miércoles, 14 de mayo de 2025

¡Nada ni nadie te pueden detener!

  <ENGLISH>




 14 Mayo   
¡Nada ni nadie te pueden detener!


Por Riqui Ricón*

Levantaos, subamos contra ellos; porque nosotros hemos explorado la región, y

hemos visto que es muy buena; ¿y vosotros no haréis nada? No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar posesión de la tierra (Jue 18. 9).

 

Que hermoso es saber que tu vida, como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, está llena de acción y de aventura. Tan solo necesitas ser como los hijos de Dan y comenzar a explorar la región. ¡Explora la Biblia! Lee y medita la Palabra de Dios hasta que te des cuenta que, en Verdad, es muy Buena la Nueva Vida que has heredado.

 

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Ro 12.2).

 

¿Cómo puedes llegar a este conocimiento o revelación cuando tu propia vida parece ser algo totalmente opuesto a una maravillosa aventura? ¡Sencillo! Sólo comprende y cree que, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, la buena voluntad de Dios para tu vida es agradable y perfecta.

 

No os amoldéis a los usos y costumbres propios de este mundo; antes bien, procurad que vuestra mente renovada opere la transformación de vuestra personalidad, para que lleguéis a comprobar lo buena, grata y perfecta que es la voluntad de Dios (Ro 12.2 CST).

 

Dios te transforma en una persona completamente nueva al cambiar tu forma de pensar.

 

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).

 

Pensar y creer que el Todopoderoso Dios ahora es tu Padre; pensar y creer que Él es bueno y que te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti; pensar y creer que Jesucristo pagó todos tus pecados al morir en esa cruz y que con su resurrección te dio derecho a ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo para gozar de la Vida Eterna; en fin, tener este tipo de fe necesariamente te hace cambiar tu forma de pensar y de ver todas las cosas.


No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta (Ro 12. 2 NTV).

 

La única forma posible de transformarte por medio de la renovación de tu entendimiento es cambiando tu forma de pensar. Esto sólo lo consigues haciendo de la Biblia la prioridad máxima y apremiante de tu vida. Todos los pensamientos y sentimientos de fracaso, rechazo, temor, resentimiento, soledad y derrota que has acumulado a lo largo de tu vida, sólo pueden ser eliminados con la luz de la Verdad. Esta Verdad no es otra que la Biblia, la Palabra de Dios.

 

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10. 17).

 

La fe que necesitas para entrar a poseer todo lo que ya es tuyo por la Sangre de Jesús, sólo la podrás desarrollar como resultado de leer y meditar la Palabra de Dios.

 

Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre (Hch 22. 14-15).

 

Así que, amado(a), no te dejes engañar, ¡no te detengas! Tú has sido escogido(a) por Dios para que conozcas Su Voluntad y escuches Su Palabra, pues Él tiene todo un Plan para que en realidad vivas una vida con propósito.

 

Donde quiera que estés, cualquiera que sea la actividad que realices, estás destinado(a) a ser Luz en las tinieblas, pues eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y la Palabra de tu Padre celestial es Verdad en tu boca.

 

Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate comienza a CREER que eres esa Princesa, ese Príncipe, del Dios Altísimo y recibe tu sanidad, recibe tu libertad y tu restauración, las cuales, Jesucristo compró para ti al precio de Su Sangre.

 

¡Permítete creer lo que Dios dice de ti en Su Palabra!

 

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.15- 17a).


¡El Espíritu de esclavitud y temor nada tiene en ti! ¡Eres un(a) Hijo(a) y Heredero(a) del único Dios Vivo y Verdadero! Él, tu Papá, ha establecido para este mundo y para este tiempo que tú, Su Hijo(a), todo lo puedes en Cristo y que en todo problema, enfermedad o aflicción, ¡eres ya más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús!

 

Así que, ¡no te detengas! Como decimos los mexicanos, toma al toro por los cuernos, sigue adelante, tómate de la mano del Espíritu Santo en oración, llénate de la Biblia, que es la Palabra de Dios, y la fuente de tu fe y disfruta la aventura de tu vida, pues lo mejor está delante de ti.

 

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

 

¡Dios está contigo! ¡No hay forma que puedas perder! Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, gracias porque este día puedo declarar en Tu Presencia que soy amado(a) y escogido(a) por Ti. Me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejarme engañar por palabras y pensamientos de desaliento, fracaso o derrota. Yo creo lo que Tú dices acerca de mí: que por Tu Sangre, Señor Jesús, me has redimido de todo pueblo, lengua o nación; y me has hecho un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Tú, Señor Jesús, me has hecho rey (reina) y sacerdote (sacerdotisa) para nuestro Dios, y reinaré sobre esta tierra. Me levanto, en tu nombre Jesús, a cumplir el propósito y destino Eterno que compraste para mí en esa cruz. Por lo tanto, hoy declaro que soy sano(a), soy libre, soy próspero(a) y soy dichoso(a) en todas las cosas. Resisto, con la Palabra de Dios, al espíritu de temor, al desaliento y a la depresión; no recibo a la enfermedad, ni a la pobreza; perdono a todos los que me han lastimado y defraudado y recibo la salud, el gozo, la paz y el amor que son mi herencia y mi derecho, Voy hacer de mi vida una vida que valga la pena vivirse.

¡Voy a vivir una vida plena y abundante! ¡Nada ni nadie me pueden detener! En el nombre de Jesús. Amén.

 

 Nota Importante:

 

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

 

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

 

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero,


Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

 

*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011

 

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

 

Mayo          14             Hch 21. 37-22. 29 / Jue 17-18 / Sal 43

  

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

 

Mayo          14                          Hch 21. 37-22. 29 / Jue 17-18 / Sal 43

 

 

Hechos 21. 37- 22. 29

Defensa de Pablo ante el pueblo

37Cuando comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dijo al tribuno: ¿Se me permite decirte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego? 38¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios? 39Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego que me permitas hablar al pueblo. 40Y cuando él se lo permitió, Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo:

22

1Varones hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros.

2Y al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Y él les dijo:

3Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel,a estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. 4Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres; 5como el sumo sacerdote también me es

testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.b

Pablo relata su conversión(Hch. 9.1–19; 26.12–18)


22.3: Hch. 5.34–39.


6Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo; 7y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 8Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. 9Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo. 10Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas. 11Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.

12Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban, 13vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré. 14Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. 15Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y

oído. 16Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.

Pablo es enviado a los gentiles

17Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino  un  éxtasis. 18Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. 19Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti; 20y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.c 21Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles.

Pablo en manos del tribuno

22Y le oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva. 23Y como ellos gritaban y arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire, 24mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él. 25Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? 26Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas  a  hacer?  Porque  este  hombre  es  ciudadano romano.  27Vino  el  tribuno  y  le  dijo:  Dime,  ¿eres  tú  ciudadano  romano?   El  dijo:   Sí. 28Respondió el tribuno: Yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento. 29Así que, luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aun el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado.1

 

Jueces 17-18

Las imágenes y el sacerdote de Micaía

 

22.20: Hch. 7.58.


17

1Hubo un hombre del monte de Efraín, que se llamaba Micaía, 2el cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los cuales me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo tomé. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío. 3Y él devolvió los mil cien siclos de plata a su madre; y su madre dijo: En verdad he dedicado el dinero a Jehová por mi hijo, para hacer una imagen de talla y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo. 4Mas él devolvió el dinero a su madre, y tomó su madre doscientos siclos de plata y los dio al fundidor, quien hizo de ellos una imagen de talla y una de fundición, la cual fue puesta en la casa de Micaía. 5Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. 6En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que

bien le parecía.a

7Y había un joven de Belén de Judá, de la tribu de Judá, el cual era levita, y forastero allí. 8Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde pudiera encontrar lugar; y llegando en su camino al monte de Efraín, vino a casa de Micaía. 9Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y el levita le respondió: Soy de Belén de Judá, y voy a vivir donde pueda encontrar lugar. 10Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo te daré diez siclos de plata por año, vestidos y comida. Y el levita se quedó. 11Agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y fue para él como uno de sus hijos. 12Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y permaneció en casa de Micaía. 13Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me prosperará, porque tengo un levita por sacerdote.

Micaía y los hombres de Dan

18

1En aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan buscaba posesión para sí donde habitar, porque hasta entonces no había tenido posesión entre las tribus de Israel. 2Y los hijos de Dan enviaron de su tribu cinco hombres de entre ellos, hombres valientes, de Zora y Estaol, para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron: Id y reconoced la tierra. Estos vinieron al monte de Efraín, hasta la casa de Micaía, y allí posaron. 3Cuando estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven levita; y llegando allá, le dijeron: ¿Quién te ha traído acá? ¿y qué haces aquí? ¿y qué tienes tú por aquí? 4El les respondió: De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote. 5Y ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos si ha de prosperar este viaje que hacemos. 6Y el sacerdote les respondió: Id en paz; delante de Jehová está vuestro camino en que andáis.

7Entonces aquellos cinco hombres salieron, y vinieron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, ocioso y confiado, conforme a la costumbre de los de Sidón, sin que nadie en aquella región les perturbase en cosa alguna, ni había quien poseyese  el  reino.  Y  estaban  lejos  de  los  sidonios,  y   no   tenían   negocios   con nadie. 8Volviendo, pues, ellos a sus hermanos en Zora y Estaol, sus hermanos les dijeron:


¿Qué hay? Y ellos respondieron: 9Levantaos, subamos contra ellos; porque nosotros hemos explorado la región, y hemos visto que es muy buena; ¿y vosotros no haréis nada? No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar posesión de la tierra. 10Cuando vayáis, llegaréis a un pueblo confiado y a una tierra muy espaciosa, pues Dios la ha entregado en vuestras manos; lugar donde no hay falta de cosa alguna que haya en la tierra.

11Entonces salieron de allí, de Zora y de Estaol, seiscientos hombres de la familia de Dan, armados de armas de guerra. 12Fueron y acamparon en Quiriat-jearim en Judá, por lo cual llamaron a aquel lugar el campamento de Dan, hasta hoy; está al occidente de Quiriat- jearim. 13Y de allí pasaron al monte de Efraín, y vinieron hasta la casa de Micaía.

14Entonces aquellos cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra de Lais dijeron a sus hermanos: ¿No sabéis que en estas casas hay efod y terafines, y una imagen de talla y una de fundición? Mirad, por tanto, lo que habéis de hacer. 15Cuando llegaron allá, vinieron a  la  casa  del  joven  levita,  en  casa  de  Micaía,  y  le  preguntaron  cómo  estaba.  16Y los

seiscientos hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban armados de sus armas de guerra a la entrada de la puerta. 17Y subiendo los cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra, entraron allá y tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen de fundición, mientras estaba el sacerdote a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados de armas de guerra. 18Entrando, pues, aquéllos en la casa de Micaía, tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen de fundición. Y el sacerdote les dijo:

¿Qué hacéis vosotros? 19Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu boca, y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre, que de una tribu y familia de Israel? 20Y se alegró el corazón del sacerdote, el cual tomó el efod y los terafines y la imagen, y se fue en medio del pueblo.

21Y ellos se volvieron y partieron, y pusieron los niños, el ganado y el bagaje por delante. 22Cuando ya se habían alejado de la casa de Micaía, los hombres que habitaban en

las casas cercanas a la casa de Micaía se juntaron y siguieron a los hijos de Dan. 23Y dando voces a los de Dan, éstos volvieron sus rostros, y dijeron a Micaía: ¿Qué tienes, que has juntado gente? 24El respondió: Tomasteis mis dioses que  yo  hice  y al sacerdote,  y os vais;

¿qué más me queda? ¿Por qué, pues, me decís: ¿Qué tienes? 25Y los hijos de Dan le dijeron: No des voces tras nosotros, no sea que los de ánimo colérico os acometan, y pierdas también tu vida y la vida de los tuyos. 26Y prosiguieron los hijos de Dan su camino, y Micaía, viendo que eran más fuertes que él, volvió y regresó a su casa.

27Y ellos, llevando las cosas que había hecho Micaía, juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron a Lais, al pueblo tranquilo y confiado; y los hirieron a filo de espada, y quemaron la ciudad. 28Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de Sidón, y no tenían negocios con nadie. Y la ciudad estaba en el valle que hay junto a Bet-rehob. Luego reedificaron la ciudad, y habitaron en ella. 29Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan,

conforme al nombre de Dan su padre, hijo de Israel, bien que antes se llamaba la ciudad Lais. 30Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día del cautiverio de la tierra. 31Así tuvieron levantada entre ellos la imagen de talla que Micaía había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.2

 

Salmos 43


Plegaria pidiendo vindicación y liberación

1        Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa; Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo.

2        Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?

¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo?

3        Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; Me conducirán a tu santo monte,

Y a tus moradas.

4        Entraré al altar de Dios,

Al Dios de mi alegría y de mi gozo;

Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.

5        ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía

                        


martes, 13 de mayo de 2025

¡En Su Presencia!

  <ENGLISH>





 13 Mayo   
¡En Su Presencia!

 Por Riqui Ricón*

Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el

alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? (Sal 42. 1-2).

 

En el corazón de cada creyente, de cada Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, existe un clamor, un reclamo, que fluye de la profunda necesidad que tenemos de la Presencia de nuestro Dios y Padre. No sólo en momentos de apremiante necesidad, sino en cualquier momento, desearías poder reducir la velocidad de los acontecimientos que te rodean para acallar tu alma y disfrutar la delicia de la comunión con Aquel que te ama tanto que dio Su propia vida por amor a ti: Cristo Jesús.

 

Lamentablemente, muchos creyentes dejan de lado su identidad como Hijos de Dios Nacidos de Nuevo y acuden delante de Su Padre mayormente para pedir ayuda en los momentos de necesidad. Desconociendo mucho de Su Amor, Poder y Fidelidad se olvidan que Aquel que da de comer a las aves y viste a los lirios del campo, prometió cuidar de Sus Hijos.

 

Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas (Luc 12. 28-31).

 

En este día es muy importante que comprendas que el reino de Dios no es un lugar físico, ni consiste en comida o bebida, sino que el reino de Dios es un sistema de gobierno que se rige bajo las leyes de la fe y del Amor que Dios mismo estableció en Su Palabra, la Biblia.

 

Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. El entonces, respondiendo,  le  dijo:  Maestro,  todo  esto  lo  he  guardado  desde  mi   juventud. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz (Mar 10.17-21).


 

 

¡Dios es bueno! Lo único que pide de ti es que permanezcas en Su Palabra, creyéndole a Él. Que te mantengas firme en creer lo que Dios dice acerca de quién ahora tú eres. Tú ya no eres más una creatura, ni hombre o mujer de poca fe; ahora, por Cristo Jesús, por Su Sangre preciosa derramada hasta la última gota en esa cruz por amor a ti, eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, amado(a) y adquirido(a) para Dios al precio más alto que se pueda pagar.

 

Tú fuiste comprado(a) al único precio que, una vez saldado, puede establecerte con TODA JUSTICIA como un(a) Hijo(a) legítimo(a) de Dios. Ese precio fue la muerte y resurrección de Su propio Hijo, Jesús.

 

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,

¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8. 32).

 

Tú comienzas a establecer el reino de Dios cuando crees Su Palabra, primeramente en tu vida al hacer de la Biblia la norma máxima de tu vida poniéndola en tu boca, mente y corazón; ésta, la Palabra de Dios, que no miente, produce un cambio en tu forma de pensar renovando tu mente y llenándote de fe.

 

Ahora, te das cuenta que, de acuerdo a Su Palabra, eres un(a) ciudadano(a) del Reino. Te das cuenta que en verdad, literalmente, eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y, por lo tanto, no existe problema, enfermedad, situación, ni condición alguna que te pueda separar del Amor de Dios, que es en Cristo Jesús, tu Señor y Salvador. Esto te hace, necesariamente, más que vencedor(a) en todas las cosas.

 

¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío (Sal 42. 5).

 

Esperar en Dios no significa resignarse con la esperanza de que Él, si quiere, haga algo a tu favor. ¡No! Esperar en Dios significa ser constante y persistente para recibir lo que Él te ha prometido. Significa tener tal conocimiento de Su Persona que puedes permanecer en Su Presencia en tranquila adoración, teniendo la certeza de lo que estás esperando y la convicción de que aquello que aún no ves se materializara, pues Él te lo ha prometido y tu Padre jamás faltará a Su Palabra.

 

¿Qué tuviste, oh mar, que huiste? ¿Y tú, oh Jordán, que te volviste atrás? Oh montes, ¿por qué saltasteis como carneros, Y vosotros, collados, como corderitos? A la presencia de Jehová tiembla la tierra, A la presencia del Dios de Jacob, El cual cambió la peña en estanque de aguas, Y en fuente de aguas la roca (Sal 114.5-8).


De hecho, la Biblia declara que, por la Sangre del Nuevo Pacto, tú has sido totalmente renovado(a) y el Espíritu Santo, Dios mismo, ahora está en ti y contigo. Así es,  Su Amorosa y Formidable Presencia está en ti y contigo, por lo tanto, puedes tener la certeza (y la paz, que sobrepasa todo entendimiento), que esos problemas, enfermedades o aflicciones que enfrentas el día de hoy, están temblando y huyendo a la Presencia del Dios de Jacob, el cual cambia tu lamento en baile y te ciñe toda(o) de alegría (Sal 30.11).

 

Así que, no pongas tu atención a lo difícil de tu situación, ni en tus emociones o sentimientos al respecto. Atiende a la Palabra de Dios, disfruta Su Presencia y comienza alabar y adorarle. Resiste al diablo y sus mentiras y no te permitas estar en ansiosa inquietud. Eres un(a) Hijo(a) del Rey y puedes esperar constante y persistentemente en Su Palabra, pues primero el cielo y la tierra dejarán de existir, antes que Dios, tu Padre, deje de cumplirte Su Palabra.

 

Oremos en voz audible:

 

Amado Padre celestial, en este día quiero alabarte y adorarte más que nunca. Eres mi Padre, mi amigo, mi Dios, mi Rey, Señor y Salvador. Sin Ti no vivo. Gracias por lo que has hecho por mí y en mí. ¡Soy Nueva creación! Gracias Jesús por Tu Sangre preciosa que me ha lavado y limpiado de toda mi maldad y hoy soy justo(a) santo(a) y perfecto(a) por lo que Tú hiciste por mí en esa cruz. ¡Te amo, Jesús! En Tu nombre resisto al espíritu de temor y duda. Sé, que sé, que en todas las cosas soy más que vencedor por medio de Tu Amor, que estás en mí y conmigo. Hoy le digo a mis circunstancias que Tú estás conmigo y si Dios es conmigo ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)!

¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! En Tu Presencia Señor yo tengo plenitud de gozo. En el nombre de Jesús. Amén.

 

 Nota Importante:

 

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

 

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

 

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.


*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011

 

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

 

Mayo          13                          Hch 21. 1-36 / Jue 16 / Sal 42

 

 

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




 

               

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

 

Mayo          13                          Hch 21. 1-36 / Jue 16 / Sal 42

 

 

 

Hechos 21. 1-36

Viaje de Pablo a Jerusalén

 

21

1Después de separarnos de ellos, zarpamos y fuimos con rumbo directo a Cos, y al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara. 2Y hallando un barco que pasaba a Fenicia, nos embarcamos, y zarpamos. 3Al avistar Chipre, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria, y arribamos a Tiro, porque el barco había de descargar allí. 4Y hallados los discípulos, nos quedamos allí siete días; y ellos decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén. 5Cumplidos aquellos días, salimos, acompañándonos todos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la playa, oramos. 6Y abrazándonos los unos a los otros, subimos al barco y ellos se volvieron a sus casas.

7Y nosotros completamos la navegación, saliendo de Tiro y arribando a Tolemaida; y habiendo saludado a los hermanos, nos quedamos con ellos un día. 8Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipea el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él. 9Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. 10Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo,b 11quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles. 12Al oír esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén. 13Entonces Pablo respondió: ¿Qué

hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. 14Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.

15Después de esos días, hechos ya los preparativos, subimos a Jerusalén. 16Y vinieron también con nosotros de Cesarea algunos de los discípulos, trayendo consigo a uno llamado Mnasón, de Chipre, discípulo antiguo, con quien nos hospedaríamos.

Arresto de Pablo en el templo


21.8: Hch. 6.5; 8.5.

21.10: Hch. 11.28.


17Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo. 18Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos; 19a los cuales, después de haberles saludado, les contó una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio. 20Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley. 21Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres. 22¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has venido. 23Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. 24Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza;c y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la  ley. 25Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación.d 26Entonces Pablo tomó consigo a aquellos hombres, y al día siguiente, habiéndose purificado con ellos, entró en el templo, para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación, cuando había de presentarse la ofrenda por cada uno de ellos.

27Pero cuando estaban para cumplirse los siete días, unos judíos de Asia, al verle en el templo, alborotaron a toda la multitud y le echaron mano, 28dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar. 29Porque antes habían visto con él en la ciudad a Trófimo,e de Efeso, a quien pensaban que Pablo había metido en el templo. 30Así que toda la ciudad se conmovió, y se

agolpó el pueblo; y apoderándose de Pablo, le arrastraron fuera del templo, e inmediatamente cerraron las puertas. 31Y procurando ellos matarle, se le avisó al tribuno de la compañía, que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada. 32Este, tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos. Y cuando ellos vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. 33Entonces, llegando el tribuno, le prendió y le mandó atar con dos cadenas, y preguntó quién era y qué había hecho. 34Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra; y como no podía entender nada de cierto a causa del alboroto, le mandó llevar a la fortaleza. 35Al llegar a las gradas, aconteció que era llevado en peso por los soldados a causa de la violencia de la multitud; 36porque la muchedumbre del pueblo venía detrás, gritando: ¡Muera!1

 

Jueces 16

 

 


21.23–24: Nm. 6.13–20.

21.25: Hch. 15.29.

21.29: Hch. 20.4.

1Reina Valera Revisada (1960) -                                             


Sansón en Gaza

16

1Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella. 2Y fue dicho a los de Gaza: Sansón ha venido acá. Y lo rodearon, y acecharon toda aquella noche a la puerta de la ciudad; y estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la mañana; entonces lo mataremos. 3Mas Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón.

Sansón y Dalila

4Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila. 5Y vinieron a ella los príncipes de los filisteos, y le dijeron: Engáñale e infórmate en qué consiste su gran fuerza, y cómo lo podríamos vencer, para que lo atemos y lo dominemos; y cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata. 6Y Dalila dijo a Sansón: Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo podrás ser atado para ser dominado. 7Y le respondió Sansón: Si me ataren con siete mimbres verdes que aún no estén enjutos, entonces me debilitaré y seré como cualquiera de los hombres. 8Y los príncipes de los filisteos le trajeron siete mimbres verdes que aún no estaban enjutos, y ella le ató con ellos. 9Y ella tenía hombres en acecho en el aposento. Entonces ella le dijo:

¡Sansón, los filisteos contra ti! Y él rompió los mimbres, como se rompe una cuerda de estopa cuando toca el fuego; y no se supo el secreto de su fuerza.

10Entonces Dalila dijo a Sansón: He aquí tú me has engañado, y me has dicho  mentiras;

descúbreme, pues, ahora, te ruego, cómo podrás ser atado. 11Y él le dijo: Si me ataren fuertemente con cuerdas nuevas que no se hayan usado, yo me debilitaré, y seré como cualquiera de los hombres. 12Y Dalila tomó cuerdas nuevas, y le ató con ellas, y le dijo:

¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y los espías estaban en el aposento. Mas él las rompió de sus brazos como un hilo.

13Y Dalila dijo a Sansón: Hasta ahora me engañas, y tratas conmigo con mentiras. Descúbreme, pues, ahora, cómo podrás ser atado. El entonces le dijo: Si tejieres siete guedejas de mi cabeza con la tela y las asegurares con la estaca. 14Y ella las aseguró con la estaca, y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Mas despertando él de su sueño, arrancó la estaca del telar con la tela.

15Y ella le dijo: ¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has descubierto aún en qué consiste tu gran fuerza. 16Y

aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. 17Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres.

18Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los principales de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero. 19Y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas, y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se apartó de él. 20Y le dijo:

¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él. 21Mas


los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel. 22Y el cabello de su cabeza comenzó a crecer, después que fue rapado.

Muerte de Sansón

23Entonces los principales de los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio a Dagón su dios y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo. 24Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros. 25Y aconteció que cuando sintieron alegría en su corazón, dijeron: Llamad a Sansón, para que nos divierta. Y llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas. 26Entonces Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano: Acércame, y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la casa, para que me apoye sobre ellas. 27Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón.

28Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. 29Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra. 30Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida. 31Y descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y le tomaron, y

le llevaron, y le sepultaron entre Zora y Estaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Y él juzgó a Israel veinte años.2

 

Salmos 42

Confesión y justificación de Job Mi alma tiene sed de Dios

Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.

1        Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

2        Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;

¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

3        Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?

4        Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,

Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

5        ¿Por qué te abates, oh alma mía,


2Reina Valera Revisada (1960). 1998 -                                             


Y te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.

6        Dios mío, mi alma está abatida en mí;

Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.

7        Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.

8        Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo,

Y mi oración al Dios de mi vida.

9        Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?

¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?

10        Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?

11        ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.3

 


3Reina Valera Revisada (1960) -