de divorcio o el cuarto vacío? ¿Cómo puedes estar seguro(a) que saldrás adelante con los gastos de tu familia si acabas de ser despedido(a)?
Sólo hay una respuesta posible a estas preguntas. Sólo hay un camino para obtener esa certeza y convicción: Si tienes la Palabra de Dios al respecto. Si Dios, el Todopoderoso, dice en Su Palabra algo al respecto de tu problema o situación. ¡Si tienes la Palabra de Honor de Dios puedes estar cien por ciento seguro, convencido, que saldrás adelante!
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar. Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificadoLámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino (Sal 119.49, 50, 105).
Así que, sacúdete toda pasividad para con la Biblia y haz de la Palabra de Dios la norma máxima de tu existencia. Ponla en tu mente, boca y corazón, leyéndola y meditándola de día y de noche.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
La Biblia jamás te restará algo sino todo lo contrario, siempre te sumará la Bendición de Dios para tu vida pues son las Palabras que Dios declaró para tu bien, puesto que te ama con todo Su Corazón.
no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición (1 P 3.9).
¡Has sido llamado(a) por Dios para ser heredero(a) de bendición!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, Tú Palabra, la Biblia, es la Verdad y es la Luz que guía mi vida. Porque Tú lo hablaste Dios, Jesús, el Verbo, la Palabra, se hizo carne para que, por tu gran Amor con que me has amado, al pagar Él todos mis pecados con Su Vida en la cruz, yo recibiese la Vida Eterna y la adopción de Hijo(a) Tuyo(a). ¡Gracias, Señor Jesús! ¡Escrito está! Porque Tú moriste, yo morí contigo en esa cruz. ¡Escrito está! Porque Tú resucitaste, yo resucité contigo a una vida totalmente nueva, libre del pecado y de la muerte pues con Tu Sangre me has redimido para Dios de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y me has hecho para nuestro Dios rey(reina) y sacerdote(sacerdotisa), y reinaré sobre la tierra. Padre, yo soy Tu Hijo(a) y he de reinar sobre toda aflicción, enfermedad o problema, pues para esto me dejaste aquí en la tierra; para establecer Tu Reino, anunciando Tu Gran Amor con el cual me llamaste de las tinieblas a Tu Luz admirable. Gracias mi Dios, pues no sólo lo has hablado sino que lo pusiste por escrito: ¡He sido llamado(a) por Ti para ser heredero(a)! ¡Soy heredero(a) de Tu Bendición! ¡Soy heredero(a) de Tu Palabra! ¡Soy dichoso(a) pues puedo confiar en Ti, mi Dios! Así que, de acuerdo con Tu Palabra, me declaro sano(a), próspero(a), libre y feliz. En el nombre de Jesús. Amén.
 *Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre 20                                 1 P 3   /  Jer 35-36  /  Sal 136