5 de Febrero
¡Tú eres el (la) Hijo(a) Amado(a) de Dios!
Por Riqui Ricón*
¡Cuán
preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se
amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura
de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo
está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz (Sal
36.7-9).
La Biblia, que es la Palabra de
Dios y no miente, te enseña que la misericordia del Señor llega hasta los
cielos y Su fidelidad alcanza hasta las nubes (Sal 36.5). Estas son buenas
noticias (eso significa la palabra Evangelio), pues no tienes que esperar hasta
presentarte delante del Juez de toda la tierra, sino que también aquí y ahora, como un(a) Hijo(a) de Dios nacido (a) de nuevo, tu ya estás viviendo en Su Presencia, tú ya estás amparado(a)
bajo la sombra de Sus alas y serás completamente
saciado(a) de la grosura de Su casa.
¡Qué hermoso es creerle a Dios!
¡Qué maravilloso es creerle a su Palabra! Poderle decir en la intimidad de la comunión, “Padre,
Tú eres el manantial de mi vida y yo bebo del torrente de tus delicias. ¡En Tu
luz yo veo la luz!”
La razón por la que los hijos de
los hombres se acercan a nuestro Dios y Padre, no es el temor sino Su infinita
misericordia. Ellos, sin conocerle, apelan a Su misericordia, pero, ¿Habrá algo
más grande que Su misericordia? ¡Sí! ¡Su Amor de Padre! Esta es nuestra razón
para acercarnos a Él. Esta es nuestra razón para estar con Él. Esta es nuestra
razón para vivir con Él, por Él y para Él.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! (1 Jn 3.1a).
Nunca le permitas a lo difícil de
tus circunstancias hacerte dudar del Amor de Dios. Así es, Dios te ama tanto
que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).
¡Tú eres el
(la) Hijo(a) Amado(a) de Dios! Sin lugar a dudas saldrás más que vencedor(a) de
todo problema, angustia o enfermedad, pues Dios está contigo, y si Dios está
contigo, ¿quién contra ti?
¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32El que no escatimó
ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Acerca de Jesucristo la Escritura
dice:
Porque ¿a cuál de los ángeles
dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré
a él Padre, Y él me será a mí hijo? (He 1.5).
Acerca de ti Dios declara:
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios… Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos (Ro 8.16, 29).
Antes, tú como un(a) hijo(a) de
los hombres te refugiabas bajo la misericordia de Dios, ahora, tú sabes bien
quién eres: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, amparado(a) entre los
brazos de Amor de tu Padre celestial.
¿Qué hombre hay de vosotros,
que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un
pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está
en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat
7.9-11).
Así que, en verdad, ¿cuál es el
problema, enfermedad o necesidad que hoy te aflige? ¡Dios está contigo! ¿Cuál
es el problema, enfermedad o necesidad que hoy te angustia? ¡El Todopoderoso
Dios es tu Padre! ¿Cuál es el problema, enfermedad o necesidad que hoy te preocupa?
¡Jesús es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además
está a la diestra de Dios, el que también intercede por ti delante de tu Padre!
Jesús nos enseñó a orar: “Padre
nuestro que estas en los cielos…”. Él, sobre todas las cosas, quiere que te
enteres que, por Su sacrificio en la cruz, por Su Sangre derramada hasta la
última gota por Amor a ti, pagó todos tus pecados. La Justicia de Dios fue
satisfecha, has sido perdonado(a) y se te ha otorgado una Nueva Naturaleza.
Ahora eres un(a) auténtico(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
¡Un(a) Hijo(a) del Rey!
Sólo de esta forma, por medio de la
fe en tu Señor y Salvador y Sumo Sacerdote y Hermano Mayor, Jesucristo, puedes acercarte
pues, confiadamente al trono
de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro (He 4.16).
¡Sí! ¡Así es! Por Su gracia y
misericordia, por Su muerte y resurrección y por Su Amor de Padre, el día de
hoy, tienes, en Cristo Jesús, respuesta a TODAS tus necesidades, cualesquiera
que estas sean.
¡Jesús te ama!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ¿qué puedo
decir a todo esto? Si Tú, mi Dios, estás conmigo, ¿quién contra
mí? Si no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste
por amor a mí, ¿cómo no me dará también con él todas las cosas? ¿Quién
me acusará siendo yo escogido(a) de Dios? Dios es el que me justifica. ¿Quién
es el que me condenará? Cristo es el que murió por mí; más aún, el que también
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o
angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como
está escrito: Por causa de
ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.
Antes, en todas estas cosas yo, ______________ (tu nombre aquí), soy más que
vencedor(a) por medio de aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a)
de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni
lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús, mi Señor. Por lo tanto, declaro que de todo problema, enfermedad o aflicción, he
de salir más que vencedor(a). ¡Todo lo puedo en Cristo Jesús! ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a) en todas las cosas! ¡Soy feliz y dichoso(a)! ¡Soy
un(a) Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
5 Heb 1 / Gen 45:1-46.27 / Sal 36
Hebreos
1
Dios ha hablado por su Hijo
1
1Dios, habiendo
hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los
profetas, 2en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a
quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
3el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su
sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,
habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo,
se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4hecho tanto
superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.
El Hijo, superior a los ángeles
5Porque ¿a cuál
de los ángeles dijo Dios jamás:
Mi Hijo eres tú,
Yo te he engendrado hoy,
y otra vez:
Yo seré a él Padre,
Y él me será a mí hijo?
6Y otra vez, cuando introduce al
Primogénito en el mundo, dice:
Adórenle todos los ángeles de
Dios.
7Ciertamente de los ángeles dice:
El que hace a sus ángeles
espíritus,
Y a sus ministros llama de
fuego.
8Mas del Hijo dice:
Tu trono, oh Dios, por el
siglo del siglo;
Cetro de equidad es el cetro
de tu reino.
9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad,
Por lo cual te ungió Dios, el
Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a
tus compañeros.
10Y:
Tú, oh Señor, en el principio
fundaste la tierra,
Y los cielos son obra de tus
manos.
11 Ellos perecerán, mas tú permaneces;
Y todos ellos se envejecerán
como una vestidura,
12 Y como un vestido los envolverás, y serán mudados;
Pero tú eres el mismo,
Y tus años no acabarán.
13Pues, ¿a cuál de los ángeles
dijo Dios jamás:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos
por estrado de tus pies?
14¿No son todos espíritus
ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la
salvación?
Génesis
45.1-46.27
José se da a conocer a sus hermanos
45
1No podía ya José
contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir
de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus
hermanos.
2Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también
la casa de Faraón. 3Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive
aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados
delante de él.
4Entonces dijo
José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo
soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. 5Ahora,
pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para
preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. 6Pues ya
ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en
los cuales ni habrá arada ni siega. 7Y Dios me envió delante de
vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por
medio de gran liberación. 8Así, pues, no me enviasteis acá
vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda
su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto. 9Daos
prisa, id a mi padre y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por
señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas. 10Habitarás en la
tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos, y los hijos de tus
hijos, tus ganados y tus vacas, y todo lo que tienes. 11Y allí te
alimentaré, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no perezcas de pobreza
tú y tu casa, y todo lo que tienes. 12He
aquí, vuestros ojos ven, y los ojos de mi hermano Benjamín, que mi boca os
habla. 13Haréis, pues, saber a mi padre toda mi gloria en Egipto,
y todo lo que habéis visto; y daos prisa, y traed a mi padre acá. 14Y
se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también Benjamín
lloró sobre su cuello. 15Y besó a todos sus hermanos, y lloró
sobre ellos; y después sus hermanos hablaron con él.
16Y se oyó la
noticia en la casa de Faraón, diciendo: Los hermanos de José han venido. Y esto
agradó en los ojos de Faraón y de sus siervos. 17Y dijo Faraón a
José: Di a tus hermanos: Haced esto: cargad vuestras bestias, e id, volved a la
tierra de Canaán; 18y tomad a vuestro padre y a vuestras familias
y venid a mí, porque yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto, y comeréis de
la abundancia de la tierra. 19Y tú manda: Haced esto: tomaos de la
tierra de Egipto carros para vuestros niños y vuestras mujeres, y traed a
vuestro padre, y venid. 20Y no os preocupéis por vuestros enseres,
porque la riqueza de la tierra de Egipto será vuestra. 21Y lo
hicieron así los hijos de Israel; y les dio José carros conforme a la orden de
Faraón, y les suministró víveres para el camino. 22A cada uno de
todos ellos dio mudas de vestidos, y a Benjamín dio trescientas piezas de
plata, y cinco mudas de vestidos. 23Y a su padre envió esto: diez
asnos cargados de lo mejor de Egipto, y diez asnas cargadas de trigo, y pan y
comida, para su padre en el camino. 24Y despidió a sus hermanos, y
ellos se fueron. Y él les dijo: No riñáis por el camino. 25Y
subieron de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán a Jacob su padre. 26Y
le dieron las nuevas, diciendo: José vive aún; y él es señor en toda la tierra
de Egipto. Y el corazón de Jacob se afligió, porque no los creía. 27Y
ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y
viendo Jacob los carros que José enviaba para llevarlo, su espíritu revivió.
28Entonces dijo Israel: Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le veré
antes que yo muera.
Jacob y su familia en Egipto
46
1Salió Israel con
todo lo que tenía, y vino a Beerseba, y ofreció sacrificios al Dios de su padre
Isaac. 2Y habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob,
Jacob. Y él respondió: Heme aquí. 3Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de
tu padre; no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran
nación. 4Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré
volver; y la mano de José cerrará tus ojos. 5Y se levantó Jacob de
Beerseba; y tomaron los hijos de Israel a su padre Jacob, y a sus niños, y a
sus mujeres, en los carros que Faraón había enviado para llevarlo. 6Y
tomaron sus ganados, y sus bienes que habían adquirido en la tierra de Canaán,
y vinieron a Egipto, Jacob y toda su descendencia
consigo; 7sus hijos, y los hijos de sus hijos consigo; sus hijas,
y las hijas de sus hijos, y a toda su descendencia trajo consigo a Egipto.
8Y estos son los
nombres de los hijos de Israel, que entraron en Egipto, Jacob y sus hijos:
Rubén, el primogénito de Jacob. 9Y los hijos de Rubén: Hanoc,
Falú, Hezrón y Carmi. 10Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad,
Jaquín, Zohar, y Saúl hijo de la cananea. 11Los hijos de Leví:
Gersón, Coat y Merari. 12Los hijos de Judá: Er, Onán, Sela, Fares
y Zara; mas Er y Onán murieron en la tierra de Canaán. Y los hijos de Fares
fueron Hezrón y Hamul. 13Los hijos de Isacar: Tola, Fúa, Job y
Simrón. 14Los hijos de Zabulón: Sered, Elón y Jahleel. 15Estos
fueron los hijos de Lea, los que dio a luz a Jacob en Padan-aram, y además su
hija Dina; treinta y tres las personas todas de sus hijos e hijas. 16Los
hijos de Gad: Zifión, Hagui, Ezbón, Suni, Eri, Arodi y Areli. 17Y
los hijos de Aser: Imna, Isúa, Isúi, Bería, y Sera hermana de ellos. Los hijos
de Bería: Heber y Malquiel. 18Estos fueron los hijos de Zilpa, la
que Labán dio a su hija Lea, y dio a luz éstos a Jacob; por todas dieciséis
personas. 19Los hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín.
20Y nacieron a José en la tierra de Egipto Manasés y Efraín, los que le
dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. 21Los hijos de Benjamín fueron Bela, Bequer, Asbel, Gera, Naamán, Ehi,
Ros, Mupim, Hupim y Ard. 22Estos fueron los hijos de Raquel, que
nacieron a Jacob; por todas catorce personas. 23Los hijos de Dan:
Husim. 24Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guni, Jezer y Silem.
25Estos fueron los hijos de Bilha, la que dio Labán a Raquel su hija, y
dio a luz éstos a Jacob; por todas siete personas. 26Todas las
personas que vinieron con Jacob a Egipto, procedentes de sus lomos, sin las
mujeres de los hijos de Jacob, todas las personas fueron sesenta y seis.
27Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto, dos personas. Todas
las personas de la casa de Jacob, que entraron en Egipto, fueron setenta.
Salmo 36
La misericordia de Dios
Al músico principal. Salmo de David, siervo de Jehová.
1 La iniquidad del impío me dice al corazón:
No hay temor
de Dios delante de sus ojos.
2 Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos,
De que su
iniquidad no será hallada y aborrecida.
3 Las palabras de su boca son iniquidad y fraude;
Ha dejado de
ser cuerdo y de hacer el bien.
4 Medita maldad sobre su cama;
Está en
camino no bueno,
El mal no aborrece.
5 Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia,
Y tu
fidelidad alcanza hasta las nubes.
6 Tu justicia es como los montes de Dios,
Tus juicios,
abismo grande.
Oh Jehová, al hombre y al
animal conservas.
7 ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!
Por eso los
hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.
8 Serán completamente saciados de la grosura de tu casa,
Y tú los
abrevarás del torrente de tus delicias.
9 Porque contigo está el manantial de la vida;
En tu luz
veremos la luz.
10 Extiende tu misericordia a los que te conocen,
Y tu justicia
a los rectos de corazón.
11 No venga pie de soberbia contra mí,
Y mano de
impíos no me mueva.
12 Allí cayeron los hacedores de iniquidad;
Fueron
derribados, y no podrán levantarse.
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