martes, 31 de enero de 2012

¡No existe razón alguna por la cual debas tener miedo hoy en día!

Viernes 27 de Enero de 2012.
¡No temeré, solamente creeré!
Por Riqui Ricón*
Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado (Sal 27.1-3).
Una vez más, la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te enseña que, cualesquiera que sean las circunstancias que estés atravesando el día de hoy, puedes estar segura(o) y confiada(o) que Dios saldrá por ti y responderá a favor tuyo.
Te preguntarás, ¿cómo puedes estar tan seguro de que Él acudirá a favor de una persona como yo? Realmente es fácil tener plena certeza de esto, ya que la misma Escritura, la Palabra de Honor de Dios, te lo asegura de la siguiente forma:
Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá (Sal 27.10).
¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti (Isa 49.15).
Como puedes ver, el Amor que Dios siente por ti es mayor que el de un padre o una madre terrenal. Es el Amor de Dios, el Padre, quien te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, a que pagara TODOS tus pecados, antes que perderte a ti por toda la eternidad.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡El Dios vivo y verdadero creador de todo lo visible y lo invisible, el todopoderoso es tu propio Padre y le puedes decir Abba, papá, papito!
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1Jn 5.1a).
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios (1 Jn 3.1a).
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).
Insisto en que, cualesquiera que sean las circunstancias que estés atravesando el día de hoy, con toda razón puedes, enfática y claramente, declarar: Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
Oremos en voz audible:
Amado Dios, Tú eres el creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Quiero decirte que estoy muy agradecida(o) por lo que has hecho por mí. ¡Gracias Señor! ¡Tú eres mi Padre y yo soy Tu Hija(o)! Señor Jesús, por lo que hiciste en la cruz ahora puedo entrar confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. ¡El Todopoderoso es mi Papá! ¡No temeré, solamente creeré! Por Ti, Jesucristo, y sólo por Ti, soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. Soy linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,  pueblo adquirido por Ti, mi Dios,  para que anuncie las virtudes de Aquel que me llamó de las tinieblas a Su luz admirable; yo ______________ (di tu nombre aquí) que en otro tiempo no era nadie, pero que ahora soy Hija(o) del único Dios, vivo y verdadero; yo ______________ (di tu nombre aquí) que en otro tiempo no había alcanzado misericordia, pero ahora, por Cristo Jesús, he alcanzado Tu misericordia. Tengo la Vida Eterna que compraste para mí y voy vivirla, y la voy a vivir plena y abundantemente. Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero 27                                Luc 20.1-26  /  Gen 35-36  /  Sal 27

lunes, 30 de enero de 2012

¡Para una Vida Plena con toda certeza!


Jueves 26 de Enero de 2012.

¡Cómo no voy a confiar en Dios!

Por Riqui Ricón*

Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; He confiado asimismo en Jehová sin titubear (Sal 26.1).

Confiar en el Señor sin titubear significa creerle a Él, creerle a Su Palabra, la Biblia, sin dudar. Esto es así porque, es precisamente por Su Palabra que Dios se da a conocer; Él no ha mentido y jamás mentirá. Su Amor por ti es expresado en las Escrituras claramente, pues Él prefirió entregar a su propio Hijo, como sustituto para pagar el precio de tus pecados, antes que perderte a ti por toda la eternidad.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Por Amor, ahora Él mismo te llama Su Hija(o).

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).

Te aseguro que puedes confiar sin titubear porque Dios es el mejor Padre que puedas haber tenido.

¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.9-11).

Dado que no puedes confiar en alguien a quien realmente no conoces, la base de la confianza es el conocimiento mutuo. En este día, gracias a Jesucristo, tienes un Dios y Padre a quien puedes conocer cada día más y mejor. Al tener comunión con Dios, por medio de la lectura y meditación de Su Palabra y de la oración, adquirirás un mayor conocimiento de Tu Padre celestial y de quién ahora tú eres delante de Él.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).

Si lo notas, puedes darte cuenta que tu confianza y certeza no radican solamente en el conocimiento de Dios, sino en tu propia identidad como Su Hija(o) Nacida(o) de Nuevo, porque ahora, en Cristo Jesús, hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.

Cada vez que enfrentes un nuevo reto o desafío, cada vez que encares un problema o necesidad, recuerda siempre que Dios no miente, ni se arrepiente, que todo lo que dice en Su Palabra acerca de ti es la Verdad, pues Él es Dios y si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; si Él lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.

Así que, ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31)

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en este día quiero decirte cuánto te amo y cuán agradecida(o) estoy contigo pues Tú, que eres rico en misericordia, por Tu gran amor con que me has amado, aun estando yo muerta(o) en pecados, me diste vida juntamente con Cristo (por gracia soy salva(o)), y juntamente con Él me resucitaste, y asimismo me hiciste sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de Tu gracia en Tu bondad para conmigo en Cristo Jesús. Porque por Tu gracia soy salva(o) por medio de la fe; y esto no viene de mí, pues es un don, un regalo Tuyo; no por obras, para que de nada me gloríe. Porque yo soy hechura Tuya, creada(o) en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Tú, oh Dios, preparaste de antemano para que anduviese en ellas. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! Mi Rey, Señor y Salvador eres Tú. Tu Amor por mí es más dulce que la miel, pues Tú, siendo en forma de Dios, no estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. ¡Todo por Amor a mí! ¡Cómo no voy a confiar en Ti! Estoy totalmente segura(o) y puedo confiar en la certeza, la roca, la fortaleza de Tu Amor hacia mí. ¡Soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! ¡Nada ni nadie me puede separar del Amor de Dios! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) pues TODO lo puedo en Cristo que me fortalece! Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 26                                Luc 19.28-48  /  Gen 34  /  Sal 26


sábado, 28 de enero de 2012

¡Entérate por qué saldrás más que vencedor(a) el día de hoy!




Miércoles 25 de Enero de 2012.

¡Porque Tú me lo has dicho!

Por Riqui Ricón*

Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar,  que no se puede contar por la multitud (Gen 32.11-12).

Si acaso tú estás pasando por alguna dificultad en este día, te conviene prestar atención a lo que sucedió a Jacob cuando regresaba a su tierra y se enteró que su hermano Esaú venía a su encuentro con 400 hombres. Jacob se encontraba en una situación muy grave pues no olvidaba que Esaú había jurado darle muerte.

¿Qué hacer en circunstancias tan apremiantes? Jacob oró, pero no oró de una forma ordinaria, de hecho su oración fue tan extraordinaria que, no sólo le valió el favor de su hermano sino que Dios mismo le cambió su nombre por el de Israel.

¿Cuál fue su secreto? Él tenía la Palabra que Dios le había dado y la utilizó para recordarle a Dios y a sus circunstancias que ésta, la Palabra de Dios, se habría de cumplir sea cual fueren las circunstancias: Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar,  que no se puede contar por la multitud.

Para aplicar esto a tu vida hoy, sólo pregúntate a ti misma(o), ¿qué Palabra tengo departe de Dios?

Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; Serán avergonzados los que se rebelan sin causa… Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios. Por amor de tu nombre, oh Jehová, Perdonarás también mi pecado, que es grande. ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, Y su descendencia heredará la tierra. La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto. Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red (Sal 25.3,8-15).

Efectivamente, el encuentro de Jacob con Esaú tuvo un final feliz, y más certeza tienes tú, un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, ante cualquier circunstancia adversa, pues la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te declara cuánto es el Amor de Dios que prefirió entregar a su propio Hijo antes que perderte a ti.

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.32).

¡Todas las cosas! Sin importar cuál sea tu condición actual, Dios está dispuesto a responderte y lo hará por amor a Su Nombre y a Su Palabra. Aunque tus pecados hayan sido grandes, Él ya te ha perdonado al creer y recibir el sacrificio que Su Hijo Jesús hizo por Amor a ti.

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Luc 19.10).

Estimada(o) amiga(o), ¡ya no estás más sola(o)! Dios, tu Padre, no te ha dejado, ni te dejará. Puedes confiar y descansar en Él, pues Dios jamás ha faltado a Su Palabra.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, vengo ante Ti en este día con la plena certeza que Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Yo te creo, Señor; creo Tu Palabra, la Biblia. Sé perfectamente que Tu Palabra, la Biblia, es la Verdad. Y sé que aún esta certeza me la has dado Tú por el gran Amor con que me amas. Gracias, Señor Jesús, porque estando yo en tinieblas me trasladaste a Tu luz admirable; estando yo muerta(o) me has dado vida y la vida que has comprado para mí con Tu Sangre es una vida buena, plena y abundante. ¡Soy un(a) Hija(o) del Rey de reyes y Señor de Señores! Por lo tanto, aunque hoy esté enfrentando problemas y aflicciones, yo declaró en Tu nombre Jesucristo que saldré adelante en libertad y victoria, en salud y prosperidad pues escrito está acerca de mí que en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús. Resisto y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza, depresión, soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, con la Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud, amor, paz y gozo que Tú, Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Insisto, soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 25                                Luc 19.1-27  /  Gen 32-33  /  Sal 25


jueves, 26 de enero de 2012

¡Mira aquí quién realmente eres tú!

Viernes 20 de Enero de 2012.
¡Esta es tu verdadera identidad!
Por Riqui Ricón*
Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, Y naciones se inclinen a ti; Sé señor de tus hermanos, Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, Y benditos los que te bendijeren (Gen 27.27-29).
Las lecturas del día de hoy son sumamente interesantes y esclarecedoras del gran Amor con que Dios te ama. Comencemos con la cita de arriba que representa la bendición que Isaac le dio a Jacob, y que es la mismísima bendición de Abraham.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu… Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (Gal 3.13-14, 29).
Ten por cierto que has sido redimida(o) de toda la maldición de la ley, esto es: pobreza, enfermedad, tribulación, derrota, vergüenza, etc. Y ahora, en Cristo Jesús, la bendición de Abraham es tuya por derecho de sangre, pues eres linaje de Abraham y heredera(o) según la promesa.
¿A qué promesa se refiere? A la promesa del Espíritu. ¿Cuándo prometió Dios al Espíritu? Cuando prometió que haría contigo un Nuevo Pacto, establecido sobre mejores promesas.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto  con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón;  y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34)
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Ez 36.26-27).
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre (1 Co 11.25a).
Así que, por la Sangre de Jesús, tú fuiste justificada(o), perdonada(o) de todos tus pecados y santificada(o) con el propósito expreso, departe de Dios, de ser creada(o) de nuevo, recibir la Vida Eterna y ser hecha un(a) Hija(o) de Dios, lo cual te hace, legalmente, heredera(o) de la Bendición.
Jehová te oiga en el día de conflicto; El nombre del Dios de Jacob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario, Y desde Sion te sostenga. Haga memoria de todas tus ofrendas, Y acepte tu holocausto. Selah Te dé conforme al deseo de tu corazón, Y cumpla todo tu consejo. Nosotros nos alegraremos en tu salvación, Y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios; Conceda Jehová todas tus peticiones (Sal 20.1-5).
Por lo que Jesús hizo en la cruz, por Amor a ti, tienes todo el derecho a ser escuchado por tu Padre celestial en el día de conflicto. Ten por seguro que Él te va enviar ayuda desde el santuario y cumplirá todas tus peticiones, por Amor a ti y a Su Palabra.
La salvación es de Jehová; Sobre tu pueblo sea tu bendición (Sal 3.8).
¡Nunca más estará la maldición sobre tu vida! ¡Tuya es, por derecho, la Bendición del Señor!
La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella (Pro 10.22).
Si puedes creer la Palabra de Dios, pues al que le cree a Dios, TODO le es posible.
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse… Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado (Luc 15.18-24, 28-32).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Él no necesita siervos, ¡tiene millones! Y tú, mi amada(o), eres, de acuerdo a la Escritura, un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre, por lo tanto, sábete y mírate a ti misma(o), bendecida(o) y amada(o) por tu Padre. No seas como los hijos de la parábola y tú recibe tu identidad de Hija(o) amada(o) de Dios; recibe el Amor y la Bendición que Cristo Jesús compró para ti.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ¡qué grande y maravilloso es Tu Amor por mí! No tengo forma de pagártelo y sólo puedo agradecértelo. ¡Gracias, muchas gracias! Señor Jesús, en verdad que mucho más abundantemente de lo que yo pueda pedir o entender, así ha sido la redención de mi vida a través del Nuevo Pacto en Tu Sangre. Hoy quiero honrar este Nuevo Pacto declarando con toda certeza que Tú, Jehová de los ejércitos, mi Dios y Padre, me oyes en el día de conflicto; Tu nombre, oh Dios de Jacob, me defienda. Envíame ayuda desde el santuario, Y desde Sion me sostienes. Haz memoria de todas mis ofrendas, Y acepta mi holocausto. Dame conforme al deseo de tu corazón, Y cumple todo mi consejo. Yo me alegrare en Tu salvación, Y alzaré pendón en Tu nombre, oh Dios; Concédeme, Jehová, todas mis peticiones. Ahora conozco que Tú, Jehová, salvas a Tu ungida(o); Me oirás desde Tus santos cielos Con la potencia salvadora de Tu diestra. Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; Mas yo del nombre de Jehová mi Dios tendré memoria. Ellos flaquean y caen, Mas yo me levanto, y estoy en pie. Salva, Jehová; Tú, mi Rey, me oyes en el día que Te invoco. Por lo tanto, hoy recibo y declaro Tu pronto auxilio. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! Recibo el Amor, el gozo y la paz que mi Padre celestial compró para mí al precio del Nuevo Pacto en la Sangre de Su Hijo Jesús. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero 20                                Luc 15  /  Gen 27.1-45  /  Sal 20