martes, 31 de mayo de 2016

¡Cómo se honra a Dios!

 
21 de Mayo

¡Palabra de Honor!

Por Riqui Ricón*

Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová (1 S 2.12).

Es interesante notar lo que la Escritura aquí nos enseña: Ofni y Finees eran hijos del sumo sacerdote Elí y no conocían a Dios. Puedes ser descendiente de Abraham, israelita, hijo(a) del sumo sacerdote, ministrar en el templo siendo reconocido(a) por la gente y con todo, no conocer al Señor.

A pesar de ser hijos del sumo sacerdote, Ofni y Finees eran hombres impíos que vivían y actuaban impíamente. ¿Por qué Elí no pudo enseñar, corregir y dirigir correctamente la vida de sus hijos? La respuesta a esta pregunta es simple y asombrosa:

El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia (1 S 3.1).

¡Israel había hecho a un lado la Palabra de Dios!

¡Es tan simple! ¡Lo hemos sabido todo el tiempo! ¡Lo hemos enseñado y predicado continuamente! ¡La Biblia es la Palabra de Dios! ¡La Biblia es la Verdad y contiene toda la sabiduría y el poder para realizar una vida plena y abundante!

Es asombroso notar como desde los tiempos de Samuel hasta hoy en día, aquellos a quienes se les ha revelado el Amor y la fidelidad de Dios son constantemente movidos y desplazados de Su Palabra. Parece que realmente no le es difícil al adversario utilizar las circunstancias y los apetitos de la carne para que el pueblo escogido relegue a segundo o tercer término la Palabra de Dios.

Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa (Mar 4.16-19)

Jesús le dijo a sus discípulos: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? (Mar 4.13). Esto significa que aquel (aquella) que comprende la parábola del sembrador puede comprender todas las parábolas. Una de las enseñanzas que debes comprender de la parábola del sembrador es que la estrategia principal que tu adversario, el diablo, utiliza en la guerra que tiene declarada contra ti es intentar anular la Palabra de Dios en tu vida.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Satanás siempre tratará de robar, matar y destruir tu fe en la Palabra de Dios. Él utilizará la enfermedad, la angustia, el temor y todos los recursos que tiene a su disposición para sembrar duda en tu corazón.

El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida (Jn 6.63).

La Buena Noticia es que el diablo nada tiene en ti y Jesús ha venido para que tú tengas Vida y la tengas en abundancia por medio de Su Palabra.

Hijo mío, está atento a mis palabras;  Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos;  Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan,  Y medicina a todo su cuerpo (Pro 4.20-22).

La Buena Noticia es que la Palabra de Dios es y siempre será Vida para quienes la reciben y medicina a todo su cuerpo.

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre,  que está viciado conforme a los deseos engañosos (Efe 4.22).

El demonio intentará una y otra vez que tú seas controlado(a) continuamente por emociones y sentimientos que cambian constantemente y que fluyen según sea la realidad o circunstancia a la que te enfrentes.

Amado(a), si te das cuenta, Dios, tú Padre, te ha dado el arma para derrotar a Satanás y todas sus asechanzas en contra tuya: ¡Haz de la Biblia, la Palabra de Dios, la norma y pauta primordial de tu existencia!

Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino (Sal 119.105).

Quien no vive a la luz de la Palabra de Dios no vive plenamente, pues transita por este mundo bajo los términos fluctuantes de sus propias emociones.

Sacrifica a Dios alabanza, Y paga tus votos al Altísimo; E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás (Sal 50.14-15).

Honrar a Dios no es otra cosa que reconocer que Él es honorable. Honrar a Dios es creerle a Él, creerle a Su Palabra, pues el honor de una persona se manifiesta en el hecho de ser digno de confianza.

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6-7).

Nunca podrás agradar a Dios si no honras Su Palabra, pues la fe no es otra cosa más que creerle a Dios, creyendo Su Palabra.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-18).

Honra a Dios, honrando Su Palabra, recordando siempre que Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Dios jamás ha deseado traer condenación a tu vida sino plenitud, pues plenitud de vida es lo que significa ser salvo.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI)

Honra a Dios, honrando Su Palabra, creyendo que, sin lugar a dudas, Él te ama tanto que ahora, gracias a Jesús, Dios te ha llamado Su Hijo(a), y esto, precisamente, es lo que ahora eres: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Ahora eres Nueva creatura, las cosas viejas pasaron y todas han sido hechas nuevas. ¡Has Nacido de Nuevo! Tu Nuevo Nacimiento no se originó de una simiente corruptible como el amor y la intimidad entre dos seres humanos, sino de una simiente incorruptible e infalible que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).

Tú no eres como Ofni y Finees. Tú si conoces a Dios pues Su Palabra vive dentro de ti por la Sangre de Jesús, por la Sangre del Nuevo Pacto.

¡Dios lo prometió y lo cumplió el día que aceptaste a Jesús como tú Señor y Salvador!

Por esto, tu vida cambió. Por esto, ahora eres una nueva especie de ser que no existía antes, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

¡Por Su Palabra de Honor!

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

La Biblia, la Palabra de Dios, es la garantía escrita que Dios ya te ha dado, por medio de Jesucristo y Su Palabra; es el Poder y la habilidad que ahora tienes para hacer prosperar tu camino y que todo te salga bien.

¿Qué pues dirás a todo esto? Si Dios es contigo…

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, ahora comprendo cuán importante es para Ti que yo honre Tu Palabra. De toda duda y de haberme alejado de Tu Palabra, la Biblia, me arrepiento y te pido perdón. Dios, entre más leo y medito Tu Palabra, me asombro más y más de Tu Grande y Eterno Amor por mí. Señor Jesús, es Tu Vida, Tu Sangre, Tu muerte y resurrección lo que me habilita para la Vida Eterna. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! ¡Cómo no voy amarte! ¡Cómo no he de adorarte! Siendo Tú quién eres, Dios Verdadero, hiciste de mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) Nacido(a) de Nuevo. ¡Lo creo y lo recibo! Por tanto, estoy seguro(a) que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar de Tu amor, mi Dios y Padre, que es en Cristo Jesús mi Señor. Así que, declaro que estoy habilitado(a) por la Palabra de Dios con la Vida Eterna para reinar sobre la tierra. Voy a establecer Tu Reino poniendo Tu Palabra, Señor, en mi mente, boca y corazón. Yo soy la persona que Dios dice que soy en Su Palabra, la Biblia. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Gracias por mi Victoria sobre la muerte! ¡Soy libre de la ley del pecado y  de la muerte! ¡La Palabra de Dios me ha hecho así! En el nombre de Jesús. Amén

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo         21         Hch 27. 1-12  /  1 S 2.12-36  /  Sal 50

 


 

 

viernes, 27 de mayo de 2016

¡Cómo vencer la derrota!

 

16 de Mayo

¡Constante y persistente para Vencer!

Por Riqui Ricón*

Antes de la batalla, los israelitas fueron a Betel y le preguntaron a Dios: —¿Cuál de las tribus debe ser la primera en atacar a la gente de Benjamín? El SEÑOR contestó: —Judá debe ir primero... Pero los guerreros de Benjamín, que estaban defendiendo la ciudad, salieron y mataron ese día a veintidós mil israelitas en el campo de batalla. Sin embargo, los israelitas se animaron unos a otros y otra vez tomaron sus posiciones en el mismo lugar donde habían luchado el día anterior. Pues habían subido a Betel y habían llorado en presencia del SEÑOR hasta la noche. Le habían preguntado al SEÑOR: —¿Debemos salir nuevamente a pelear contra nuestros parientes de Benjamín? Y el SEÑOR había dicho: —Salgan a pelear contra ellos. Así que, al día siguiente, volvieron a pelear contra los hombres de Benjamín, pero los hombres de Benjamín mataron a otros dieciocho mil israelitas, todos ellos expertos en el uso de la espada… Los israelitas le preguntaron al SEÑOR: —¿Debemos volver a pelear contra nuestros parientes de Benjamín o debemos detenernos? El SEÑOR dijo: —¡Vayan! Mañana se los entregaré (Jue 20.18, 21-25, 28 NTV).

Una vez más, la lectura de la Palabra de Dios para el día de hoy es muy ilustrativa del tipo y forma de vida que tú estás destinado(a) a vivir.

Vemos aquí al pueblo de Israel acercándose a consultar a Dios varias veces antes de entrar a batalla. Lo curioso es que a pesar de haberlo consultado fueron derrotados las dos primeras veces y perdieron 40 mil hombres.

¿Cómo debes actuar ante el fracaso y la derrota? ¿Qué enseña la Biblia al respecto? Partiendo de esta lectura, la Palabra de Dios nos enseña varias cosas importantes para todos aquellos que son Hijos de Dios Nacidos de Nuevo.

Después de la primer y segunda derrota ellos se mantuvieron buscando a Dios. Fueron constantes y persistentes en creer que sólo Dios tenía la respuesta y la victoria para ellos.

Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová (Sal 40.1-3).

En el lenguaje de la Biblia, esperar pacientemente a Jehová, significa esperar la respuesta del Señor constante y persistentemente. Esto es, no una vez, ni dos, sino constante y persistentemente, con la certeza y confianza que Él responderá.

Entonces los israelitas subieron a lamentarse delante del Señor hasta la tarde. Luego consultaron al Señor, diciendo: "¿Tenemos que entablar un nuevo combate con los hijos de nuestro hermano Benjamín?". Y el Señor respondió: "Suban a atacarlo". De esta manera, la tropa israelita recobró el valor y volvió a disponer sus filas para el combate en el mismo lugar que el primer día (Jue 20.22-23 LPD).

Después de su primer derrota, ellos no huyeron, ni se fueron lamentándose y auto compadeciéndose por su fracaso. Tampoco culparon a Dios por su fracaso. Lo que sí hicieron fue ir a la Presencia de Dios para escuchar Su Palabra.

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 6.10).

Y, ¿cuál es este poder de la fuerza de Dios en que debes fortalecerte? ¿Acaso el Poder de la fuerza de Dios son manifestaciones de fuerza como los huracanes, truenos y relámpagos? ¿No, más bien, el Poder de la Fuerza de Dios es Su Eterna, Infalible e Inmutable Palabra?

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,  de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).

Así que, el Poder de la Fuerza de Dios es Su Palabra.

La Palabra de Dios es tan real y poderosa que ella misma produce la fe que necesitas para poder creer.

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10.17).

De esta manera, la fe que necesitas para triunfar el día de hoy viene cuando escuchas con atención el mensaje que fluye de la Biblia acerca de Jesucristo.

La Palabra de Dios produce fe y  por lo tanto te llena de fortaleza para encarar cualquier reto, problema, enfermedad o aflicción.

Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.42).

No importa si parece que tu vida haya sido una espiral de continuos fracasos y derrotas, ni que hayas perdido una, dos o mil batallas; todo eso es aparente, pues ahora, en Cristo Jesús, tú has sido declarado(a) más que vencedor(a) por la Palabra de Dios.

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).

¡Levántate y sacúdete cualquier tipo de desánimo! Sé constante y persistente en creer pues, al fin y al cabo, tú eres la persona que Dios dice en Su Palabra que eres: justo(a), santo(a), perfecto(a), humilde, servicial, amoroso(a), igual a Cristo Jesús, ni más ni menos.

Entonces, ¿cómo actuar ante el fracaso y la derrota? Sólo recuerda que el fracaso y la derrota siempre son aparentes, pues son parte del sistema de este mundo que se basa no en la fe a la Palabra de Dios sino en las mentiras y engaños del diablo que terminan por producir miedo, angustia, ansiedad y temor.

Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor (2 Co 5.6-8).

Pon la Palabra de Dios en tu boca, mente y corazón, y deshecha las mentiras y acechanzas del diablo. ¡Vive confiado(a) siempre, porque por fe andas y no por vista! No permitas que la apariencia terrible y amenazadora de tus problemas te desplace de tu posición de Victoria que es tu identidad como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.4-5).

Mira lo que la Biblia dice:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti! Por ese amor, ¡Ahora eres Eterno(a)!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD)

¡Por Amor a ti, Dios, el Todopoderoso, te ha declarado Su propio Hijo(a)! ¡Ahora eres un(a) auténtico y legítimo Hijo de Dios, igual a Jesucristo y eres Eterno(a)!

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre (He 2.14-15).

El fracaso y la derrota siempre son aparentes. Aunque te suene extraño (si lo meditas a la luz de la Palabra de Dios no lo será), la muerte de 40 mil hombres no significa nada para Dios, pues en la vida del Reino, aún la muerte (especialmente ella) también es aparente.

Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos hombres de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle: —Tu hija ha muerto. ¿Para qué sigues molestando al Maestro? Sin hacer caso de la noticia, Jesús le dijo al jefe de la sinagoga: —No tengas miedo; cree nada más (Mar 5.35-36 NVI).

En este mundo no hay nada tan definitivo como la muerte. Para los seres humanos la muerte es el fin de toda esperanza. Pero esto no es así para con los Hijos de Dios. No tengas temor a nada, sólo tienes que creer, creerle a Dios creyendo Su Palabra.

—¿Hace cuánto tiempo que le pasa esto? —preguntó Jesús al padre del muchacho. —Desde que era muy pequeño —contestó él —. A menudo el espíritu lo arroja al fuego o al agua para matarlo. Ten misericordia de nosotros y ayúdanos si puedes. —¿Cómo que “si puedo”? —preguntó Jesús —. Todo es posible si uno cree (Mar 9.21-23 NTV).

Al que cree, al que le cree a Dios, ¡Todo le es posible!

Así qué, Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos (1 Ti 6.12 NVI).

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, muchas gracias por el gran Amor con que me amas. Gracias  porque estando yo muerto(a) en delitos y pecados Tú me diste Vida juntamente con Cristo Jesús, y no me diste cualquier clase de vida sino la Vida Eterna que sólo un(a) Hijo(a) de Dios puede tener. Señor Jesús, muchas gracias por lo que hiciste por Amor a mí al morir en esa cruz y al resucitar venciendo a la muerte. Yo, que antes no era nada ni nadie, ahora, gracias a Ti, soy linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,  pueblo adquirido por Dios y puedo proclamar las virtudes de aquel que me llamó de las tinieblas a su luz admirable, ¡Cristo Jesús! Yo que en otro tiempo no era más que una creatura, pero que ahora soy Hijo(a) de Dios; que en otro tiempo no había alcanzado misericordia, pero ahora he alcanzado misericordia. Gracias, muchas gracias Señor Jesús. Por lo tanto, me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejarme engañar por palabras y pensamientos de desaliento, fracaso o derrota. Yo creo lo que Tú dices acerca de mí: que por Tu Sangre, Señor Jesús, me has redimido de todo pueblo, lengua o nación; y me has hecho un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Tú, Señor Jesús, me has hecho rey (reina) y sacerdote (sacerdotisa) para nuestro Dios, y REINARÉ sobre esta tierra. Así que, hoy me levanto en tu nombre Jesús, a cumplir el propósito y destino Eterno que compraste para mí en esa cruz. Por lo tanto, hoy declaro que soy sano(a), soy libre, soy próspero(a) y soy dichoso(a) en todas las cosas. Resisto, con la Palabra de Dios, al espíritu de temor, al desaliento y a la depresión; no recibo a la enfermedad, ni a la pobreza; perdono a todos los que me han lastimado y defraudado y recibo la salud, el gozo, la paz y el amor que son mi herencia y mi derecho, Voy hacer de mi vida una vida que valga la pena vivirse. ¡Voy a vivir una vida plena y abundante! ¡Nada ni nadie me pueden detener! En el nombre de Jesús.  Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo         16           Hch 23.23 – 24.9  /  Jue 20  /  Sal 45

 



jueves, 26 de mayo de 2016

¡Cómo enfrentar la adversidad!

 
15 de Mayo

¡Con la Palabra de Dios!

Por Riqui Ricón*

Tú, oh Dios, eres mi rey; Manda salvación a Jacob. Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos; En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios. Porque no confiaré en mi arco, Ni mi espada me salvará; Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos, Y has avergonzado a los que nos aborrecían. En Dios nos gloriaremos todo el tiempo, Y para siempre alabaremos tu nombre (Sal 44.4-8).

Si el día de hoy estás enfrentando grandes retos o tremendos problemas, aflicciones o enfermedades, te tengo muy buenas noticias, puedes estar tranquilo(a) y seguro(a), pues el SEÑOR es tu luz y tu salvación, entonces ¿por qué habrías de temer? El SEÑOR es tu fortaleza y te protege del peligro, entonces ¿por qué habrías de temblar? Cuando los malvados vengan a devorarte, cuando tus enemigos y adversarios te ataquen, ellos tropezarán y caerán. Aunque un ejército poderoso te rodee, tu corazón no temerá. Aunque te ataquen, permanecerás confiado(a). Porque aunque andes en valle de sombra y de muerte no temerás mal alguno porque Dios mismo está contigo (Sal 27 y Sal 23).

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Así es! Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesucristo, antes que perderte a ti. Dios te ama tanto que envió a Su Hijo Jesús para salvarte y no para condenarte.

Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él (1 Jn 3.1 NTV).

De hecho, Dios te ama tanto que decidió hacer de ti Su propio(a) Hijo(a).

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? (Ro 8.32 NVI).

Para que este día salgas más que vencedor(a) tienes que comprender y creer, de una vez por todas, que Dios en verdad te ama y que está más que dispuesto para darte, juntamente con Cristo Jesús, ¡todas las cosas!

¡Dios jamás te dejará a merced de tus problemas, ni a merced de tus enfermedades o aflicciones! ¡Él es tu Padre que te ama!

De hecho, con Dios, tu Padre, tú sacudirás a tus enemigos; en el nombre de Jesús hollarás a tus adversarios. Porque no confiarás en tus fuerzas, ni en tus habilidades. Pues es Él quien te ha guardado de tus enemigos y ha avergonzado a los que te aborrecían.

¡Escrito está! ¡Es Palabra de Dios! ¡Es Palabra de Honor!

A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma (Hch 23.11).

En momentos muy difíciles donde pareciera que todo estaba perdido para Pablo, el Señor lo fortaleció con Su Palabra. De la misma forma, haz tú de la Biblia la norma máxima de tu existencia, léela y medítala de día y de noche y obtendrás toda la fe que necesitas para salir más que vencedor(a) de cualquier problema, angustia o enfermedad.

Así que, ¡ten ánimo! ¡No temas! ¡Cree solamente!

Cualquiera que ha nacido de Dios vence al mundo; pero esta victoria únicamente puede obtenerse por la fe, pues nadie puede salir victorioso en la lucha contra el mal, sino sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios (1 Jn 5.4-5 CST).

Tú has nacido de Dios y vences al mundo. Tú eres ese(a) Hijo(a) de Dios lleno(a) de fe que obtienes la victoria donde quiera que vayas pues Dios, tu Padre, siempre está contigo.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ro 8.15).

Recuerda que por ese gran Amor con que Dios te ama ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Lo que literalmente significa que el Todopoderoso Dios es tu Papá.

Amado(a), la Verdad es que Dios está contigo, y si Dios está contigo, me pregunto, ¿quién podrá vencerte?

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, gracias por el gran Amor con que me has amado que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo Jesús, y no cualquier clase de vida sino la Vida Eterna que sólo un(a) Hijo(a) de Dios puede tener. Señor Jesús, muchas gracias por lo que hiciste por Amor a mí al morir en esa cruz y al resucitar venciendo a la muerte. Yo, que antes no era nada ni nadie, ahora, gracias a Ti, soy linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,  pueblo adquirido por Dios y puedo proclamar las virtudes de aquel que me llamó de las tinieblas a su luz admirable, ¡Cristo Jesús! Yo que en otro tiempo no era más que una creatura, pero que ahora soy Hijo(a) de Dios; que en otro tiempo no había alcanzado misericordia, pero ahora he alcanzado misericordia. Gracias, muchas gracias Señor Jesús. Por lo tanto, me determino con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejarme engañar por palabras y pensamientos de desaliento, fracaso o derrota. Yo creo lo que Tú dices acerca de mí: que por Tu Sangre, Señor Jesús, me has redimido de todo pueblo, lengua o nación; y me has hecho un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Tú, Señor Jesús, me has hecho rey (reina) y sacerdote (sacerdotisa) para nuestro Dios, y reinaré sobre esta tierra. Me levanto, en tu nombre Jesús, a cumplir el propósito y destino Eterno que compraste para mí en esa cruz. Por lo tanto, hoy declaro que soy sano(a), soy libre, soy próspero(a) y soy dichoso(a) en todas las cosas. Resisto, con la Palabra de Dios, al espíritu de temor, al desaliento y a la depresión; no recibo a la enfermedad, ni a la pobreza; perdono a todos los que me han lastimado y defraudado y recibo la salud, el gozo, la paz y el amor que son mi herencia y mi derecho, Voy hacer de mi vida una vida que valga la pena vivirse. ¡Voy a vivir una vida plena y abundante! ¡Nada ni nadie me pueden detener! En el nombre de Jesús.  Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo         15        Hch 22. 30 – 23. 22  /  Jue 19  /  Sal 44