15 de Febrero
¡Fe es creer! ¡Fe es creerle a
Dios!
Por Riqui Ricón*
Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve... Por la fe
entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue
hecho de lo que no se veía... Pero sin fe es imposible
agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.1,
3, 6).
Cuando al conversar con creyentes
acerca de la fe, les hago notar que TODO aquello que no se hace con fe es
pecado, casi siempre muestran gran consternación y sorpresa. Se resisten a tal
afirmación con preguntas y argumentos como: “esto no es posible Riqui Ricón, ya parece que vamos a estar pendientes
de nuestra fe cada segundo que vivamos”; “¿cómo piensas que Dios quiera eso de nosotros, creer a cada instante?”
“¿No estarás sobre espiritualizando las
cosas, mira que en la iglesia está bien, es lo que se supone que debemos hacer,
pero, creer a cada momento en nuestra vida diaria?”
¿Tienes
tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena
a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que
come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe,
es pecado (Ro
14.22-23).
Pensar que la fe es una actitud
espiritual para ser adoptada dentro de las actividades de la iglesia, como
cultos, reuniones de oración, pláticas con el pastor y ocasionalmente alguna
reunión con otros cristianos, sólo te colocará en total desventaja para cumplir
el Plan y propósito de Dios para tu vida.
Sal 84:5-6 RVC ¡Cuán felices son los que
hallan fuerzas en ti, los que ponen su corazón en tus caminos! (6)
Cuando cruzan por el valle de las lágrimas, cambian su aridez en un
manantial al llenar la lluvia los estanques.
El Plan y Propósito de Dios para
tu vida es muy sencillo y maravilloso: que vivas una vida en Su Plenitud, una
vida abundante llena de gozo, paz y victoria. Que vivas la Vida Eterna de un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, PARA que seas luz para aquellos que viven
en tinieblas; PARA que atravieses el valle de lágrimas y lo cambies en
manantiales de agua que salten para Vida Eterna.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
La Vida de un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo tiene que ser, forzosamente, una Vida plena y abundante
Siendo honesto(a) con Dios y contigo
mismo(a), pregúntate, ¿hace cuánto tiempo que no experimento un gozo verdadero?
¿Hace cuánto que no disfruto de una victoria perdurable? ¿Hace cuánto que no
tengo paz en mi corazón? Si el ladrón sólo viene a hurtar y a matar y a
destruir y Jesús ha venido a mí para darme una vida abundante, ¿cuál es la
razón por la que esa vida abundante se me escapa continuamente?
Si este fuera tu caso, te puedo
asegurar que la respuesta a todas estas preguntas es la misma: ¡No estás
viviendo por fe! Y te es necesario vivir por fe, pues, el justo
por su fe vivirá (Ha 2.4; Ro 1,17; Ga 3.11; He
10.38).
Ahora bien, ¿Qué es la fe? Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Pero, ¿cómo puedes estar seguro de algo que no ves? ¿Cómo puedes estar
convencido de que recibirás lo que estás esperando? Digo, tienes en tu mano el
dictamen médico, o te acaban de entregar la demanda, o se fue tu hijo(a) de la
casa, o acabas de pelearte con tu esposa, o estás atrapado por alguna adicción.
¿Cómo puedes llamar las cosas que
no son, si tienes toda la evidencia de lo que SÍ son?
Me gusta esta pregunta porque su
respuesta es hermosamente sencilla: a pesar de toda evidencia y su contundencia,
puedes estar seguro(a) de lo contrario (de aquello que no ves), solamente si
Dios lo ha dicho.
Así es, a pesar de toda la
evidencia en tu contra, tú eres (y lo serás siempre), la persona que Dios dice en
la Biblia que ahora tú eres. ¡Sin lugar a dudas!
Dios no es hombre, para que
mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló,
¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y
no podré revocarla (Núm 23.19-20).
Sólo recuerda que Dios es el
Todopoderoso y no hay nada imposible para Él, excepto mentir. Toda palabra que
sale de la boca de Dios tiene el poder en sí misma para hacerse cumplir, pues
es Palabra de Dios.
Entrando Jesús en Capernaum,
vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado
está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le
sanaré. Respondió el centurión y dijo:
Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi
criado sanará. Porque también yo soy hombre
bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y
al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló,
y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado
tanta fe (Mat 8.5-10).
¡Jesús se maravilló de la fe de
este soldado romano!
Parafraseando un poco la
conversación entre el centurión y Jesús tenemos algo más o menos como sigue:
“Señor, yo sé que Tú eres Dios y que por lo tanto no hay nada imposible para Ti
y además tienes toda Autoridad sobre cualquier cosa, por lo tanto, no necesito
que vengas a mi casa, tan sólo di la Palabra y mi criado sanará. Tu Palabra
tiene toda Autoridad. Vamos, ¡Tú eres Dios! ¡Tu Palabra es Palabra de Honor!”.
Así que, efectivamente, tú puedes
tener hoy la certeza de lo que estás esperando y la convicción de aquello que
aún no ves. Sin importar la gravedad del asunto, enfermedad o problema, basta que
tengas una Palabra del Señor y un milagro sucederá.
Recuerda siempre que, por Cristo
Jesús, tú eres un(a) Hijo(a) de Dios y si tu Padre lo dijo, entonces, Él lo va
a cumplir; si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Por la fe entendemos haber
sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue
hecho de lo que no se veía (He 11.3).
Fe es creerle a Dios, creyendo Su
Palabra, la Biblia.
Fe es creerle a Dios, creyendo Su
Palabra, de tal modo que, precisamente por eso, ahora puedes llamar
las cosas que no son como si ya fueran (Ro 4.17).
Fe es entender que la Palabra de
Dios es completa, eterna e infalible; es estar convencido de que JAMAS serás
avergonzado(a) por haber confiado en la Biblia (Sal 119.42), pues TODO lo que
existe, sea visible o invisible, tiene su origen en la Palabra de Dios. De tal modo
que, esa Vida Plena y Abundante que se te ha prometido, vendrá a ser substancia
material de aquello que aún no ves por medio de tu FE [por medio de creerle a
Dios, creyendo Su Palabra].
Jua 3:16 RV60 Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga VIDA ETERNA.
Cuando entiendes que al Nacer de
Nuevo has recibido Vida Eterna y que esto significa vivir por siempre o, mejor
dicho, NUNCA MORIR, entonces, el cómo y el cuándo del cumplimiento de las
promesas pasa a segundo término, pues, sabes que sabes, que el cielo y la
tierra pasarán más Sus Palabras no pasarán.
Entonces, si de acuerdo a la
Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, tú eres justo(a), hecho(a)
justicia de Dios, ¡claro que puedes vivir por fe cada instante de tu vida! ¡Claro
que puedes agradar a Dios, tu Padre, esperando paciente, constante y
persistentemente, TODO AQUELLO que Él ya te ha prometido en Su Palabra!
Mantengamos firme, sin
fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió (He 10.23).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero
agradarte con mi fe, pues en verdad creo que eres el creador del universo, de
todo lo visible y de lo invisible. Creo que me amas tanto que preferiste
entregar a Tu propio Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Creo y recibo este
Tu gran Amor con que me amas. Gracias, Señor Jesús; por lo que hiciste al morir
en esa cruz y resucitar, yo tengo la Vida Eterna. Me has hecho un(a) Hijo(a) de
Dios. Sé que, que, aunque yo estaba muerto(a) en mis delitos y pecados, por
este Tu Gran Amor con que me has amado, me diste Vida juntamente con Cristo
Jesús; por Tu Gracia soy salvo(a) por medio de la fe, y aún ésta última no es
mía sino que es un regalo Tuyo. ¡Cuán Grande y Hermoso Eres mi Señor! ¡Cuán
maravilloso es Tu Amor por mí! En esta hora me pongo de acuerdo con Tu Eterna e
Infalible Palabra para creer y declarar que, por el Nuevo Pacto en la Sangre de
Jesús, creo y recibo mi sanidad. Me declaro libre de toda dolencia y
enfermedad. Hablo salud y bienestar a cada célula, tejido, órgano y sistema de
mi ser. Me declaro libre de cualquier tipo de adicción que me haya querido
esclavizar. Rechazo todo miedo, pues yo no he recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de
adopción y hoy puedo decir, Abba, Padre. Pongo mis ojos, emociones y
sentimientos en Ti, Señor Jesús, quien eres el autor y consumador de mi fe.
¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo
puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una Vida Plena
y Abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en
Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias
por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto.
Gracias porque por Tu Palabra, la Biblia, sin lugar a dudas, soy y recibo todo
esto que he declarado delante de Tu Presencia. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
15 Heb 11.1-22
/ Ex 13-14 /
Pro 5
Hebreos
11.1-22
La fe
11
1Es, pues, la fe
la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 2Porque
por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 3Por la fe
entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,
de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
4Por la fe Abel
ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó
testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto,
aún habla por ella. 5Por la fe Enoc
fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y
antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
6Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que
se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
7Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no
se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase;
y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene
por la fe.
8Por la fe
Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como
herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9Por
la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena,
morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios. 11Por la fe también la misma Sara, siendo
estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la
edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12Por lo cual
también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en
multitud,
y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
13Conforme a la
fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de
lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y
peregrinos sobre la tierra. 14Porque los
que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15pues
si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían
tiempo de volver. 16Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial;
por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha
preparado una ciudad.
17Por la fe
Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las
promesas ofrecía su unigénito, 18habiéndosele
dicho: En Isaac te será llamada descendencia;19pensando
que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en
sentido figurado, también le volvió a recibir. 20Por la fe bendijo
Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.
21Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y
adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. 22Por
la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio
mandamiento acerca de sus huesos.
Exodo
13-14
Consagración de los primogénitos
13
1Jehová habló a
Moisés, diciendo: 2Conságrame todo primogénito. Cualquiera que
abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales,
mío es.
3Y Moisés dijo al
pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la
casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por
tanto, no comeréis leudado. 4Vosotros salís hoy en el mes de
Abib. 5Y cuando Jehová te hubiere metido en la tierra del cananeo,
del heteo, del amorreo, del heveo y del jebuseo, la cual juró a tus padres que
te daría, tierra que destila leche y miel, harás esta celebración en este mes.
6Siete días comerás pan sin leudar, y el séptimo día será fiesta para
Jehová. 7Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y
no se verá contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio. 8Y
lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que
Jehová hizo conmigo cuando me sacó de Egipto. 9Y te será como una
señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de
Jehová esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Jehová de Egipto.
10Por tanto, tú guardarás este rito en su tiempo de año en año.
11Y cuando Jehová
te haya metido en la tierra del cananeo, como te ha jurado a ti y a tus padres,
y cuando te la hubiere dado, 12dedicarás a Jehová todo aquel que
abriere matriz, y asimismo todo primer nacido de tus
animales; los machos serán de Jehová. 13Mas todo primogénito de
asno redimirás con un cordero; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz.
También redimirás al primogénito de tus hijos. 14Y cuando mañana
te pregunte tu hijo, diciendo: ¿Qué es esto?, le dirás: Jehová nos sacó con
mano fuerte de Egipto, de casa de servidumbre; 15y endureciéndose
Faraón para no dejarnos ir, Jehová hizo morir en la tierra de Egipto a todo
primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia; y
por esta causa yo sacrifico para Jehová todo primogénito macho, y redimo al
primogénito de mis hijos. 16Te será, pues, como una señal sobre tu
mano, y por un memorial delante de tus ojos, por cuanto Jehová nos sacó de
Egipto con mano fuerte.
La columna de nube y de fuego
17Y luego que
Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los
filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el
pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. 18Mas hizo Dios
que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los
hijos de Israel de Egipto armados. 19Tomó también consigo Moisés
los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo:
Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros.
20Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto.
21Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para
guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a
fin de que anduviesen de día y de noche. 22Nunca se apartó de
delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.
Los israelitas cruzan el Mar Rojo
14
1Habló Jehová a
Moisés, diciendo: 2Di a los hijos de Israel que den la vuelta y
acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante
de él acamparéis junto al mar. 3Porque Faraón dirá de los hijos de
Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado. 4Y
yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en
Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová. Y ellos
lo hicieron así.
5Y fue dado aviso
al rey de Egipto, que el pueblo huía; y el corazón de Faraón y de sus siervos
se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado
ir a Israel, para que no nos sirva? 6Y unció su carro, y tomó
consigo su pueblo; 7y tomó seiscientos carros escogidos, y todos
los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos. 8Y endureció
Jehová el corazón de Faraón rey de Egipto, y él siguió a los hijos de Israel;
pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa. 9Siguiéndolos,
pues, los egipcios, con toda la caballería y carros de Faraón, su gente de a
caballo, y todo su ejército, los alcanzaron acampados junto al mar, al lado de
Pi-hahirot, delante de Baal-zefón.
10Y cuando Faraón
se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los
egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran
manera, y clamaron a Jehová. 11Y dijeron a Moisés: ¿No había
sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por
qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? 12¿No
es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios?
Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto.
13Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación
que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto,
nunca más para siempre los veréis. 14Jehová peleará por vosotros,
y vosotros estaréis tranquilos. 15Entonces Jehová dijo a Moisés:
¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. 16Y tú
alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos
de Israel por en medio del mar, en seco. 17Y he aquí, yo
endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré
en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; 18y
sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus
carros y en su gente de a caballo.
19Y el ángel de
Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos;
y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a
sus espaldas, 20e iba entre el campamento de los egipcios y el
campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a
Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los
otros.
21Y extendió
Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio
viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas
quedaron divididas. 22Entonces los hijos de Israel entraron por en
medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su
derecha y a su izquierda. 23Y siguiéndolos los egipcios, entraron
tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y
su gente de a caballo. 24Aconteció a la vigilia de la mañana, que
Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y
trastornó el campamento de los egipcios, 25y quitó las ruedas de
sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos
de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios.
26Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las
aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería.
27Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el
mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el
mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar. 28Y
volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército
de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno.
29Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo
las aguas por muro a su derecha y a su izquierda.
30Así salvó
Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios
muertos a la orilla del mar. 31Y vio Israel aquel grande hecho que
Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a
Jehová y a Moisés su siervo.
Proverbios 5
Amonestación contra la impureza
5
1 Hijo mío, está atento a mi sabiduría,
Y a mi
inteligencia inclina tu oído,
2 Para que guardes consejo,
Y tus labios
conserven la ciencia.
3 Porque los labios de la mujer extraña destilan miel,
Y su paladar
es más blando que el aceite;
4 Mas su fin es amargo como el ajenjo,
Agudo como
espada de dos filos.
5 Sus pies descienden a la muerte;
Sus pasos
conducen al Seol.
6 Sus caminos son inestables; no los conocerás,
Si no considerares el camino
de vida.
7 Ahora pues, hijos, oídme,
Y no os
apartéis de las razones de mi boca.
8 Aleja de ella tu camino,
Y no te
acerques a la puerta de su casa;
9 Para que no des a los extraños tu honor,
Y tus años
al cruel;
10 No sea que extraños se sacien de tu fuerza,
Y tus
trabajos estén en casa del extraño;
11 Y gimas al final,
Cuando se consuma
tu carne y tu cuerpo,
12 Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo,
Y mi corazón
menospreció la reprensión;
13 No oí la voz de los que me instruían,
Y a los que
me enseñaban no incliné mi oído!
14 Casi en todo mal he estado,
En medio de la sociedad y de
la congregación.
15 Bebe el agua de tu misma cisterna,
Y los
raudales de tu propio pozo.
16 ¿Se derramarán tus fuentes por las calles,
Y tus
corrientes de aguas por las plazas?
17 Sean para ti solo,
Y no para
los extraños contigo.
18 Sea bendito tu manantial,
Y alégrate
con la mujer de tu juventud,
19 Como cierva amada y graciosa gacela.
Sus caricias
te satisfagan en todo tiempo,
Y en su amor
recréate siempre.
20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena,
Y abrazarás
el seno de la extraña?
21 Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová,
Y él
considera todas sus veredas.
22 Prenderán al impío sus propias iniquidades,
Y retenido
será con las cuerdas de su pecado.
23 El morirá por falta de corrección,
Y errará por
lo inmenso de su locura.
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