sábado, 19 de octubre de 2024

Cómo vivir lo que queda del año!

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19 Octubre 
¡Cómo vivir lo que queda del año!

¡Victoria!

Por Riqui Ricón*

Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas,  y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente… Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios…  Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.  Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.  Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.  De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro;  y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.  Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES (Apo 19. 6-8, 9, 11-16).

Oh, qué maravilloso es poder decirle en su propia cara a Satanás: ¡Ya leí el final del libro, nosotros ganamos!

Lamentablemente, demasiadas Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo viven sus vidas con la única esperanza de llegar al final de los tiempos para entonces, ver y disfrutar el día de la victoria. ¡Qué tremendo error! Con razón la Biblia, que es la Palabra de Dios, que no miente, enseña que:

Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed (Isa 5.13).

Estimado(a) creyente, la Victoria no se conseguirá el día final, la Victoria SE OBTUVO cuando Jesús entregó Su Vida y Su Espíritu, en esa cruz mientras exclamaba: ¡CONSUMADO ES!

Tú eres Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores, y estás sobre esta tierra para establecer el reino de Dios. Has sido dejado(a) por tu Padre en este mundo para que establezcas el reino que ya ha sido obtenido por nuestro Señor Jesucristo y que ahora tú, Su Hijo(a) amado(a), debes manifestar en esta tierra.

Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Ro 1.17).

No se trata de manifestar algo que tú no tienes, sino de creer, de aceptar y entonces sí, manifestar (vivir) todo aquello que ahora tú eres. Y tú eres, ni más, ni menos, la persona que Dios dice, en Su Palabra, la Biblia, que tú eres: justo(a), santo(a), perfecto(a), en todas las cosas, más que vencedor(a) y quien todo lo puede.

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).

La espada que sale de la boca de Jesús es Su Palabra, la Biblia, y te corresponde a ti poner la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón para que, como la viuda le dijo a Elías, todos a tu alrededor exclamen: “ahora reconocemos que eres Hijo(a) de Dios y que la Palabra de Dios es Verdad en tu boca” (1 R 17.24).

Hacer de Su Palabra la Norma máxima de su existencia fue el mandato y recomendación que Josué recibió de parte del Señor, para que así, él pudiera cumplir el propósito que Dios le dio de introducir al pueblo de Israel a la tierra prometida. Sin hacer esto, jamás lo hubiera logrado.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

De la misma forma, tú tienes una misión y propósito que cumplir en este mundo y sólo lo podrás lograr al atender y obedecer el mismo consejo. Así que, haz de la Biblia la norma máxima de tu existencia, medita en ella de día y de noche, apréndela y ponla en tu boca como respuesta y sentencia de Victoria a todos tus problemas, enfermedades y/o necesidades. Dios mismo te garantiza que harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. ¡Sólo hazlo!

Entonces dejarás de dudar y de temer para levantarte, con gozo, autoridad y poder, a manifestar lo que Cristo Jesús ya obtuvo para ti: ¡La Victoria!

¡Victoria sobre la enfermedad y la muerte! ¡Victoria sobre el pecado! ¡Victoria sobre la soledad y la tristeza! ¡Victoria sobre toda depresión! ¡Victoria sobre el fracaso! ¡Victoria sobre la pobreza y la escasez!

Por lo tanto, ¡no temas! ¡Ya conoces el final de la historia! ¡Nosotros ganamos!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, estoy sumamente agradecido(a) por el gran Amor con que me has amado al darme vida juntamente con Cristo Jesús. Creo y recibo esta victoria contundente que Tú, Jesucristo, compraste con Tu Sangre para mí. Resisto al espíritu de temor que con engaños y mentiras me quiera hacer fracasar ante la enfermedad, pobreza, depresión o cualquier otra aflicción. Yo no he recibido espíritu de temor para estar otra vez en esclavitud, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba! ¡Padre! Gracias, Señor Jesús, Nací de Nuevo para triunfar, todo lo puedo en Ti. Así que, me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a levantarme y vivir esa vida victoriosa que ganaste para mí. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 19                             Apo 19 /  Isa 5-6 / Sal 109. 20-31

 


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 19                             Apo 19 /  Isa 5-6 / Sal 109. 20-31

 

Apocalipsis

Alabanzas en el cielo

19

1Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; 2porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella.a 3Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos.b 4Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! 5Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.c 6Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas,d y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! 7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

La cena de las bodas del Cordero

9Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodase del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. 10Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

El jinete del caballo blanco

11Entonces vi el cielo abierto;f y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. 12Sus ojos eran como llama de fuego,g y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. 13Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. 14Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. 15De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro;h y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.i 16Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.

17Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, 18para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes.j 19Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. 20Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen.k Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. 21Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.[1]

 

 

 

Isaías

Parábola de la viña

5

1Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña.a Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. 2La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.

3Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. 4¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?

5Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. 6Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. 7Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor.

Ayes sobre los malvados

8¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra? 9Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas. 10Y diez yugadas de viña producirán un bato, y un homer de semilla producirá un efa.

11¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! 12Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos. 13Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed. 14Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se regocijaba. 15Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos. 16Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia. 17Y los corderos serán apacentados según su costumbre; y extraños devorarán los campos desolados de los ricos.

18¡Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta, 19los cuales dicen: Venga ya, apresúrese su obra, y veamos; acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo sepamos! 20¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! 21¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! 22¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida; 23los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho!

24Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel. 25Por esta causa se encendió el furor de Jehová contra su pueblo, y extendió contra él su mano, y le hirió; y se estremecieron los montes, y sus cadáveres fueron arrojados en medio de las calles. Con todo esto no ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

26Alzará pendón a naciones lejanas, y silbará al que está en el extremo de la tierra; y he aquí que vendrá pronto y velozmente. 27No habrá entre ellos cansado, ni quien tropiece; ninguno se dormirá, ni le tomará sueño; a ninguno se le desatará el cinto de los lomos, ni se le romperá la correa de sus sandalias. 28Sus saetas estarán afiladas, y todos sus arcos entesados; los cascos de sus caballos parecerán como de pedernal, y las ruedas de sus carros como torbellino. 29Su rugido será como de león; rugirá a manera de leoncillo, crujirá los dientes, y arrebatará la presa; se la llevará con seguridad, y nadie se la quitará. 30Y bramará sobre él en aquel día como bramido del mar; entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tinieblas de tribulación, y en sus cielos se oscurecerá la luz.

Visión y llamamiento de Isaías

6

1En el año que murió el rey Uzíasa vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos;b toda la tierra está llena de su gloria. 4Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.c 5Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.

6Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; 7y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. 8Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. 9Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. 10Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.d 11Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; 12hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra. 13Y si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa.[2]

 

SALMO 109.20-31

 

Clamor de venganza

Al músico principal. Salmo de David.

      20     Sea este el pago de parte de Jehová a los que me calumnian,

Y a los que hablan mal contra mi alma.

     21     Y tú, Jehová, Señor mío, favoréceme por amor de tu nombre;

Líbrame, porque tu misericordia es buena.

     22     Porque yo estoy afligido y necesitado,

Y mi corazón está herido dentro de mí.

     23     Me voy como la sombra cuando declina;

Soy sacudido como langosta.

     24     Mis rodillas están debilitadas a causa del ayuno,

Y mi carne desfallece por falta de gordura.

     25     Yo he sido para ellos objeto de oprobio;

Me miraban, y burlándose meneaban su cabeza.b

     26     Ayúdame, Jehová Dios mío;

Sálvame conforme a tu misericordia.

     27     Y entiendan que esta es tu mano;

Que tú, Jehová, has hecho esto.

     28     Maldigan ellos, pero bendice tú;

Levántense, mas sean avergonzados, y regocíjese tu siervo.

     29     Sean vestidos de ignominia los que me calumnian;

Sean cubiertos de confusión como con manto.

     30     Yo alabaré a Jehová en gran manera con mi boca,

Y en medio de muchos le alabaré.

     31     Porque él se pondrá a la diestra del pobre,

Para librar su alma de los que le juzgan.[3]

 



a 19.2: Dt. 32.43.

b 19.3: Is. 34.10.

c 19.5: Sal. 115.13.

d 19.6: Ez. 1.24.

e 19.9: Mt. 22.2–3.

f 19.11: Ez. 1.1.

g 19.12: Dn. 10.6.

h 19.15: Sal. 2.9.

i 19.15: Is. 63.3; Jl. 3.13; Ap. 14.20.

j 19.17–18: Ez. 39.17–20.

k 19.20: Ap. 13.1–18.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ap 18.24-19.21

a 5.1–2: Mt. 21.33; Mr. 12.1; Lc. 20.9.

a 6.1: 2 R. 15.7; 2 Cr. 26.23.

b 6.3: Ap. 4.8.

c 6.4: Ap. 15.8.

d 6.9–10: Mt. 13.14–15; Mr. 4.12; Lc. 8.10; Jn. 12.40; Hch. 28.26–27.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is 4.6-6.13

b 109.25: Mt. 27.39; Mr. 15.29.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 109.20-31



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