miércoles, 13 de febrero de 2019

¡Cómo adquirir sabiduría!



12 de Febrero
¡Con la Palabra y por la Palabra!
Por Riqui Ricón*

Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti, Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia, Si clamares a la inteligencia, Y a la prudencia dieres tu voz; Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros, Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia (Pro 2.1-6).

Que hermoso es leer, en la Biblia, las Palabras de tu Padre celestial, quien te enseña el camino de la Vida Plena, invitándote a que recibas Sus Palabras y guardes Sus mandamientos dentro de ti con el propósito expreso de bendecirte. Así es, al entender el temor del Señor y hallar el conocimiento de Dios Sus bendiciones te seguirán y te alcanzarán. ¡Es asombroso el Amor que Dios, el Todopoderoso, siente por ti!

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.4-10).

Dios es Amor y sólo entendiendo el Amor de Dios hacia ti podrás entender el temor de Dios. Esto solo lo puedes lograr atendiendo a la sabiduría contenida en la Biblia, que es la Palabra de Dios (una sabiduría que ha estado escondida y que Dios había destinado para nuestra gloria desde la eternidad 1 Co 2.7 NVI).

Nunca serán suficientes las veces que reconozcas que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Aun estando tú muerto(a) en delitos y pecados, por el gran Amor con que Dios te ama, te dio vida juntamente con Cristo -por gracia eres salvo(a)-, y juntamente con Él te resucitó; te hizo Nacer de Nuevo como un(a) Hijo(a) Suyo(a), dándote el regalo de la Vida Eterna y te hizo sentar en lugares celestiales con Cristo Jesús.

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.23).

Recibir Sus Palabras, y guardar Sus mandamientos dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; inclinar tu corazón a la prudencia, clamar a la inteligencia, y a la prudencia dar tu voz; buscarla como a la plata, y escudriñarla como a tesoros; significa creerle a Dios, creerle a Su Palabra. Significa creer y aceptar que ahora, por Cristo Jesús, tú eres la persona que Dios dice que eres: Su Hijo(a) amado(a).

Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él  (1 Jn 3.1 NTV).

Este es, ha sido y siempre será, el plan de Dios para tu vida: Que creas, que te sientas y que vivas por siempre como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Sólo apropiándote de esta identidad de Hijo(a) amado(a) podrás entender lo que el temor de Dios es: La admiración reverente que siente un Hijo hacia su Padre como resultado del Amor Ágape, el Amor de Pacto. Este Amor ha jurado amarte por siempre, no por lo que tú hagas o dejes de hacer, sino por el Nuevo pacto en la Sangre de Jesús.

Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto,  para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna (He 9.15).

Sólo tienes que reflexionar que la Vida Eterna es un atributo exclusivo de la Divinidad. Nadie puede ser Eterno si no es divino. ¿Qué significa esto? Que ahora, en Cristo Jesús y por el Amor que Dios siente por ti, tú eres parte de Su familia, eres real y genuinamente un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos. Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo (Efe 1.4-5 NTV).
¿No es realmente asombroso? ¡Es Amor Puro!
Ahora podrás comprender que tener temor de Dios no significa otra cosa más que confiar en Él; significa creerle a Dios, creyendo Su Palabra y esto, mi amado(a) amigo(a), es precisamente la FE, la cual tú ya tienes.
Porque a Dios no le gusta que no confiemos en él. Para ser amigos de Dios, hay que creer que él existe y que sabe premiar a los que buscan su amistad (He 11.6 TLA).
¡La Biblia es la Palabra de Dios! Esto quiere decir que todo lo que lees en la Biblia son las Palabras salidas de la Boca de Dios y que, por lo tanto, se van a cumplir todas, porque primero el sol y la tierra dejan de existir antes que la Palabra de Dios deje de cumplirse.
Así que, de acuerdo a todo esto, ahora el que suple todo lo que te falta, conforme a Sus riquezas en gloria, es Dios; el que ciertamente Él llevó tus enfermedades y sufrió tus dolencias y por Sus heridas ya has sido sanado(a) fue Cristo Jesús; ahora, todo, absolutamente todo, lo puedes en Cristo que te fortalece; sin lugar a dudas en todas las cosas eres más que vencedor(a), pues mayor es el que está en ti, el Espíritu Santo, que el que está en el mundo.
Si te preguntas, ¿cómo lo sé? La respuesta es bien sencilla: ¡Está escrito en la Palabra de Dios!
Así que, adquiere sabiduría y el temor de Dios creyendo lo que tu Padre celestial dice acerca de ti en Su Palabra, La Biblia.

Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, Tu Palabra, la Biblia, dice que yo he conocido y creído el amor que Tú, Dios, tienes para conmigo. Dios, Tú eres amor; y si permanezco en amor, permanezco en Ti, y Tú en mí. En esto se ha perfeccionado el Amor en mí, para que tenga confianza en el día del juicio; pues como Jesús es, así soy yo en este mundo. Gracias por haberme amado tanto que preferiste entregar a Tu Propio Hijo antes que perderme a mi. Ahora entiendo, Señor Jesús, que en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. En verdad que yo te amo con todas mis fuerzas, con todo mi ser y con todo mi corazón, porque Tú me amaste primero. Ya no voy a dudar más. ¡No voy a temer! ¡Voy a creer! ¡Creo en Ti, Señor Jesús! ¡Creo en Tu Amor por mí! ¡Creo en Tu sacrificio en la cruz! ¡Creo en Tu Sangre preciosa, derramada hasta la última gota por Amor a mí! ¡Creo que pagaste todos mis pecados y yo ya no tengo que pagar más! ¡Creo en Tu resurrección, que me da acceso a la Vida Nueva, la Vida Plena! ¡Creo en la Vida Eterna que compraste para mí! ¡Creo en Tu Palabra, que es Palabra de Honor! Por lo tanto, declaro que ante todo problema, enfermedad o circunstancia, yo, _____________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor por mí, oh Dios. Nada, ni nadie, me podrán hacer frente todos los días de mi vida -y yo soy eterna(o)-, pues como Jesús es, así soy yo en este mundo. En Tu nombre y conforme a Tu Palabra, bendigo mi vida; bendigo mi familia; bendigo mi cuerpo y mi salud; bendigo mis finanzas y bendigo mi caminar contigo, mi Dios y Padre. En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.


Febrero 12                Heb 9.1-22 /  Ex 6.28-8.32 /  Pr 2

Hebreos 9.1-22
9
1Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. 2Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. 3Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, 4el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; 5y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle.
6Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; 7pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;l 8dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. 9Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, 10ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.
11Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 13Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
15Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. 16Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. 17Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. 18De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. 19Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, 20diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. 21Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. 22Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

Exodo 6.28-8.32

28Cuando Jehová habló a Moisés en la tierra de Egipto, 29entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: Yo soy JEHOVÁ; di a Faraón rey de Egipto todas las cosas que yo te digo a ti. 30Y Moisés respondió delante de Jehová: He aquí, yo soy torpe de labios; ¿cómo, pues, me ha de oír Faraón?
7
1Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. 2Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. 3Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas.4Y Faraón no os oirá; mas yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré a mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios. 5Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos. 6E hizo Moisés y Aarón como Jehová les mandó; así lo hicieron. 7Era Moisés de edad de ochenta años, y Aarón de edad de ochenta y tres, cuando hablaron a Faraón.

La vara de Aarón
8Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: 9Si Faraón os respondiere diciendo: Mostrad milagro; dirás a Aarón: Toma tu vara, y échala delante de Faraón, para que se haga culebra. 10Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra. 11Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos; 12pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos. 13Y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

La plaga de sangre
14Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo. 15Ve por la mañana a Faraón, he aquí que él sale al río; y tú ponte a la ribera delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra, 16y dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oír. 17Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre. 18Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y los egipcios tendrán asco de beber el agua del río. 19Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra.
20Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre. 21Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto. 22Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho. 23Y Faraón se volvió y fue a su casa, y no dio atención tampoco a esto. 24Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río. 25Y se cumplieron siete días después que Jehová hirió el río.
La plaga de ranas
8
1Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 2Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo castigaré con ranas todos tus territorios. 3Y el río criará ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa, en la cámara donde duermes, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas. 4Y las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos. 5Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto. 6Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. 7Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto.
8Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová. 9Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el río. 10Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios. 11Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río. 12Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón. Y clamó Moisés a Jehová tocante a las ranas que había mandado a Faraón. 13E hizo Jehová conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos y de los campos. 14Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra. 15Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

La plaga de piojos
16Entonces Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por todo el país de Egipto. 17Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto. 18Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias. 19Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

La plaga de moscas
20Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, he aquí él sale al río; y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 21Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas; y las casas de los egipcios se llenarán de toda clase de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén. 22Y aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo, para que ninguna clase de moscas haya en ella, a fin de que sepas que yo soy Jehová en medio de la tierra. 23Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal. 24Y Jehová lo hizo así, y vino toda clase de moscas molestísimas sobre la casa de Faraón, sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el país de Egipto; y la tierra fue corrompida a causa de ellas.
25Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra. 26Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? 27Camino de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, como él nos dirá. 28Dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí. 29Y respondió Moisés: He aquí, al salir yo de tu presencia, rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan de Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo mañana; con tal que Faraón no falte más, no dejando ir al pueblo a dar sacrificio a Jehová. 30Entonces Moisés salió de la presencia de Faraón, y oró a Jehová. 31Y Jehová hizo conforme a la palabra de Moisés, y quitó todas aquellas moscas de Faraón, de sus siervos y de su pueblo, sin que quedara una. 32Mas Faraón endureció aun esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo.
       
Proverbios 2 
Excelencias de la sabiduría
2
     1     Hijo mío, si recibieres mis palabras,
Y mis mandamientos guardares dentro de ti,
     2     Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;
Si inclinares tu corazón a la prudencia,
     3     Si clamares a la inteligencia,
Y a la prudencia dieres tu voz;
     4     Si como a la plata la buscares,
Y la escudriñares como a tesoros,
     5     Entonces entenderás el temor de Jehová,
Y hallarás el conocimiento de Dios.
     6     Porque Jehová da la sabiduría,
Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.
     7     El provee de sana sabiduría a los rectos;
Es escudo a los que caminan rectamente.
     8     Es el que guarda las veredas del juicio,
Y preserva el camino de sus santos.
     9     Entonces entenderás justicia, juicio
Y equidad, y todo buen camino.
     10     Cuando la sabiduría entrare en tu corazón,
Y la ciencia fuere grata a tu alma,
     11     La discreción te guardará;
Te preservará la inteligencia,
     12     Para librarte del mal camino,
De los hombres que hablan perversidades,
     13     Que dejan los caminos derechos,
Para andar por sendas tenebrosas;
     14     Que se alegran haciendo el mal,
Que se huelgan en las perversidades del vicio;
     15     Cuyas veredas son torcidas,
Y torcidos sus caminos.
     16     Serás librado de la mujer extraña,
De la ajena que halaga con sus palabras,
     17     La cual abandona al compañero de su juventud,
Y se olvida del pacto de su Dios.
     18     Por lo cual su casa está inclinada a la muerte,
Y sus veredas hacia los muertos;
     19     Todos los que a ella se lleguen, no volverán,
Ni seguirán otra vez los senderos de la vida.
     20     Así andarás por el camino de los buenos,
Y seguirás las veredas de los justos;
     21     Porque los rectos habitarán la tierra,
Y los perfectos permanecerán en ella,
     22     Mas los impíos serán cortados de la tierra,
Y los prevaricadores serán de ella desarraigados.

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