martes, 31 de marzo de 2020

¡Cómo Vivir en Paz!















31  de Marzo


¡Cómo Vivir en Paz!

¡Vive en paz!
Por Riqui Ricón*
 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mat 24.35).
Dice la Biblia, la Palabra de Dios que no miente, que tú eres a Sus ojos como aquel (aquella) que encuentra la paz.
Por eso a los ojos de mi amado soy como quien ha hallado la paz (Can 8.10b NVI).
La paz no es la imagen vaga de un mundo sin guerras como el ideal utópico de la humanidad. Paz es un nivel, un estado de vida, donde no existe el temor, ni la angustia, ni preocupación alguna, sino todo lo contrario, la Paz es un tipo de vida donde el amor, la felicidad, la alegría, el gozo y la expectación por la vida prevalecen continuamente en la mente y corazón de las personas que la POSEEN.
Por eso, a los ojos de él, ya he encontrado la felicidad (Can 8.10b DHH).
Paz es la voluntad perfecta, buena y agradable de Dios para tu vida.
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza (Jer 29.11 NVI).
Te preguntarás ¿cómo puedo obtener esa Paz? ¿Será posible vivir con esa Paz aquí en la tierra o estará reservada exclusivamente para los que van al cielo?
Cuando Jesús platicaba con una mujer samaritana, ésta termino por pedirle el agua de Vida ya que Jesús le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y el te daría agua viva (Jn 4. 10). Lo importante a destacar aquí, para comenzar a responder las preguntas anteriores, es que al final, fue a esta mujer y no a Caifás, ni a Herodes, ni a Pilatos, ni a ningún otro hombre o mujer de esa época, a quien Jesucristo le reveló de viva voz,  ser el Mesías, el Cristo, el Salvador de TODOS los hombres. Y fue esta mujer, extranjera y pecadora, la que comprendió que Jesús es el Hijo de Dios, Dios mismo hecho hombre, y que, por consiguiente, TODAS LAS PALABRAS que salen de Su boca se van a cumplir sin faltar alguna de ellas.
Fe vino a su vida, olvidó su cántaro sobre la arena y con él todos sus pesares y vergüenzas para correr hacia la gente de la aldea que tanto la menospreciaba por la vida que había llevado. ¿Qué importaba el pasado ahora que conocía el futuro y éste se presentaba tan hermoso pues, ella misma, la pecadora, había escuchado las PALABRAS que salen de la boca de Dios? ¡Jesús, el Mesías en persona, no la había censurado ni recriminado por sus fracasos y pecados sino que la había amado y aceptado! ¿Quién podría acusarla o condenarla ahora que ella era escogida de Dios? ¡Nadie! ¿Qué podría derrotarla ahora que Dios estaba con ella? ¡Nada!
¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.  ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros (Ro 8.33-34).
La Paz que sobrepasa todo entendimiento fluye de la Fe, fluye de esa certeza de lo que se espera, de esa convicción de lo que no se ve (He 11.1), cuando en Verdad (sin apariencias, ni falsas pretensiones), tú tienes la Palabra de Dios, la infalible y eterna Palabra de Honor del único Dios vivo y verdadero que te establece como Su Hijo(a) amado(a) por medio de Jesucristo.
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Ahora, por el Gran Amor que Dios siente por ti y por Su Eterna e infalible Palabra, legal y legítimamente tú eres un(a) Hijo(a) del Todopoderoso. Y recuerda que, ¡Primero el cielo y la tierra dejan de existir antes que Dios deje de cumplirte Su Palabra!
Entonces, sí es posible tener Paz mientras transitas por este mundo. De hecho, la Paz es un derecho que te pertenece, pues Jesús lo pagó para ti con Su Sangre al morir en esa cruz y resucitar venciendo al pecado y a la muerte.
Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado.  Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados (Isa 53.4-5 NVI).
Ahora bien, ¿cómo se obtiene la Paz? Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra. Deja de poner tus ojos y corazón en las circunstancias que te rodean y ponlos en la Palabra de Dios. No des crédito a lo que estás mirando, sintiendo o pensando y pon toda tu confianza en Jesús.
No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta (Ro 12.2 NTV).
¡Cambia tu forma de pensar haciendo de la Biblia la Norma máxima de tu existencia!
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado (Isa 26.3).
Cuando en Verdad comiences a CREER que la Biblia ES la Palabra de Dios, entonces tu mente será renovada con la certeza de quién tú ahora ERES en Cristo Jesús y, sin lugar a dudas, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Fil 4.7).
¡Es la Palabra de Dios! Él no miente ni se arrepiente, así que, ¡si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios la habló, entonces, Él lo va a ejecutar!
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8.31-39).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ¿cómo no adorarte si cada día descubro más y más de este tu excelente y gran plan de amor para conmigo? Gracias, muchas gracias. Te digo que sí, que sí acepto esta Paz que sólo Tú me puedes dar. La recibo por el precio tan grande que se pagó por ella, la Sangre y Vida de Tu Hijo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Creo a Tu Palabra y sé que soy más que vencedor por medio de Tu Amor. No voy a permitir al temor, ni a la duda, ni al desánimo que me roben lo que legítimamente me pertenece: una vida plena y abundante. ¡Tomo de Tu Plenitud Señor Jesús! Conformo mi mente, vida y corazón a Tu preciosa Palabra y recibo TODO lo que Tú adquiriste para mí. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy Feliz! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 31       Mat 24.29-51 /  Núm 28-29 /  Can 8.5-14 











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lunes, 30 de marzo de 2020

¡Propósito y destino!














30  de Marzo




¡Propósito y destino!



Por Riqui Ricón*
Estos son los contados por Moisés y el sacerdote Eleazar, los cuales contaron los hijos de Israel en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó. Y entre éstos ninguno hubo de los contados por Moisés y el sacerdote Aarón, quienes contaron a los hijos de Israel en el desierto de Sinaí. Porque Jehová había dicho de ellos: Morirán en el desierto; y no quedó varón de ellos, sino Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun (Num 26. 63-65).
Propósito y destino son dos palabras inspiradoras que sostienen y alimentan a aquellos que los poseen. Sin embargo, son incontables los que han quedado tirados en el ardiente desierto del temor, la duda, la autocomplacencia (o la autoflagelación) por el pecado, culpabilidad, fracaso, depresión, enfermedad, etc., etc.
Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores (Mat 24.6-8).
El mundo que el hombre ha construido exalta como destino el éxito, la fama, el poder y la riqueza. Se promueve cada día, más y más, la conducta inmoral de que el fin justifica los medios y los resultados son también, cada día más evidentes: miedo e insatisfacción.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
¡Qué diferente es la vida de las Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo! La Palabra de Dios te da total paz, pues aunque tengas aflicciones, sabes que Jesús ha vencido y tienes la certeza, la garantía, de que puedes confiar plena y totalmente en Él, en Su Palabra, ya que Dios no miente ni se arrepiente, lo que Él dijo lo va a hacer y lo que habló lo va a ejecutar.
Sin importar cuán difícil o amenazante esté la situación, Dios no te va a desamparar, nunca lo ha hecho y nunca lo hará. Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Por el sacrificio de Jesús y este gran Amor con que Dios te ama, has pasado de ser una simple creatura, a ser parte de Su familia: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1).
Así que, no pongas tus ojos, pensamientos y emociones en lo difícil de tu situación sino en la grandeza de Su Amor, Poder y Fidelidad por ti. ¡Atiende a Su Palabra!
Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta (2 Co 10.3-6).
Solamente Josué y Caleb, de toda una generación, entraron a poseer lo que se les había prometido, y esto por haber creído la Palabra de Dios, por haberle creído a Él. Aunque Josué y Caleb también vieron las altas ciudades amuralladas, los fieros guerreros y gigantes que poblaban la tierra, ellos no dieron lugar al temor, ni al miedo, pues estaban convencidos que lo que Dios les había hablado acerca de la tierra prometida, inevitablemente se tenía que cumplir.
Sabían en Quien habían confiado, por lo tanto, el temor no encontró en ellos la duda o incredulidad que necesita para establecerse en el corazón.
¡La obediencia perfecta no proviene de las acciones correctas sino de una fe perfecta! Y esta es la misma fe que tú ya tienes, porque [Jesús] con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (He 10.14).
Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión… 
Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros. En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí. Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun… 
Y los varones que Moisés envió a reconocer la tierra, y que al volver habían hecho murmurar contra él a toda la congregación, desacreditando aquel país, aquellos varones que habían hablado mal de la tierra, murieron de plaga delante de Jehová. Pero Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone quedaron con vida, de entre aquellos hombres que habían ido a reconocer la tierra (Núm 14.24, 28-30, 36.38).
Josué y a Caleb sabían perfectamente que Dios no puede mentir, pues las palabras que salen de Su boca no vuelven a Él vacías, sino que hacen lo que Él quiere y son prosperadas en todo aquello para lo que las envió (Isa 55.11). Esto les permitió resistir al espíritu de temor y recibir el espíritu de fe. Me pregunto, ¿cuánto más, no harás tú, un(a) Hija(o) del Rey de reyes y Señor de señores?
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ro 8.15).
¡Propósito y destino son dos palabras inspiradoras que sostienen y alimentan a las Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo porque, sin lugar a duda, las poseemos!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, cómo no agradecerte Tu Amor tan grande y sublime, pues me has escogido, redimido y renovado como Hija(o) Tuya(o). Tengo Tu Palabra de Honor y sé que he llegado a mi destino. Ahora estoy más que dispuesta(o) a utilizar la fe perfecta que ya tengo por Tu Palabra, para cumplir mi propósito en esta tierra: ser luz en medio de las tinieblas como embajador de Jesucristo dondequiera que esté y como quiera que esté, pues no tengo la más mínima duda que, ante todo problema, enfermedad o adversidad, yo, ______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. No recibo el espíritu de temor, ni la duda que genera, sino que recibo el espíritu de adopción por el cual te puedo decir Abba, Padre, Papá, Papito. Por Tu Palabra, la Biblia, estoy segura(o) de quién ahora yo soy gracias a Jesús: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. Y soy Nacida(o) de Nuevo, no de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Recibo Tu paz que sobrepasa todo entendimiento y me lleno con Tu Amor para vivir esa vida, llena de gozo, que has destinado para mí. Por lo tanto, voy a manifestar, con mi vida, la libertad gloriosa que sólo YO Tu Hija(o) puedo tener. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! ¡Soy un(a) Hija del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
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Marzo 30                               Mat 24.1-28 /  Núm 25-27 /  Can 6.4-8.4












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domingo, 29 de marzo de 2020

¡Cómo deshacerme de las maldiciones!
















29  de Marzo





¡Cómo deshacerme de las maldiciones!



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¡Con La Bendición del Señor!
Por Riqui Ricón*
Finalmente Balaam comprendió que el SEÑOR estaba decidido a bendecir a Israel, así que no recurrió a la adivinación como antes. En cambio se dio vuelta y miró hacia el desierto” (Núm 24:1 NTV).
¡Por fin, Balaam comprendió que Dios estaba decidido a bendecir a Israel! ¿Y yo, ya comprendí que Dios, mi Padre, tiene todas las intenciones de bendecirme y que no va a cambiar de parecer haga lo que haga o suceda lo que suceda?
Entonces Balán pronunció su oráculo: «Levántate, Balac, y escucha; óyeme, hijo de Zipor. Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice? Se me ha ordenado bendecir, y si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa. »Dios no se ha fijado en la maldad de Jacob ni ha reparado en la violencia de Israel. El SEÑOR su Dios está con ellos; y entre ellos se le aclama como rey. Dios los sacó de Egipto con la fuerza de un toro salvaje. Contra Jacob no hay brujería que valga, ni valen las hechicerías contra Israel. De Jacob y de Israel se dirá: “¡Miren lo que Dios ha hecho!” (Núm 23:18-23 NVI).
La Biblia, que es La Palabra de Dios, es muy clara respecto a la posición que Dios tiene para con Sus Hijos (o sea, conmigo), y en estos pasajes puedo ver muy explícitamente como trata Dios a Sus escogidos. El pueblo de Israel era orgulloso y altivo (de dura cerviz), continuamente se estaba quejándose y renegando, y, por si fuera poco, era idólatra (pues muchos de ellos aún adoraban, a escondidas, a los dioses egipcios), y a pesar de todo eso Dios, Quien todo lo sabe, los escogió y los amó. Y por ese Amor no miraba sus pecados: “Dios no se ha fijado en la maldad de Jacob ni ha reparado en la violencia de Israel”. Y por lo tanto, Su Bendición prevalece sobre cualquier maldición: “Contra Jacob no hay brujería que valga, ni valen las hechicerías contra Israel”. De hecho, Dios lo puso como ejemplo y testimonio de Su gran Amor para todas las naciones: “De Jacob y de Israel se dirá: ¡Miren lo que Dios ha hecho!”.
Porque de tal manera amó Dios al mundo,  que ha dado a su Hijo unigénito,  para que todo aquel que en él cree,  no se pierda,  mas tenga vida eterna” (Jua 3:16 RV60).
Lo que hace que Su Bendición prevalezca sobre cualquier maldición es Su gran Amor por mí. ¡Dios me ama tanto que prefirió entregar a Su único Hijo antes que perderte a mí!
Cristo pagó para librarnos de la maldición de la ley y aceptó estar bajo maldición en lugar de nosotros. La Escritura dice: "maldito todo aquel cuyo cuerpo es colgado en un árbol". Cristo hizo eso para que las bendiciones que recibió Abraham llegaran a las demás naciones. Las bendiciones vienen a través de Jesucristo para que por medio de la fe pudiéramos recibir el Espíritu que Dios prometió” (Gál 3:13-14 PDT).
Por ese Gran Amor, Jesucristo recibió en sí mismo todos los efectos de la maldición que yo merecía, y ahora, no solamente soy libre de la maldición sino que, además, yo soy un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesús. ¡Tengo al Espíritu Santo viviendo en mí y conmigo! ¿Qué maldición o ataque frontal del enemigo podría afectar mi destino eterno?
El Señor es mi luz y mi salvación. ¿A quién podría yo temerle? El Señor es la fortaleza de mi vida, así que no le temo a nadie. Aunque los perversos me ataquen y traten de destruirme, todos ellos serán derrotados. No tendré miedo, aunque todo un ejército me rodee. Confiaré en Dios, aunque me declaren la guerra” (Sal 27:1-3 PDT).
¿Cómo puede todo esto ser cierto para mí?
Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gál 3:29 RV60).
Sin lugar a duda, yo le pertenezco a Cristo Jesús, pues Él me compró con Su Sangre; con Su muerte y Su resurrección Él pagó el justo precio por mi redención y ahora soy linaje de Abraham y heredero de todas Sus promesas.
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gén 12:3 RV60).
La Bendición de Dios, mi Padre, me protege contra toda maldición.
Sé muy bien lo que tengo planeado para ustedes, dice el Señor, son planes para su bienestar, no para su mal. Son planes de darles un futuro y una esperanza” (Jer 29:11 PDT).
Dios tiene un Plan para mi Vida y es un magnífico Plan. Sin importar lo duro o difícil de mis circunstancias actuales, puedo confiar que Él cumplirá Su propósito en mí. Puedo (y debo), dejar de tener miedo al futuro pues La Bendición del Señor está conmigo.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,  que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Efe 1:3 RV60).
Y en Su Bendición, que es Su Palabra, puedo confiar para ya no vivir angustiado, ni triste, ni preocupado.
La bendición del SEÑOR trae riquezas, y nada se gana con preocuparse” (Pro 10:22 NVI).
¡Puedo vivir feliz y confiado en el Amor de mi Padre celestial!
SEÑOR Todopoderoso, ¡dichosos los que en ti confían!” (Sal 84:12 NVI).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias por amarme tanto que aún estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo. Señor Jesús, por lo que hiciste por mí en esa cruz ahora soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Soy heredero del Padre y coheredero tuyo. ¡Mi vida está escondida con Cristo en Dios! Todos mis pecados han sido purificados, soy justificado y he sido perdonado. ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! ¡Soy bendito(a) del Señor! Tú Bendición me acompaña de día y de noche. Tú Bendición guarda mi vida. En el día que temo, Yo en ti confío. En Ti, mi Dios, alabaré Tu palabra; En Ti he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? Señor Jesús, Tú eres mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Tú eres la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado. Tú eres mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me harás descansar; Junto a aguas de reposo me pastorearás. Confortarás mi alma; Me guiarás por sendas de justicia por amor de Tu nombre y Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; Tu vara y tu cayado me infunden aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en Tu casa, mi Señor, moraré por largos días. Así que, Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud.  ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mat 23.13-39 /  Núm 23.27-24.25 /  Can 5.2-6.3 











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