viernes, 4 de febrero de 2011

Viernes 4 de Febrero de 2011

¡Es la Palabra de Dios!
Por Riqui Ricón*
Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían (Luc 24.25-27).
Usualmente, cuando he asistido a una conferencia o convivencia donde se habla y reflexiona de la Biblia como la Palabra de Dios, me siento animado y confiado ante las circunstancias que tengo por delante pues mi espíritu, mi verdadero yo, ha sido alimentado y fortalecido con poder.
Sin embargo, cuando permito que sean las circunstancias, lo complicado del problema, lo fuerte de una discusión, la mala noticia del diagnóstico médico, la carencia de recursos, etc., quienes regulen mi estado de ánimo, entonces, me sentiré triste y abatido. Puedo, inclusive, entrar a un estado mental de confusión donde el temor y la angustia me dominen.
Así, tres días después de que Jesús había sido asesinado en una cruz, unos de Sus discípulos caminaban tristes y confundidos hacia la aldea llamada Emaús. Entonces, Jesús se presentó ante ellos Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.
De pronto, algo sucedió en la vida de estos hombres al grado de olvidarse del propósito y la relevancia de su viaje, ya fuesen asuntos de negocios, religiosos o familiares, todo pasó a segundo término.
Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan (Luc 24.32-35).
Fe viene cuando acudimos a la Biblia con la actitud correcta, esto es, considerándola lo que en verdad es, la indiscutible e infalible Palabra de Dios. Cada una de las palabras que se encuentran escritas en tu Biblia han salido de la boca de Dios, fueron pronunciadas, primeramente, por Él y la fe fluye cuando entendemos que, si Dios lo dijo, entonces, necesariamente, se va a cumplir; si Dios lo hablo, entonces, sin lugar a dudas, se va a ejecutar.
Puedes pensar, como yo solía hacerlo, “muy bien, estoy de acuerdo, pero ¿quién o cómo se va a cumplir? ¿Quién o cómo se va a ejecutar?” Cuando descubrí la respuesta a estas interrogantes quedé asombrado de lo fabuloso y sencillo que es el Plan de Dios para nuestras vidas, pues la única respuesta es: ¡La Palabra de Dios!
¿Cómo? –pensarás- ¿La Palabra de Dios va a realizar lo que la Palabra de Dios dice? ¡Claro! Pues es, precisamente, Su Poder para cumplirse así misma lo que la define como Palabra de Dios.
El mejor ejemplo para explicar esto se lo escuche decir a Keneth Copeland: supongamos que el Señor Jesús se manifestase físicamente delante de nosotros y al saludarnos nos dijese, “Hola, miren que bonita tarde de domingo estamos teniendo hoy”, tú y yo estaríamos tentados a replicarle, “pero Señor, hoy es viernes por la mañana”, y eso sería un grave error, pues estaríamos pasando por alto un pequeño, pero muy significante, detalle: ¡Él es Dios! Y todo, absolutamente TODO, LO QUE Él dice, las Palabras que salen de Su boca, se cumplen sin faltar ni una de ellas.
Tienes que llegar un punto en tu relación con Dios en el que comprendas que cada vez que dices que la Biblia es la Palabra de Dios, estás confesando que tiene el poder intrínseco para cumplirse a sí misma.
Así que, busca en la Biblia TODO aquello tocante a tu necesidad o petición y ponlo en tu boca, mente y corazón, declarando que crees que lo recibes y te vendrá, ¡es la Palabra de Dios!

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
                                                                                   
Febrero 4                                          Luc 24.13-53  /  Gen 44  /  Sal 35

jueves, 3 de febrero de 2011

Jueves 3 de Febrero de 2011

¡Resucitó el Señor!
Por Riqui Ricón*
Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día (Luc 24.4-7).
En estos tiempos, es de vital importancia que comprendamos cabalmente el significado de la resurrección de Jesucristo. Primero, Él destruyó, con su muerte y resurrección, al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre (He 2.14-15).
La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, nos enseña que los que permanecemos en la Palabra, creyéndole a Dios, creyéndole a Su Palabra, conoceremos la Verdad y la Verdad nos hará libres. En este caso la Verdad es que al resucitar Jesucristo destruyó al diablo y somos libres de la servidumbre o esclavitud que nos producía el temor a la muerte.
La paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es VIDA ETERNA en Cristo Jesús, Señor nuestro (Ro 6.23). De acuerdo a la escritura Jesús no solamente murió por tus pecados sino que se hizo, así mismo, pecado por amor a ti y de esta forma se te otorgó el regalo de ser hecha/hecho justa/justo y con derecho pleno a la VIDA ETERNA. Este derecho se consuma o se realiza plenamente en el instante mismo que la muerte no puede retenerlo, pues Él jamás cometió un solo pecado.
A pesar de que en Juan 3.16 Dios nos garantiza que TODOS los que creen en Jesús no se pierden sino que TIENEN VIDA ETERNA, es asombroso como los creyentes ignoran o pasan por alto lo que las palabras VIDA ETERNA significan: ¡vivir para siempre! O sea, ¡no morir!
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo  (1 Co 15.53-57).
Al resucitar Jesús, lo que en Él había de corruptible (pues se hizo un ser humano idéntico en todo a ti y a mí), se vistió de incorrupción, lo que en Él había de mortal se volvió inmortal, siendo Jesucristo, de esta forma, EL PRIMER HIJO DE DIOS NACIDO DE NUEVO, lo que nos lleva al segundo significado de la resurrección de Jesucristo.
Cuando Jesús muere en la cruz,  con Su Sangre paga el justo castigo por nuestros pecados y al resucitar nos da la vida eterna. Pero no cualquier tipo de vida, no como creaturas ni como ángeles sino como Hijas e Hijos LEGÍTIMOS del Dios vivo y verdadero.
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados, llamados por Él mismo, hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad (Efe 1.5).
Ahora bien, una/un auténtica/auténtico y legítima/legítimo Hija/Hijo de Dios no puede ser, de ninguna forma, la misma persona pecadora sujeta a sus antiguas pasiones, fracasos y derrotas. Recuerda que Jesús le dijo a Nicodemo, te es NECESARIO Nacer de Nuevo si quieres ver y entrar al Reino de Dios y, de acuerdo a la Escritura, las Hijas/Hijos de Dios Nacidas/Nacidos de Nuevo son, igual que Jesús, al vencer a la muerte con su resurrección, santos, justos, inmortales e incorruptibles.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24).
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Es pues, gracias a la resurrección de Jesús, que la muerte nada tiene en mí, pues he recibido Vida Eterna y una nueva naturaleza, la de una/un Hija/Hijo de Dios Nacido de Nuevo.
¡Aleluya, el Señor resucitó!

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
                                                                                   
Febrero 3                                          Luc 24.1-12  /  Gen 43  /  Sal 34

martes, 1 de febrero de 2011

Miércoles 2 de Febrero de 2011

¡Alégrate!
Por Riqui Ricón*
Alegraos, oh justos, en Jehová; En los íntegros es hermosa la alabanza (Sal 33.1).
Alabar a Dios es un deleite y es muy difícil encontrar un creyente que no se goce al derramar su corazón en alabanza y adoración al que es digno de recibir toda la gloria, Cristo Jesús.
Existe un deleite mayor, un gozo más excelente, que me permite disfrutar de la Plenitud de Dios, que es el saber y creer que soy justo, pues el justo se alegra en el Señor.
Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,  para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús (Ro 3.21-26).
Anteriormente, cuando se hablaba de justicia, integridad y santidad, sentía mucha lástima por mí mismo pues yo había perdido y desechado esas virtudes al tomar malas decisiones y llevar una vida de pecado. Mas ahora, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, ¡he sido justificado gratuitamente por la gracia de Dios, mediante la redención que Cristo Jesús efectuó para mí pagando el JUSTO precio de mis pecados! ¡Esto lo propició Dios a mi favor para manifestar Su justicia, la cual es más sublime que la nuestra, pasando por alto mis pecados a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús!
Así que, de tal manera me amó Dios que entregó a Su Hijo PARA QUE YO CREA EN EL y tenga vida eterna al ser justificado, HECHO JUSTO, por Su justicia.
Me dirás, sé que la Biblia lo dice, pero ¿cómo puede ser posible eso? A través del Nuevo Nacimiento.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación (2 Co 5.17-19).
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
Cuando tú reconociste a Jesús como Señor y Salvador de tu vida, el espíritu que tú eres y que estabas muerto, no revivió para seguir siendo el mismo, sino que fuiste creado de nuevo, esto es, hecho totalmente nuevo por el Espíritu Santo y por la Palabra de Dios, para gozar de vida eterna plena y abundante.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Entonces, has sido declarado por Dios, justo, íntegro y santo, y por lo tanto tienes derecho a una vida llena de gozo, paz, salud, prosperidad y victoria. No me malentiendas, esto no quiere decir que no tendrás problemas o grandes contra tiempos. ¡No! ¡Todo lo contrario! Jesucristo dijo, Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
Sí, tendremos pruebas y aflicciones, pero de todas ellas nos librará el Señor y saldremos más que vencedores por medio de Aquel que nos ha amado, Cristo Jesús. Pues nosotros, tú y yo, somos justos, justicia de Dios y somos de Él y hemos vencido al mundo pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo.
¡Alégrate!

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
                                                                                   
Febrero 2                                          Luc 23.26-56  /  Gen 42  /  Sal 33