19 de Febrero
¡Creyendo!
Por Riqui Ricón*
El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del
Santísimo es la inteligencia. Porque por mí se aumentarán tus días, Y años de
vida se te añadirán (Pro 9.10-11).
La mejor manera que he
encontrado para definir el temor de Jehová o temor de Dios es como el Amor
reverente que profesa un hijo hacia su padre con el cual tiene una muy buena
relación de amigos con respeto y admiración. Así que, el temor de Dios no es
miedo a Dios sino el
conocimiento del Santísimo. Esto es, tener
una relación íntima con Él, pues sólo así se puede tener el conocimiento de Su
Santidad.
Este tipo de temor, este
tipo de relación, es el principio de la sabiduría y contiene una preciosa
promesa: Porque
por mí se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán.
Esta sabiduría y temor de
Dios sólo se pueden obtener mediante una relación estrecha y constante con tu
Padre celestial mediante la oración, la adoración y la lectura y meditación de
Su Palabra. Y aunque todo esto requiere dedicación y constancia NO son el
producto de una obligación adquirida sino de una relación cultivada.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar (Mat 11.28).
Toda relación con Dios, sea para adquirir sabiduría o para alcanzar
misericordia, se basa en el Amor que Él siente por ti y no en el cumplimiento
de deberes o tareas asignadas. De hecho, Jesús está más que dispuesto a
ayudarte con tus cargas y trabajos.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a
ti. Jesús vino a salvarte, ¡nunca a condenarte!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
El único interés que Dios
tiene en tu persona es el de relacionarse contigo de una forma tan personal que
aprendas a mirarlo como a tu verdadero Padre.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:
¡Abba, Padre! (Rom 8.15).
Entonces, el temor de Dios es el principio de la sabiduría, y esto
significa: tener una relación de íntima confianza, respeto y admiración con tu
Padre celestial.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Es este temor de Dios, esta confianza, lo que te garantiza una vida
dichosa. Es este principio de sabiduría, y no el dinero, ni el éxito, lo único
que te puede dar el gozo y la dicha de vivir la vida que te toco vivir.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí (Jua 14.6).
La buena noticia del día de hoy es que el Camino de la sabiduría está
abierto y es un Camino de Vida y Verdad.
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por
la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo
que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran
sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y
lavados los cuerpos con agua pura (He 10.19-22).
Así es, mi
amado(a), por el sacrificio de Amor de Cristo Jesús, tú tienes todo el derecho
y la libertad para entrar al lugar de Su Presencia. Puedes acercarte a Dios, tu
Padre, con plena certeza de fe que Él no te va a rechazar. Si no te rechazó
antes, mucho menos lo hará ahora que eres Su Hijo(a) legítimo(a).
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran
amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en
pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús (Efe 2.4-6).
El temor de Dios es ese amor, gratitud, reverencia y admiración que tú
sientes por Aquel que te ha amado tanto. Es parte de tu Nueva Naturaleza y te
impulsa a orar y leer la Biblia como la base, el fundamento, de tu relación con
Él. ¡Este ES el principio de la Sabiduría!
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de
noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Así que, sea cual sea el problema, la enfermedad o la situación que estés
enfrentando el día de hoy, hazlo con sabiduría. No dejes de orar y platicar con
tu Padre celestial. Pon la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón. Y
prepárate a salir más que vencedor(a) en todas los cosas, pues se aumentarán tus días, Y
años de vida se te añadirán.
¡Harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que hermoso es saberme tan amado(a) por Ti. ¡Gracias
por tanto y tan grande Amor! En verdad te estoy muy agradecido(a). Gracias
porque el principio de la sabiduría es este Amor que nos relaciona a Ti y a mí.
Gracias por hacerme Tu Hijo(a). Gracias porque a pesar de mis circunstancias Tú
me aumentas mis días y me añades años de vida. Señor Jesús, por Tu sacrificio
de Amor, por tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota, ahora yo he
pasado de muerte a vida y ¡Tú me has trasladado de las tinieblas a Tu Luz
admirable! ¡Puedo vivir la Vida que compraste para mí! Así que, en todo
problema, enfermedad o aflicción, yo, ____________ (tu nombre aquí), soy más
que vencedor(a), pues TODO lo puedo en Cristo que me fortalece y aunque ande en
valle de sombra y de muerte NO VOY A TEMER mal alguno porque Tú, Jesús, estás
conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán
aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges
mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán
todos los días de mi vida, Y en Tu casa, oh Señor, moraré por largos días. ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz
audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final
de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
19 Mat
1 / Ex 20-21 /
Pro 9
San
Mateo 1
Genealogía de Jesucristo
(Lc. 3.23–38)
1
1Libro de la
genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2Abraham engendró
a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos. 3Judá
engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom, y Esrom a Aram. 4Aram
engendró a Aminadab, Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón. 5Salmón
engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. 6Isaí
engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de
Urías. 7Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, y Abías a Asa.
8Asa engendró a Josafat, Josafat a Joram, y Joram a Uzías. 9Uzías
engendró a Jotam, Jotam a Acaz, y Acaz a Ezequías. 10Ezequías
engendró a Manasés, Manasés a Amón, y Amón a Josías. 11Josías
engendró a Jeconías y a sus hermanos, en el tiempo de la deportación a
Babilonia.
12Después de la
deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel.
13Zorobabel engendró a Abiud, Abiud a Eliaquim, y Eliaquim a Azor.
14Azor engendró a Sadoc, Sadoc a Aquim, y Aquim a Eliud. 15Eliud
engendró a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; 16y Jacob
engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
17De manera que
todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta
la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta
Cristo, catorce.
Nacimiento de Jesucristo
(Lc. 2.1–7)
18El nacimiento
de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José,
antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
19José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla
secretamente. 20Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor
le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María
tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21Y
dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22Todo
esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del
profeta, cuando dijo:
23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros. 24Y
despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y
recibió a su mujer. 25Pero no la conoció hasta que dio a luz a su
hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
Exodo
20-21
Los Diez Mandamientos
(Dt. 5.1–21)
20
1Y habló Dios
todas estas palabras, diciendo: 2Yo soy Jehová tu Dios, que te
saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
3No tendrás
dioses ajenos delante de mí.
4No te harás
imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la
tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5No te inclinarás a
ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios,
fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la
tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6y hago
misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
7No tomarás el
nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no
dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
8Acuérdate del
día de reposo* para santificarlo. 9Seis
días trabajarás, y harás toda tu obra; 10mas el séptimo día es
reposo*
para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni
tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero
que está dentro de tus puertas. 11Porque en seis días hizo Jehová
los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en
el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo* y lo santificó.
12Honra a tu
padre y a tu madre, para que tus días se
alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.
13No matarás.
14No cometerás
adulterio.
15No hurtarás.
16No hablarás
contra tu prójimo falso testimonio.
17No codiciarás
la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni
su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
El terror del pueblo
(Dt. 5.22–33)
18Todo el pueblo
observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte
que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. 19Y
dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios
con nosotros, para que no muramos. 20Y
Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para
que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.
21Entonces el
pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba
Dios. 22Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros
habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros. 23No
hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis. 24Altar
de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas
de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la
memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. 25Y si me
hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque
si alzares herramienta sobre él, lo profanarás. 26No subirás por
gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.
Leyes sobre los esclavos
(Dt. 15.12–18)
21
1Estas son las
leyes que les propondrás. 2Si comprares siervo hebreo, seis años
servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde. 3Si entró solo,
solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él. 4Si su
amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos
serán de su amo, y él saldrá solo. 5Y si el siervo dijere: Yo amo
a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; 6entonces
su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al
poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre.
7Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá ella como suelen
salir los siervos. 8Si no agradare a su señor, por lo cual no la
tomó por esposa, se le permitirá que se rescate, y no la podrá vender a pueblo
extraño cuando la desechare. 9Mas si la hubiere desposado con su
hijo, hará con ella según la costumbre de las hijas. 10Si tomare
para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber
conyugal. 11Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá
de gracia, sin dinero.
Leyes sobre actos de violencia
12El que hiriere
a alguno, haciéndole así morir, él morirá. 13Mas
el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te
señalaré lugar al cual ha de huir. 14Pero
si alguno se ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi
altar lo quitarás para que muera.
15El que hiriere
a su padre o a su madre, morirá.
16Asimismo el que
robare una persona y la vendiere, o si fuere hallada en sus manos, morirá.
17Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.18Además, si
algunos riñeren, y uno hiriere a su prójimo con piedra o con el puño, y éste no
muriere, pero cayere en cama; 19si se levantare y anduviere fuera
sobre su báculo, entonces será absuelto el que lo hirió; solamente le satisfará
por lo que estuvo sin trabajar, y hará que le curen.
20Y si alguno
hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será
castigado; 21mas si sobreviviere por un día o dos, no será
castigado, porque es de su propiedad.
22Si algunos
riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte,
serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren
los jueces. 23Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por
vida, 24ojo por ojo, diente por diente, mano
por mano, pie por pie, 25quemadura por quemadura, herida por
herida, golpe por golpe.
Leyes sobre responsabilidades de amos y dueños
26Si alguno
hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo dañare, le dará
libertad por razón de su ojo. 27Y si hiciere saltar un diente de
su siervo, o un diente de su sierva, por su diente le dejará ir libre.
28Si un buey
acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será
apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño del buey será absuelto.
29Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se
le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el
buey será apedreado, y también morirá su dueño. 30Si le fuere
impuesto precio de rescate, entonces dará por el rescate de su persona cuanto
le fuere impuesto. 31Haya acorneado a hijo, o haya acorneado a
hija, conforme a este juicio se hará con él. 32Si el buey
acorneare a un siervo o a una sierva, pagará su dueño treinta siclos de plata,
y el buey será apedreado.
33Y si alguno
abriere un pozo, o cavare cisterna, y no la cubriere, y cayere allí buey o
asno, 34el dueño de la cisterna pagará el daño, resarciendo a su
dueño, y lo que fue muerto será suyo.
35Y si el buey de
alguno hiriere al buey de su prójimo de modo que muriere, entonces venderán el
buey vivo y partirán el dinero de él, y también partirán el buey muerto.
36Mas si era notorio que el buey era acorneador desde tiempo atrás, y su
dueño no lo hubiere guardado, pagará buey por buey, y el buey muerto será suyo.
Proverbios 9
La Sabiduría y la mujer insensata
9
1 La sabiduría edificó su casa,
Labró sus
siete columnas.
2 Mató sus víctimas, mezcló su vino,
Y puso su
mesa.
3 Envió sus criadas;
Sobre lo más
alto de la ciudad clamó.
4 Dice a cualquier simple: Ven acá.
A los faltos
de cordura dice:
5 Venid, comed mi pan,
Y bebed del
vino que yo he mezclado.
6 Dejad las simplezas, y vivid,
Y andad por el camino de la
inteligencia.
7 El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta;
El que
reprende al impío, se atrae mancha.
8 No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca;
Corrige al
sabio, y te amará.
9 Da al sabio, y será más sabio;
Enseña al justo,
y aumentará su saber.
10 El temor de Jehová es el principio de la sabiduría,
Y el
conocimiento del Santísimo es la inteligencia.
11 Porque por mí se aumentarán tus días,
Y años de
vida se te añadirán.
12 Si fueres sabio, para ti lo serás;
Y si fueres escarnecedor,
pagarás tú solo.
13 La mujer insensata es alborotadora;
Es simple e
ignorante.
14 Se sienta en una silla a la puerta de su casa,
En los
lugares altos de la ciudad,
15 Para llamar a los que pasan por el camino,
Que van por
sus caminos derechos.
16 Dice a cualquier simple: Ven acá.
A los faltos
de cordura dijo:
17 Las aguas hurtadas son dulces,
Y el pan
comido en oculto es sabroso.
18 Y no saben que allí están los muertos;
Que sus
convidados están en lo profundo del Seol.
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