24 de Febrero
¡Confiando en Dios! ¡Creyéndole a Él y NO a mis
circunstancias!
Por Riqui Ricón*
“El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la
envidia corroe los huesos” (Pro 14:30 NVI).
“La paz en el corazón da salud al cuerpo; los celos
son como cáncer en los huesos” (Pro 14:30
NTV).
Dios, en Su Palabra, me instruye muy claramente que, aunque la enfermedad
es resultado o consecuencia de mis pecados (como el de la envidia o los celos), “Porque la paga
del pecado es muerte” (Rom
6:23a RV60), las enfermedades y las dolencias nunca han sido, ni serán, Su
voluntad para mi vida: “mas la dádiva [el regalo] de
Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom 6:23b RV60).
Así que, es un tremendo error, y la raíz de todo fracaso por establecer la
salud, el pensar o creer que, por algún designio oculto, la enfermedad y las
dolencias que padezco son voluntad de Dios. Pensar así, sólo demuestra mi
ignorancia de La Palabra de Dios y la poca seguridad que tengo respecto de Su
Amor para conmigo.
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar
y destruir; yo he venido para que tengan
vida, y para que la tengan en abundancia” (Jua 10:10 RV60).
La Verdad (La Palabra de Dios ES La Verdad), es que las enfermedades y
padecimientos están más relacionados con Satanás y sus propósitos para
desestabilizarme y alejarme de la comunión con mi Padre celestial.
“Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda
Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo
Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste
anduvo haciendo bienes y sanando a todos
los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hch 10:37-38
RV60).
Dado que Jesús fue ungido por Dios con el Espíritu Santo y con poder PARA
hacer el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, es claro que esto
significa que es Satanás, y no Dios, el que está atrás de las enfermedades y
que las usa para mantenerme en un estado de opresión: “Pero una mujer que desde hacía doce
años padecía de flujo de sangre, y había
sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había
aprovechado, antes le iba peor…” (Mar 5:25-26 RV60).
Entonces, lo primero que tengo que hacer para recuperar mi salud es
establecer en mi Vida los siguientes principios de La Palabra de Dios:
1. Soy amado(a) de Dios: “Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jua 3:16 RV60).¡Dios me ama tanto, tanto, que prefirió
entregar a Su único Hijo antes que perderme a mí!
2. No solamente Dios me ama sino que, ahora, por la muerte y
resurrección de Jesucristo, yo soy un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo: “MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que
permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de
veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no
comprende por qué lo somos” (1Jn
3:1 NT BAD).
3. Al pagar TODOS mis pecados (pasados, presentes y
futuros), con Su muerte y Su resurrección, Jesucristo venció al pecado y me
redimió de todas sus consecuencias como lo son la enfermedad y la muerte: “Ahora, pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Rom 8:1-2 RV60).
4. He sido redimido(a), esto es, comprado(a) a precio de
sangre y liberado(a), de la maldición de la enfermedad y de la muerte: “Cristo nos redimió
de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición (porque está
escrito: Maldito todo el que es colgado
en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles, a fin de que por la fe
recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gál 3:13-14 RV60). Ahora, en Cristo Jesús, ¡yo tengo
pleno derecho a vivir bajo La Bendición de Dios, mi Padre!
5. Toda enfermedad o dolencia que se pretenda manifestar en
mi cuerpo físico, lo intenta haciendo valer derechos legales que ya NO TIENE; y
yo tengo todo el derecho de pedirle al Espíritu Santo, Su intervención poderosa
a mi favor: “Pero si Cristo vive en ustedes, el espíritu vive porque Dios los ha
hecho justos, aun cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del
pecado. y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el
mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio
del Espíritu de Dios que vive en ustedes” (Rom 8:10-11 DHH).
6. La salud y la sanidad son resultado de confiar en Dios,
de creerle a Él, creyendo Su Palabra:
“El temor [confiar en] de
Jehová es manantial de vida Para
apartarse de los lazos de la muerte” (Pro 14:27 RV1960).
“El temor [confiar en] del
SEÑOR es fuente que da vida, ofrece un escape de las trampas de la muerte” (Pro 14:27 NTV).
“El temor [confiar en] del
Señor es una fuente de vida, y un medio seguro para evitar la ruina que causa
la muerte” (Pro 14:27 BdV).
7. La salud y la sanidad son resultado de confiar en Dios,
de creerle a Él, creyendo Su Palabra que dice claramente que el precio de mi
salud ya fue pagado: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores;
y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra
paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isa 53:4-5 RV60). Dios lo dice: ¡CIERTAMENTE! Esto
significa que en esto tengo más certeza que la que tengo acerca de que los
dedos de mis manos son míos.
8.
Así
que, es la confianza plena en Dios y Su Palabra, la que me da pleno acceso a la
sanidad y a la salud divina. Proveyéndome, además, de una vida apacible, esto
es, llena de paz: “Un corazón apacible infunde vida al cuerpo, pero la envidia corroe hasta
los huesos” (Pro 14:30 RVC). “La mente tranquila es salud para el cuerpo,
pero la envidia causa enfermedades” (Pro 14:30 PDT).
Sin importar las aflicciones, problemas o enfermedades que hoy yo esté
enfrentando, lo puedo hacer en paz, pues tengo la certeza en Dios y en Su
Palabra, que de todas ellas, yo, Riqui Ricón (________ pon tu nombre aquí),
saldré más que vencedor por medio de Aquel que me ama tanto, Cristo Jesús.
Pero quizá aún te preguntes: ¿Cómo se obtiene un corazón apacible?
Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra.
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo
pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isa 26:3 RV1960).
Como has podido constatar en La Palabra de Dios, si en verdad le creo a Dios,
entonces voy a confiar en Él y eso, necesariamente, me da la paz y la salud que
Él compró para mí. Se recibe al activar la FE verdadera.
“Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre
que en ti confía” (Sal_84:12 RV60).
Confiar en Dios me permite vivir una vida dichosa, una vida feliz.
Confiar en Dios me permite vivir una vida dichosa, una vida feliz y
apacible, a pesar de los problemas, las aflicciones y las enfermedades.
“Estas cosas os he hablado para que en mí
tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción;
pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jua 16:33 RV60).
¡La salud es parte de mi herencia y puedo dormir en paz!
“En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Sal_4:8 RV60).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy estoy
aquí para creer y declarar el Gran Amor que Tú tienes por mí. Es Tu Amor el que
le da paz a mi corazón y salud a mi cuerpo. Pues aunque yo haya pecado, y por
eso Satanás quiera hacer valer la enfermedad y la muerte en mi cuerpo, La
Verdad es que Tú, Jesucristo, mi Señor y Salvador, me has dado el regalo de la
Vida plena y abundante, que es La Vida Eterna. Por esto, te estoy eternamente
agradecido y no deshonraré Tu Palabra ni Tu sacrificio, permitiéndole al diablo
engañarme para hacerme creer que alguna de las aflicciones, problemas o
enfermedades que estoy enfrentando en este mundo, son Tu Voluntad. ¡No Señor!
¡Nada de eso! Yo sí conozco Tu Voluntad para mi Vida, que es buena, agradable y
perfecta. Te doy muchas gracias porque Tu Palabra me enseña que las
enfermedades, aflicciones y problemas vienen a atacarme por causa de la guerra
que me dejaste a pelear para establecer Tu Reino en este mundo. No vienen
porque yo las merezca porque Tú, Jesucristo recibiste en Ti mismo todo el castigo
que, por mis pecados, yo merecía. Así que, el precio fue pagado y yo ya no
tengo porque pagar más. Así que yo le hablo a mis enfermedades y dolencias, a
mis órganos y sistemas para decirles: ¡Escuchen bien! Cristo Jesús, Rey de
reyes y Señor de señores, CIERTAMENTE llevó él mis
enfermedades, y sufrió mis dolores; y yo le tuve por azotado, por herido de
Dios y abatido. Mas él herido fue por mis rebeliones, molido por mis pecados;
el castigo de mi paz, el precio de mi salud, ya fue sobre él, y por su llaga yo,
Riqui Ricón (________ pon tu nombre aquí), ya fui curado; pues es totalmente
verdadero que el Espíritu de Aquel que resucitó a Cristo Jesús vive en mí, y
por lo tanto, el mismo Espíritu Santo que resucitó a Cristo dará nueva vida a mi
cuerpo mortal por medio del Espíritu de Dios que vive en mi. Así que, todo lo puedo en Cristo que me
fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese
eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras
en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e
inquietud. ¡En todas las cosas soy más
que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a)
por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por
la sangre de Jesús! Tú, mi Dios y Padre, me has dado propósito en este mundo.
¡Soy la luz del mundo y he de brillar con la luz del Evangelio de la Salvación!
Estoy dispuesto(a) a permitir que Tu Amor fluya en mí y ser Tu instrumento de
bendición. En esta misión, no hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y
Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(a)! ¡Soy feliz! Soy un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 24 Mat 5.21-48 / Ex 30-32 / Pro 14
Jesús y la ira
(Lc. 12.57–59)
21Oísteis que fue dicho
a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22Pero
yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de
juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el
concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de
fuego. 23Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas
de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja allí tu ofrenda
delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven
y presenta tu ofrenda. 25Ponte de acuerdo con tu adversario pronto,
entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue
al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. 26De
cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.
Jesús y el adulterio
27Oísteis que fue
dicho: No cometerás adulterio. 28Pero yo os digo que cualquiera que
mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29Por
tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues
mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea
echado al infierno. 30Y si tu mano derecha te es ocasión de caer,
córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y
no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
Jesús y el divorcio
31También fue dicho:
Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. 32Pero yo
os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace
que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.
Jesús y los juramentos
33Además habéis oído
que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus
juramentos. 34Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por
el cielo, porque es el trono de Dios; 35ni por la tierra, porque es
el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.
36Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo
cabello. 37Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es
más de esto, de mal procede.
El amor hacia los
enemigos
(Lc. 6.27–36)
38Oísteis que fue
dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39Pero yo os digo: No
resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha,
vuélvele también la otra; 40y al que quiera ponerte a pleito y
quitarte la túnica, déjale también la capa; 41y a cualquiera que te
obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. 42Al que te
pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.
43Oísteis que fue
dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44Pero yo os
digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a
los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45para
que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol
sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46Porque
si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo
mismo los publicanos? 47Y si saludáis a vuestros hermanos solamente,
¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48Sed, pues,
vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Exodo
30-32
El altar del
incienso
(Ex. 37.25–28)
30
1Harás asimismo un altar
para quemar el incienso; de madera de acacia lo harás. 2Su longitud
será de un codo, y su anchura de un codo; será cuadrado, y su altura de dos
codos; y sus cuernos serán parte del mismo. 3Y lo cubrirás de oro
puro, su cubierta, sus paredes en derredor y sus cuernos; y le harás en
derredor una cornisa de oro. 4Le harás también dos anillos de oro
debajo de su cornisa, a sus dos esquinas a ambos lados suyos, para meter las
varas con que será llevado. 5Harás las varas de madera de acacia, y
las cubrirás de oro. 6Y lo pondrás delante del velo que está junto
al arca del testimonio, delante del propiciatorio que está sobre el testimonio,
donde me encontraré contigo. 7Y Aarón quemará incienso aromático
sobre él; cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará. 8Y
cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, quemará el incienso; rito
perpetuo delante de Jehová por vuestras generaciones. 9No ofreceréis
sobre él incienso extraño, ni holocausto, ni ofrenda; ni tampoco derramaréis
sobre él libación. 10Y sobre sus cuernos hará Aarón expiación una
vez en el año con la sangre del sacrificio por el pecado para expiación; una
vez en el año hará expiación sobre él por vuestras generaciones; será muy santo
a Jehová.
El dinero del rescate
11Habló también
Jehová a Moisés, diciendo: 12Cuando tomes el número de los hijos de
Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su
persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los
hayas contado. 13Esto dará todo aquel que sea contado; medio siclo,
conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. La mitad de un
siclo será la ofrenda a Jehová. 14Todo el que sea contado, de veinte
años arriba, dará la ofrenda a Jehová. 15Ni el rico aumentará, ni el
pobre disminuirá del medio siclo, cuando dieren la ofrenda a Jehová para hacer
expiación por vuestras personas. 16Y tomarás de los hijos de Israel
el dinero de las expiaciones, y lo darás para el servicio del tabernáculo de
reunión; y será por memorial a los hijos de Israel delante de Jehová, para
hacer expiación por vuestras personas.
La fuente de bronce
17Habló más Jehová a
Moisés, diciendo: 18Harás también una fuente de bronce, con su base
de bronce, para lavar; y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el
altar, y pondrás en ella agua. 19Y de ella se lavarán Aarón y sus
hijos las manos y los pies. 20Cuando entren en el tabernáculo de
reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar
para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para Jehová, 21se
lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto
perpetuo él y su descendencia por sus generaciones.
El aceite de la unción, y el incienso
22Habló más Jehová a
Moisés, diciendo: 23Tomarás especias finas: de mirra excelente
quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos
cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta, 24de casia
quinientos, según el siclo del santuario, y de aceite de olivas un hin. 25Y
harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte
del perfumador, será el aceite de la unción santa. 26Con él ungirás
el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, 27la mesa con
todos sus utensilios, el candelero con todos sus utensilios, el altar del
incienso, 28el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la
fuente y su base. 29Así los consagrarás, y serán cosas santísimas;
todo lo que tocare en ellos, será santificado. 30Ungirás también a
Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes. 31Y
hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Este será mi aceite de la santa
unción por vuestras generaciones. 32Sobre carne de hombre no será
derramado, ni haréis otro semejante, conforme a su composición; santo es, y por
santo lo tendréis vosotros. 33Cualquiera que compusiere ungüento
semejante, y que pusiere de él sobre extraño, será cortado de entre su pueblo.
34Dijo además Jehová
a Moisés: Toma especias aromáticas, estacte y uña aromática y gálbano aromático
e incienso puro; de todo en igual peso, 35y harás de ello el
incienso, un perfume según el arte del perfumador, bien mezclado, puro y santo.
36Y molerás parte de él en polvo fino, y lo pondrás delante del
testimonio en el tabernáculo de reunión, donde yo me mostraré a ti. Os será
cosa santísima. 37Como este incienso que harás, no os haréis otro
según su composición; te será cosa sagrada para Jehová. 38Cualquiera
que hiciere otro como este para olerlo, será cortado de entre su pueblo.
Llamamiento de
Bezaleel y de Aholiab
(Ex. 35.30—36.1)
31
1Habló Jehová a
Moisés, diciendo: 2Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de
Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; 3y lo he llenado del Espíritu
de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, 4para
inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, 5y en
artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar
en toda clase de labor. 6Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab
hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo
sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado; 7el
tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, el propiciatorio que está sobre
ella, y todos los utensilios del tabernáculo, 8la mesa y sus
utensilios, el candelero limpio y todos sus utensilios, el altar del incienso,
9el altar del holocausto y todos sus utensilios, la fuente y su base,
10los vestidos del servicio, las vestiduras santas para Aarón el
sacerdote, las vestiduras de sus hijos para que ejerzan el sacerdocio, 11el
aceite de la unción, y el incienso aromático para el santuario; harán conforme
a todo lo que te he mandado.
El día de reposo como señal
12Habló además Jehová
a Moisés, diciendo: 13Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo:
En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo;* porque es señal entre mí y
vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os
santifico. 14Así que guardaréis el día de reposo,* porque santo es a
vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere
obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo.
15Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo* consagrado
a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo,* ciertamente morirá.
16Guardarán, pues, el día de reposo* los hijos de Israel, celebrándolo
por sus generaciones por pacto perpetuo. 17Señal es para siempre
entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la
tierra, y en el séptimo día cesó y reposó.
El becerro de oro
(Dt. 9.6–29)
18Y dio a Moisés,
cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio,
tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.
32
1Viendo el pueblo
que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le
dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este
Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya
acontecido. 2Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que
están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas,
y traédmelos. 3Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro
que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; 4y él los tomó de
las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición.
Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de
Egipto. 5Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro;
y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. 6Y al día
siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz;
y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.
7Entonces Jehová
dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de
Egipto se ha corrompido. 8Pronto se han apartado del camino que yo
les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han
ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron
de la tierra de Egipto. 9Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a
este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. 10Ahora, pues,
déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una
nación grande.
11Entonces Moisés oró
en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu
furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y
con mano fuerte? 12¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo:
Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz
de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra
tu pueblo. 13Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos,
a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra
descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda
esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre. 14Entonces
Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo.
15Y volvió Moisés y
descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas
escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas. 16Y
las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada
sobre las tablas. 17Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que
gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. 18Y
él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles;
voz de cantar oigo yo. 19Y aconteció que cuando él llegó al
campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las
tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. 20Y tomó el
becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a
polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel.
21Y dijo Moisés a
Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? 22Y
respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a
mal. 23Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de
nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto,
no sabemos qué le haya acontecido. 24Y yo les respondí: ¿Quién tiene
oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro.
25Y viendo Moisés que
el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza
entre sus enemigos, 26se puso Moisés a la puerta del campamento, y
dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los
hijos de Leví. 27Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de
Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a
puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su
pariente. 28Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de
Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. 29Entonces
Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado
en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros.
30Y aconteció que al
día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado,
pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado. 31Entonces
volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran
pecado, porque se hicieron dioses de oro, 32que perdones ahora su
pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. 33Y Jehová
respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro. 34Ve,
pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá
delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado.
35Y Jehová hirió al
pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón.
Proverbios 14
14
1 La mujer sabia edifica su casa;
Mas la necia con sus manos la derriba.
2 El que camina en su
rectitud teme a Jehová;
Mas el de caminos pervertidos lo menosprecia.
3 En la boca del
necio está la vara de la soberbia;
Mas los labios de los sabios los guardarán.
4 Sin bueyes el
granero está vacío;
Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.
5 El testigo
verdadero no mentirá;
Mas el testigo falso hablará mentiras.
6 Busca el
escarnecedor la sabiduría y no la halla;
Mas al hombre entendido la sabiduría le es fácil.
7 Vete de delante del
hombre necio,
Porque en él no hallarás labios de ciencia.
8 La ciencia del
prudente está en entender su camino;
Mas la indiscreción de los necios es engaño.
9 Los necios se mofan
del pecado;
Mas entre los rectos hay buena voluntad.
10 El corazón conoce
la amargura de su alma;
Y extraño no se entremeterá en su alegría.
11 La casa de los
impíos será asolada;
Pero florecerá la tienda de los rectos.
12 Hay camino que al
hombre le parece derecho;
Pero su fin es camino de muerte.
13 Aun en la risa
tendrá dolor el corazón;
Y el término de la alegría es congoja.
14 De sus caminos será
hastiado el necio de corazón;
Pero el hombre de bien estará contento del suyo.
15 El simple todo lo
cree;
Mas el avisado mira bien sus pasos.
16 El sabio teme y se
aparta del mal;
Mas el insensato se muestra insolente y confiado.
17 El que fácilmente
se enoja hará locuras;
Y el hombre perverso será aborrecido.
18 Los simples
heredarán necedad;
Mas los prudentes se coronarán de sabiduría.
19 Los malos se
inclinarán delante de los buenos,
Y los impíos a las puertas del justo.
20 El pobre es odioso
aun a su amigo;
Pero muchos son los que aman al rico.
21 Peca el que
menosprecia a su prójimo;
Mas el que tiene misericordia de los pobres es
bienaventurado.
22 ¿No yerran los que
piensan el mal?
Misericordia y verdad alcanzarán los que piensan el bien.
23 En toda labor hay
fruto;
Mas las vanas palabras de los labios empobrecen.
24 Las riquezas de los
sabios son su corona;
Pero la insensatez de los necios es infatuación.
25 El testigo
verdadero libra las almas;
Mas el engañoso hablará mentiras.
26 En el temor de
Jehová está la fuerte confianza;
Y esperanza tendrán sus hijos.
27 El temor de Jehová
es manantial de vida
Para apartarse de los lazos de la muerte.
28 En la multitud del
pueblo está la gloria del rey;
Y en la falta de pueblo la debilidad del príncipe.
29 El que tarda en
airarse es grande de entendimiento;
Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.
30 El corazón apacible
es vida de la carne;
Mas la envidia es carcoma de los huesos.
31 El que oprime al
pobre afrenta a su Hacedor;
Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.
32 Por su maldad será
lanzado el impío;
Mas el justo en su muerte tiene esperanza.
33 En el corazón del
prudente reposa la sabiduría;
Pero no es conocida en medio de los necios.
34 La justicia
engrandece a la nación;
Mas el pecado es afrenta de las naciones.
35 La benevolencia del
rey es para con el servidor entendido;
Mas su enojo contra el que lo avergüenza.
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