Jueves
11 de Abril de 2013.
¡Muchísimo más!
Por
Riqui Ricón*
Y todo aquel que invocare el nombre del Señor,
será salvo (Hch 2. 21).
Ser salvo
significa muchísimo más que irse al cielo por el perdón de tus pecados.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Ser salvo
significa gozar de la Vida Eterna que Jesucristo compró para ti con Su muerte y
resurrección. Ser salvo significa participar de la Vida exclusiva de un(a) Hijo
de Dios que es una Vida Plena y Abundante.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en
ti confía (Sal 84.12).
Ser salvo
significa tener Paz, dicha y Plenitud.
¡Dios es
bueno! ¡Dios es Amor! El fabuloso Plan de Dios para la redención de tu vida se
originó a partir de estas dos cualidades de Dios: Su Amor y Su bondad para
contigo. La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te enseña, desde
Génesis hasta Apocalipsis, que Dios es incluyente, no excluyente. Siempre ha
sido Su voluntad incluirte a ti en el gobierno y dirección del universo que Él
ha creado.
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las
aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se
arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les
dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en
los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se
mueven sobre la tierra (Gen 1. 26-28).
El problema del ser humano no es
su libertad, ni su libre albedrío, sino que, con esa libertad que Dios le dio,
ha decidido no creerle a Dios, ha decidido no creerle a Su Palabra. Si lo
piensas bien, este es el verdadero problema ya que Dios no puede mentir y, por
lo tanto, Su Palabra es la Verdad.
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de
hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He
aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Num
23.19-20).
Desde el principio fuiste creado(a)
a Su imagen, conforme a Su semejanza y Él te bendijo con Su Palabra. La Palabra
de Dios fue dicha para tu provecho y beneficio, sin embargo, el ser humano no la
ha creído.
Pero la serpiente era astuta, más que todos los
animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer:
¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la
mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos
comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo
Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces
la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que
el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,
sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno
para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la
sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual
comió así como ella (Gen 3.1-6).
No necesitas analizarlo mucho
para darte cuenta que el primer pecado, el pecado original, no fue la
desobediencia sino la incredulidad. Fue el no creer lo que Dios les dijo para,
en su lugar, creer lo que Satanás decía; fue la incredulidad a la Palabra de
Dios lo que dio origen a la desobediencia.
Imaginar el dilema de Adán y Eva
allá en el paraíso es fácil: “este curioso animalito dice una cosa y mi Creador
dice otra, ¿cuál de los dos dirá la Verdad? ¿A cuál de los dos le voy a CREER?
Y, desde luego, la incredulidad a la Palabra de Dios siempre engendrará
desobediencia. Desde entonces hasta el día de hoy el dilema sigue siendo el
mismo, ¿tú a quién le vas a CREER?
Porque la
paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro (Ro 6. 23).
No obstante la incredulidad y
desobediencia, Dios no ha desistido, ni lo hará, en Su amor por ti. Él jamás ha
estado dispuesto a ejecutar sentencia de muerte sobre tu vida sino todo lo
contrario.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.
16-17).
¿Te das cuenta? Dios ama a TODO
EL MUNDO y su Plan de Amor y Redención es para TODO AQUEL que CREA. Esto es
para todo aquel que decida volver a creerle a Él; para todo aquel que decida
creer que Dios tiene Palabra de Honor.
¡Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Y todo aquel que invocare el nombre del Señor,
será salvo.
¡Sólo esto
te pide!
El Señor no retarda su promesa, según algunos la
tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que
ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 P 3.7).
¡Dios no quiere que nadie se
pierda!
Ahora bien, una vez que reconoces
a Jesús como Señor y Salvador de tu vida, el Plan de Dios se ha puesto en
marcha a tu favor. Estás justificado(a) por Su Sangre; todos tus pecados son
perdonados y olvidados; eres creado(a) de nuevo, esto es, el espíritu que tú
eres, a imagen y semejanza de Dios, Nace de Nuevo pero ahora coma un(a) Hijo(a)
legítimo(a) de Él. Y, además, en ese preciso momento, adquiriste un propósito y
destino muchísimo más grandes que los que tenías originalmente.
Bendito sea
el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en
amor habiéndonos predestinado para
ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto
de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
en quien tenemos redención por
su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que
hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su
voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí
mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del
cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que
están en la tierra. En él asimismo
tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del
que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su
gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En
él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de
vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión
adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.
3-14).
Así que, ser salvo
significa muchísimo más que irse al cielo con el perdón de tus pecados: redimido(a),
perdonado(a), amado(a), bendecido(a) con toda bendición, escogido(a) antes de
la fundación del mundo, adoptado(a) Hijo(a) Suyo(a), aceptado(a) en el Amado,
heredero(a) y predestinado(a) con el propósito de que seas para la alabanza de
Su gloria.
Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo y has sido dejado(a) sobre esta tierra para reinar, ejerciendo el
dominio y la autoridad que te han sido otorgados por Su Palabra.
TU ESTILO DE
VIDA ES LO QUE TÚ CREES Y MANIFIESTAS AQUÍ EN LA TIERRA, Y ESO ES LO QUE LE DA
GLORIA Y ALABANZA AL SEÑOR.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, te doy
muchas gracias por Tu Palabra, que es la Verdad. Porque en ella encuentro cada
vez más claro que soy Hijo(a) Tuyo(a) con propósito. En verdad puedo ser feliz
creyendo Tu Palabra y aceptando, de una vez por todas, que Tu Voluntad y mi
destino son reinar y ejercer dominio en esta tierra. Hoy me dispongo, con Tu
ayuda, Espíritu Santo, a creer, a creerte a Ti y a vivir siempre en victoria.
Todo lo puedo en Ti, Jesucristo y en todas las cosas soy más que vencedor(a)
por medio de Tu Amor sobre de mí. Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo
y no hay forma que pueda perder pues si Dios, mi Padre, es conmigo, ¿quién
contra mí? Por lo tanto, creo y declaro con toda mi fe puesta en Tu Palabra que
yo, __________ (tu nombre aquí), ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero! ¡Soy
dichoso(a)! ¡SOY SALVO! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
11 Hch
2. 14-47 / Deu 15-16 / Job 11
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