viernes, 15 de febrero de 2019

¡Cómo vivir por FE!



15 de Febrero
¡Fe es creer! ¡Fe es creerle a Dios!
Por Riqui Ricón*

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve... Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía... Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.1, 3, 6).
Cuando al conversar con creyentes acerca de la fe, les hago notar que TODO aquello que no se hace con fe es pecado, casi siempre muestran gran consternación y sorpresa. Se resisten a tal afirmación con preguntas y argumentos como: “esto no es posible Riqui Ricón, ya parece que vamos a estar pendientes de nuestra fe cada segundo que vivamos”; “¿cómo piensas que Dios quiera eso de nosotros, creer a cada instante?” “¿No estarás sobre espiritualizando las cosas, mira que en la iglesia está bien, es lo que se supone que debemos hacer, pero, creer a cada momento en nuestra vida diaria?
¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado (Ro 14.22-23).
Pensar que la fe es una actitud espiritual para ser adoptada dentro de las actividades de la iglesia, como cultos, reuniones de oración, pláticas con el pastor y ocasionalmente alguna reunión con otros cristianos, sólo te colocará en total desventaja para cumplir el Plan y propósito de Dios para tu vida.
Sal 84:5-6 RVC  ¡Cuán felices son los que hallan fuerzas en ti, los que ponen su corazón en tus caminos!  (6)  Cuando cruzan por el valle de las lágrimas, cambian su aridez en un manantial al llenar la lluvia los estanques.
El Plan y Propósito de Dios para tu vida es muy sencillo y maravilloso: que vivas una vida en Su Plenitud, una vida abundante llena de gozo, paz y victoria. Que vivas la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, PARA que seas luz para aquellos que viven en tinieblas; PARA que atravieses el valle de lágrimas y lo cambies en manantiales de agua que salten para Vida Eterna.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
La Vida de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo tiene que ser, forzosamente, una Vida plena y abundante
Siendo honesto(a) con Dios y contigo mismo(a), pregúntate, ¿hace cuánto tiempo que no experimento un gozo verdadero? ¿Hace cuánto que no disfruto de una victoria perdurable? ¿Hace cuánto que no tengo paz en mi corazón? Si el ladrón sólo viene a hurtar y a matar y a destruir y Jesús ha venido a mí para darme una vida abundante, ¿cuál es la razón por la que esa vida abundante se me escapa continuamente?
Si este fuera tu caso, te puedo asegurar que la respuesta a todas estas preguntas es la misma: ¡No estás viviendo por fe! Y te es necesario vivir por fe, pues, el justo por su fe vivirá (Ha 2.4; Ro 1,17; Ga 3.11; He 10.38).
Ahora bien, ¿Qué es la fe? Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Pero, ¿cómo puedes estar seguro de algo que no ves? ¿Cómo puedes estar convencido de que recibirás lo que estás esperando? Digo, tienes en tu mano el dictamen médico, o te acaban de entregar la demanda, o se fue tu hijo(a) de la casa, o acabas de pelearte con tu esposa, o estás atrapado por alguna adicción.
¿Cómo puedes llamar las cosas que no son, si tienes toda la evidencia de lo que SÍ son?
Me gusta esta pregunta porque su respuesta es hermosamente sencilla: a pesar de toda evidencia y su contundencia, puedes estar seguro(a) de lo contrario (de aquello que no ves), solamente si Dios lo ha dicho.
Así es, a pesar de toda la evidencia en tu contra, tú eres (y lo serás siempre), la persona que Dios dice en la Biblia que ahora tú eres. ¡Sin lugar a dudas!
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Núm 23.19-20).
Sólo recuerda que Dios es el Todopoderoso y no hay nada imposible para Él, excepto mentir. Toda palabra que sale de la boca de Dios tiene el poder en sí misma para hacerse cumplir, pues es Palabra de Dios.
Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8.5-10).
¡Jesús se maravilló de la fe de este soldado romano!
Parafraseando un poco la conversación entre el centurión y Jesús tenemos algo más o menos como sigue: “Señor, yo sé que Tú eres Dios y que por lo tanto no hay nada imposible para Ti y además tienes toda Autoridad sobre cualquier cosa, por lo tanto, no necesito que vengas a mi casa, tan sólo di la Palabra y mi criado sanará. Tu Palabra tiene toda Autoridad. Vamos, ¡Tú eres Dios! ¡Tu Palabra es Palabra de Honor!”.
Así que, efectivamente, tú puedes tener hoy la certeza de lo que estás esperando y la convicción de aquello que aún no ves. Sin importar la gravedad del asunto, enfermedad o problema, basta que tengas una Palabra del Señor y un milagro sucederá.
Recuerda siempre que, por Cristo Jesús, tú eres un(a) Hijo(a) de Dios y si tu Padre lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
Fe es creerle a Dios, creyendo Su Palabra, la Biblia.
Fe es creerle a Dios, creyendo Su Palabra, de tal modo que, precisamente por eso, ahora puedes llamar las cosas que no son como si ya fueran (Ro 4.17).
Fe es entender que la Palabra de Dios es completa, eterna e infalible; es estar convencido de que JAMAS serás avergonzado(a) por haber confiado en la Biblia (Sal 119.42), pues TODO lo que existe, sea visible o invisible, tiene su origen en la Palabra de Dios. De tal modo que, esa Vida Plena y Abundante que se te ha prometido, vendrá a ser substancia material de aquello que aún no ves por medio de tu FE [por medio de creerle a Dios, creyendo Su Palabra].
Jua 3:16 RV60  Porque de tal manera amó Dios al mundo,  que ha dado a su Hijo unigénito,  para que todo aquel que en él cree,  no se pierda,  mas tenga VIDA ETERNA.
Cuando entiendes que al Nacer de Nuevo has recibido Vida Eterna y que esto significa vivir por siempre o, mejor dicho, NUNCA MORIR, entonces, el cómo y el cuándo del cumplimiento de las promesas pasa a segundo término, pues, sabes que sabes, que el cielo y la tierra pasarán más Sus Palabras no pasarán.
Entonces, si de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, tú eres justo(a), hecho(a) justicia de Dios, ¡claro que puedes vivir por fe cada instante de tu vida! ¡Claro que puedes agradar a Dios, tu Padre, esperando paciente, constante y persistentemente, TODO AQUELLO que Él ya te ha prometido en Su Palabra!
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió (He 10.23).

Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero agradarte con mi fe, pues en verdad creo que eres el creador del universo, de todo lo visible y de lo invisible. Creo que me amas tanto que preferiste entregar a Tu propio Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Creo y recibo este Tu gran Amor con que me amas. Gracias, Señor Jesús; por lo que hiciste al morir en esa cruz y resucitar, yo tengo la Vida Eterna. Me has hecho un(a) Hijo(a) de Dios. Sé que, que, aunque yo estaba muerto(a) en mis delitos y pecados, por este Tu Gran Amor con que me has amado, me diste Vida juntamente con Cristo Jesús; por Tu Gracia soy salvo(a) por medio de la fe, y aún ésta última no es mía sino que es un regalo Tuyo. ¡Cuán Grande y Hermoso Eres mi Señor! ¡Cuán maravilloso es Tu Amor por mí! En esta hora me pongo de acuerdo con Tu Eterna e Infalible Palabra para creer y declarar que, por el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, creo y recibo mi sanidad. Me declaro libre de toda dolencia y enfermedad. Hablo salud y bienestar a cada célula, tejido, órgano y sistema de mi ser. Me declaro libre de cualquier tipo de adicción que me haya querido esclavizar. Rechazo todo miedo, pues yo no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy puedo decir, Abba, Padre. Pongo mis ojos, emociones y sentimientos en Ti, Señor Jesús, quien eres el autor y consumador de mi fe. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una Vida Plena y Abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. Gracias porque por Tu Palabra, la Biblia, sin lugar a dudas, soy y recibo todo esto que he declarado delante de Tu Presencia. En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 15                           Heb 11.1-22 /  Ex 13-14 /  Pro 5

Hebreos 11.1-22
La fe
11
1Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 2Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 3Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
4Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. 5Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. 6Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. 7Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
8Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
13Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
17Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, 18habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia;19pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. 20Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. 21Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. 22Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.

Exodo 13-14
Consagración de los primogénitos
13
1Jehová habló a Moisés, diciendo: 2Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es.
3Y Moisés dijo al pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado. 4Vosotros salís hoy en el mes de Abib. 5Y cuando Jehová te hubiere metido en la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del heveo y del jebuseo, la cual juró a tus padres que te daría, tierra que destila leche y miel, harás esta celebración en este mes. 6Siete días comerás pan sin leudar, y el séptimo día será fiesta para Jehová. 7Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio. 8Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Jehová hizo conmigo cuando me sacó de Egipto. 9Y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Jehová esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Jehová de Egipto. 10Por tanto, tú guardarás este rito en su tiempo de año en año.
11Y cuando Jehová te haya metido en la tierra del cananeo, como te ha jurado a ti y a tus padres, y cuando te la hubiere dado, 12dedicarás a Jehová todo aquel que abriere matriz, y asimismo todo primer nacido de tus animales; los machos serán de Jehová. 13Mas todo primogénito de asno redimirás con un cordero; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. También redimirás al primogénito de tus hijos. 14Y cuando mañana te pregunte tu hijo, diciendo: ¿Qué es esto?, le dirás: Jehová nos sacó con mano fuerte de Egipto, de casa de servidumbre; 15y endureciéndose Faraón para no dejarnos ir, Jehová hizo morir en la tierra de Egipto a todo primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia; y por esta causa yo sacrifico para Jehová todo primogénito macho, y redimo al primogénito de mis hijos. 16Te será, pues, como una señal sobre tu mano, y por un memorial delante de tus ojos, por cuanto Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte.

La columna de nube y de fuego
17Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. 18Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados. 19Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros. 20Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto. 21Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. 22Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.

Los israelitas cruzan el Mar Rojo
14
1Habló Jehová a Moisés, diciendo: 2Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él acamparéis junto al mar. 3Porque Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado. 4Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová. Y ellos lo hicieron así.
5Y fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía; y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva? 6Y unció su carro, y tomó consigo su pueblo; 7y tomó seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos. 8Y endureció Jehová el corazón de Faraón rey de Egipto, y él siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa. 9Siguiéndolos, pues, los egipcios, con toda la caballería y carros de Faraón, su gente de a caballo, y todo su ejército, los alcanzaron acampados junto al mar, al lado de Pi-hahirot, delante de Baal-zefón.
10Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová. 11Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? 12¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto. 13Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. 14Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. 15Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. 16Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco. 17Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; 18y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo.
19Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, 20e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros.
21Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. 22Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. 23Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo. 24Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios, 25y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios. 26Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería. 27Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar. 28Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno. 29Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda.
30Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. 31Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo.
       
Proverbios 5

Amonestación contra la impureza
5
     1     Hijo mío, está atento a mi sabiduría,
Y a mi inteligencia inclina tu oído,
     2     Para que guardes consejo,
Y tus labios conserven la ciencia.
     3     Porque los labios de la mujer extraña destilan miel,
Y su paladar es más blando que el aceite;
     4     Mas su fin es amargo como el ajenjo,
Agudo como espada de dos filos.
     5     Sus pies descienden a la muerte;
Sus pasos conducen al Seol.
     6     Sus caminos son inestables; no los conocerás,
Si no considerares el camino de vida.
     7     Ahora pues, hijos, oídme,
Y no os apartéis de las razones de mi boca.
     8     Aleja de ella tu camino,
Y no te acerques a la puerta de su casa;
     9     Para que no des a los extraños tu honor,
Y tus años al cruel;
     10     No sea que extraños se sacien de tu fuerza,
Y tus trabajos estén en casa del extraño;
     11     Y gimas al final,
Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,
     12     Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo,
Y mi corazón menospreció la reprensión;
     13     No oí la voz de los que me instruían,
Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!
     14     Casi en todo mal he estado,
En medio de la sociedad y de la congregación.
     15     Bebe el agua de tu misma cisterna,
Y los raudales de tu propio pozo.
     16     ¿Se derramarán tus fuentes por las calles,
Y tus corrientes de aguas por las plazas?
     17     Sean para ti solo,
Y no para los extraños contigo.
     18     Sea bendito tu manantial,
Y alégrate con la mujer de tu juventud,
     19     Como cierva amada y graciosa gacela.
Sus caricias te satisfagan en todo tiempo,
Y en su amor recréate siempre.
     20     ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena,
Y abrazarás el seno de la extraña?
     21     Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová,
Y él considera todas sus veredas.
     22     Prenderán al impío sus propias iniquidades,
Y retenido será con las cuerdas de su pecado.
     23     El morirá por falta de corrección,
Y errará por lo inmenso de su locura.

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