martes, 27 de noviembre de 2012

¿Qué es la fe con propósito?

 
Viernes 23 de Noviembre de 2012.
¡Tú ya tienes esta clase de fe!
Por Riqui Ricón*
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra (2 P 1.1).
El primer capítulo de la segunda carta del apóstol Pedro es tan maravillosamente rico en la revelación de quién ahora tú eres en Cristo Jesús que necesitas varios días de meditación para poder comprender y recibir la enseñanza que la Palabra de Dios te da el día de hoy.
Por sólo citar algunos de los puntos más relevantes, encontrarás que:
1) En Cristo Jesús, ya tienes fe.
2) Todas las cosas buenas ya te han sido dadas.
3) Dios te ha dado preciosas y grandísimas promesas.
4) Ahora participas de la misma naturaleza divina que tu Padre Celestial.
5) Por todo lo anterior, estás facultado(a) para vencer al pecado y vivir en santidad.
6) No caerás jamás.
7) Tienes amplia y generosa entrada al Reino de Dios.
8) Todo esto está establecido por Dios en la Palabra profética más segura, que es Su propia Palabra, la Biblia.
Ahora bien, en lugar de atemorizarte o sentirte indigno porque Él ha mostrado en tu tiempo  las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús, mejor acepta que este es el mensaje constante y coherente del Evangelio: que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados,… ya que, Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.19, 21).
Tienes que entender, de una vez por todas, que el Plan de Redención de Dios para tu vida, es mucho más rico y maravilloso como para sólo contener el perdón de tus pecados y tu entrada al cielo, lo cual, ya es en sí mismo magnífico.
Limpiar nuestros pecados es apenas el primer requisito para tener derecho a esas preciosas y grandísimas promesas por medio de las cuales puedes llegar a ser participante de la naturaleza divina (2 P 1.4).
Son precisamente estas promesas, puestas por escrito en la Biblia, las que te ubican de lleno dentro del Plan de Redención.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero ),  para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu… Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (Gal 3.13, 14, 29).
Efectivamente, gracias al Amor con que Dios te ha amado a ti y al sacrificio de Jesús,  como HIJO(A) DE DIOS NACIDO(A) DE NUEVO, ya has sido redimido(a) de toda maldición (enfermedad, pobreza, temor, angustia, rencor, resentimiento, soledad, tribulación, depresión, amargura, dolor, etc., etc.) y ahora vives bajo la bendición de Abraham, que es la bendición de Dios, TU PADRE: ser adoptado Hijo(a) Suyo(a) según el puro afecto de Su Voluntad, obteniendo así la vida eterna, la vida abundante de prosperidad, salud, amor, paz, gozo y plenitud que sólo los Hijos de Dios pueden disfrutar.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.15-17a).
En Verdad, sin importar cuales sean tus circunstancias en este momento o como te sientas o mires a ti misma(o) el día de hoy; tú eres Hijo(a) de Dios; heredero(a); heredero(a) de Dios y coheredero(a) con Cristo. ¡Heredero(a) de la Promesa del Espíritu! ¿De cuál Espíritu? Del mismo Espíritu que te permite, por medio de la fe en Cristo Jesús, RECIBIR TODO ESTO: el Espíritu Santo.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).
Es el mismo Espíritu Santo, que resucito a Jesús de entre los muertos, el que a ti te ha regenerado, haciéndote Nacer de Nuevo, conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él, Jesucristo, sea el primogénito entre muchos hermanos.
Ahora bien, para que todo esto se pueda lograr; Él, el Espíritu Santo, te ha provisto de fe. La medida de fe,  que es una fe igualmente preciosa a la del apóstol Pedro; aquel que, con sólo pasar caminando, los enfermos sanaban con su sombra (Hch 5.15).
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo (Gal 2.20-21).
Así que, no deseches la gracia de Dios pensando que esto es demasiado bueno como para CREER que sea verdad. En lugar de eso, utiliza tu fe y comienza a vivir esa Vida Nueva que tu Padre te ha obsequiado: la Vida Eterna, que es la Vida de un(a) Hijo(a) de Dios.
Así es, amado(a), el Plan de Redención de Dios para tu vida es muchísimo más que el mero perdón de tus pecados.
De acuerdo a la biblia, la Palabra de Dios, que no miente, Jesús mismo es el autor y consumador de esa fe que tú ya tienes. Fe para creer quién ahora tú eres. Fe para creer que eres ese(a) Hijo(a) amado(a) que Él dice que eres. Fe para creer que puedes ser y hacer todas las cosas que Él dice que puedes. Tú tienes una ¡Fe con propósito!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, te amo con todo mi corazón. Estoy muy agradecido por tanto y tan grande amor que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo, por Tu Gracia soy salvo. Señor Jesús, Tú eres mi Dios, Rey y Salvador y quiero decirte hoy que yo no desecho Tu Gracia sino que la recibo. Creo y recibo Tu misma fe, Señor Jesús, para hacer las cosas que Tú hiciste y aún mayores. Pongo mi fe en todas y cada una de Tus promesas que me has dado en la Biblia para creer y declarar que Yo, _______________(tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre. He sido escogido(a) por Dios para ser adoptado(a) Hijo(a) Suyo(a) según el puro afecto de Su Voluntad, para participar de la naturaleza divina. Rechazo al espíritu de condenación y fracaso que quiere hacerme creer que sigo siendo el (la) mismo(a) pecador(a) que antes era. ¡Apelo a la Sangre de Cristo como el precio de Amor que se pagó por mi regeneración! Yo soy la persona que Tú, Padre Santo, dices que soy en Tu Palabra, la Biblia. Resisto al espíritu de temor, a la enfermedad, pobreza, rencor, tristeza y cualquier otra emoción o sentimiento que me quiera apartar de la Verdad. ¡Jesús ya pagó por mí! ¡La Sangre fue derramada! ¡Yo no tengo porque pagar!  ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre 23                                 2 P 1   /  Jer 41-42  /  Sal 139
 


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