8 de Febrero
¡Realización es Identidad!
Por Riqui Ricón*
Viendo los hermanos de José
que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago
de todo el mal que le hicimos. Y enviaron a decir a José: Tu padre
mandó antes de su muerte, diciendo: Así diréis a José: Te ruego
que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te
trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del
Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. Vinieron también
sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos
tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar
de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a
bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os
sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló
al corazón (Gen 50. 15-21).
Hemos declarado, en el Nombre de Jesús, que este
año es el mejor año de tu vida. Ahora bien, la verdadera Realización en Dios no
es tener o poseer cosas ni riquezas si no que el mandato de Nuestro Señor
Jesucristo, a la letra, dice así:
Porque los gentiles (los que no creen) buscan todas estas
cosas; pero vuestro Padre celestial
sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas (Mat 6.32-33).
Como dicen por ahí, primero lo
primero, así que, busca primeramente el reino de Dios. ¿Será que el reino de
Dios está lleno de tristeza, pobreza, amargura, temor, desesperación,
enfermedad, depresión, etc., y tú, como Hijo(a) del Reino, tienes que
sobrellevar todo esto en humildad, ofreciéndolo como un sacrificio santo y
agradable a Dios? No lo creo.
Realización es igual a identidad.
Significa creer y saber perfecta y cabalmente quien eres tú: un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo, y esto no de una simiente corruptible sino de la
incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para
siempre.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Significa creer y saber que tu
Padre te ama, y que te ama de tal manera que prefirió entregar a Su propio
Hijo, Su unigénito, para pagar el costo de TODOS tus pecados (muerte,
enfermedad, pobreza, temor angustia, etc.), antes que perderte a ti.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite
que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso es que de veras lo
somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende
por qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
Significa CREER y RECIBIR ese
Amor para COMENZAR A SER ese(a) Hijo(a) que Él DICE EN SU PALABRA que tú ya
eres. Significa que, con esta identidad, ahora puedes realmente ESTABLECER el
reino de Dios sobre esta Tierra, un reino de JUSTICIA y de Amor, pues, al fin y
al cabo, ahora tú eres Su Hijo(a), ¿quién más, si no, lo puede hacer?
Mira la historia de José con la
que comenzamos la meditación de hoy. Dios cumplió Su Palabra y llegó el tiempo
en que José dejó de añorar sus sueños y, ahora, se encontraba viviendo el
cumplimiento de todas las cosas. Sabía perfectamente quién era Dios y quién era
él. No tenía más temor sino que estaba lleno de fe. Sus hermanos, por el
contrario, carecían de identidad y, a pesar de haber disfrutado del amor y la
protección de José durante varios años, dudaban y temían, esperando un severo
castigo. ¿Merecían castigo? ¡Claro que lo merecían! ¿José necesitaba la
satisfacción de la venganza? ¡Claro que no! Él sabía perfectamente quién era y
dónde y para qué estaba ahí.
Porque esto me será como en
los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la
tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré. Porque
los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi
misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene
misericordia de ti (Isa 54.9-10).
Así es la naturaleza de tu Padre, Él ya no se
enojará nunca más contra ti. ¡Lo ha jurado!
Puesto que en Cristo Jesús fue satisfecha la justicia
de Dios, Él no anda buscando venganza, ni tampoco hacer justicia. Dios te ama
tal como eres, pues Él te ha creado de Nuevo tal como soñó que tú serías. ¡Eres
Nueva Creación!
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
¿Recuerdas al hermano del hijo prodigo? NO PODÍA
CREER que su padre estuviera alegre e hiciera fiesta por su hermano perdido. Él
necesitaba ver justicia y no misericordia. ¿Por qué? Envidia o celos dirán
algunos, pero, más bien, fue a causa de su falta de identidad. No saberse NI
CREERSE, hijo de su padre, fue lo que lo orilló a actuar así. Su padre termino
por salir y rogarle que entrara y disfrutara DE LO QUE ERA SUYO, DE LO QUE YA
LE PERTENECIA, diciéndole:
Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas
era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y
ha revivido; se había perdido, y es hallado (Luc 15.31).
El evangelio de Jesucristo (las
nuevas noticias), no se sustenta en una relación entre el todopoderoso Dios y
Sus criaturas, por más espirituales que éstas sean, sino en la relación de Amor
que Él, el Todopoderoso Dios, tiene ahora como Padre hacia Sus Hijos, o sea, tú
y yo.
Escucho constantemente decir cosas
como:
- sí, es cierto, Dios lo dice en
Su Palabra, PERO en esta vida
tenemos que pagar las consecuencias; - ese es el camino angosto y la puerta
estrecha;
- Dios sana al que quiere y al
que no, pues no, así es Él;
- tenemos que aceptar Su Voluntad
con humildad y con la esperanza de la vida eterna;
- Sus promesas se cumplirán allá,
cuando estemos con Él, si es que demostramos ser dignos de llegar a Su
Presencia.
La cuestión es que, TODO AQUEL que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera
en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace (Stgo 1.25).
Y la
perfecta ley de justicia y libertad, la Biblia, te enseña que Jesucristo ya
pagó el precio; que Su sacrificio fue completo, perfecto y acabado; que cuando
le recibiste como Señor y Salvador de tu vida, NACISTE DE NUEVO, fuiste hecho(a)
espíritu nuevo,
creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24).
Te enseña que
la Vida Eterna, vida plena y abundante, comenzó en ese instante y no tienes un
“allá” y un “acá” sino un aquí y ahora para buscar y establecer el reino de
Dios, tu Padre. NO POR LO QUE PUEDAS TENER, ADQUIRIR DE ÉL O POR ÉL, sino
porque ERES SU HIJO(A) y eso te basta, pues, lógicamente, incluye todo lo demás
que te será añadido.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Así que,
como Hijo(a) Suyo(a) tienes toda la facultad para dejar de ver tus problemas y
aflicciones y mirar a Tu Padre y a Su Palabra, pues, sin lugar a duda, saldrás
más que vencedor(a) de toda circunstancia.
¡Tienes
identidad! ¡Conoces la Verdad y sabes quién eres tú!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, vengo
delante de Ti agradecido(a) porque en verdad, yo no era digno(a), pero Tu Hijo,
Jesús, al pagar todos mis pecados en esa cruz, me hizo digno(a); yo no era justo(a),
pero Él me hizo justo(a); yo no era santo(a), pero Él me hizo santo(a); yo era
un(a) pecador(a) y Él me hizo salvo(a) y no sólo me salvó sino que me
predestinó para que fuese hecho(a) conforme a la imagen de Tu Hijo, Jesús, para
que Él fuese el primogénito, el primero, entre muchos hermanos. ¡Gracias, Señor
Jesús! Por tu Sangre he sido adoptado(a) como Hijo(a) de Dios, Tú Padre (y el
mío también). Por esto, ahora sé, que sé, que en todas las cosas he de salir
más que vencedor(a), pues todo lo puedo en Cristo que me fortalece. ¡Ya he
vencido al mundo! Pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí, y
conmigo, que el que está en el mundo. Hoy tomo mi Identidad y con toda certeza
y autoridad, resisto y hecho fuera de mi vida toda enfermedad,
pobreza, tristeza, depresión, soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser,
espíritu, alma y cuerpo, con la Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud,
amor, paz y gozo que Tú, Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz y
resucitar venciendo a la muerte. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
8 Heb 4.14-6.12 / Gen 49-50 / Sal 39
Hebreos
4.14-6.12
Jesús el gran sumo sacerdote
14Por tanto, teniendo un gran sumo
sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra
profesión. 15Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado. 16Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro.
5
1Porque todo sumo sacerdote tomado
de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se
refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; 2para
que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también
está rodeado de debilidad; 3y por causa de ella debe ofrecer por
los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo. 4Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como
lo fue Aarón.
5Así tampoco Cristo se glorificó a
sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo:
Tú eres mi
Hijo,
Yo te he
engendrado hoy.
6Como
también dice en otro lugar:
Tú eres
sacerdote para siempre,
Según el
orden de Melquisedec.
7Y Cristo, en los días de su carne,
ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar
de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
8Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; 9y
habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos
los que le obedecen; 10y fue declarado por Dios sumo sacerdote
según el orden de Melquisedec.
Advertencia contra la apostasía
11Acerca de esto tenemos mucho que
decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír.
12Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis
necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de
las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de
leche, y no de alimento sólido. 13Y todo aquel que participa de la
leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; 14pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para
los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del
bien y del mal.
6
1Por tanto, dejando ya los
rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando
otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios,
2de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la
resurrección de los muertos y del juicio eterno. 3Y esto haremos,
si Dios en verdad lo permite. 4Porque es imposible que los que una
vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes
del Espíritu Santo, 5y asimismo gustaron de la buena palabra de
Dios y los poderes del siglo venidero, 6y recayeron, sean otra vez
renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de
Dios y exponiéndole a vituperio. 7Porque la tierra que bebe la
lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos
por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; 8pero la que
produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.
9Pero en cuanto a vosotros, oh
amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación,
aunque hablamos así. 10Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra
obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido
a los santos y sirviéndoles aún. 11Pero deseamos que cada uno de
vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la
esperanza, 12a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores
de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
Génesis
49-50
Profecía de Jacob acerca de sus hijos
49
1Y
llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de
acontecer en los días venideros.
2 Juntaos y oíd, hijos de Jacob,
Y escuchad a
vuestro padre Israel.
3 Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi
vigor;
Principal en
dignidad, principal en poder.
4 Impetuoso como las aguas, no serás el principal,
Por cuanto
subiste al lecho de tu padre;
Entonces te
envileciste, subiendo a mi estrado.
5 Simeón y Leví son hermanos;
Armas de
iniquidad sus armas.
6 En su consejo no entre mi alma,
Ni mi
espíritu se junte en su compañía.
Porque en su
furor mataron hombres,
Y en su
temeridad desjarretaron toros.
7 Maldito su furor, que fue fiero;
Y su ira,
que fue dura.
Yo los
apartaré en Jacob,
Y los
esparciré en Israel.
8 Judá, te alabarán tus hermanos;
Tu mano en
la cerviz de tus enemigos;
Los hijos de
tu padre se inclinarán a ti.
9 Cachorro de león, Judá;
De la presa
subiste, hijo mío.
Se encorvó,
se echó como león,
Así como
león viejo: ¿quién lo despertará?
10 No será quitado el cetro de Judá,
Ni el
legislador de entre sus pies,
Hasta que
venga Siloh;
Y a él se
congregarán los pueblos.
11 Atando a la vid su pollino,
Y a la cepa
el hijo de su asna,
Lavó en el
vino su vestido,
Y en la
sangre de uvas su manto.
12 Sus ojos, rojos del vino,
Y sus
dientes blancos de la leche.
13 Zabulón en puertos de mar habitará;
Será para
puerto de naves,
Y su límite
hasta Sidón.
14 Isacar, asno fuerte
Que se
recuesta entre los apriscos;
15 Y vio que el descanso era bueno, y que la tierra era deleitosa;
Y bajó su
hombro para llevar,
Y sirvió en
tributo.
16 Dan juzgará a su pueblo,
Como una de
las tribus de Israel.
17 Será Dan serpiente junto al camino,
Víbora junto
a la senda,
Que muerde
los talones del caballo,
Y hace caer
hacia atrás al jinete.
18 Tu salvación esperé, oh Jehová.
19 Gad, ejército lo acometerá;
Mas él
acometerá al fin.
20 El pan de Aser será substancioso,
Y él dará deleites
al rey.
21 Neftalí, cierva suelta,
Que
pronunciará dichos hermosos.
22 Rama fructífera es José,
Rama
fructífera junto a una fuente,
Cuyos
vástagos se extienden sobre el muro.
23 Le causaron amargura,
Le
asaetearon,
Y le
aborrecieron los arqueros;
24 Mas su arco se mantuvo poderoso,
Y los brazos
de sus manos se fortalecieron
Por las
manos del Fuerte de Jacob
(Por el
nombre del Pastor, la Roca de Israel),
25 Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará,
Por el Dios
Omnipotente, el cual te bendecirá
Con
bendiciones de los cielos de arriba,
Con
bendiciones del abismo que está abajo,
Con
bendiciones de los pechos y del vientre.
26 Las bendiciones de tu padre
Fueron
mayores que las bendiciones de mis progenitores;
Hasta el
término de los collados eternos
Serán sobre
la cabeza de José,
Y sobre la
frente del que fue apartado de entre sus hermanos.
27 Benjamín es lobo arrebatador;
A la mañana
comerá la presa,
Y a la tarde
repartirá los despojos.
Muerte y sepelio de Jacob
28Todos éstos fueron las doce
tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, al bendecirlos; a cada
uno por su bendición los bendijo. 29Les mandó luego, y les dijo:
Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis padres en la cueva que
está en el campo de Efrón el heteo, 30en la cueva que está en el
campo de Macpela, al oriente de Mamre en la tierra de Canaán, la cual compró
Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura. 31Allí sepultaron a Abraham y a Sara su
mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí
también sepulté yo a Lea. 32La compra del campo y de la cueva que
está en él, fue de los hijos de Het. 33Y cuando acabó Jacob de dar
mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró,
y fue reunido con sus padres.
50
1Entonces se echó José sobre el
rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó. 2Y mandó José a
sus siervos los médicos que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron
a Israel. 3Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los
días de los embalsamados, y lo lloraron los egipcios setenta días.
4Y pasados los días de su luto, habló
José a los de la casa de Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia en
vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos de Faraón, diciendo: 5Mi
padre me hizo jurar, diciendo: He aquí que voy a morir; en el sepulcro que cavé
para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás; ruego,
pues, que vaya yo ahora y sepulte a mi padre, y volveré. 6Y Faraón
dijo: Ve, y sepulta a tu padre, como él te hizo jurar. 7Entonces
José subió para sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos de
Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto,
8y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre;
solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, y sus ovejas y sus vacas.
9Subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un
escuadrón muy grande. 10Y llegaron hasta la era de Atad, que está
al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy triste lamentación;
y José hizo a su padre duelo por siete días. 11Y viendo los
moradores de la tierra, los cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron:
Llanto grande es este de los egipcios; por eso fue llamado su nombre
Abel-mizraim, que está al otro lado del Jordán. 12Hicieron,
pues, sus hijos con él según les había mandado; 13pues lo llevaron
sus hijos a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de
Macpela, la que había comprado Abraham con el mismo campo, para heredad de
sepultura, de Efrón el heteo, al oriente de Mamre.
14Y volvió José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que subieron
con él a sepultar a su padre, después que lo hubo sepultado.
Muerte de José
15Viendo los hermanos de José que
su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de
todo el mal que le hicimos. 16Y enviaron a decir a José: Tu padre
mandó antes de su muerte, diciendo: 17Así diréis a José: Te ruego
que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te
trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del
Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. 18Vinieron
también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por
siervos tuyos. 19Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo
en lugar de Dios? 20Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo
encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho
pueblo. 21Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a
vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.
22Y habitó José en Egipto, él y la
casa de su padre; y vivió José ciento diez años. 23Y vio José los
hijos de Efraín hasta la tercera generación; también los hijos de Maquir hijo
de Manasés fueron criados sobre las rodillas de José. 24Y José
dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os
hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.
25E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os
visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos. 26Y
murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un
ataúd en Egipto.
Salmo 39
El carácter transitorio de la
vida
Al músico principal; a Jedutún. Salmo de David.
1 Yo dije: Atenderé a mis caminos,
Para no
pecar con mi lengua;
Guardaré mi
boca con freno,
En tanto que
el impío esté delante de mí.
2 Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno;
Y se agravó
mi dolor.
3 Se enardeció mi corazón dentro de mí;
En mi
meditación se encendió fuego,
Y así proferí con mi lengua:
4 Hazme saber, Jehová, mi fin,
Y cuánta sea
la medida de mis días;
Sepa yo cuán
frágil soy.
5 He aquí, diste a mis días término corto,
Y mi edad es
como nada delante de ti;
Ciertamente
es completa vanidad todo hombre que vive.
Selah
6 Ciertamente como una sombra es el hombre;
Ciertamente
en vano se afana;
Amontona riquezas, y no sabe
quién las recogerá.
7 Y ahora, Señor, ¿qué esperaré?
Mi esperanza
está en ti.
8 Líbrame de todas mis transgresiones;
No me pongas
por escarnio del insensato.
9 Enmudecí, no abrí mi boca,
Porque tú lo
hiciste.
10 Quita de sobre mí tu plaga;
Estoy
consumido bajo los golpes de tu mano.
11 Con castigos por el pecado corriges al hombre,
Y deshaces
como polilla lo más estimado de él;
Ciertamente
vanidad es todo hombre.
Selah
12 Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor.
No calles
ante mis lágrimas;
Porque
forastero soy para ti,
Y advenedizo,
como todos mis padres.
13 Déjame, y tomaré fuerzas,
Antes que vaya y perezca.
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