27 de Febrero
¡Dos condiciones!
Por Riqui Ricón*
Sin
importar cuán sólo(a) y abandonado(a) tú te sientas, ¡Dios siempre te escucha!
“Y le dijo Jehová: Yo he oído tu
oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa
que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella
estarán mis ojos y mi corazón todos los días” (1Re 9:3
RV1960).
Si
Dios se comprometió a hacer esto con un templo construido con piedras, ¿cuánto
más hará Dios por ti, un(a) Hijo(a) Suyo(a)? Sin importar cuán sólo(a) y
abandonado(a) tú te sientas, sábete muy bien que ¡Sus ojos y corazón los tiene
siempre sobre de ti!
Dios
está comprometido a responderte cuando tú lo busques a Él.
“Clama a mí, y yo te responderé, y te
enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jer 33:3 RV1960).
Además,
Él siempre te responde, sólo tienes que pedir, utilizando con FE, creyéndole a
Dios, creyendo Su Palabra, ¡en el nombre de Jesús!
“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. (14) Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”
(Jua_14:13-14 RV1960).
Si
yo algún día pienso o me descubro diciendo que Dios no me está escuchando, entonces
quiere decir que de alguna forma fui engañado y estoy creyendo una mentira,
pues Dios siempre me escucha y me responde.
Job
cayó en ese engaño y creyó esa mentira.
“Clamo a ti, y no me oyes; Me presento, y no
me atiendes” (Job_30:20 RV60).
Sin
embargo, por La Gracia y El Amor de Dios, pudo darse cuenta de su error y se
arrepintió ante Dios mismo.
“Respondió Job a Jehová, y dijo: 2 Yo conozco
que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. 3 ¿Quién es
el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no
entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. 4 Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y
tú me enseñarás. 5 De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. 6 Por
tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:1-6 RV60).
A
este respecto La Palabra de Dios es clara en cuanto a que si le pido a mi
Padre, Él me dará buenas cosas.
“Pedid,
y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá. (8)
Porque todo aquel que pide,
recibe; y el que busca, halla;
y al que llama, se le
abrirá. (9) ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? (10)
¿O si le pide un pescado, le dará
una serpiente? (11) Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los
cielos dará buenas cosas a los que le pidan?“ (Mat_7:7-11 RV60).
Al
estar peleando la buena batalla de la FE, el estar consciente de que Dios
siempre escucha mi oración, me posicionará (Yarésh) en el inicio de la Victoria
sobre mis enemigos.
“El SEÑOR ha escuchado mis ruegos; el SEÑOR
ha tomado en cuenta mi oración.
(10) Todos mis enemigos quedarán
avergonzados y confundidos; ¡su repentina vergüenza los hará retroceder!“ (Sal_6:9-10
NVI).
Dios
me responderá. ¡Es un hecho! Y debe ser una certeza tan segura como la que
tengo acerca de que los dedos de mis manos son míos y no de alguien más.
“El SEÑOR ha escuchado mi ruego; el SEÑOR
responderá a mi oración” (Sal 6:9 NTV).
Lo
más maravilloso de ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo es que ¡Puedo
estar seguro(a) de que YA tengo lo que he pedido! Así lo estableció Dios en Su
Palabra, La Biblia.
“Ésta es la confianza que tenemos al
acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. (15) Y
si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que
ya tenemos lo que le hemos pedido” (1Jn_5:14-15 NVI).
Se
muy bien que Dios no hace acepción de personas y mucho menos lo hará con Sus
Hijos(as), entonces, si Dios siempre escucha a Jesucristo, entonces también me
escucha a mí.
“Entonces quitaron la piedra de donde había
sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo:
Padre, gracias te doy por haberme
oído. (42) Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que
está alrededor, para que crean que tú me
has enviado” (Jua_11:41-42 RV60).
Así
es, sin importar cuán sólo(a) y abandonado(a) tú te sientas o lo difícil y
complicado de mi situación, Dios siempre me oye.
“Pues aún no está la palabra en mi
lengua, Y he aquí, oh Jehová,
tú la sabes toda” (Sal_139:4 RV60).
Además,
¡Dios ya sabe lo que voy a pedir!
“Si permanecen en mí y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá” (Jua_15:7
NVI).
¿Es
verdad esto? ¿Puedo pedir lo que quiera? Bueno, existen DOS condiciones para
que Dios me de lo que le pido.
1.
Pedir con confianza, pedir con certeza, pedir con FE.
“Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en
quien confiaré” (Sal_91:2 RV60).
“Pero que pida con fe, sin dudar, porque
quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por
el viento. 7 Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; 8
es indeciso e inconstante en todo lo que hace” (Stg_1:6-8 NVI).
2.
Para pedir con FE hay que Pedir de acuerdo a la Palabra de Dios.
“Y cuando piden, no reciben porque piden con
malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones” (Stg_4:3 NVI).
“Si permanecen en mí y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá” (Jua_15:7
NVI).
“Ésta es la confianza que tenemos al
acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. (15) Y
si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que
ya tenemos lo que le hemos pedido” (1Jn_5:14-15 NVI).
Así
que, busca en tu Biblia las promesas que Dios te hace respecto a cualquiera de
tus problemas y comienza a declarar el cumplimiento de esas promesas. Mientras
lo haces, ten por seguro que Dios, tu Padre celestial, cumplirá Su Palabra,
pues todo lo que Él te a dicho lo hará y todo lo que Él te ha hablado lo
ejecutará. ¡Dios no puede mentir!
Oremos
en voz audible:
Amado
Padre celestial, quiero agradecerte por tanto y tan grande Amor, que estando yo
muerto(a) en delitos y pecados Tú me diste Vida juntamente con Cristo. Señor
Jesús, sé que el ladrón sólo viene a hurtar, matar y destruir, pero Tú has
venido a mí para darme Vida, y Vida Abundante. Por lo que hiciste por mí al
morir en esa cruz y resucitar venciendo a la muerte, ahora yo tengo Vida
Eterna. ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Por lo tanto, puedo
estar seguro(a) de que me escuchas y atiendes mis oraciones; yo también voy a
atender a Tu Palabra y hacer de La Biblia la norma máxima de mi existencia; yo
sí creo a Tu indicación y la voy a leer y meditar de día y de noche para
guardarla en mi corazón y poner en práctica todo lo que en ella está escrito. Voy
a buscar y establecer primeramente Tu reino, Señor, y sé que todas mis
necesidades serán suplidas, pues de acuerdo a Tu Palabra, yo, _________ (tu
nombre aquí), haré prosperar mi camino y todo me saldrá bien. Por lo tanto,
creo y declaro que de todo problema, angustia o enfermedad voy a salir más que
vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! Y, por la Palabra de Dios,
soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor
Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi
sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor,
la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me
hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que
le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te
digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí
acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro
mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y
para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi
Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe
he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz
admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú
eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el
nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 27 Mat 7 /
Ex 37-38 / Pro 17
San
Mateo 7
El juzgar a los
demás
(Lc. 6.37–38, 41–42)
7
1No juzguéis, para
que no seáis juzgados. 2Porque con el juicio con que juzgáis, seréis
juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3¿Y por qué
miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que
está en tu propio ojo? 4¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la
paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5¡Hipócrita! saca
primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del
ojo de tu hermano.
6No deis lo santo a
los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las
pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.
La oración, y la
regla de oro
(Lc. 11.9–13; 6.31)
7Pedid, y se os
dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8Porque todo
aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9¿Qué
hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10¿O
si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12Así
que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
La puerta estrecha
(Lc. 13.24)
13Entrad por la
puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a
la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14porque
estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los
que la hallan.
Por sus frutos los
conoceréis
(Lc. 6.43–44)
15Guardaos de los
falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro
son lobos rapaces. 16Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen
uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17Así, todo buen árbol
da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18No puede el
buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19Todo
árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20Así
que, por sus frutos los conoceréis.
Nunca os conocí
(Lc. 13.25–27)
21No todo el que me
dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22Muchos me dirán en
aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos
fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23Y entonces
les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Los dos cimientos
(Lc. 6.46–49)
24Cualquiera, pues,
que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que
edificó su casa sobre la roca. 25Descendió lluvia, y vinieron ríos,
y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba
fundada sobre la roca. 26Pero cualquiera que me oye estas palabras y
no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la
arena; 27y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y
dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
28Y cuando terminó
Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; 29porque
les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Exodo
37-38
Mobiliario del
tabernáculo
(Ex. 25.10–40; 27.1–8; 30.1–10)
37
1Hizo también
Bezaleel el arca de madera de acacia; su longitud era de dos codos y medio, su
anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. 2Y la cubrió
de oro puro por dentro y por fuera, y le hizo una cornisa de oro en derredor.
3Además fundió para ella cuatro anillos de oro a sus cuatro esquinas; en
un lado dos anillos y en el otro lado dos anillos. 4Hizo también
varas de madera de acacia, y las cubrió de oro. 5Y metió las varas
por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca. 6Hizo asimismo
el propiciatorio de oro puro; su longitud de dos codos y medio, y su anchura de
codo y medio. 7Hizo también los dos querubines de oro, labrados a
martillo, en los dos extremos del propiciatorio. 8Un querubín a un
extremo, y otro querubín al otro extremo; de una pieza con el propiciatorio
hizo los querubines a sus dos extremos. 9Y los querubines extendían
sus alas por encima, cubriendo con sus alas el propiciatorio; y sus rostros el
uno enfrente del otro miraban hacia el propiciatorio.
10Hizo también la
mesa de madera de acacia; su longitud de dos codos, su anchura de un codo, y de
codo y medio su altura; 11y la cubrió de oro puro, y le hizo una
cornisa de oro alrededor. 12Le hizo también una moldura de un palmo
menor de anchura alrededor, e hizo en derredor de la moldura una cornisa de
oro. 13Le hizo asimismo de fundición cuatro anillos de oro, y los
puso a las cuatro esquinas que correspondían a las cuatro patas de ella. 14Debajo
de la moldura estaban los anillos, por los cuales se metían las varas para
llevar la mesa. 15E hizo las varas de madera de acacia para llevar
la mesa, y las cubrió de oro. 16También hizo los utensilios que
habían de estar sobre la mesa, sus platos, sus cucharas, sus cubiertos y sus
tazones con que se había de libar, de oro fino.
17Hizo asimismo el
candelero de oro puro, labrado a martillo; su pie, su caña, sus copas, sus
manzanas y sus flores eran de lo mismo. 18De sus lados salían seis
brazos; tres brazos de un lado del candelero, y otros tres brazos del otro lado
del candelero. 19En un brazo, tres copas en forma de flor de
almendro, una manzana y una flor, y en otro brazo tres copas en figura de flor
de almendro, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salían del
candelero. 20Y en la caña del candelero había cuatro copas en figura
de flor de almendro, sus manzanas y sus flores, 21y una manzana
debajo de dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de otros dos brazos del
mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, conforme a los
seis brazos que salían de él. 22Sus manzanas y sus brazos eran de lo
mismo; todo era una pieza labrada a martillo, de oro puro. 23Hizo
asimismo sus siete lamparillas, sus despabiladeras y sus platillos, de oro
puro. 24De un talento de oro puro lo hizo, con todos sus utensilios.
25Hizo también el
altar del incienso, de madera de acacia; de un codo su longitud, y de otro codo
su anchura; era cuadrado, y su altura de dos codos; y sus cuernos de la misma
pieza. 26Y lo cubrió de oro puro, su cubierta y sus paredes
alrededor, y sus cuernos, y le hizo una cornisa de oro alrededor. 27Le
hizo también dos anillos de oro debajo de la cornisa en las dos esquinas a los
dos lados, para meter por ellos las varas con que había de ser conducido. 28E
hizo las varas de madera de acacia, y las cubrió de oro.
29Hizo asimismo el
aceite santo de la unción, y el incienso puro, aromático, según el arte del
perfumador.
38
1Igualmente hizo de
madera de acacia el altar del holocausto; su longitud de cinco codos, y su
anchura de otros cinco codos, cuadrado, y de tres codos de altura. 2E
hizo sus cuernos a sus cuatro esquinas, los cuales eran de la misma pieza, y lo
cubrió de bronce. 3Hizo asimismo todos los utensilios del altar;
calderos, tenazas, tazones, garfios y palas; todos sus utensilios los hizo de
bronce. 4E hizo para el altar un enrejado de bronce de obra de
rejilla, que puso por debajo de su cerco hasta la mitad del altar. 5También
fundió cuatro anillos a los cuatro extremos del enrejado de bronce, para meter
las varas. 6E hizo las varas de madera de acacia, y las cubrió de
bronce. 7Y metió las varas por los anillos a los lados del altar,
para llevarlo con ellas; hueco lo hizo, de tablas.
8También hizo la
fuente de bronce y su base de bronce, de los espejos de las mujeres que velaban
a la puerta del tabernáculo de reunión.
El atrio del
tabernáculo
(Ex. 27.9–19)
9Hizo asimismo el
atrio; del lado sur, al mediodía, las cortinas del atrio eran de cien codos, de
lino torcido. 10Sus columnas eran veinte, con sus veinte basas de
bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. 11Y
del lado norte cortinas de cien codos; sus columnas, veinte, con sus veinte
basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. 12Del
lado del occidente, cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, y sus diez
basas; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. 13Del
lado oriental, al este, cortinas de cincuenta codos; 14a un lado
cortinas de quince codos, sus tres columnas y sus tres basas; 15al
otro lado, de uno y otro lado de la puerta del atrio, cortinas de quince codos,
con sus tres columnas y sus tres basas. 16Todas las cortinas del
atrio alrededor eran de lino torcido. 17Las basas de las columnas
eran de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata;
asimismo las cubiertas de las cabezas de ellas, de plata; y todas las columnas
del atrio tenían molduras de plata. 18La cortina de la entrada del
atrio era de obra de recamador, de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; era
de veinte codos de longitud, y su anchura, o sea su altura, era de cinco codos,
lo mismo que las cortinas del atrio. 19Sus columnas eran cuatro, con
sus cuatro basas de bronce y sus capiteles de plata; y las cubiertas de los
capiteles de ellas, y sus molduras, de plata. 20Todas las estacas
del tabernáculo y del atrio alrededor eran de bronce.
Dirección de la obra
21Estas son las
cuentas del tabernáculo, del tabernáculo del testimonio, las que se hicieron
por orden de Moisés por obra de los levitas bajo la dirección de Itamar hijo
del sacerdote Aarón. 22Y Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la
tribu de Judá, hizo todas las cosas que Jehová mandó a Moisés. 23Y
con él estaba Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, artífice, diseñador
y recamador en azul, púrpura, carmesí y lino fino.
Metales usados en el santuario
24Todo el oro
empleado en la obra, en toda la obra del santuario, el cual fue oro de la
ofrenda, fue veintinueve talentos y setecientos treinta siclos, según el siclo
del santuario. 25Y la plata de los empadronados de la congregación
fue cien talentos y mil setecientos setenta y cinco siclos, según el siclo del
santuario; 26medio siclo por cabeza, según el siclo del santuario; a
todos los que pasaron por el censo, de edad de veinte años arriba, que fueron
seiscientos tres mil quinientos cincuenta. 27Hubo además cien
talentos de plata para fundir las basas del santuario y las basas del velo; en
cien basas, cien talentos, a talento por basa. 28Y de los mil
setecientos setenta y cinco siclos hizo los capiteles de las columnas, y cubrió
los capiteles de ellas, y las ciñó. 29El bronce ofrendado fue
setenta talentos y dos mil cuatrocientos siclos, 30del cual fueron
hechas las basas de la puerta del tabernáculo de reunión, y el altar de bronce
y su enrejado de bronce, y todos los utensilios del altar, 31las
basas del atrio alrededor, las basas de la puerta del atrio, y todas las
estacas del tabernáculo y todas las estacas del atrio alrededor.
Proverbios 17
1 Mejor es un bocado
seco, y en paz,
Que casa de contiendas llena de provisiones.
2 El siervo prudente
se enseñoreará del hijo que deshonra,
Y con los hermanos compartirá la herencia.
3 El crisol para la
plata, y la hornaza para el oro;
Pero Jehová prueba los corazones.
4 El malo está atento
al labio inicuo;
Y el mentiroso escucha la lengua detractora.
5 El que escarnece al
pobre afrenta a su Hacedor;
Y el que se alegra de la calamidad no quedará sin
castigo.
6 Corona de los
viejos son los nietos,
Y la honra de los hijos, sus padres.
7 No conviene al
necio la altilocuencia;
¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
8 Piedra preciosa es
el soborno para el que lo practica;
Adondequiera que se vuelve, halla prosperidad.
9 El que cubre la
falta busca amistad;
Mas el que la divulga, aparta al amigo.
10 La reprensión
aprovecha al entendido,
Más que cien azotes al necio.
11 El rebelde no busca
sino el mal,
Y mensajero cruel será enviado contra él.
12 Mejor es
encontrarse con una osa a la cual han robado sus cachorros,
Que con un fatuo en su necedad.
13 El que da mal por
bien,
No se apartará el mal de su casa.
14 El que comienza la
discordia es como quien suelta las aguas;
Deja, pues, la contienda, antes que se enrede.
15 El que justifica al
impío, y el que condena al justo,
Ambos son igualmente abominación a Jehová.
16 ¿De qué sirve el
precio en la mano del necio para comprar sabiduría,
No teniendo entendimiento?
17 En todo tiempo ama
el amigo,
Y es como un hermano en tiempo de angustia.
18 El hombre falto de
entendimiento presta fianzas,
Y sale por fiador en presencia de su amigo.
19 El que ama la
disputa, ama la transgresión;
Y el que abre demasiado la puerta busca su ruina.
20 El perverso de
corazón nunca hallará el bien,
Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal.
21 El que engendra al
insensato, para su tristeza lo engendra;
Y el padre del necio no se alegrará.
22 El corazón alegre
constituye buen remedio;
Mas el espíritu triste seca los huesos.
23 El impío toma
soborno del seno
Para pervertir las sendas de la justicia.
24 En el rostro del
entendido aparece la sabiduría;
Mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la
tierra.
25 El hijo necio es
pesadumbre de su padre,
Y amargura a la que lo dio a luz.
26 Ciertamente no es
bueno condenar al justo,
Ni herir a los nobles que hacen lo recto.
27 El que ahorra sus
palabras tiene sabiduría;
De espíritu prudente es el hombre entendido.
28 Aun el necio,
cuando calla, es contado por sabio;
El que cierra sus labios es entendido.
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