7 de Febrero
¡Lo recibo por la fe en Tu Palabra!
Por Riqui Ricón*
Porque en ti, oh Jehová, he esperado; Tú responderás, Jehová Dios mío (Sal 38.15).
Quiero invitarte hoy a que
cierres tus ojos y te hagas la siguiente pregunta: ¿Creo que Dios es digno de
confianza? Contestar esta pregunta con toda honestidad, te ayudará a ubicar tu
posición respecto a tu Padre celestial.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que
se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Ser un creyente significa
tener fe y esto, a su vez, significa tener la plena certeza de que Dios es
digno de confianza. Es estar convencido de que Dios tiene Palabra de Honor.
Toda, absolutamente toda, tu relación con Él se basa en la confianza y esto es
lo que la fe es: creerle a Dios, creyendo a Su Palabra.
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se
arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he
recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Num 23.19-20).
¡Dios no puede mentir! Toda
Palabra que sale de la boca de Dios tiene en sí misma todo el poder para
hacerse cumplir.
Es por esto que, en este día,
puedes estar plenamente seguro(a) y acercarte confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro (He 4.16). Si Dios lo dijo,
entonces ¡Él te va a responder!
Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a
ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en
los que la oyeron (He 4.2).
La lectura del día de hoy
nos enseña, en la carta a los Hebreos, que las personas no logran recibir las
promesas de Dios por causa de su incredulidad a la Palabra de Dios. Esto no
quiere decir que Él se enoja por esto y decide no cumplir Su Palabra a quiénes
así proceden. ¡No! ¡De ninguna manera! ¡Dios no puede retirar Su Palabra!
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve
allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al
que siembra, y pan al que come, así
será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo
que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié (Isa 55.10-11).
Lo que sucede es que todas
Sus promesas sólo se reciben por fe, creyéndole a Él. Por eso la única forma de
agradarle es con tu fe. Dios te ama y te quiere bendecir, y te ha dado la fe
como el vehículo o la herramienta para RECIBIR.
para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la
luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para
que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre
los santificados (Hch 26.18).
Ahora bien, si tú has
confesado a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu Vida, entonces, has
Nacido de Nuevo y ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios. Por lo tanto, eres un(a)
creyente y tienes fe para recibir.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios… Porque
todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo,
sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn
5.1a, 4-5).
Así que, tienes la victoria sobre
este mundo por medio de la fe en Cristo Jesús.
Recuerda siempre que Él te
ama tanto que prefirió ir a la cruz antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Ahora tu relación con Él ya
no es la de una creatura con su creador sino la de un(a) Hijo(a) con su Padre.
Pues, eso dice la Biblia que ahora eres tú: un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios tu
Padre.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite
que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo
somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende
por qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
Así que, cualquiera que sea tu necesidad el día de hoy, sin importar la
clase de reto, aflicción o enfermedad que estés enfrentando, ten por seguro que
tu Padre celestial puede y quiere ayudarte. Teniendo esta certeza, acude a las
promesas que Él te ha hecho en la Biblia y utiliza tu FE para recibir tu
milagro en este día.
Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, una
vez más, quiero darte las gracias por Tu gran Amor con que me amas. Señor
Jesús, por lo que hiciste por mí, hoy puedo estar seguro(a), sin importar
cuáles sean las circunstancias que enfrento, que ¡Tú, mi Padre, me responderás!
Yo he creído y conocido Tu Amor. Sé que Tu Palabra, la Biblia, es la Verdad y
he decidido confiar plenamente en Ti. Por lo tanto, echo fuera de mi vida toda
duda, temor y ansiedad. Declaro que soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo. ¡Soy nueva creación! Las cosas viejas pasaron, he aquí que todas son
hechas nuevas en mi vida. En el nombre de Jesús, yo le llamo a la sanidad y a
la salud de mi cuerpo; llamo a la estabilidad emocional en mi vida, pues ahora
sé quién yo soy: le llamo a mi libertad financiera. Creo y declaro que soy la
persona que Tú, mi Dios y Padre, dices en Tu Palabra que yo soy. Soy libre y
dichoso(a), pues el Todopoderoso está conmigo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la
Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas
gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo.
Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad.
Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Tú, mi Dios y Padre,
me responderás! ¡Lo recibo! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
7 Heb 3.1-4.13 / Gen 48 / Sal 38
Hebreos
3.1-4.13
Jesús es superior a Moisés
3
1Por tanto,
hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol
y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; 2el cual es
fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios. 3Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto
tiene mayor honra que la casa el que la hizo. 4Porque toda casa es
hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. 5Y
Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para
testimonio de lo que se iba a decir; 6pero Cristo como hijo sobre
su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la
confianza y el gloriarnos en la esperanza.
El reposo del pueblo de Dios
7Por lo
cual, como dice el Espíritu Santo:
Si oyereis hoy su voz,
8 No endurezcáis vuestros corazones,
Como en la provocación, en el día de la
tentación en el desierto,
9 Donde me tentaron vuestros padres; me probaron,
Y vieron mis obras cuarenta años.
10 A causa de lo cual me disgusté contra esa generación,
Y dije: Siempre andan vagando en su corazón,
Y no han conocido mis caminos.
11 Por tanto, juré en mi ira:
No entrarán en mi reposo.
12Mirad, hermanos, que no haya en
ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;
13antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se
dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.
14Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos
firme hasta el fin nuestra confianza del principio, 15entre tanto
que se dice:
Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones, como en la
provocación.
16¿Quiénes fueron los que,
habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por
mano de Moisés? 17¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta
años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?
18¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que
desobedecieron? 19Y vemos que no pudieron entrar
a causa de incredulidad.
4
1Temamos, pues,
no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de
vosotros parezca no haberlo alcanzado. 2Porque también a nosotros
se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír
la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. 3Pero
los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo:
Por tanto, juré en mi ira,
No entrarán en mi reposo;
aunque las obras suyas estaban acabadas desde la
fundación del mundo. 4Porque en cierto lugar dijo así del séptimo
día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. 5Y
otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. 6Por
lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes
primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia,
7otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por
medio de David, como se dijo:
Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones.
8Porque si Josué les hubiera dado
el reposo, no hablaría después de otro día. 9Por
tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. 10Porque el que ha
entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las
suyas.
11Procuremos,
pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de
desobediencia. 12Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más
cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el
espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón. 13Y no hay cosa creada que no sea
manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y
abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Génesis
48
Jacob bendice a Efraín y a Manasés
48
1Sucedió después
de estas cosas que dijeron a José: He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó
consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. 2Y se le hizo saber a
Jacob, diciendo: He aquí tu hijo José viene a ti. Entonces se esforzó Israel, y
se sentó sobre la cama, 3y dijo a José: El Dios Omnipotente me
apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo, 4y me dijo:
He aquí yo te haré crecer, y te multiplicaré, y te pondré por estirpe de
naciones; y daré esta tierra a tu descendencia después de ti por heredad
perpetua. 5Y ahora tus dos hijos Efraín y
Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la
tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos. 6Y
los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos
serán llamados en sus heredades. 7Porque cuando yo venía de
Padan-aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, como media
legua de tierra viniendo a Efrata; y la sepulté
allí en el camino de Efrata, que es Belén.
8Y vio Israel los
hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos? 9Y respondió José a su
padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a
mí, y los bendeciré. 10Y los ojos de Israel estaban tan agravados
por la vejez, que no podía ver. Les hizo, pues, acercarse a él, y él les besó y
les abrazó. 11Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y
he aquí Dios me ha hecho ver también a tu descendencia. 12Entonces
José los sacó de entre sus rodillas, y se inclinó a tierra. 13Y
los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel, y Manasés
a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él. 14Entonces
Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era
el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus
manos adrede, aunque Manasés era el primogénito. 15Y bendijo a
José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e
Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, 16el
Angel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en
ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en
gran manera en medio de la tierra.
17Pero viendo
José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó
esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de
Efraín a la cabeza de Manasés. 18Y dijo José a su padre: No así,
padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.
19Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él
vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será
más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones. 20Y
los bendijoc aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel,
diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de
Manasés. 21Y dijo Israel a José: He aquí yo muero; pero Dios
estará con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres. 22Y
yo te he dado a ti una parte más que a tus hermanos, la cual tomé yo de mano
del amorreo con mi espada y con mi arco.
Salmo 38
Oración de un penitente
Salmo de David, para recordar.
1 Jehová, no me reprendas en tu furor,
Ni me
castigues en tu ira.
2 Porque tus saetas cayeron sobre mí,
Y sobre mí ha descendido tu
mano.
3 Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;
Ni hay paz
en mis huesos, a causa de mi pecado.
4 Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;
Como carga pesada se han
agravado sobre mí.
5 Hieden y supuran mis llagas,
A causa de
mi locura.
6 Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera,
Ando
enlutado todo el día.
7 Porque mis lomos están llenos de ardor,
Y nada hay
sano en mi carne.
8 Estoy debilitado y molido en gran manera;
Gimo a causa de la conmoción
de mi corazón.
9 Señor, delante de ti están todos mis deseos,
Y mi suspiro
no te es oculto.
10 Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor,
Y aun la luz
de mis ojos me falta ya.
11 Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga,
Y mis cercanos se han alejado.
12 Los que buscan mi vida arman lazos,
Y los que
procuran mi mal hablan iniquidades,
Y meditan fraudes todo el día.
13 Mas yo, como si fuera sordo, no oigo;
Y soy como
mudo que no abre la boca.
14 Soy, pues, como un hombre que no oye,
Y en cuya boca no hay
reprensiones.
15 Porque en ti, oh Jehová, he esperado;
Tú
responderás, Jehová Dios mío.
16 Dije: No se alegren de mí;
Cuando mi pie resbale, no se
engrandezcan sobre mí.
17 Pero yo estoy a punto de caer,
Y mi dolor
está delante de mí continuamente.
18 Por tanto, confesaré mi maldad,
Y me
contristaré por mi pecado.
19 Porque mis enemigos están vivos y fuertes,
Y se han
aumentado los que me aborrecen sin causa.
20 Los que pagan mal por bien
Me son contrarios, por seguir
yo lo bueno.
21 No me desampares, oh Jehová;
Dios mío, no
te alejes de mí.
22 Apresúrate a ayudarme,
Oh Señor, mi
salvación.
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