Miércoles
3 de Abril de 2013.
¡Dios de Pacto!
Por
Riqui Ricón*
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les
dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del
nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados (Mat 26.
27-28).
Cuando leo en Génesis 15 como
Abraham creyó a la promesa de Dios y le fue contado por justicia, no puedo
dejar de notar que enseguida cuestionó a Dios: Señor, ¿en qué conoceré que la
he de heredar? O dicho de otra forma, ¿cómo saberlo? ¿Cómo puedo estar seguro?
Entonces el Señor le pidió que sacrificara unos animales partiéndolos por la
mitad y, parado sobre esa sangre, hizo un pacto con Abraham.
La sangre es la señal del Pacto.
El Pacto es la garantía de la Palabra y la Palabra es la fuente de tu fe.
Y tomó el
libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las
cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. Entonces Moisés tomó la
sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová
ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas (Ex 24. 7-8).
En estos días es muy importante que
comprendas en su totalidad el significado y alcance de tu Nueva Identidad;
Identidad que has obtenido a través de tu Nuevo Nacimiento, pues esto es la
razón por la cual Dios dispuso hacer un Nuevo Pacto.
En estos días es muy importante
que comprendas en su totalidad el significado y alcance del Nuevo Pacto en la
Sangre de Jesús.
Israel, el pueblo escogido por
Dios, con sus constantes fracasos ante el pecado, invalidó el Pacto que Dios
había hecho con ellos. El Tadopoderoso, previendo esta condición, prometió a
Abraham que en su simiente serían benditas todas las familias de la tierra. ¿Cómo
sería esto? A través de un Nuevo Pacto, con mejores promesas, que garantizaba a
los hombres un Nuevo Nacimiento por medio de la fe en la Sangre del Unigénito
Hijo de Dios.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los
cuales haré nuevo pacto con
la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice
con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
porque ellos invalidaron mi pacto,
aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el
pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová:
Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por
Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su
prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová;
porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.
31-34).
Aunque la ley de Dios te ha sido
dada sólo para tu beneficio, por tu propia naturaleza que es esclava del
pecado, tú jamás podrás cumplir con ella en tus propias fuerzas. Así que, Dios,
el Todopoderoso, tu amoroso Padre, ejecuta un plan para trasladarte de la
condición de esclavo(a) vendido(a) al pecado a la condición de libertad
gloriosa como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva
de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom 6.23).
Antes que nada, tenía que librarte
de la sentencia de muerte eterna que, por tus pecados, pendía sobre ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).
Por Su gran Amor con que siempre
te ha amado, Jesús pagó, con Su vida, el justo precio que satisface la justicia
de Dios; te compró, te justificó y te hizo libre de una vez y para siempre de
las cadenas del pecado y de la muerte.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo
Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).
Después de esto, para culminar Su
propósito de Amor para contigo, una vez justificado(a) en la Sangre de Jesús,
Dios decide perdonar todas tus transgresiones y pecados no acordándose más de
ellos y te crea de nuevo haciendo de ti un espíritu Nuevo con un nuevo corazón
y, por si esto fuera poco, te sella con el Su propio Espíritu Santo.
Os daré
corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y
pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y
guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.
26-27).
Mira como una vez que fue
descubierto su doble pecado de adulterio y asesinato, el Rey David comprendió
que por más que clamara por perdón y limpieza de sus actos, solamente un
milagro regenerador de parte de Dios
le podría dar la posición de victoria como Hijo de Dios libre del pecado.
He aquí, tú
amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.
Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde
tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto
dentro de mí. No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo
Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.
Entonces enseñaré a los
transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti (Sal 51.
6-13).
Es la Sangre de Jesús, el Nuevo
Pacto, la que te abre el camino al corazón del Padre, pues tu fuiste regenerado(a)
por la Palabra de Dios como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo al
instante mismo que reconociste y aceptaste a Jesús como tu Señor y Salvador.
Pues ustedes han nacido de nuevo, no
de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de
Dios que vive y permanece (1 Ped 1.23).
Ya no eres más la misma persona
pecadora que el diablo quiere que sigas creyendo que eres. ¡No! ¡Nada de eso! De
acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, tú eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo no de una semilla que se puede corromper
sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece
para siempre.
Oremos en voz audible:
Amado
Padre celestial, que maravilloso es saber cuánto me amas Tú que a pesar de
estar yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo
Jesús. Y no cualquier clase de Vida sino la Vida Eterna, la Vida gloriosa y
victoriosa que solamente un(a) Hijo(a) Tuyo(a) puede tener. Abba Padre, gracias
por ser un Dios de Pactos. ¡Gracias por el Nuevo Pacto en la Sangre de Tu Hijo
Jesús! Oh precioso Espíritu de Dios, permíteme hoy comprender cuál es la
supereminente grandeza de Tu Amor y poder para conmigo que me hayas creado de
nuevo para hacerme Tu Hijo para darme Vida Eterna. Una Vida abundante y plena
en Cristo Jesús pues soy nueva creatura y todas las cosas viejas pasaron y
ahora, todo en mi vida ha sido hecho nuevo. Señor Jesús, por Tu Amor, por Tu
muerte, por Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí y
por Tu resurrección te doy gracias. ¡Muchas gracias, Señor Jesús! Espíritu
Santo, ayúdame a ser capaz de comprender cuál es la
anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer Tu Amor que excede a todo conocimiento y que yo sea lleno
de toda la plenitud de Dios. Creo, confieso y recibo está Nueva Identidad como
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Creo, confieso y recibo que yo, ___________
(tu nombre aquí), soy esta persona que Tu Palabra, la Biblia, dice que soy.
¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡Mayor eres Tú, mi Dios, que estás en mí y
conmigo, que el que está en el mundo! ¡De TODO problema, enfermedad o aflicción
yo saldré más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Señor Jesús! Lo Creo, confieso y recibo en el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril 3 Mat
26. 1-29 / Núm 35-36 / Job 3
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