sábado, 28 de junio de 2014

¡Cómo responder ante cualquier problema, angustia o adversidad!

 
16  de Junio

¡Escrito está!

Por Riqui Ricón*

Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana (Mar 3.3-5).

De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, la dureza del corazón hace enojar y entristecer al Señor Jesús. Esto se debe a que la dureza del corazón no es otra cosa más que incredulidad a la Palabra de Dios.

Puesto que la mayoría de las personas que creen en Dios saben que Él es Todopoderoso y por lo tanto, saben que no hay nada imposible ni difícil para Él. Sin embargo, pareciera que esto no es suficiente y prefieren sostenerse de la religión y las tradiciones que a creer lo que dice Su Palabra: Que además de Todopoderoso, Dios está lleno de misericordia y de Amor por ti.

Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre;  y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.  Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas (Mar 7.6-13).

Así que, dejemos atrás la tradición religiosa y conozcamos a Dios, al Dios amoroso y verdadero que está en la Biblia.

¿Podrá Dios, hoy, sanarte o ayudarte en la situación o problema que estas enfrentando? ¡Claro! Él todo lo puede.

¿Querrá Dios sanarte o ayudarte en la situación o problema que estas enfrentando hoy? ¡Desde luego! ¡Él es bueno!

Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios (Mar 10.18).

¿Por qué querría Dios hacer esto por ti, siendo tú como has sido? ¡Porque sin lugar a dudas, Él te ama con todo Su corazón!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Nunca me cansaré de repetirlo una y otra vez, Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar la culpa por tus pecados, antes que perderte a ti.

Jesús no viene a tu vida a condenarte, a recordarte lo fracasado(a), frustrado(a), pecador(a), incompetente, irresponsable o inútil que has sido. ¡No! ¡Nada de eso! La razón por la que Él pagó con Su Vida, derramando hasta la última gota de Su Sangre en esa cruz, fue por Amor a ti, fue para darte Vida; Vida nueva; Vida abundante. ¡Vida Plena! ¡Vida Eterna!

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él (1 Jn 5.1).

Por este Gran Amor que Dios siente por ti, no sólo tienes Vida Eterna sino que (y esta es la verdadera razón por la cual ahora tienes Vida Eterna), por medio de tu fe, de creerle a Dios, creyendo Su Palabra, ahora eres nacido(a) de Dios. ¡Tú eres, por tu fe en Jesucristo, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 1.1 NVI).

Ahora, por la Gracia de Dios, ya no eres más la misma persona que antes eras. Hoy, eres totalmente nuevo(a) y diferente. Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente que se pueda corromper, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

La persona que ahora tú eres, ese(a) Hijo(a) amado(a) de Dios, ha sido engendrado(a) por la Palabra de Dios mediante el Poder del Espíritu Santo, quien ahora vive en ti y contigo.

Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado (Dan 3.16-18).

¡Qué fe la de estos tres jóvenes! ¡Qué vehemencia en su declaración! Tenían la plena certeza que Dios podía y quería salvarlos. Ante tremendo problema y circunstancia como la ira del rey y el martirio y la muerte inminente, no dieron lugar al temor ni a la duda, sino que se fortalecieron en el Señor y en el poder de Su fuerza, y abriendo su boca hicieron tan tremenda declaración de fe que pienso, a Dios no le quedó otra más que venir a salvarlos en persona.

De pronto, Nabucodonosor, lleno de asombro, se puso de pie de un salto y exclamó a sus asesores: —¿No eran tres los hombres que atamos y arrojamos dentro del horno? —Sí, su Majestad, así es —le contestaron. —¡Miren! —gritó Nabucodonosor—. ¡Yo veo a cuatro hombres desatados que caminan en medio del fuego sin sufrir daño! ¡Y el cuarto hombre se parece a un dios! Entonces Nabucodonosor se acercó tanto como pudo a la puerta del horno en llamas y gritó: «¡Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salgan y vengan aquí!». Así que Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron del fuego. Entonces los altos funcionarios, autoridades, gobernadores y asesores los rodearon y vieron que el fuego no los había tocado. No se les había chamuscado ni un cabello, ni se les había estropeado la ropa. ¡Ni siquiera olían a humo! Entonces Nabucodonosor dijo: «¡Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego! Envió a su ángel para rescatar a sus siervos que confiaron en él. Desafiaron el mandato del rey y estuvieron dispuestos a morir en lugar de servir o rendir culto a otro dios que no fuera su propio Dios (Dan 3.24-28 NTV).

¿Cómo puede uno alcanzar tal fe, tal certeza y convicción? Ellos conocían a Dios, sabían que es clemente y misericordioso y, sobre todo, estaban convencidos de que Él no miente pues conocían Su Palabra. ¿Cómo puedes tú hoy estar seguro(a) que Dios puede ayudarte y quiere hacerlo por amor a ti? Pues porque tienes Su Palabra de Honor al respecto y ahora mediante Cristo Jesús tú tienes una relación de Padre a Hijo(a) con el único Dios Vivo y Verdadero.

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.16-17a).

¡Escrito está!

Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Num 23.19-20).

Sin importar cuál sea el problema, enfermedad o aflicción que estás enfrentando el día de hoy, de todos ellos tú saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en esta hora te doy gracias porque en Cristo Jesús tengo la plena certeza y la manifestación más gloriosa de Tu Amor por mí. Esto es, puedo erguirme hoy y encarar cualquier problema, tristeza, enfermedad o aflicción, sabiendo que Tú estás conmigo y que saldré más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Jesucristo mi Señor. Puedo, Padre, como Sadrac, Mesac y Abed-nego, declarar con fe, con toda certeza y seguridad, que todo lo puedo en Cristo; declaro que es Tu Amor quien me sostiene y que nada ni nadie me podrán hacer frente todos los días de mi vida pues así como estuviste con Jesús, estás conmigo. ¡Gracias, Jesús! Te amo con todo mí ser. Declaro en Tu nombre, Jesucristo, que lo mejor de mi vida ya comenzó. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy el (la) vencedor(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Junio        16                        Mar 3.1-19  /  2 Sam 6  /  Dan 3

 


 
 

viernes, 27 de junio de 2014

¿Qué significa Nacer de Nuevo?

 
15  de Junio

¡Totalmente Nuevo!

Por Riqui Ricón*

Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar (Mar 2.21-22).

Esta porción de la Escritura pudiera ser un poco confusa si no has comprendido a totalidad el milagro que se operó en ti el día que reconociste a Jesucristo como tu Señor y Salvador: ¡Ese día Naciste de Nuevo!

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo (2 Co 5.17-18a).

¡Tú no eres un(a) viejo(a) pecador(a) salvo(a) por Gracia! No eres un vestido viejo con un remiendo nuevo. Tampoco eres un odre viejo con vino nuevo.

Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado! Y todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a él mismo por medio de Cristo (2 Co 5.17-18ª NTV).

La naturaleza del pecado es tal, que no sólo corrompió al ser humano, sembrando en él la tendencia hacia lo malo, sino que hizo que ésta tendencia hacia el pecado, conocida como concupiscencia, se transmitiera de generación a generación. De modo que, en el pecado de Adán todos somos pecadores y ningún remiendo nuevo, ni ninguna llenura nueva, puede cambiar, por sí mismo, esa vieja naturaleza.

Cuando alguien se deja controlar por su naturaleza humana está en contra de Dios y se niega a obedecer la ley de Dios. De hecho, no es capaz de obedecerla porque los que siguen su naturaleza humana no pueden agradar a Dios (Ro 8.7-8 PDT).

El Espíritu Santo mostró todo esto a David cuando pedía perdón a Dios por causa de su pecado; ante la gloriosa Presencia del Espíritu de Dios, de pronto se dio cuenta que no bastaría con una limpieza de su alma, sino que él necesitaba algo mucho más profundo y duradero.

Pues en Verdad, ¡No basta un remiendo de paño nuevo en una vida vieja! ¡No sirve el vino nuevo dentro de un odre viejo!

¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz (Sal 139.7-12).

Así que, por el contraste de la corrupción humana y la gloriosa Presencia del Espíritu de Dios, es evidente que la naturaleza de pecado no puede cambiarse a sí misma por la voluntad o el esfuerzo del ser humano. Sólo un milagro, solo una transformación por parte de Dios en la mismísima esencia del hombre caído, puede hacer de éste, una nueva especie de ser que no existía antes: esto es, Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti (Sal 51.10-13).

Aunque David no lo podía ver, Dios le reveló el Plan de Redención. Un Plan que ciertamente requiere de la justificación y el perdón de pecados, pero que va mucho más allá de lo que el mismo David pudiera pedir o entender. Esto es, justificarte, perdonarte y santificarte para otorgarte la Vida Eterna, que es el único tipo de Vida que un(a) Hijo(a) de Dios puede vivir.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo antes que perderte a ti. Jesús no vino a condenarte sino a ofrecerte la Plenitud de Vida que compró para ti con Su muerte y con Su resurrección.

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

El milagro de Amor más grande y asombroso que puedes encontrar en la Palabra de Dios es que, una vez justificado(a), perdonado(a) y santificado(a) por la Sangre de Jesús, Dios te dio vida juntamente con Cristo. Puso Su Palabra y Su propio Espíritu en ti para darte Vida Eterna y hacer de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

¡Nacido(a) de Nuevo de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios!

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).

Es por esta razón que ahora tú todo lo puedes. Es por este Gran Amor que ahora tú eres más que vencedor(a) en todas las cosas. Es esta, tu Nueva Identidad, la que te proporciona una legítima y auténtica victoria sobre todo problema, aflicción o enfermedad. Pues, al fin y al cabo, ¿qué puedes decir a todo esto? Si Dios está contigo, ¿quién contra ti? Mayor es el que está en ti, y vive en ti, que el que está en el mundo.

por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia (2 P 1.4).

Tú ya no eres un remiendo nuevo en un vestido viejo. La concupiscencia nada tiene en ti. Tú eres un(a) Hijo(a) amado(a) del Rey de reyes y Señor de señores. Todas y cada una de las promesas que tu Padre ha hecho en Su Palabra, la Biblia, te pertenecen por derecho y por naturaleza.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

Así pues, ¡Cambia tu forma de mirarte a ti mismo(a)! ¡Haz de la Biblia la norma máxima de tu existencia! ¡Pon la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón! Porque entonces te mirarás a ti mismo(a) de la misma forma que Dios te mira y harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, es muy hermoso saberme tan amado(a) por Ti. Gracias, Señor Jesús, porque no sólo proveíste para mí el perdón de mis pecados sino que me hiciste justicia de Dios en Ti y me reconciliaste con Dios haciéndome hermano(a) Tuyo(a) e Hijo(a) del Padre. Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Leer de esto en Tu Palabra, la Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace libre. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Por lo tanto, amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están en Tu Palabra son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; soy especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona que Tú dices que soy. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Junio        15                        Mar 2  /  2 Sam 4-5  /  Dan 2.24-49

 


 
 

jueves, 26 de junio de 2014

¿Cuál es la Voluntad de Dios para tu Vida?

 
14  de Junio

¡Buena, Agradable y Perfecta!

Por Riqui Ricón*

Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio (Mar 1.40-42).

No existe nada más hermoso, que experimentar el asombroso y maravilloso Amor que Dios siente por ti. Mira al ejemplo de este leproso, quien es el tipo perfecto del hombre y de la mujer que han sido pecadores. Él se encuentra afectado por la enfermedad más terrible de aquella época. Es un apestado, un marginado y repudiado por la sociedad. Él es la perfecta imagen de alguien quien al parecer, su vida ya estaba terminada. Había sido sentenciado y condenado.

A un hombre así (o a una mujer), sólo un milagro, sólo una intervención del Todopoderoso, podría devolver el sentido y propósito a su existencia, pero, ¿acaso querría Dios atender a un desventurado(a) como este(a)?

Sabemos que Dios todo lo puede y que no hay nada imposible para Él, pero, la pregunta que verdaderamente tienes que resolver este día es, ¿querrá Él ayudarte hoy? ¿Será la voluntad de Dios sanarte o rescatarte de ese hoyo donde te encuentras?

Insisto en que no hay nada más hermoso que el asombroso y maravilloso Amor que Dios siente por ti, pues así como Jesús no dudo un instante para tocar a aquel desventurado y asegurarle su Amor y Voluntad, sanándole al instante; de la misma forma, hoy, en este día, el mismo Jesús, Rey y Señor Soberano, te afirma a ti en Su Palabra, la Biblia, cuál es Su Amor y Voluntad para contigo.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad (3 Jn 2-4).

Así que, sea cual sea la situación o problema que estés enfrentando el día de hoy, necesitas saber y sobre todo creer que la Voluntad de tu Dios y Padre es ayudarte a que salgas más que vencedor(a) en todas las cosas.

¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti (Isa 49.15).

Él no te ha dejado ni te dejará pues ahora, por medio de Jesús, tú eres Su Hijo(a) amado(a) y además tienes Su Santo Espíritu como amigo y consejero.

¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.9-11).

¿Te das cuenta? Tu identidad, la Plenitud de quien ahora tú eres, fluye del gran Amor que Dios tiene por ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo para pagar por tus pecados, antes que perderte a ti.

Jesús como tu Rey, Señor y Salvador; y Dios como tu Padre amoroso, quieren entrar a tu vida no para condenarte o castigarte sino para ofrecerte un camino de salvación y una Vida de Plenitud sobre de esta tierra.

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).

La Vida Eterna, la Vida Plena, no significa que no vayas a tener problemas o aflicciones, pero sí quiere decir que, gracias a Cristo Jesús, ahora tienes al Espíritu Santo como la garantía de tu herencia en Dios y por lo tanto es seguro que saldrás más que vencedor(a) sobre todos los problemas, enfermedades o aflicciones que enfrentes.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;  Somos contados como ovejas de matadero.   Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.35-37).

¡Tú has Nacido de Nuevo para triunfar!

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Ro 12.2).

¡Camba tu forma de pensar acerca de Dios y acerca de tu posición delante de Él para que compruebes que Su buena voluntad para contigo es agradable y perfecta!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1 BAD).

Ahora, por la Sangre de Jesús y por la Palabra del Señor, eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y el Glorioso Espíritu de Dios ha hecho Su morada en ti y contigo. Tú no eres como ese leproso que sabía del Poder de Dios pero no estaba seguro si sería Su Voluntad sanarle o no. Tú conoces la Voluntad de tu Padre para contigo que es buena, agradable y perfecta.

¡No dudes más! ¡Jesús te ama!

Oremos audiblemente:

Amado Padre celestial, este día te doy gracias por tanto y tan grande amor con que me has amado. Señor Jesús, por Tu Sangre preciosa derramada en esa cruz pagaste todos mis pecados. ¡He sido justificado(a)! Con tu resurrección venciste al pecado y a la muere, y ahora yo, como un Hijo de Dios, he recibido la Vida Eterna, que es una Vida Nueva, Plena y Abundante. Gracias porque puedo ver, entender y creer cuánto me amas. No dudaré, pues yo sé, que sé, que Tu Voluntad para conmigo es buena, agradable y perfecta. Mi Dios, puedo, con la Verdad, que es Tu Palabra, hacer de mi vida una Vida que valga la pena vivirse. Espíritu Santo, que hermoso es saber que estás conmigo, que me acompañas de día y de noche. Tú eres mi garantía. Tú eres mi ayudador, mi amigo, mi consejero, mi maestro y mi todo. Ayúdame a despojarme del viejo(a) hombre (mujer), a renovarme en el espíritu de mi mente y a vestirme de este(a) Nuevo(a) yo que ha sido creado(a) según Dios en justicia y santidad de la verdad. Contigo, todo lo puedo. Contigo, soy más que vencedor(a) en todas las cosas. Lléname más y más de Ti, Señor. Sabiendo y creyendo esto, hoy puedo declarar, delante de Tu presencia, que yo, ______________ (tu nombre aquí), antes que nada, he sido lavado y comprado al precio de la Sangre de Jesús para ser hecho un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Soy Eterno(a)! Por lo tanto, voy a vivir mi Vida Plena y Abundantemente porque es mi derecho. Todo problema, enfermedad o circunstancia adversa lo encararé con fe, con la certeza de quién ahora yo soy en Cristo Jesús. Yo confío en Dios, mi Padre, y creo toda Su Palabra. Así que, Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud.  ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía. ¡Yo soy ese(a) hombre (mujer)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Junio        14                        Mar 1.21-45  /  2 Sam 3.2-39  /  Dan 2.1-23