lunes, 18 de febrero de 2019

¡Cómo alcanzar la sabiduría!



19 de Febrero
¡Creyendo!
Por Riqui Ricón*

El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Porque por mí se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán (Pro 9.10-11).

La mejor manera que he encontrado para definir el temor de Jehová o temor de Dios es como el Amor reverente que profesa un hijo hacia su padre con el cual tiene una muy buena relación de amigos con respeto y admiración. Así que, el temor de Dios no es miedo a Dios sino el conocimiento del Santísimo. Esto es,  tener una relación íntima con Él, pues sólo así se puede tener el conocimiento de Su Santidad.

Este tipo de temor, este tipo de relación, es el principio de la sabiduría y contiene una preciosa promesa: Porque por mí se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán.
Esta sabiduría y temor de Dios sólo se pueden obtener mediante una relación estrecha y constante con tu Padre celestial mediante la oración, la adoración y la lectura y meditación de Su Palabra. Y aunque todo esto requiere dedicación y constancia NO son el producto de una obligación adquirida sino de una relación cultivada.

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar (Mat 11.28).

Toda relación con Dios, sea para adquirir sabiduría o para alcanzar misericordia, se basa en el Amor que Él siente por ti y no en el cumplimiento de deberes o tareas asignadas. De hecho, Jesús está más que dispuesto a ayudarte con tus cargas y trabajos.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Jesús vino a salvarte, ¡nunca a condenarte!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).
El único interés que Dios tiene en tu persona es el de relacionarse contigo de una forma tan personal que aprendas a mirarlo como a tu verdadero Padre.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Rom 8.15).

Entonces, el temor de Dios es el principio de la sabiduría, y esto significa: tener una relación de íntima confianza, respeto y admiración con tu Padre celestial.

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Es este temor de Dios, esta confianza, lo que te garantiza una vida dichosa. Es este principio de sabiduría, y no el dinero, ni el éxito, lo único que te puede dar el gozo y la dicha de vivir la vida que te toco vivir.

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Jua 14.6).

La buena noticia del día de hoy es que el Camino de la sabiduría está abierto y es un Camino de Vida y Verdad.

Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura (He 10.19-22).

Así es, mi amado(a), por el sacrificio de Amor de Cristo Jesús, tú tienes todo el derecho y la libertad para entrar al lugar de Su Presencia. Puedes acercarte a Dios, tu Padre, con plena certeza de fe que Él no te va a rechazar. Si no te rechazó antes, mucho menos lo hará ahora que eres Su Hijo(a) legítimo(a).

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,  aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo  (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús (Efe 2.4-6).

El temor de Dios es ese amor, gratitud, reverencia y admiración que tú sientes por Aquel que te ha amado tanto. Es parte de tu Nueva Naturaleza y te impulsa a orar y leer la Biblia como la base, el fundamento, de tu relación con Él. ¡Este ES el principio de la Sabiduría!

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

Así que, sea cual sea el problema, la enfermedad o la situación que estés enfrentando el día de hoy, hazlo con sabiduría. No dejes de orar y platicar con tu Padre celestial. Pon la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón. Y prepárate a salir más que vencedor(a) en todas los cosas, pues se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán.

¡Harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien!


Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, que hermoso es saberme tan amado(a) por Ti. ¡Gracias por tanto y tan grande Amor! En verdad te estoy muy agradecido(a). Gracias porque el principio de la sabiduría es este Amor que nos relaciona a Ti y a mí. Gracias por hacerme Tu Hijo(a). Gracias porque a pesar de mis circunstancias Tú me aumentas mis días y me añades años de vida. Señor Jesús, por Tu sacrificio de Amor, por tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota, ahora yo he pasado de muerte a vida y ¡Tú me has trasladado de las tinieblas a Tu Luz admirable! ¡Puedo vivir la Vida que compraste para mí! Así que, en todo problema, enfermedad o aflicción, yo, ____________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a), pues TODO lo puedo en Cristo que me fortalece y aunque ande en valle de sombra y de muerte NO VOY A TEMER mal alguno porque Tú, Jesús, estás conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en Tu casa, oh Señor, moraré por largos días. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 19                 Mat 1 /  Ex 20-21 /  Pro 9

San Mateo 1
Genealogía de Jesucristo
(Lc. 3.23–38)
1
1Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos. 3Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom, y Esrom a Aram. 4Aram engendró a Aminadab, Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón. 5Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. 6Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías. 7Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, y Abías a Asa. 8Asa engendró a Josafat, Josafat a Joram, y Joram a Uzías. 9Uzías engendró a Jotam, Jotam a Acaz, y Acaz a Ezequías. 10Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amón, y Amón a Josías. 11Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, en el tiempo de la deportación a Babilonia.
12Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel. 13Zorobabel engendró a Abiud, Abiud a Eliaquim, y Eliaquim a Azor. 14Azor engendró a Sadoc, Sadoc a Aquim, y Aquim a Eliud. 15Eliud engendró a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; 16y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
17De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.

Nacimiento de Jesucristo
(Lc. 2.1–7)
18El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
     23     He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel,

que traducido es: Dios con nosotros. 24Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.


Exodo 20-21
Los Diez Mandamientos
(Dt. 5.1–21)
20
1Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: 2Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
3No tendrás dioses ajenos delante de mí.
4No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
7No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
8Acuérdate del día de reposo* para santificarlo. 9Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10mas el séptimo día es reposo* para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo* y lo santificó.
12Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.
13No matarás.
14No cometerás adulterio.
15No hurtarás.
16No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.
17No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

El terror del pueblo
(Dt. 5.22–33)
18Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. 19Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. 20Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.
21Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios. 22Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros. 23No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis. 24Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. 25Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás. 26No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.

Leyes sobre los esclavos
(Dt. 15.12–18)
21
1Estas son las leyes que les propondrás. 2Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde. 3Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él. 4Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo. 5Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; 6entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre. 7Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá ella como suelen salir los siervos. 8Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por esposa, se le permitirá que se rescate, y no la podrá vender a pueblo extraño cuando la desechare. 9Mas si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella según la costumbre de las hijas. 10Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal. 11Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia, sin dinero.

Leyes sobre actos de violencia
12El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá. 13Mas el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir. 14Pero si alguno se ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi altar lo quitarás para que muera.
15El que hiriere a su padre o a su madre, morirá.
16Asimismo el que robare una persona y la vendiere, o si fuere hallada en sus manos, morirá. 17Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.18Además, si algunos riñeren, y uno hiriere a su prójimo con piedra o con el puño, y éste no muriere, pero cayere en cama; 19si se levantare y anduviere fuera sobre su báculo, entonces será absuelto el que lo hirió; solamente le satisfará por lo que estuvo sin trabajar, y hará que le curen.
20Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será castigado; 21mas si sobreviviere por un día o dos, no será castigado, porque es de su propiedad.
22Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. 23Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, 24ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 25quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.

Leyes sobre responsabilidades de amos y dueños
26Si alguno hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo dañare, le dará libertad por razón de su ojo. 27Y si hiciere saltar un diente de su siervo, o un diente de su sierva, por su diente le dejará ir libre.
28Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño del buey será absuelto. 29Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño. 30Si le fuere impuesto precio de rescate, entonces dará por el rescate de su persona cuanto le fuere impuesto. 31Haya acorneado a hijo, o haya acorneado a hija, conforme a este juicio se hará con él. 32Si el buey acorneare a un siervo o a una sierva, pagará su dueño treinta siclos de plata, y el buey será apedreado.
33Y si alguno abriere un pozo, o cavare cisterna, y no la cubriere, y cayere allí buey o asno, 34el dueño de la cisterna pagará el daño, resarciendo a su dueño, y lo que fue muerto será suyo.
35Y si el buey de alguno hiriere al buey de su prójimo de modo que muriere, entonces venderán el buey vivo y partirán el dinero de él, y también partirán el buey muerto. 36Mas si era notorio que el buey era acorneador desde tiempo atrás, y su dueño no lo hubiere guardado, pagará buey por buey, y el buey muerto será suyo.
       
Proverbios 9

La Sabiduría y la mujer insensata
9
     1     La sabiduría edificó su casa,
Labró sus siete columnas.
     2     Mató sus víctimas, mezcló su vino,
Y puso su mesa.
     3     Envió sus criadas;
Sobre lo más alto de la ciudad clamó.
     4     Dice a cualquier simple: Ven acá.
A los faltos de cordura dice:
     5     Venid, comed mi pan,
Y bebed del vino que yo he mezclado.
     6     Dejad las simplezas, y vivid,
Y andad por el camino de la inteligencia.
     7     El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta;
El que reprende al impío, se atrae mancha.
     8     No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca;
Corrige al sabio, y te amará.
     9     Da al sabio, y será más sabio;
Enseña al justo, y aumentará su saber.
     10     El temor de Jehová es el principio de la sabiduría,
Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.
     11     Porque por mí se aumentarán tus días,
Y años de vida se te añadirán.
     12     Si fueres sabio, para ti lo serás;
Y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.
     13     La mujer insensata es alborotadora;
Es simple e ignorante.
     14     Se sienta en una silla a la puerta de su casa,
En los lugares altos de la ciudad,
     15     Para llamar a los que pasan por el camino,
Que van por sus caminos derechos.
     16     Dice a cualquier simple: Ven acá.
A los faltos de cordura dijo:
     17     Las aguas hurtadas son dulces,
Y el pan comido en oculto es sabroso.
     18     Y no saben que allí están los muertos;
Que sus convidados están en lo profundo del Seol.

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